7 dic 2025

Serrat en FIL de Guadalajara: entre gritos y poesía

 Serrat en FIL de Guadalajara: entre gritos y poesía

Nota de Rebeca Pérez Vega

Reforma Guadalajara, México (05 diciembre 2025) .-11:00 hrs;

La sesión de Mil Jóvenes Con..., este jueves, prometía una reunión tranquila con Joan Manuel Serrat. Eran las cuatro de la tarde y el Auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara lucía lleno, y el cantautor, puntual, tomó asiento junto a Benito Taibo, su interlocutor en el encuentro.

Mientras tanto, afuera, decenas de personas exigían entrar. Los gritos rebotaban contra las paredes y se filtraban hasta el escenario.

Dentro, el cantautor español intentaba hablar, pero el estruendo callaba cada frase.

Por unos segundos, el público no entendió lo que ocurría. Serrat se levantó, pidió disculpas y dejó el sitio, abandonando la mesa con una mezcla de frustración y tristeza. Había viajado muchos kilómetros, recordó, pero el ruido hacía imposible sostener un acto que él imaginaba íntimo y afectivo.

"Les agradezco a todos mucho, he hecho muchos kilómetros para estar aquí hoy. Era un día, para mí, extraordinario, de mucha ilusión, pero es imposible mantener un acto de un calado afectivo como era éste, con un alboroto como el que hay ahí afuera. No es culpa mía, perdónenme ustedes, buenas tardes", lanzó Serrat, Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024, antes de abandonar el auditorio.

El gesto descolocó al público.

Sin embargo, bastaron unos minutos para que la gente se calmara y regresó, siendo recibido por una ovación larga y cálida que lo hizo sonreír de nuevo.

A partir de ahí, la tarde siguió su curso.

Taibo abrió la conversación con humor y anécdotas de futbol, y Serrat se dejó llevar. Habló del Mediterráneo que lo vio nacer, un mar que definió como puente de culturas, pero también como un espacio herido por la contaminación y por las miles de vidas que se han perdido al intentar cruzarlo.

Señaló, sin rodeos, la falta de solidaridad de Europa, y criticó los intereses políticos que alimentan la tragedia migratoria.

"Vivimos en una época muy muy miserable, y de verdad que los gobiernos de los países poderosos tienen en la migración un caldo de cultivo favorable para la derecha, para defender argumentos que son incapaces de defender a partir de la solidaridad, de la humanidad, de todos los valores que el humanismo puede aportar", lanzó.

Entre preguntas y comentarios, insistió en la importancia del diálogo en tiempos donde el ruido parece gobernarlo todo. Recordó la frase de Benito Juárez, "El respeto al derecho ajeno es la paz", y la defendió como un principio que sigue vigente ante la polarización actual.

También alertó sobre el avance de los pensamientos únicos y la facilidad con la que hoy se propagan mensajes de odio en redes sociales.

Luego de la política, la poesía dominó el territorio y la conversación.

Serrat habló del papel de la canción y del poder de la palabra escrita en su obra.

"Yo soy cantalán, o sea un catalán que canta, si tenemos que hacer caso de los diferentes argumentarios que puede tener la aspiración de ser un catalán, a parte de ser alguien que ha nacido o no en un territorio determinado y que se siente de él, se siente que forma parte de su pasado, de su presente, de su futuro, de sus sueños, de sus ilusiones compartidas, de su historia, de su cultura, pues un ciudadano del mundo que quiere realmente que sea respetado como él respeta a los demás", compartió.

Cuando los jóvenes tomaron el micrófono, las preguntas giraron hacia su vocación. Un chico de 17 años quiso saber cómo logró abrirse camino. Serrat le respondió sin adornos. La vocación rara vez nace de golpe, dijo, uno la encuentra al vivir, al equivocarse, al seguir, y recordó las horas en que aprendía guitarra una y otra vez, y el camino largo que lo llevó a decidir que esa sería su vida.

Sobre la poesía, explicó que él llegó a ella por amor. Una chica lo llevó primero a Gustavo Adolfo Bécquer, luego a Antonio Machado, y desde ahí no soltó ese mundo. La poesía, aseguró, tiene un lugar especial en estos tiempos porque es concreta, precisa, y toca donde duele y donde sana.

Hubo risas también. Contó que no escucha sus propios discos porque sólo encuentra fallas, aunque a veces se sorprende y piensa que aquello que escribió no está nada mal.

Habló de México con cariño. Recordó su exilio en este país en 1976, en la casa de los Taibo, precisamente; la gira improvisada por el País en un camión llamado "La Gordita", los amigos que hizo y la forma en que la vida lo obligó a quedarse para luego convertirlo en casa.

El mundo es difícil de leer, dijo, pero sabemos con claridad lo que no debemos hacer.

La democracia vive bajo ataque, la desigualdad crece y hay un cansancio que pesa, pero aun así defendió el optimismo cotidiano, el que se construye paso a paso sin ingenuidad.

"Es un tiempo de miedo, pero también es un tiempo de esperanza; el miedo y la esperanza viven juntos. La esperanza genera miedo y el miedo a su vez genera esperanza. Tenemos que tratar de manejar estos dos sentimientos de la mejor manera posible para poder convivir con ambos. Estoy seguro que manejándolos siempre acabas encontrando un camino que el miedo por sí solo no nos va a dar y que la esperanza también por sí sola va a ser muy falsa", reflexionó.

La sesión terminó sin estridencias, muy lejos del caos inicial. Cantar sirve para convivir, afirmó. Y aunque no llevó su guitarra, dejó claro que para él la música, la palabra y la poesía siguen siendo formas de resistencia ante un mundo en constante cambio.

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