28 ene 2006

El Proyecto Fénix

Este jueves 26 de enero se inauguró en Nuevo Laredo, Tamaulipas, el seminario Narcotráfico: investigación y cobertura noticiosa organizado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Y tal y como se esperaba fue anunciado la conformación de un equipo de periodistas investigadores de diversos medios que integrarán el Proyecto Fénix, cuya misión será investigar y profundizar en casos de “alto riesgo” y los trabajos que realizaban reporteros asesinados o desaparecidos en México.
El primer asunto que abordará el equipo de reporteros será la desaparición de Alfredo Jiménez Mota, reportero del El Imparcial de Hermosillo, Sonora. Y en cumplimiento al acuerdo de la “Declaración de Hermosillo”, suscrita el pasado 30 de agostolas investigaciones de este equipo de periodistas se publicará simultáneamente, que a decir hoy de Francisco Ealy Ortiz: la primera entrega está virtualmente lista.
La intención es crear "una red de solidaridad con los periodistas de la frontera norte y alentar un mayor compromiso de la prensa nacional, así como la participación de diversas instancias públicas y de la sociedad civil que permitan que estos trabajos tengan resonancia en todo el país e incluso en el extranjero." El seminario asisten más de 100 periodistas y editores de México, EE UU, Colombia y Venezuela y brindará capacitación en la cobertura de temas de alto riesgo, como es el caso del crimen organizado, en particular el narcotráfico.
El seminario se inicio con un discurso del Presidente de “El Universal” y Vicepresidente para México de la SIP, Francisco Ealy Ortiz.
Este es el discurso:
Distinguida Señora Ninfa Deándar; Señor Ricardo Trotti; Colegas editores y periodistas; Amigos todos: Aprecio ampliamente la hospitalidad que nos otorga la señora Ninfa Deándar, con quien me une una amistad de muchos años. Reconocemos en ella y en “El Mañana” un liderazgo profesional y ético que por si hiciera falta, hoy queda nuevamente demostrado. Saludo igualmente con mi más sincero reconocimiento, a todos los editores y periodistas que acuden a este encuentro. Esta reunión es un triunfo de la libertad sobre el silencio y el miedo. También, una conquista sobre la apatía que rige aún frente a los efectos causados por el crimen y la violencia en una amplia región del país, especialmente en nuestra frontera norte. El pasado 30 de agosto nos reunimos en Hermosillo representantes de más de 40 diarios mexicanos, la mayoría de ellos provenientes de la zona colindante con Estados Unidos, para elevar nuestra voz contra una presencia mortífera que ha tomado como rehén a múltiples comunidades de México, mostrando especial saña con las poblaciones fronterizas. La “Declaración de Hermosillo” subrayó un drama, pero también nos puso en marcha como gremio. Demostramos que podemos dejar atrás una lamentable tradición entre los periódicos mexicanos, inclinados a marcar distancias entre sí y a poner los factores que nos dividen por encima de los temas que nos deben identificar. Por su influencia comunitaria, por su capacidad de alentar la reflexión y la movilización ciudadana, nuestro gremio ha sido objeto de graves ataques. Y hoy lo reiteramos: La lista de periodistas asesinados o desparecidos en los últimos meses representa un retroceso brutal en la vigencia de la libertad de expresión en el país. Llevamos los nombres marcados en la memoria: Roberto García Mora y Guadalupe García Escamilla, ambos de aquí, de Nuevo Laredo; Gregorio Rodríguez Hernández, de Mazatlán; Francisco Arratia, de Matamoros; Francisco Ortiz Franco, de Tijuana; Raúl Gibb, de Poza Rica; Alfredo Jiménez Mota, de Hermosillo, quien hoy cumple 300 días separado de su familia, sus amigos y colegas. Sabemos que muchos nombres más se multiplican entre los periodistas golpeados, secuestrados, amenazados de muerte, obligados a dejar sus empleos e incluso sus hogares, con sus familias acorraladas por el miedo impuesto por la impunidad de las mafias. Contra ese terror tenemos que pelear. Pelear junto con nuestras comunidades, como sus aliados. Pero quizá nuestra primera batalla deba ser librada contra otro enemigo, el más intolerable. Ese enemigo es el silencio. El silencio de los buenos ciudadanos, de los que trabajan todos los días en empleos honestos. De las madres de familia. De nuestros hermanos y hermanas. El silencio de la sociedad. Y lo más grave, el silencio de los periodistas, que al callar ante el horror dejamos que la bestia y sus cómplices triunfen. Lo dije en Hermosillo y lo repito aquí: Me parece lamentable el silencio del periodista que calla ante la visión de su comunidad derrumbándose bajo