Don Justo Mullor García antiguo nuncio apostólico en México, presentó su renuncia al cargo de Presidente de la Academia Pontificia Eclesiástica tras haber cumplido los 75 años de edad, según informó este sábado la Oficina de Información de la Santa Sede.
De Don Justo hay que comentar por su paso por México.
Fue el segundo nuncio en la historia de México.
Recuerdo perfectamente que llegó en junio de 1997, y tardo un tiempo en presentar sus cartas credenciales. Hubo un incidente que algún día comentaré.
El poeta Javier Sicilia lo describe bien, don Justo: "venía no a continuar con los amarres entre el Estado y la Iglesia, sino a restablecer la vida pastoral y evangélica.
Lo dijo claramente a su arribo: seré "pastor en 90% y diplomático en 10".
Lo hizo." Fortaleció a la Conferencia del Episcopado Mexicano(...); rompió la dependencia servil que había creado (Girolamo) Prigione con el poder civil; profundizó la experiencia pastoral de la diócesis de San Cristóbal, defendió y apoyó el trabajo pastoral de Samuel Ruiz y de Raúl Vera, y limitó las ambiciones mundanas del ahora llamado "Club de Roma"..,”
México ha tenido cinco nuncios, a saber:
i)
Girolamo Prigione, quien estuvo en el país 20 años,
primero como delegado apostólico y luego, al establecerse las relaciones
oficiales entre El Vaticano y el gobierno mexicano (septiembre de 1992), como
nuncio apostólico:
ii)
ii)
Don Justo Mullor, quien llegó en junio de
1997, estuvo menos de tres años "ascendio" el año 2000 como director
de la Pontificia Academia Eclesiástica. Salió de México debido a las
"grillas", que le armo el denominado Club de Roma -Norberto Rivera, Onésimo Cepeda,
Emilio Berlié y Javier Lozano Barragán, cuyo jefe fue Prigione-; lo sustituyó
iii)
el argentino Leonardo
Sandrí, quien
estuvo poco tiempo -meses-; Sandrí fue muy cercano al Secretario de Estado
Angelo Sodano; y en diciembre del 2000 justo al inicio del gobierno de Fox
llegó
iv)
Guisepe
Bertello, hoy
nuevo nuncio en Italia; y en la primavera de 2007 llegó a México el;
v)
quinto
nuncio, el arzobispo francés Christophe
Pierre.
A don Justo le tocó una etapa intensa.
Enfrentó los escándalos provocados por el ex abad de la basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, a quien le solicita se retracte y pida perdón al pueblo mexicano. Además enfrentó valientemente e los escándalos derivados por los supuestos abusos sexuales del padre Marcial Maciel Degollado (ahí jugo un papel clave, y debo decir que la historia completa todavía no se escribe); enfrentó también el tema de las narcolimosnas y por si fuera poco tuvo que atemperar frente a un molesto Ernesto Zedillo-, los embates de sus agresiones verbales ante los obispos de Chiapas.
Su salida fu muy particular: el asunto de las “diaconisas”.
El 18 de enero del 2000 Raúl Vera y Samuel Ruiz ordenaron diáconos casados. Por un reportaje periodístico – sobretodo la foto- en exclusiva para La Jornada se interpretó como una ordenación de diaconisas.
Esa ordenación le costó al Nuncio su traslado a Roma, y aunque se iba como presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica, perdía la batalla ante el denominado Club de Roma.
Sobre este particular, emití una opinión ante una pregunta expresa de un reportero del periódico El Universal. Ello provocó una dura e inusual respuesta del obispo Samuel Ruiz, el texto está –o estaba- en el Internet.
Personalmente y por petición de un amigo común evite dar mi replica al periodista de El Universal.
Semanas después tuve un encuentro personal –afuera de la Casa Lamm-, con Don Samuel con quién aclaramos las cosas.
Afortunadamente el error había sido del reportaje del periódico, no de mi interpretación como analista.
Y es que resultó significativo recordar que contrariamente a la tradición vaticana, que mantiene a sus nuncios al menos cinco años en sus sedes, Mullor fue removido a poco más de dos años de su llegada. Insisto que el reportaje de La Jornada- y otras grillas- de alguna manera llevó a la salida de Don Justo.
Por otro lado, cuenta Ciro Gómez Leyva (Milenio, a 10 de abril de 2002) en su columna La historia en breve que “En el texto publicado en Reforma (“Reconocen pedofilia en Iglesia mexicana”, página 17A, nota de Marcela Turati, abril de 2002), (Alberto) Athié cuenta una historia. En 1999 fue a hablar con el entonces nuncio en México, Justo Mullor. Fue a pedirle asesoría. Quería hacer llegar al Vaticano la denuncia de un ex sacerdote que, antes de morir, le pidió que se hiciera justicia, pues un párroco había abusado de él cuando era niño. Mullor le sugirió a Athié que le escribiera al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger.
“El caso nunca prosperó”, se lee en el texto. “La explicación que dio Ratzinger fue que no consideraba prudente abrir el caso porque el acusador era una persona muy querida del Santo Padre y había ayudado mucho a la Iglesia. El sacerdote sobre quien caían las imputaciones era el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, uno de los sacerdotes más influyentes de la curia romana y estratega de la Iglesia para América Latina. El acusador era ex legionario y ex rector de la Universidad Anáhuac: Juan Manuel Fernández Amenábar”.
Jorge Fernández Menéndez comento hace años (entonces en Milenio Diario, a 23 de enero del 2002) que "la influencia de don Justo Mullor en el Vaticano es antigua (desde que era nuncio en Lituania y Letonia, territorios muy apreciados por Juan Pablo II) y creció en su opinión sobre México por una causa sencilla: el ex nuncio apostó y muy fuerte, muy alto, en la elección del año 2000, apoyando a Vicente Fox, cuando buena parte de la jerarquía eclesiástica en el país apoyaba el status quo. Y se llevó una enemistad también sólida, un enemigo que fue su antecesor, Girolamo Prigione, a quien Mullor identificaba como un hombre ligado al antiguo régimen."
Por último Don Justo tuvo mala mano.
Casó al Sr. Emilio Azcárraga Jean con Alejandra Cima, en lo que entonces se consideró la boda del fin del milenio.
Fue un servicio religioso privado. Bueno no tan privado, lo hizo en la reserva ecológica de Xcaret, a donde asistieron 600 personas. Ante Don Justo los novios se juraron “amor eterno”.
Tal vez Don Justo no tuvo buena mano; pero había que entender que esa adhesión religiosa era del siglo pasado (Fin de Milenio) y debía de saber el exnuncio- que en el siglo XXI, es decir en esta época el amor eterno dura cuando mucho de dos años.
Y bueno el código de derecho canónigo es claro hay que renunciar los 75 años.
¡Qué le vaya bien don Justo!
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