18 dic 2006

Conocer el Holocausto

Debate sobre el Holocausto.

  • Negación del Holocausto. mi historia personal/Ayaan Hirsi Alí, escritora de origen somalí
Tomado de EL PAÍS, 17/12/2006);
Un día de 1994, cuando vivía en Ede, una pequeña ciudad holandesa, recuerdo que recibí la visita de mi hermanastra. Ella y yo habíamos solicitado asilo en Holanda. A mí se me concedió, a ella le fue denegado. El hecho de que yo recibiera el asilo me dio la posibilidad de estudiar. Mi hermanastra no pudo hacerlo. Para ser admitida en el instituto de educación superior al que quería asistir, tuve que aprobar tres cursos: uno de Lengua, uno de Educación Cívica y otro de Historia. Fue en este último cuando oí hablar por primera vez del Holocausto. Por aquel entonces yo tenía 24 años, y mi hermanastra 21.

En aquella época, el genocidio de Ruanda y la limpieza étnica de la antigua Yugoslavia plagaban las noticias diarias. El día en que me visitó mi hermanastra, me encontraba dándole vueltas a lo que les había ocurrido a seis millones de judíos en Alemania, Holanda, Francia y Europa del Este. Supe que hombres, mujeres y niños inocentes fueron separados unos de otros. Con estrellas prendidas al hombro, fueron trasladados en tren a los campos y gaseados por la sola razón de ser judíos. Fue el intento más sistemático y cruel de la historia de la humanidad por aniquilar a un pueblo.
Vi fotografías de masas de esqueletos, incluso de niños. Escuché aterradores relatos de algunas personas que habían sobrevivido al terror de Auschwitz y Sobibor. Le conté todo esto a mi hermanastra y le mostré las imágenes de mi libro de historia. Lo que me dijo me horrorizó todavía más que la atroz información de mi libro. Con gran convicción, mi hermanastra espetó: “¡Es mentira! Los judíos saben cómo cegar a la gente. No fueron asesinados, gaseados ni masacrados. Pero rezo a Alá para que algún día todos los judíos del mundo sean destruidos”. Me horrorizó su reacción.
Recuerdo que de niña, cuando me criaba en Arabia Saudí, mis profesores, mi madre y nuestros vecinos nos decían casi a diario que los judíos eran malos, los enemigos declarados de los musulmanes, cuyo único objetivo era destruir el islam. Nunca nos informaron sobre el Holocausto. Más tarde, en Kenia, cuando era una adolescente y nos llegaba a África la filantropía saudí y de otra zonas del Golfo, me acuerdo de que la construcción de mezquitas y las donaciones a hospitales y a los pobres iban juntos con los insultos a los judíos. Se decía que ellos eran los responsables de la muerte de bebés y de epidemias como el sida. Eran avariciosos y harían cualquier cosa por acabar con los musulmanes. Si algún día queríamos conocer la paz y la estabilidad, tendríamos que destruirles antes de que ellos nos destruyeran a nosotros.
Los líderes occidentales que dicen sentirse escandalizados por la conferencia de Ahmadineyad en la que niega el Holocausto necesitan despertar a esa realidad. Para la mayoría de los musulmanes del mundo, el Holocausto no es un gran acontecimiento histórico que neguemos. Sencillamente no lo conocemos porque nunca se nos ha informado sobre él. Y lo que es peor, a la mayoría se nos prepara para que deseemos un holocausto de los judíos.

Recuerdo la presencia de filántropos occidentales, ONG e instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Sus representantes hacían llegar a quienes consideraban necesitados medicamentos, preservativos, vacunas o materiales de construcción, pero ninguna información sobre el Holocausto. A diferencia de la filantropía, ofrecida en nombre del islam, los donantes laicos y cristianos y las organizaciones de ayuda no llegaban con un programa de odio, pero tampoco con un mensaje de amor. Sin duda, ésta fue una oportunidad perdida si nos fijamos en las organizaciones benéficas que propagaban el odio procedentes de países musulmanes ricos gracias al petróleo.
Se calcula que, en la actualidad, la cifra total de judíos en del mundo ronda los 15 millones, y sin duda no supera los 20 millones. En lo relativo a la fertilidad, su crecimiento puede compararse con el del mundo desarrollado, al igual que su envejecimiento. Por otro lado, se calcula que las poblaciones musulmanas están entre 1,200 y 1,500 millones de personas, y que no sólo están creciendo con rapidez, sino que son muy jóvenes. Lo sorprendente de la conferencia de Ahmadineyad es el (tácito) consentimiento del musulmán medio al deseo no sólo de negar el Holocausto, sino de exterminar a los judíos.

No puedo evitar preguntarme: ¿por qué no se celebra una contraconferencia en Riad, Cairo o Lahore, Jartum o Yakarta condenando a Ahmadineyad? ¿Por qué guarda silencio la Conferencia Islámica ante esto? Puede que la respuesta sea tan sencilla como horrenda: durante generaciones, los líderes de los denominados países musulmanes han alimentado a su población con una dieta constante de propaganda similar a la que recibieron generaciones de alemanes (y otros europeos), según la cual los judíos son alimañas y hay que tratarlos como tales. En Europa, la conclusión lógica fue el Holocausto. Si Ahmadineyad se sale con la suya, no le faltarán musulmanes dóciles dispuestos a acatar sus deseos.

