El Presidente Calderón aseguró que su Gobierno busca que la política económica tenga un sentido humano y social, y que considere a las personas como el centro de su actuar.
Al participar en el Primer Encuentro de Ministros de Hacienda de América y el Caribe, que se desarrolló en Cancún, Quintana Roo, el Jefe del Ejecutivo dijo que el principal reto de la política económica es impulsar el desarrollo humano sustentable, ampliando las libertades y las capacidades de las personas sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras.
Al participar en el Primer Encuentro de Ministros de Hacienda de América y el Caribe, que se desarrolló en Cancún, Quintana Roo, el Jefe del Ejecutivo dijo que el principal reto de la política económica es impulsar el desarrollo humano sustentable, ampliando las libertades y las capacidades de las personas sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras.
El Presidente Calderón en la Cena Inaugural del Primer Encuentro de Ministros de Hacienda de América Latina y el Caribe
Cancún, Quintana Roo. 23 de junio de 2008:
Cancún, Quintana Roo. 23 de junio de 2008:
Muy buenas noches, amigas y amigos.
Distinguidos Ministros de Hacienda y Finanzas de América y el Caribe.
Señor Robert B. Zoellick, Presidente del Banco Mundial.
Señor Dominique Strauss-Kahn, Director Gerente del Fondo Monetario Internacional.
Señor Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
Señor Gobernador.
Señoras y señores:
Les doy la más cordial bienvenida a México, sé que lo disfrutarán y en especial esta hermosa ciudad de Cancún.
A todos ustedes, Ministros y Secretarios que nos visitan de todos los países hermanos de América, así como a los representantes y principales directivos de los más importantes organismos financieros del mundo.
Esta reunión, la primera de Ministros de Finanzas de América y el Caribe, nos permitirá intercambiar experiencias e ideas para que la política económica de nuestros países responda con efectividad a los retos de un mundo que compite ferozmente y, sobre todo, que responda con efectividad a las demandas ciudadanas.
El principal reto de la política económica de cualquier país es impulsar desde su área el desarrollo humano sustentable; es decir, ampliar las libertades y ampliar las capacidades de las personas sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras.
Este esfuerzo, que permite a cada pueblo pasar de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas, debe darse en un contexto de circunstancias económicas cambiantes y en una economía cada vez más interdependiente y globalizada.
En los últimos años las naciones de América Latina y el Caribe hemos logrado avances en materia de solidez y estabilidad macroeconómica.
Distinguidos Ministros de Hacienda y Finanzas de América y el Caribe.
Señor Robert B. Zoellick, Presidente del Banco Mundial.
Señor Dominique Strauss-Kahn, Director Gerente del Fondo Monetario Internacional.
Señor Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.
Señor Gobernador.
Señoras y señores:
Les doy la más cordial bienvenida a México, sé que lo disfrutarán y en especial esta hermosa ciudad de Cancún.
A todos ustedes, Ministros y Secretarios que nos visitan de todos los países hermanos de América, así como a los representantes y principales directivos de los más importantes organismos financieros del mundo.
Esta reunión, la primera de Ministros de Finanzas de América y el Caribe, nos permitirá intercambiar experiencias e ideas para que la política económica de nuestros países responda con efectividad a los retos de un mundo que compite ferozmente y, sobre todo, que responda con efectividad a las demandas ciudadanas.
El principal reto de la política económica de cualquier país es impulsar desde su área el desarrollo humano sustentable; es decir, ampliar las libertades y ampliar las capacidades de las personas sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras.
Este esfuerzo, que permite a cada pueblo pasar de condiciones de vida menos humanas a condiciones de vida más humanas, debe darse en un contexto de circunstancias económicas cambiantes y en una economía cada vez más interdependiente y globalizada.
En los últimos años las naciones de América Latina y el Caribe hemos logrado avances en materia de solidez y estabilidad macroeconómica.
Sin embargo, también es cierto que debemos afinar nuestras estrategias de crecimiento ante un entorno económico internacional cada vez más complejo.
Hasta hace pocos años la economía global vivía en muy buen momento, se registraba un sólido crecimiento en promedio, con estabilidad de precios.
Hoy, sin embargo, las circunstancias han cambiado y son más adversas, se vive un aumento generalizado de los precios de las mercancías en el mundo, con repercusiones severas, especialmente en las economías en desarrollo, donde el componente alimenticio del ingreso y el consumo de las familias, particularmente de las más pobres, es mucho mayor.
Paralelamente, la mayor economía del continente y del mundo, la economía norteamericana, sufre un preocupante estancamiento económico que afecta al resto de la economía mundial y en especial, con mucha mayor razón, a economías como la mexicana, que depende en más del 80 por ciento de su comercio exterior de su relación con los Estados Unidos.
El crecimiento del precio de la energía, del precio de los alimentos y otras mercancías, y el estancamiento de la mayor economía del mundo, genera nuevos y urgentes desafíos, en mayor o menor medida, para todas las economías del continente.
Debemos evitar que estos fenómenos frenen los avances que hemos registrado en materia, por ejemplo, de combate a la pobreza o combate a la desigualdad.
Por ello es muy importante fortalecer nuestros mecanismos de cooperación y aprovechar al máximo nuestras complementariedades y potenciar nuestras relaciónes.
Yo estoy seguro que esta Primera Reunión de Ministros de Hacienda llega en el momento oportuno para ponernos de acuerdo.
Esta reunión será un foro privilegiado para lograr tales objetivos de análisis y de coordinación.
