15 may 2008

Comentarios sobre ¡El ya basta!

"el ya basta es una convocatoria y es una exigencia a todos, sin excepción: a los ciudadanos, para precisamente no ser cómplices de la ilegalidad, para denunciar los delitos, para avisar a las autoridades de las operaciones criminales, para no solapar la existencia ni el barrio, ni en la ciudad, ni en el comercio, ni en la cámara empresarial, de las organizaciones criminales" FCH
El “Ya basta” de Calderón y los hechos/Humberto Musacchio
Publicado en Excelsior, 15-May-2008:
Notoriamente irritado, pues incluso golpeó el atril desde el cual hablaba, Felipe Calderón demandó a los ciudadanos que “no sean cómplices de la ilegalidad”, responsabilizó a los medios de comunicación de compartir “la estrategia de sembrar el terror”, anunció que él no se sumará “al abandono, la cobardía o la complicidad que permitieron que México llegara a esta situación” y calificó de “inaceptable” que los jueces propicien la impunidad al liberar a delincuentes.
Las gravísimas acusaciones implícitas en las palabras del michoacano merecen algunas precisiones. Para empezar, a los ciudadanos “cómplices de la ilegalidad” el Estado debe perseguirlos y castigarlos, pues para eso dispone de policías, agentes del Ministerio Público, jueces y cárceles.
Sin embargo, más allá de que el Estado deba hacer su tarea, cabe aclarar que los ciudadanos no son “cómplices de la ilegalidad”, sino víctimas de ella y con frecuencia víctimas también de los abusos, la prepotencia y el autoritarismo de quienes deben combatir la ilegalidad, como lo muestra en forma fehaciente el hecho de que en cada una de las grandes operaciones contra la delincuencia haya particulares que son víctimas de allanamientos, golpes, detenciones arbitrarias y otras vejaciones. Pero si en la cúspide de la pirámide estatal se tilda a los ciudadanos de “cómplices de la ilegalidad”, poco podrá exigirse a policías y militares que abusan de la población civil.
“El ya basta —quiso aclarar el habitante de Los Pinos— es también una exigencia a los medios de comunicación , precisamente, para que manifiesten y divulguen las acciones que están, precisamente, deteniendo la estructura de los criminales, para que no se convierta la estrategia de los criminales, que es una estrategia que busca sembrar terror, en una estrategia compartida por los propios medios de comunicación” (Excélsior, 13/V/08).
La “exigencia” parece superflua, pues los medios difunden —esa es su función— las acciones gubernamentales contra la delincuencia, de ahí que resulte incomprensible el exhorto de Calderón a unirse a la campaña contra el crimen, pues, hasta donde se sabe, no hay medios que hagan la apología de la violencia ilegal, sino que en todos los casos se le condena y se exige, eso sí, porque es un derecho, que las acciones del Estado sean eficaces para evitar, entre otras cosas, que más periodistas resulten “desaparecidos”, acallados o asesinados.
De mayores consecuencias puede ser aquello de que “no nos vamos a sumar al abandono, a la cobardía o a la complicidad que permitieron que México llegara a esta situación”. Se trata de una gravísima acusación en contra de quienes precedieron a Calderón al frente de las instituciones. Por supuesto, ya se ha señalado la abulia con que procedió o dejó de proceder Vicente Fox contra el auge delictivo y lo mismo puede decirse del inepto Ernesto Zedillo y aun de su antecesor.
Dicho de otra manera, Felipe Calderón acusa implícitamente a sus antecesores de haber abandonado la lucha contra el crimen, por cobardes o, peor aún, por ser cómplices de la delincuencia. Ni más ni menos. Sin embargo, priistas y panistas no se han dado por enterados y con su silencio aprueban lo dicho por el ocupante del Ejecutivo.