El mundo necesita un fomento del entendimiento entre culturas, pero necesita con más urgencia ser informado sobre el Holocausto. No sólo en el interés de los judíos que sobrevivieron al Holocausto y el de sus descendientes, sino en el de la humanidad en general. Quizá haya que empezar por contraatacar la filantropía islámica surcada de odio contra los judíos. Las organizaciones benéficas cristianas y occidentales en el Tercer Mundo deberían ocuparse de informar sobre el Holocausto a los musulmanes y no musulmanes en sus áreas de actuación.
  • El pecado de Israel/Rafael L. Bardají

Publicado en ABC, 16/12/2006);
El actual presidente de Irán, Mahamud Ahmadinejad no es un teórico, ni de profesión historiador. Por eso, la Conferencia que ha auspiciado contra la existencia del Holocausto no puede ser interpretada más que como lo que es, un acto político. Ahmadinejad quiere negar la realidad del crimen cometido contra el pueblo judío por cuestiones muy prácticas. Israel fue fundado por la ONU en 1947 precisamente por el reconocimiento del genocidio cometido por los nazis, si se hace de la realidad un mito, se le estaría hurtando a Israel la legitimidad de su nacimiento y el derecho a su existencia. No lo digo yo, lo ha dicho el ministro de asuntos exteriores iraní, Manuchehr Mottaki, anfitrión oficial de esta Conferencia: «si se pone en cuestión la versión oficial del Holocausto, se está poniendo en cuestión la identidad y la naturaleza de Israel».

La izquierda europea, con nuestro actual gobierno a la cabeza, ha explicado el odio hacia Israel por el conflicto con los palestinos. Hasta gente supuestamente sabia como James Baker argumenta en su reciente informe sobre Irak que la solución de los problemas que asolan a ese país pasa por que Israel haga más concesiones en su proceso de paz. El talante de Ahmadinejad y demás ayatolas iraníes deberían bastar para sacarles de su sueño. A los árabes les importa más bien poco el destino de sus hermanos palestinos (al fin y al cabo muy poco han hecho por los millones que guardan hacinados y aislados en campos de refugiados, sin permitir su integración), lo que no pueden soportar es la existencia de Israel. Porque el pecado de Israel, para ellos, no es lo que haga, sus políticas, sino su misma existencia.
El mundo árabe odia a Israel esencialmente por una cosa: A diferencia de sus vecinos, Israel no cuenta con riquezas naturales ni dispone de petróleo y aún así, frente a todas las adversidades, es una nación rica, próspera y dinámica; Israel, sin perjuicio de constituirse como una sociedad religiosa, es un país científica y tecnológicamente avanzado; es más, Israel es una democracia plena, que mantiene sus consultas electorales, que cambia regularmente de líderes, que se basa en una estricta separación de poderes, que cuenta con una prensa libre y una opinión pública donde hombres y mujeres por igual participan vivamente. Frente al éxito histórico de Israel, los líderes árabes sólo pueden presentar a sus pueblos su fracaso nacional. Eso sí, aderezado por la riqueza de la corrupción. Los árabes odian a Israel porque les vuelve insoportable su propio fracaso. Los palestinos nada tienen que ver con que en Egipto, a pesar de las pingües ayudas ofrecidas por americanos y europeos, cuatro de cada diez adultos sean analfabetos, que en todo el mundo árabe se hayan traducido menos libros en los últimos 50 años que los que se publican en España en un solo año, que los chiítas sean, junto con las mujeres, ciudadanos de segunda clase (excepto en Irán, por supuesto) o que el Rey de Jordania se guarde muy mucho la potestad de disolver su parlamento nacional según le convenga.
No es por los pobres palestinos que un líder iluminado como Ahmadinejad, que no cree en el Holocausto, está dispuesto a recrearlo en cuanto pueda si se le deja. La tiranía impuesta por la izquierda hace que lo políticamente correcto sea decir que el conflicto israelí-palestino es el elemento que emponzoña nuestras relaciones con el mundo árabe. Incluso hay quien cree, como los miembros de la Comisión Baker-Hamilton, que su resolución es crucial para librar a Irak de sus graves problemas. Nada más erróneo y peligroso a la vez. Israel ni puede ni debe hacer más concesiones. Por una cuestión bien sencilla: cada vez que lo ha hecho, incluso unilateralmente como la retirada de Gaza, sus enemigos lo han interpretado como un evidente signo de debilidad. Y se han crecido. La primera salida del Líbano, como la de este verano pasado, no ha favorecido más que al campo de los radicales que no buscan la paz, sino la destrucción de Israel. Al igual que ocurrió en Gaza convertida rápidamente en Hamastán, el reino desde el que lanzar el terror contra suelo israelí.
Los europeos hemos presionado a Israel para que ceda una y otra vez. A veces hasta con amenazas de boicot. Con el resultado psicológico de que los israelíes nos temen más que a sus enemigos más próximos. El problema hoy es que ya no vale eso de tierra por paz. La cuestión palestina ha dejado de ser una cuestión puramente de nacionalismo. Israel está en el ojo del huracán del fundamentalismo islámico.
Cuando Ahmadinejad afirma que borrará del mapa a Israel lo hace porque cree que no puede haber infieles y judíos que no se sometan al Islam, que no puede haber tierra del Islam que no esté regida por la ley coránica. Los dirigentes de Hizbolá en el Líbano o de Hamas en Gaza y Cisjordania no piensan muy diferente. No les basta el estado palestino, aspiran a la eliminación de Israel. Pero hay más, en la destrucción de Israel los islamistas no sólo ven la destrucción de todo un pueblo, sino que ven su victoria sobre lo que consideran que es la cabeza de playa en tierra del Islam del mundo occidental. El pequeño Satán, Israel, sólo se entiende en relación al Gran Satán, América. La derrota de Israel es el primer paso de la derrota de Occidente. De nosotros.
Por eso es tan importante que Israel siga siendo un país próspero y libre. Por eso es tan importante para nosotros que Israel siga existiendo. Y debería serlo también que pueda hacerlo en unas condiciones libre de amenazas, lluvia de cohetes katiuskas y de terroristas suicidas. El pueblo de Israel debe contar con nuestro apoyo para vivir libre de bombas, dentro de unas fronteras reconocidas y defendibles. No es una aspiración desorbitada, me parece.
Un primer paso es parar en seco a Ahmadinejad. Las protestas orales por la convocatoria de la Conferencia contra el Holocausto están bien, pero son del todo insuficientes. Mientras nuestros diplomáticos se expresan enérgicamente, el presidente iraní le sigue diciendo a su audiencia que los días de Israel están contados. «Así como la Unión Soviética fue derrotada y no existe hoy, muy pronto el régimen sionista será eliminado gracias al deseo de Aláh» fueron sus palabras del pasado martes en Teherán. Aún peor, mientras el gobierno de Rodríguez Zapatero se empeña en liarse con Irán en su niña bonita exterior, la Alianza de Civilizaciones, los iraníes siguen su curso imparable hacia el arma atómica. Con sus continuas provocaciones, Teherán se ha hecho merecedora de represalias por nuestra parte. Las sanciones económicas y personales contra sus dirigentes son un primer paso necesario.
Puede que Irán nos parezca muy lejano. Pero si abandonamos a Israel en estos momentos, estaremos cavando nuestra propia tumba. Los enemigos de Israel son nuestros enemigos. Nuestra existencia, en tanto que sociedades libres y prósperas, depende vitalmente de su existencia. Es nuestro deber moral y nuestro propio interés garantizar que Israel siga existiendo y llegue a vivir en paz. Y los Ahmanidejads del mundo deben saberlo. Como deben ser conscientes de que el Holocausto, por desgracia, sí existió y que no estamos dispuestos a aceptar un nuevo genocidio. Decírselo y hacérselo ver. Alto y claro.

