4 mar 2008

El General Tomás Angeles

Columna Archivos del poder/Martín Moreno
Publicado en Excelsior, 4/02/2008;
(Tomás) Ángeles Dauahare
Con solidaridad para Jorge Fernández Menéndez.
“Cuestión de horas para que haya cambios en la Secretaría de la Defensa. Sabemos que el
subsecretario Tomás Ángeles Dauahare dejará el cargo...”, adelantamos, en estos Archivos, desde el jueves 28 de febrero pasado.
¿Por qué se decidió la salida de Ángeles Dauahare? ¿Por qué se hizo un cambio de alto nivel cuando, desde siempre, los nombramientos de secretario y subsecretario de la Defensa se hacen para que permanezcan todo el sexenio?
A decir de los altos mandos militares, la razón fue la deslealtad (¿?).
Resulta que Ángeles Dauahare aspiraba a mucho más que una subsecretaría. Calificado más como “político” que militar, comenzó a hacer su propio juego y, aprovechando sus relaciones personales dentro del Ejército, intentó convertirse en la cabeza de la Sedena.
¿Cómo lograrlo?
El subsecretario comenzó a filtrar un rumor perverso: que el secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, estaba muy enfermo y, por razones de salud, sería relevado del cargo.
Ángeles Dauahare calculaba que sus buenos oficios lo favorecerían y que, sin ningún problema, sería el nuevo secretario de la Defensa.
De su oficina salían toda clase de versiones, todas ellas para beneficiarlo. Sin embargo, su juego fue descubierto y su suerte quedó marcada.
La actitud de Ángeles Dauahare fue informada al general secretario Galván Galván y también exhibida ante el comandante supremo de las Fuerzas Armadas: el presidente Felipe Calderón, quien no pudo ocultar su enfado ante el activismo político del militar.
Entonces se decidió su salida, mediante un argumento oportuno: Ángeles Dauahare ya había llegado a la edad límite para ejercer el servicio: 65 años, aunque, en realidad, los cumplió desde 2007. Nació el 8 de noviembre de 1942.
Es decir: llegó a la edad límite desde el año pasado.
Aun así, desde el primer día del gobierno de Calderón, se le nombró subsecretario de la Defensa.
Sobre la salida del subsecretario, con el argumento de que se iba por haber llegado al límite de edad, la columna Templo Mayor de Reforma, del domingo pasado, aseguró: “Entre los hombres de uniforme verde con varias estrellas en el quepí, hay cierto desconcierto por la baja que causó su colega, el general Tomás Ángeles Dauahare.
“El militar estaba a cargo, desde diciembre de 2006, de la subsecretaría de la Defensa, considerada la oficina más importante de Sotelo, justo después —claro— de la del general secretario. La versión oficial dice que es un mero asunto de reglamento castrense, pues el funcionario había llegado a la edad límite para ejercer este servicio, por lo que pasó a retiro.
“Sin embargo, hay quienes creen que esta historia no es muy convincente, toda vez que cuando el presidente Felipe Calderón lo nombró, sabía perfectamente qué edad tenía. ¿Y a poco lo iba a nombrar sólo para un año?”, cita Reforma.
Desde antes de iniciar un gobierno, los nombramientos de secretario y subsecretario de la Defensa, así como los de Marina, se planean con sumo cuidado, por una poderosa razón: son el factor de estabilidad nacional, cargos que simbolizan la comunión, la convivencia y el entendimiento entre un gobierno civil y las fuerzas militares.
Por eso siempre hay un puesto inamovible dentro del gabinete: el de secretario de la Defensa Nacional y, consecuentemente, el del subsecretario en turno, clasificado como de nivel B1 dentro del Ejército.
Es decir: no son posiciones que se puedan estar cambiando porque ello enviaría una señal de descontento o, en el menor de los casos, de falta de coordinación entre el Presidente y el general secretario. Es algo que ningún gobierno —priista o panista— se puede permitir.
Además de la actitud de Ángeles Dauahare por ascender al nivel de A1 (clasificación que se le da al cargo de secretario de la Defensa Nacional en el organigrama interno), otro antecedente pesó para que se decidiera su salida.
Cuando fue director del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas (ISSFAM), hubo reportes de que, más que atender el bienestar de las tropas y sus familiares, el ISSFAM se convirtió en un centro de inteligencia al servicio de la carrera militar de Ángeles Dauahare.
Y como todo en la vida, siempre queda un expediente archivado.
Ángeles Dauahare quiso llegar por el camino equivocado y eso le costó la jubilación.

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