El Fusilamiento de Miguel Agustín Pro: historia de un Mártir y su camino a la Santidad
El 23 de noviembre de 1927 -hace 98 años-. cuatro hombres fueron fusilados en la Inspección de Policía del Distrito Federal. ¿Su delito? Haber conspirado para intentar asesinar al general Álvaro Obregón, entonces presidente electo.
El hecho clave es que la ejecución se llevó a cabo sin juicio, cumpliéndose únicamente la orden directa del presidente Plutarco Elías Calles.
Los ejecutados eran militantes de la Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa. Fueron interrogados extensamente sobre su presunta participación en el atentado contra Obregón. Sus respuestas y los testimonios de otras personas detenidas quedaron plasmados en un informe. El documento fue firmado por los acusados y por el inspector en jefe de la policía, Roberto Cruz, originario de Sinaloa.
Muchos años después, en octubre de 1961, el periodista Julio Scherer García entrevistó al general Roberto Cruz quien recordó el momento del fusilamiento para el periódico Excélsior:
"Vería de frente e iba vestido de negro... Luego lo vi en el paredón, demacrado, sin una gota de sangre, con los labios que parecían de papel. Y segundos después escuché la descarga cerrada de los cinco soldados que lo ejecutaron."
En efecto, el sacerdote jesuita Miguel Agustín Pro, S.J., fue el primero en ser llamado. Pidió que lo dejaran rezar, lo cual le fue concedido. Perdonó a su ejecutor (Calles) y a los miembros del pelotón. Al levantarse, se puso de pie, extendió los brazos en cruz, con el Santo Rosario en una mano y un crucifijo en la otra. Luego gritó: “¡Viva Cristo Rey!” —el grito de batalla de los cristeros— justo antes de que las balas lo alcanzaran. Su martirio lo inmortalizó y, años después, lo elevó a los altares en calidad de beato.
Tras la descarga, su cuerpo cayó a tierra. Murió como un mártir, pero no fue sino hasta 1935 (ocho años después de su muerte) que comenzó la recopilación de material y testimonios para un futuro proceso canónico, el cual se abrió formalmente en 1952, durante el gobierno del presidente Adolfo Ruiz Cortines.
En julio de 1986, la Congregación vaticana para la Causa de los Santos dio el visto bueno a su beatificación. Aunque la ceremonia estaba programada para noviembre de 1987, el presidente Miguel de la Madrid Hurtado solicitó a la Santa Sede postergarla, aduciendo el proceso electoral. Finalmente, la beatificación se llevó a cabo el 25 de septiembre de 1988, presidida por San Juan Pablo II . No obstante, su transmisión televisiva fue prohibida por disposición del gobierno mexicano.
Nota Aclaratoria: En ese momento, no existía reconocimiento oficial a las iglesias ni relaciones diplomáticas con la Santa Sede, las cuales fueron concretadas hasta 1992.
El Proceso de Canonización
En julio de 2009, Gilberto Hernández García, de la agencia católica Zenit, entrevistó al postulador de la causa de canonización del Padre Pro, José Camarena S.J.
Camarena respondió lo siguiente:
—¿Cómo ha sido el proceso de canonización del Padre Pro?
—El proceso inició el mismo año de su muerte. Su vida y muerte están muy documentadas, pero, debido a diversas circunstancias, pasaron sesenta años para que se coronara con la beatificación, en 1988.
—¿En qué fase del proceso nos encontramos ahora?
—Falta solo un milagro, uno contundente: una gracia o curación muy notable. Muchos me preguntan —incluso algunos obispos— para cuándo la canonización, y yo suelo contestar: "Pregúntenselo a Dios". En el momento en que Dios quiera, hará el milagro por intercesión del beato Pro.
Años después, la causa recibió un nuevo impulso. En febrero de 2016, durante su gira apostólica por México, el Papa Francisco se reunió en privado por media hora con seis jesuitas en la Nunciatura Apostólica. El vocero papal, Federico Lombardi S.J., informó que, en ese "pequeño encuentro fraternal", los jesuitas obsequiaron al Pontífice una reliquia del beato Miguel Agustín Pro. Trascendió que el Papa les instó a acelerar el proceso de canonización del mártir zacatecano.
No obstante, por alguna razón, el proceso de canonización aún no ha prosperado.
Carlos Villa Roiz, en una nota del semanario Desde la Fe, recuerda que la comunidad jesuita del templo de la Sagrada Familia (colonia Roma, Ciudad de México) ha recabado más de 4,500 testimonios por escrito sobre la fama de santidad del mártir. Con esto, esperan influir en el proceso de canonización a través de la vía de la Fama Signorum (fama de santidad).dd
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