Una nueva Nunciatura

El pasado 19 de junio de 2006 la Santa Sede reconoció oficialmente la República de Montenegro. Tras el mutuo reconocimiento, la Santa Sede contará con una nunciatura apostólica en Montenegro, mientras que el país balcánico instalará una embajada.

Con Montenegro, 175 estados mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede. A éstos se suman las Comunidades Europeas y la Soberana Orden Militar de Malta y dos misiones con carácter especial: la misión de la Federación Rusa y la Oficina de la Organización para la Liberación de Palestina.

Cuando Juan Pablo II fue elegido obispo de Roma, en 1978, la Santa Sede mantenía relaciones diplomáticas con 85 países.

Entre los países con los que la Santa Sede todavía no mantiene relaciones diplomática plenas se encuentran la República Popular China, Vietnam, Corea del Norte, y Arabia Saudí.

Montenegro cuenta con dos circunscripciones eclesiásticas católicas: la arquidiócesis de Antivari (Bar), inmediatamente dependiente de la Santa Sede, con 11,500 católicos, albaneses en su mayor parte, 19 parroquias, 12 sacerdotes y 34 religiosas, y la diócesis de Kotor, sufragánea de Split, con 10,000 católicos, croatas en su mayor parte, 23 parroquias, 15 sacerdotes y 31 religiosas.

Los dos obispos pertenecen a la Conferencia Episcopal Internacional de los Santos Cirilo y Metodio.

Mas sobre el dictador chileno

Ojalá que la trágica historia de Allende y Pinochet no se repita, ni en Chile ni en ninguna otra parte (del mundo): Mario Vargas Llosa.

  • "Pinochet Ugarte y otros"/Carlos Castresana Fernández, fiscal del Tribunal Supremo
Tomado de EL PAÍS, 18/12/2006);
No creo que Chile sea un país dividido. La crispación manifestada durante las exequias de Augusto Pinochet no es más que la expresión pública de los ánimos encontrados que todavía despierta el personaje. Por poco tiempo: será olvidado enseguida, como lo son todos los dictadores. Los chilenos volverán a la rutina de su quehacer cotidiano, y quienes se desprenderán antes que nadie de la incómoda carga de la memoria del pinochetismo serán los propios pinochetistas. La derecha chilena seguirá estando ahí, pero buscará nuevas señas de identidad.