Por último, la referencia presidencial a los jueces que dejan en libertad a delincuentes tiene consenso. Muchos ciudadanos creen, sospechan o saben, por experiencia propia, que los jueces mexicanos, con las excepciones del caso, distan de ser justos, calificados y honestos. Recientemente se publicó un dato que debería horrorizarnos, pues cerca de la tercera parte de los presos del país son inocentes, están sin juicio o el que se les sigue tiene ya varios años. Y mientras eso sucede, los verdaderos transgresores de la ley salen con una facilidad que espanta.
Calderón incluso citó el caso de un asesino de policías que estuvo preso tres veces y otras tantas quedó en libertad. Sobra decirlo, pero una campaña del Ejecutivo contra los jueces deshonestos contaría con un enorme apoyo social. Para empezar, convendría hacer las reformas necesarias con el fin de que todo juzgador esté sujeto permanentemente a auditoría y se castigue muy rigurosamente a los jueces enriquecidos en el cargo y aun a sus parientes que no demuestren el origen lícito de sus fortunas.
La podredumbre del aparato de impartición de justicia requiere acciones drásticas que dispongan de amplio consenso político y no sólo medidas cosméticas al estilo de Ernesto Zedillo, cuya única ocurrencia fue dejarnos un mes sin Suprema Corte.
Pero la batalla contra la delincuencia y la corrupción tiene que empezar por la propia casa. Mientras se solape la prevaricación y se proteja a quienes confunden la función pública y el interés privado, los ciudadanos desconfiarán de los llamados a participar en una guerra a la que van sin protección. Se requieren pruebas de que existe la disposición de combatir el enriquecimiento, el contratismo y el tráfico de influencias de altísimos funcionarios de esta administración. Por ahí hay que empezar. hum_mus@hotmail.com
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal 15 de mayo de 2008;
¿¡Qué quiso decir, Presidente!?
¿Cuáles son “las acciones” que desea divulgar?
¿Acaso insinúa complicidad de los medios?
Será el sereno, pero el papel del vocero foxista, Rubén Aguilar —al que convirtió en clásico el motejo “Lo que quiso decir el Presidente...”—, hoy parece más necesario que nunca.
Y es que al ser interrogado para que explicara el “¡ya basta!” que lanzó el viernes contra el crimen organizado y el narcotráfico —que pareció un signo de desesperación— el presidente Calderón terminó por “hacerse bolas” y confundir a muchos, sobre todo en lo que tiene que ver con el papel de los medios y la lucha contra las mafias del crimen.
Como se dijo, el lunes 12 de mayo Calderón ofreció una conferencia de prensa en la que le pidieron ampliar el “¡ya basta!” que lanzó el viernes. Y en efecto, dijo: “Es una convocatoria y una exigencia a todos, sin excepción”; a los ciudadanos, a los que pidió “no ser cómplices de la ilegalidad”; a los líderes del Congreso, “para tener legislación que permita terminar con la impunidad”, y al Poder Judicial, “que tiene que cerrar el paso a la impunidad”.
Pero el “¡ya basta!”, dijo el Presidente, “es también una exigencia a los medios de comunicación, precisamente, para que manifiesten y divulguen las acciones que están, precisamente, deteniendo la estructura de los criminales, para que no se convierta la estrategia de los criminales en una estrategia que busca sembrar terror, en una estrategia compartida por los propios medios de comunicación”. ¿Qué quiso decir el Presidente? ¿Alguien entendió algo?
Pero no era todo. Calderón añadió: “Para que los medios se unan a esta estrategia nacional contra la delincuencia, porque son sus propios compañeros los que están siendo acallados en esas zonas. Porque quienes insinúan que el gobierno se haga para atrás en esta estrategia son, precisamente, quienes buscan que nosotros abandonemos a periodistas, a ciudadanos, a empresarios, a agricultores, a jóvenes”. ¿Qué quiso decir el Presidente? ¿Alguien entendió algo? Pero vamos por partes.