el embate de la violencia. Pero creo que es igual de doloroso el silencio del periodista que en la ciudad de México o en otras regiones de la República callan sintiéndose a salvo de esta tragedia, y para dejar sus conciencias tranquilas, dicen dudar de la honorabilidad de las víctimas. Sobre el crimen contra un colega, imponen el crimen que la apatía representa. Tengo la convicción de que todos los que asistimos a este encuentro lo hacemos movidos por un compromiso con la libertad. Porque es la libertad, la libertad de todos, de la sociedad en su conjunto, la que resulta amenazada cuando la cobertura periodística del crimen, en cualquiera de sus expresiones, atrae ataques contra reporteros, fotógrafos o editores. En Hermosillo firmamos un pacto para fortalecer la protección a los periodistas mexicanos. Insistir en que el asesinato contra periodistas debe ser un crimen del orden federal, como ocurre en muchos otros países. Asimismo, queremos lanzar nuevamente una voz de alerta sobre la fragilidad técnica con que los periodistas mexicanos abordan coberturas de alto riesgo. En muchas de nuestras ciudades, especialmente en la zona fronteriza, donde se dirimen intereses del crimen internacional, laboran periodistas y editores que emprenden la cobertura del narcotráfico en un entorno de aislamiento, deficiente preparación y presiones de diverso género. Hoy venimos a proponer a ustedes impulsar un trabajo colectivo que estimule el intercambio de experiencias, la actualización profesional y la elevación de estándares éticos entre los periodistas que, en todo el país, cubren asuntos de alto riesgo, especialmente el narcotráfico, pero también la guerrilla, el secuestro o el terrorismo. Este seminario es una prueba concreta de esta voluntad. Y lo es también otra iniciativa prevista en la “Declaración de Hermosillo”, que hoy queremos presentar a ustedes como una acción en marcha. En 1976, hace justo 30 años, el reportero Don Bolles de Arizona, Estados Unidos, fue asesinado por el crimen organizado. En respuesta, un nutrido grupo de colegas, provenientes de periódicos y estaciones de radio y televisión, se dio cita en ese lugar y desarrolló una investigación que fue publicada por múltiples medios en la Unión Americana, arrojando luz sobre los autores de la muerte de su compañero, quienes eventualmente fueron llevados a juicio. La labor de este equipo demostró que la muerte de un periodista no debe atraer el silencio sobre el trabajo que estaba llevando a cabo. Aquel criminal que despoje de la vida a un periodista para suprimir la luz, a veces tenue, que éste proyectaba sobre actividades ilegales, debe saber que el gremio puede encender miles de luces en ese mismo sentido. Tal experiencia nos inspiró para impulsar lo que hemos bautizado como el “Proyecto Fénix”, que busca rescatar de sus cenizas historias que algunos quisieran ver enterradas. Periodistas de diversos periódicos del país se han unido, bajo las directrices de la “Declaración de Hermosillo”, para retomar donde quedaron las indagaciones que efectuaban periodistas asesinados o desparecidos durante los últimos meses. Darán comienzo con el caso de Alfredo Jiménez, de “El Imparcial” de Hermosillo, desparecido en abril de 2005 cuando contaba con 24 años de edad. Hemos iniciado consultas con un amplio número de periódicos de la República, así como con estaciones de radio y televisión, para que den cabida a los reportes que genere este equipo, el cual se irá rotando y enriqueciendo. La primera entrega está virtualmente lista. La visión sobre esto es crear una red de solidaridad con los periodistas de la frontera, con la participación de diversas instancias públicas y de la sociedad civil, para construir canales de ida y regreso, por donde fluyan casos de estudio e informaciones que puedan rebasar el ámbito local y repercutir en todo el país, o incluso más allá de nuestras fronteras. Estamos alentando un mayor compromiso de la prensa de la ciudad de México y de los principales diarios regionales, para funcionar como caja de resonancia de los problemas en la frontera y en las diversas zonas del país. Recordaremos a las autoridades, con voz tan alta como sea necesario, que el fin primero y último de todo Estado es velar por la vida, la seguridad y el patrimonio de los ciudadanos. Hago votos porque gracias a estos esfuerzos y en particular gracias al seminario que hoy da inicio, lograremos arribar a compromisos y dar un paso histórico que mande la señal de que la prensa mexicana está a la altura de la confianza que la sociedad ha puesto en nosotros. Muchas gracias

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