Queda por saber cómo se rematará la inacabada transición de Chile, que en todo caso ha sufrido ya una transformación sustancial e irreversible. Hasta 1996, era el paradigma de la impunidad. No constituye novedad alguna señalar que Pinochet fue, por este orden, un traidor, un asesino y un corrupto, uno de tantos matarifes de la doctrina de seguridad nacional. Lo que le convirtió en un personaje singular fueron su víctima y sus éxitos. La primera, el Chile democrático que decidió romper las reglas de Yalta impuestas en 1945, que dividían el mundo en dos áreas de influencia. Los éxitos, la prosperidad de Chile -que despegó económicamente apenas Estados Unidos retiró los palos en las ruedas que Nixon había colocado para derribar a Salvador Allende- y la impunidad. Pinochet había sido el cartero de la guerra fría que envió a la comunidad internacional un mensaje disolvente de muerte y destrucción para recordarles las reglas vigentes, y que, acabada la guerra, se paseaba por el mundo a salvo de cualquier exigencia de responsabilidad penal amparado en sus condiciones sucesivas de presidente, comandante en jefe y senador vitalicio, todas ellas mal habidas, haciendo negocios y alardeando de su triunfo con una prepotencia temeraria que a la postre le costaría cara. El personaje mediocre y astuto que en los setenta se confesaba admirador de Franco no se conformaba dos décadas más tarde con menos que Bonaparte.
La comunidad internacional le respondió cuando pudo: en 1996 los carteros fuimos los integrantes de la siempre minoritaria Unión Progresista de Fiscales, que al menos por una vez tuvimos sentido de la oportunidad y decidimos, mediante una denuncia, poner al personaje donde por muchos años le hubiera correspondido estar: ante un tribunal de justicia.

Aunque lo más cariñoso que nos dijeron entonces es que estábamos locos, el tiempo demostró que habíamos acertado, puesto que las condiciones estaban dadas: había caído el muro de Berlín, las Torres Gemelas seguían todavía en pie, y la comunidad internacional se estaba acostumbrando a dirimir sus conflictos más o menos pacíficamente. Eran los años del Tribunal de la ex Yugoslavia, del de Ruanda, y de la Corte Penal Internacional.
Entonces ocurrió. Durante esa luna de miel sin precedentes, el general decidió realizar uno más de sus muchos viajes de negocios a Londres, desoyendo las advertencias de que en Madrid tenía abierta una causa penal que paciente y discretamente habíamos alimentado entre unos pocos dotándola de una prueba de cargo demoledora.
El 16 de octubre de 1998, los viejos principios de Núremberg que dos años antes habíamos desempolvado y engrasado con más fe que destreza demostraron su plena vigencia, y el viejo dictador quedó atrapado en esa telaraña que llamamos espacio judicial europeo. Millones de víctimas en todo el mundo sintieron en ese instante la misma emoción que debió estremecer a David al comprobar que Goliat no era invencible. Se pudo. Pinochet no era inmune, y había dejado de ser impune. No lo había conseguido Gobierno alguno. Era el juicio de las víctimas, y su grandeza consistía en que la justicia alcanzaba por primera vez a quien no había sido previamente vencido por las armas.
Siguió el examen de los Lores, que con meticulosidad británica comprobaron uno por uno los argumentos de la demanda y llegaron finalmente a la conclusión que cabía esperar desde un principio: ellos jamás brindarían protección a un personaje tan siniestro, inasequible a la compasión y con el corazón tan lleno de escorpiones como Macbeth, el arquetipo anglosajón de la ambición desmedida, la traición y el crimen.
Apareció luego la razón de Estado desnuda para despertarnos del sueño. Cuando la extradición ya había sido concedida en primera instancia, después de 503 días de arresto domiciliario -uno por cada diez de sus víctimas mortales- volvió la impunidad, el agujero negro de la justicia por el que se nos caen a diario, sin que acertemos a evitarlo, las víctimas desprotegidas de la violencia oficial en los cinco continentes.

En este caso, la impunidad tiene nombres propios: Tony Blair, José María Aznar y Eduardo Frei. El proceso judicial fue interrumpido con el argumento que enseguida se demostraría falaz de que el estado de salud de Pinochet no le permitía afrontar el juicio, y el general fue devuelto a Chile a sabiendas de que en aquel país, como los hechos han demostrado más tarde, no se daban las condiciones mínimas para que las víctimas encontraran ante sus tribunales la verdad, la justicia y la reparación a que tienen derecho según las Convenciones que los Estados ratifican y los Gobiernos incumplen.
Había una salida digna, respetuosa con el orden jurídico internacional, que los políticos europeos podrían y deberían haber exigido: que Chile solicitara la extradición. Su petición hubiera resultado preferente a la española y conllevado el compromiso de juzgar al general de vuelta en Chile. Prefirieron no hacerlo.
Abandonados de nuevo a su suerte, los chilenos se toparon otra vez frente a frente con el personaje que había destruido la democracia más vieja de América del Sur con ayuda -paradojas de la política- de la democracia más vieja de América del Norte. Libre, otra vez impune, Pinochet fue protegido entonces por sus muchos cómplices, todos los que habían ejecutado sus órdenes criminales, quienes le habían encubierto y apoyado, los que se lucraron con su dictadura. Algunos jueces chilenos, sin apenas respaldo institucional, hicieron su mayor esfuerzo, pero no fue suficiente.
Estos días, los partidarios del general presumen de que ha muerto sin ser condenado. Es cierto y no lo es. El Chile al que volvió es muy distinto del que había dejado al partir: la Corte Suprema que él había elegido le desaforó y los Juzgados pudieron procesarle; a él y a centenares de sus cómplices, muchos de los cuales se encuentran en prisión. Imperfectas, incompletas, la verdad y la justicia se han abierto camino en Chile, mucho más que en otros lugares; infinitamente más que en España, sin ir más lejos. Y finalmente, se ha confirmado una regla universal que, no obstante serlo, pocas veces logra demostrarse: no se encuentran personajes limpios para encargarse del trabajo sucio. Quienes hacen del secuestro, la tortura y el asesinato una forma de vida, perciben obviamente el robo como un pecado venial. Amasando una fortuna a cuenta de sus víctimas, Pinochet convirtió la corrupción en rutina para sí y para su familia.
¿Por qué, entonces, destruido histórica y políticamente, reputado públicamente como criminal y corrupto, ha seguido encontrando partidarios hasta el fin de sus días? Porque la justicia importa. Porque la verdad, establecida en una sentencia judicial, parece más verdad. Porque ésa es la manera en que hemos organizado políticamente las sociedades humanas: se llama democracia, se articula sobre la división de poderes, y consiste en que el restablecimiento del orden jurídico perturbado por el crimen es misión exclusiva y excluyente, sin interferencias, del poder judicial, que debe ser consciente de su autoridad y de su responsabilidad. Es por eso que una sociedad en la que prevalece la impunidad, en la que los jueces no hacen su tarea porque no quieren o no pueden, no es una democracia completa. No es la justicia la que resulta incompatible con la democracia. Es la impunidad.