Primero, el Presidente “exigió” a los medios “que manifiesten y divulguen las acciones que están deteniendo la estructura de los criminales”.
¿A qué medios se refiere, Presidente? ¿Qué medios no manifiestan o no divulgan las acciones que detienen las estructuras criminales: la prensa, la radio, la televisión, internet? ¿Por qué no señala a los medios por sus nombres, Presidente? ¿Cuáles son, Presidente, “las acciones que están deteniendo la estructura de los criminales”? ¿Insinúa complicidad de los medios, sea por acción o por omisión? ¿Quiénes estarían en este caso?
Aquí nos detenemos para explicarle al presidente Calderón que salvo casos excepcionales —en donde los medios han sido amenazados por los criminales y sus instalaciones atacadas con granadas o ráfagas de metralleta—, en todo el país se difunde la información básica del flagelo. Eso sí, periodistas de Sinaloa, Sonora, Michoacán, Chihuahua, Durango, Tamaulipas y Baja California, entre otras entidades, han extremado medidas: no firmar las notas, no capturar gráficas y menos videos.
Y esas son medidas elementales de seguridad, reflejo gremial básico para sobrevivir a la indefensión y la impunidad en la que se ejerce el periodismo en no pocas entidades del país. ¿Y sabe por qué, Presidente? Porque ni el de Zedillo, menos el de Fox y tampoco su gobierno han aclarado uno solo de los crímenes de periodistas. En México, el ejercicio periodístico es una profesión del más alto riesgo, a pesar de lo cual los crímenes de informadores siguen en total impunidad.
Todos saben que el sistema presidencialista convierte al mandatario en turno en el hombre mejor informado en México. A partir de esa premisa, es injusto, por decir lo menos, Presidente, que se pretenda generalizar la sospecha de que los medios asumen la misma estrategia de las bandas criminales; la de sembrar y estimular el terror entre la sociedad. No, Presidente, si entre políticos, partidos y gobiernos existen diferencias, también las hay entre los medios y los periodistas. Y si el hombre mejor informado en México cuenta con evidencias de esa supuesta complicidad, lo saludable sería proceder como estadista.
Pero lo verdaderamente grave del asunto resulta el señalamiento que hace el Presidente sobre “quienes insinúan que el gobierno se haga para atrás” en el combate al narcotráfico. Antes de referirse a los medios, Calderón ya había dado pistas sobre ese tema. Dijo: “No nos vamos a sumar al abandono, a la cobardía o a la complicidad que permitieron que México llegara a esta situación”. ¿A qué y a quién se refiere, Presidente? ¿Quiénes insinúan a su gobierno que se haga para atrás en el asunto del crimen organizado y el narcotráfico? ¿Quiénes, Presidente, incurrieron en el abandono, la cobardía y la complicidad, en un asunto estratégico y de seguridad nacional, como ése?
Es importante aclarar que aquí en ningún momento pretendemos regresar al viejo esquema de medios y periodistas intocables e impunes que estimulaban empresas mediáticas y gobiernos durante el priato. En tanto parte del Estado mismo e instrumentos sociales, medios y periodistas están sujetos al escrutinio y la crítica a la que somete la opinión pública a todas las instituciones del Estado, a sus gobernantes y al poder en todas sus formas. Pero tanto medios como periodistas —al igual que la sociedad en general— no pueden ser tratados y medidos con el mismo rasero que, por ejemplo, los jueces, los policías, los legisladores y los gobernantes.
En efecto, Presidente, la responsabilidad de hacer frente al crimen organizado y al narcotráfico es de todos, pero de cada quien en su respectiva trinchera, bajo códigos, estatus, resguardos, responsabilidades y obligaciones distintas. No se puede pedir a los periodistas lo mismo que a los legisladores, que a los jueces, que a los policías, que a usted mismo. ¿Por qué no nos explica qué quiso decir, Presidente, aunque sea mediante un vocero?
aleman2@prodigy.net.mx

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