Pinochet, bien a su pesar, es ya un precedente histórico: no como libertador de Chile, según él hubiera apetecido, sino como criminal. Por generaciones, el precedente judicial “Pinochet Ugarte y otros” será invocado -lo está siendo ya- como instrumento de justicia universal frente a las violaciones más groseras de los derechos humanos, estableciendo que la responsabilidad penal, como la memoria y los derechos de las víctimas, atraviesa indemne los años, los indultos y las fronteras.
Éste va a ser un camino largo, con avances y retrocesos; las oportunidades, como las mareas, irán y vendrán. Siempre habrá gobernantes y jueces dispuestos a anteponer razones políticas, económicas y diplomáticas a los derechos de las víctimas, pero la próxima vez, la fuerza de la sociedad civil deberá ser tan poderosa como para hacerles entender de antemano que su decisión tendrá un coste que no estarán dispuestos a pagar.
  • Las exequias de un tirano/Mario Vargas LLosa
Tomado de EL PAÍS, 17/12/2006);
El azar ha querido que me encuentre en Santiago de Chile cuando las exequias fúnebres del general Augusto Pinochet. Con muy buen criterio, el Gobierno de Michelle Bachelet le negó un funeral de Estado y el ex dictador fue honrado sólo por los institutos armados, como antiguo comandante en jefe del Ejército. Pero ni siquiera las Fuerzas Armadas chilenas han querido identificarse plenamente con el ex dictador, como muestra el hecho de que hubieran dado de baja en el acto al nieto de Pinochet, el capitán Augusto Pinochet Molina, por haber pronunciado un discurso indebidamente en el funeral de su abuelo.
Aunque varios millares de personas, nostálgicas de los diecisiete años que duró la dictadura, fueron a mostrar sus respetos ante los restos expuestos en la Escuela Militar, todas las encuestas prueban estos días que una gran mayoría de chilenos condena ahora su régimen, por las violaciones a los derechos humanos, la corrupción y el enriquecimiento ilícito que lo caracterizó. Al igual que en el resto del mundo, aquí también muchos han lamentado que Pinochet muriera sin haber sido sentenciado por ninguno de los crímenes que cometió. Más de trescientos procesos por asesinatos, torturas, abusos de poder y tráficos ilícitos, que sus abogados consiguieron dilatar y dilatar, deberán ser ahora sobreseídos, aunque esto no exonera a sus subordinados, otros cómplices y comprometidos en las exacciones.
Pero el grueso de la opinión pública chilena, e internacional, lo había ya sancionado y Pinochet pasará a la historia, no por ser “el general que salvó a Chile del comunismo” (así decían algunos carteles de sus partidarios), sino como el caudillo de una tiranía que asesinó a por lo menos 3.500 opositores, torturó y encarceló a muchos miles, obligó a exiliarse a otros tantos, y durante 17 años gobernó con una brutalidad sin atenuantes a un país que tenía una tradición de legalidad y coexistencia democrática rara en América Latina. El mito según el cual fue un dictador “honrado” se eclipsó hace tiempo, cuando se descubrió que tenía cuentas secretas en el extranjero -en el Banco Riggs de Washington- por cerca de 28 millones de dólares y que, por lo tanto, encajaba perfectamente en la horma prototípica de los dictadores latinoamericanos, como asesino y ladrón.
Los incidentes violentos que han tenido lugar el día de su muerte en las calles de Santiago entre sus partidarios y adversarios son una prueba flagrante de las heridas y divisiones que la dictadura militar ha dejado en la sociedad chilena y lo lenta que es su cicatrización y la reconciliación. Incluso ahora, que Chile es un país muy distinto a aquel en el que Pinochet se izó al poder mediante un golpe militar, una democracia moderna y próspera, en plena expansión, los enconos, rencores y odios subterráneos que se gestaron durante su Gobierno -alguno de ellos, antes, durante la Unidad Popular- siguen fragmentando al país y amenazando con subir a la superficie con cualquier pretexto.
La condena firme e inequívoca del tiranuelo que fue Pinochet, y de su inicuo sistema, no debe significar, sin embargo, una justificación ni un olvido de los gravísimos errores cometidos por la Unidad Popular, de Salvador Allende, sin los cuales jamás se hubiera creado el clima de desgobierno, violencia y demagogia que llevó a muchos chilenos a apoyar el putch de Pinochet. Allende presidió un Gobierno legítimo, nacido de impecables comicios, pero apoyado sólo por poco más de un tercio del electorado chileno. Su mandato no lo facultaba para llevar a cabo la revolución socialista radical que intentó, siguiendo el modelo cubano, y que produjo una hiperinflación que generó inseguridad y furor en las clases medias, y una polarización política que, a diferencia de otros países latinoamericanos, Chile no había conocido hasta entonces. Eso explica que el golpe militar no hubiera sido rechazado por el grueso de una sociedad que hasta entonces parecía tener sólidas convicciones democráticas y buena parte de la cual, sin embargo, se cruzó de brazos o apoyó a los militares sublevados.
Es verdad, también, que la dictadura oprobiosa de Pinochet, abrió, inesperadamente, una vía para la recuperación económica y la modernización de Chile. Hay que repetir, una y otra vez, que esto ocurrió no por, sino a pesar del régimen dictatorial, por una serie de circunstancias específicas de Chile, que permitieron algo inconcebible en cualquier satrapía castrense: que el régimen entregara el manejo económico a un grupo de economistas civiles -los Chicago Boys- y los dejara hacer reformas radicales -apertura de fronteras, privatización de empresas públicas, integración a los mercados del mundo, diseminación de la propiedad, fomento a la inversión, reforma del trabajo y de la seguridad social- que orientaron a Chile en un camino que lo ha llevado a la prosperidad de que ahora goza.
Sin embargo, la verdadera modernización de Chile comenzó luego, con la caída de la dictadura, cuando el primer gobierno democrático de la Concertación, en 1990, a la vez que desmontaba todo el aparato represivo y censor de Pinochet, conservaba en lo esencial, aunque perfeccionándolo en los detalles, el modelo económico. Cuando el electorado chileno ratificó con sus votos aquella sensata política y, de hecho, se estableció un consenso nacional respecto a las líneas directrices -democracia política y economía de mercado-, Chile empezó a dejar atrás, por fin, ese subdesarrollo en el que todavía chapotean la mayoría de países latinoamericanos.
Hay insensatos que aún creen que un Pinochet es necesario para que un país atrasado empiece a progresar. Éste fue, por ejemplo, el argumento de los pinochetistas peruanos, que son los fujimoristas. Es verdad que Fujimori hizo algunas reformas económicas. Pero todas ellas -sin una sola excepción- se frustraron por los robos vertiginosos y los atropellos vesánicos de que vinieron acompañadas. Lo mismo, con variantes, se puede decir de todos los regímenes que han pretendido inspirarse en el modelo “pinochetista”.
No hay modelo pinochetista. Un país no necesita pasar por una dictadura para modernizarse y alcanzar el bienestar. Las reformas de una dictadura tienen siempre un precio en atrocidades y unas secuelas éticas y cívicas que son infinitamente más costosas que el statuo quo. Porque no hay verdadero progreso sin libertad y legalidad, y sin un respaldo claro para las reformas de una opinión pública convencida de que los sacrificios que ellas exigen son necesarios si se quiere salir del estancamiento y despegar. La falta de ese convencimiento y la pasiva resistencia de la población a los tímidos, o torpes, intentos de modernización explican el fracaso de los llamados “gobiernos neo-liberales” a lo largo y ancho de América Latina, y fenómenos como el del tonitronante comandante Chávez, en Venezuela.
¿El nonagenario cadáver de Pinochet es ya una figura arqueológica, como será, más pronto que tarde, sin duda, la de Fidel Castro? ¿La espantosa estirpe de la que ambos son figuras emblemáticas se eclipsará con ellos? Nada me alegraría más, pero no estoy tan seguro. Es verdad que, hoy, en América Latina, con la excepción de Cuba, todos los gobiernos tienen un origen legítimo, incluido Chávez. Y también que la gran mayoría de los gobiernos de izquierda en el poder respetan el juego democrático y se ciñen a los usos constitucionales. Ésta es una novedad positiva, sin duda.

El problema es que la democracia política sin desarrollo económico dura poco. La pobreza, el desempleo, la marginación adelgazan el sustento popular de una democracia sin éxitos sociales y provocan tanta frustración y rencor que pueden hacer que ésta se desplome. El populismo de que hacen gala varios de estos gobiernos es un obstáculo insuperable para el verdadero progreso, aun en países beneficiados providencialmente con el oro negro, como Venezuela.
Ojalá que la trágica historia de Allende y Pinochet no se repita, ni en Chile ni en ninguna otra parte.

Comunicado 004 de la Defensa Ncional

Comunicado de Prensa No. 004; Secretaria de la Defensa Naconal

Lomas de Sotelo, D.F., a 16 de diciembre de 2006.
LA SECRETARIA DE LA DEFENSA NACIONAL INFORMA DE LA DETENCIÓN DE IMPORTANTE LUGARTENIENTE DE LA ORGANIZACIÓN QUE DIRIGE EL CAPO IGNACIO CORONEL VILLARREAL (a) “NACHO CORONEL”.
En cumplimiento a las directivas giradas por el C. Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, en el sentido de fortalecer el combate a la delincuencia organizada, esta Secretaría de la Defensa Nacional, el día 15 de diciembre del año en curso, en la ciudad de Guadalajara, Jal., logró la detención de JESÚS RAUL BELTRAN URIARTE, principal lugarteniente del capo IGNACIO CORONEL VILLARREAL (a) “NACHO CORONEL”, junto con 8 de sus colaboradores.

La aprehensión de BELTRAN URIARTE fue realizada por elementos de Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano, mediante una operación urbana, en coordinación con la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, en un fraccionamiento exclusivo de esa ciudad.
En esta operación también se aseguraron 4 armas de fuego y cartuchos de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, así como numerario y vehículos.
Cabe señalar que JESÚS RAUL BELTRAN URIARTE, al momento de su detención intentó sobornar al personal militar, mediante el ofrecimiento de un millón de dólares para ser liberado.
JESÚS RAUL BELTRAN URIARTE, se desempeñaba como líder de una célula de narcotraficantes, encargada del tráfico de droga vía marítima y aérea, procedente de centro y sudamérica, teniendo como área de influencia los estados de Colima, Jalisco y Sinaloa, principalmente; además, colaboraba en el manejo de recursos de procedencia ilícita con los capos ISMAEL ZAMBADA GARCIA, ARTURO Y HECTOR BELTRAN LEYVA y los hermanos PALMA SALAZAR, quienes forman parte de la estructura del cártel de “SINALOA”.
La aprehensión de este narcotraficante y parte de los miembros de su célula delictiva, representa la fractura en la cúpula de la organización de “NACHO CORONEL”, afectando además de forma significativa, la estructura financiera del cártel de “SINALOA”, liderado por JOAQUIN GUZMAN LOERA (a) “EL CHAPO GUZMAN”.
Con estas acciones, la Secretaría de la Defensa Nacional continúa atendiendo el reclamo de la sociedad mexicana de fortalecer las acciones en contra del narcotráfico y delincuencia organizada.

Primer informe de la Operación Conjunta Michoacán

A una semana de la Operativo.
-SECRETARIO FRANCISCO JAVIER RAMÍREZ ACUÑA: Hoy se cumple una semana de que el ciudadano Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, dio instrucciones para iniciar la Operación Conjunta Michoacán con la encomienda de recuperar los espacios públicos que la delincuencia organizada había arrebatado a todos los michoacanos.
Así como acabar con la impunidad de los delincuentes que ponen en riesgo la tranquilidad de todos los mexicanos y, especialmente, de nuestras familias.
Las acciones llevadas a cabo en Michoacán, en coordinación con el señor Gobernador Lázaro Cárdenas Batel, ponen de manifiesto la voluntad y decisión del Gobierno de la República de emplear toda la fuerza del Estado para devolver a nuestra sociedad la paz y la tranquilidad que demanda el compromiso del señor Presidente Felipe Calderón con todos los mexicanos.
En esta lucha no se escatimarán los esfuerzos y recursos para hacer frente a la criminalidad y establecer condiciones mínimas de orden y autoridad.

Calderón y los ejes de la gobernabilidad

"Lealtad" es la palabra clave en el nombramiento de su gabinete. Le apuesta a sus amigos en cargos estratégicos. Todavía es muy temprano para saber si el Presidente acertó en la selección
Tomado del periódico El Universal, 17 de diciembre de 2006;
Felipe de Jesús González, reportero.
A Felipe Calderón no le gusta que lo presionen. Detesta que le quieran imponer puntos de vista y no le importa mucho que los demás se molesten por su franqueza. Tiene también un alto sentido de la amistad y la lealtad. Es seguro que le duele no tener a su lado a Juan Ignacio Zavala, quien fue su vocero en la época que fungió como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, pues más allá de ser cuñados, son amigos. Si Felipe escucha a alguien, ése es Juan Ignacio. Pero los tiempos no están como para incurrir en un cuestionable nepotismo.
Por ese sentido de fidelidad, el Presidente no dudó en nombrar a sus amigos en puestos estratégicos, como a Juan Camilo Mouriño, quien fue pieza clave desde la precampaña, no sólo en términos de estrategia, sino también económicos, pues el campechano arrimó recursos al proyecto, procedentes del empresarios del sureste, en momentos en que pocos apostaban por el proyecto felipista. Aitza Aguilar, Alejandra Sota, Alejandra Gutiérrez y Jordi Herrera están en su staff desde la presidencia del PAN en el periodo 1996-1999, y hoy ocupan cargos de alto nivel de confianza; Maximiliano Cortázar es coordinador de Comunicación Social de la Presidencia y trabaja con Felipe desde la Secretaría de Energía. Lo mismo pasa con muchos otros amigos de Calderón, como el propio César Nava, secretario particular.
Felipe Calderón también es desconfiado. Seguro que no va a firmar un decreto sin leer su contenido, ni va a delegar en desconocidos asuntos vitales del gobierno, ni va hacer una apuesta por la gobernabilidad del país únicamente desde la Secretaría de Gobernación, por mucho que su titular, el ex gobernador de Jalisco Francisco Ramírez Acuña lo haya destapado como precandidato a la Presidencia de la República aun con la oposición del entonces presidente Vicente Fox. Es probable que la mayor responsabilidad de Ramírez Acuña sea la de resolver asuntos de coyuntura, que no son cosa menor, pero algunos nombramientos demuestran que la intención de Calderón por darle gobernabilidad a México es mucho más amplia.
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1. Llama la atención, por ejemplo, que su operadora política durante la campaña, Josefina Vázquez Mota, esté hoy en la Secretaría de Educación Pública. ¿Por qué no alguien con experiencia en el tema educativo?, se preguntaron muchos analistas tras conocer el nombramiento. En su mensaje, Calderón dejó en claro que la tarea de Vázquez Mota tendrá un alto enfoque político, habida cuenta de la relación que el titular de la SEP tiene cotidianamente no sólo con los gobernadores de los estados sino, primordialmente, con el poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de Elba Esther Gordillo.
Aproximar al presidente Calderón con los ejecutivos locales después de una difícil confrontación político-electoral, y balancear las relaciones de poder con Gordillo, estarán en la agenda de los próximos años de Josefina Vázquez Mota, que son tareas propias de la gobernabilidad. Independientemente de concretar la esperada reforma educativa.
2. Otro amigo de Calderón, Javier Lozano, tendrá quehaceres de gobernabilidad. Desde la Secretaría del Trabajo, el ex priísta y egresado como Calderón de la Escuela Libre de Derecho, su responsabilidad será la de acercar al presidente con los sindicatos de cara a las reformas laborales que podrían ponerse en marcha, en caso de que Calderón de verdad quiera cumplir con su principal bandera de campaña que lo ubicó como "el candidato del empleo". Los sindicatos controlan los contratos colectivos de trabajo y tienen en sus manos la posibilidad de emplazar a huelga, de modo que la labor de Lozano no será nada fácil.
3. Su gran amigo Germán Martínez Cázares, michoacano, socio del desaparecido Carlos Castillo Peraza y Bernardo Graue en Humanismo, Desarrollo y Democracia, tendrá entre sus metas poner control en el gabinete, un aspecto que estuvo ausente durante el gobierno de Vicente Fox, donde más bien había dispersión de objetivos y de recursos. En su relación con los demócrata-cristianos de Alemania -a través de las fundaciones Konrad Adenauer y Rafael Preciado Hernández-, el secretario de la Función Pública tratará de validar a Calderón Hinojosa ante la opinión pública, y tomará decisiones drásticas en cuanto al combate a la corrupción y la eficiencia gubernamental. Por si fuera poco, tendrá en su poder los expedientes "negros" de la administración Fox y precisamente tendrá la tarea de contrastar los resultados en materia de combate a la corrupción entre ambas administraciones.
4.- Otro caso es el de Juan Molinar Horcasitas, uno de los estrategas estelares desde la precampaña de Calderón. Muchos se preguntaron qué tenía que hacer como titular del IMSS, una institución urgida de sustentabilidad económica, un especialista en temas políticos y no un experto en finanzas públicas. La respuesta quizá sea que en los próximos meses Calderón intentará sacar adelante las postergadas reformas a la Ley del IMSS y para eso necesita un operador político, un amigo de sus confianzas. Un tema preponderante de gobernabilidad
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Macario Schettino, analista político, cree que en el caso de las áreas a cargo de Martínez Cázares y Molinar Horcasitas más bien se van a generar problemas de gobernabilidad. "Más que ayudar, van a generar conflictos", considera. Y en el caso del nombramiento de Javier Lozano en la Secretaría del Trabajo, dijo que Calderón no dio una buena señal al colocarlo como responsable de un tema en el que no está familiarizado, habida cuenta de que la experiencia de Lozano es en temas de telecomunicaciones, pero probablemente por las presiones no pudo acomodarlo como titular en Comunicaciones y Transportes. Respecto a Vázquez Mota, coincide en que va a tener un papel de operación política pero opinó que la razón principal de su nombramiento fue que Elba Esther Gordillo estuvo de acuerdo en que ella fuera la titular de la SEP. Sin embargo, dice Schettino, es prematuro evaluar resultados.
Fred Álvarez Palafox, especializado en temas políticos y de gobierno, comentó que Calderón colocó a quienes hicieron la chamba el 2 de julio y en este sentido "lealtad" es la palabra clave en los primeros 15 días de gobierno. Señala que Calderón le apuesta a sus amigos en temas de gobernabilidad, pero es muy temprano aún para saber si el Presidente acertó en la estrategia
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¡Manifiesto número cuatro!

Este es el texto a que hace referencia, Jesús Aranda en la entevista que publicó el periódico La jornada con grupos armandos.
Manifiesto No. 4 del Grupo: Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo
A la memoria del profesor Lucio Cabañas Barrientos, en el 32 aniversario de su caída en combate contra la injusticia y por la libertad.
Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.
A la Asamblea Popular de los Pueblos de México.
A las mujeres y hombres libres de la Convención Nacional Democrática.
1. En esta hora de agitación política latinoamericana y mundial, México está viviendo uno de los momentos más críticos y complejos de su historia. El ala derechista y conservadora de la clase en el poder despojó de la presidencia de la república a la izquierda electoral y a un amplio sector del pueblo mexicano, y reprimió brutalmente a la izquierda antineoliberal y anticapitalista y a sus movimientos sociales más relevantes, violentando la legalidad y los restringidos espacios democráticos que el pueblo ha conquistado, a fin de mantener el control del Estado, reforzar su dominación política, y profundizar su estrategia neoliberal.

El fusil Xiuhcóatl ¿Plagio?

El reportero Jorge Carrasco del semanario Proceso (no. 1572, 17/12/2006), retoma el asunto del fusil Xiuhcóatl, que significa en nahuatl serpiente de fuego y "la caída del general" Oropeza Garnica.
Ya Raymundo Riva Palacio había publicado el 11 de diciembre en su columna Estrictamente Personal en El Universal sobre este asunto. Y a decir, verdad, el periódico Reforma, dio a conocer - domingo 26 de noviembre, una nota sin firma- las fallas del fusil mexicano.

Fuera de Agenda / Los lastres de Sinaloa

Retrato del general Mérida…, el que se fue!, se tardó  Columna de Juan Veledíaz El Sol de México,  5 DE DICIEMBRE DE 2024 Fuera de Agenda / ...