En particular, en nuestra América Latina, estos nuevos desafíos son abordados desde perspectivas totalmente distintas, aún tratándose de los mismos problemas. Tanto en el terreno político como en el económico surgen nuevas disyuntivas que parecen confrontar a la región entre el pasado y el futuro.
Nuevamente surge con fuerza el dilema de si es el Estado o el mercado quien debe resolver estos problemas. Estos dilemas se traducen, por ejemplo, en la aplicación de políticas públicas orientadas al proceso productivo.
Ante el alza de precios, al mismo tiempo que en unos lugares se aceleran los procesos de apertura comercial, en otros se incrementan las restricciones al comercio exterior.
En unos lugares se estimula y dan garantías amplias a la inversión, necesaria para el crecimiento; mientras que en otros las expropiaciones e intervenciones estatales han cobrado nuevo auge.
En pleno Siglo XXI, el dilema entre el mercado o el Estado vuelve a surgir con inusitada vigencia.
Cuál es la alternativa, o mejor dicho, en dónde está el equilibrio. Es posible plantear estrategias globales a nivel continental, o cada país tiene que hacerle frente a los problemas, por su cuenta, a problemas que, a final de cuentas, afectan a todos.
Me parece que ante estos nuevos desafíos es clave recordar y fortalecer principios de acción pública que son elementales, pero que no por ello pueden olvidarse. Volver a lo básico.
Partir, en primer lugar, de la premisa de que ni el Estado ni el mercado pueden resolver cada uno por sí solos ni las necesidades, los problemas, ni mucho menos las aspiraciones de las sociedades.
Volver a lo básico significa reconocer que el mercado es condición necesaria, pero no suficiente, para generar condiciones de vida digna y el desarrollo equilibrado para nuestros pueblos y, en consecuencia, se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado para generar igualdad de oportunidades e incrementar las capacidades de las personas.
El mercado es condición necesaria, sí; es decir, es indispensable no sólo para preservarlo, sino para fortalecerlo, el crecimiento, y en muchos casos es fundamental que se construya un sistema verdaderamente competitivo en la producción y distribución de bienes y servicios.
Ello implica la existencia de un Estado de Derecho que proteja las libertades y los derechos patrimoniales, sin los cuales no puede haber ni inversión ni competencia ni mercado.
El mercado es condición necesaria, sí, y por tanto es fundamental que ante los problemas que tenemos los precios sigan sirviendo como un indicador eficiente a los actores económicos, tanto productores como consumidores, y que generen equilibrios fundamentales, por ejemplo, entre la oferta disponible de bienes y los cambios abruptos que observamos en la demanda por esos bienes a nivel global.
Hasta hace pocos años la economía global vivía en muy buen momento, se registraba un sólido crecimiento en promedio, con estabilidad de precios.
Hoy, sin embargo, las circunstancias han cambiado y son más adversas, se vive un aumento generalizado de los precios de las mercancías en el mundo, con repercusiones severas, especialmente en las economías en desarrollo, donde el componente alimenticio del ingreso y el consumo de las familias, particularmente de las más pobres, es mucho mayor.
Paralelamente, la mayor economía del continente y del mundo, la economía norteamericana, sufre un preocupante estancamiento económico que afecta al resto de la economía mundial y en especial, con mucha mayor razón, a economías como la mexicana, que depende en más del 80 por ciento de su comercio exterior de su relación con los Estados Unidos.
El crecimiento del precio de la energía, del precio de los alimentos y otras mercancías, y el estancamiento de la mayor economía del mundo, genera nuevos y urgentes desafíos, en mayor o menor medida, para todas las economías del continente.
Debemos evitar que estos fenómenos frenen los avances que hemos registrado en materia, por ejemplo, de combate a la pobreza o combate a la desigualdad.
Por ello es muy importante fortalecer nuestros mecanismos de cooperación y aprovechar al máximo nuestras complementariedades y potenciar nuestras relaciónes.
Yo estoy seguro que esta Primera Reunión de Ministros de Hacienda llega en el momento oportuno para ponernos de acuerdo.
Esta reunión será un foro privilegiado para lograr tales objetivos de análisis y de coordinación.
En particular, en nuestra América Latina, estos nuevos desafíos son abordados desde perspectivas totalmente distintas, aún tratándose de los mismos problemas. Tanto en el terreno político como en el económico surgen nuevas disyuntivas que parecen confrontar a la región entre el pasado y el futuro.
Nuevamente surge con fuerza el dilema de si es el Estado o el mercado quien debe resolver estos problemas. Estos dilemas se traducen, por ejemplo, en la aplicación de políticas públicas orientadas al proceso productivo.
Ante el alza de precios, al mismo tiempo que en unos lugares se aceleran los procesos de apertura comercial, en otros se incrementan las restricciones al comercio exterior.
En unos lugares se estimula y dan garantías amplias a la inversión, necesaria para el crecimiento; mientras que en otros las expropiaciones e intervenciones estatales han cobrado nuevo auge.
En pleno Siglo XXI, el dilema entre el mercado o el Estado vuelve a surgir con inusitada vigencia.
Cuál es la alternativa, o mejor dicho, en dónde está el equilibrio. Es posible plantear estrategias globales a nivel continental, o cada país tiene que hacerle frente a los problemas, por su cuenta, a problemas que, a final de cuentas, afectan a todos.
Me parece que ante estos nuevos desafíos es clave recordar y fortalecer principios de acción pública que son elementales, pero que no por ello pueden olvidarse. Volver a lo básico.
Partir, en primer lugar, de la premisa de que ni el Estado ni el mercado pueden resolver cada uno por sí solos ni las necesidades, los problemas, ni mucho menos las aspiraciones de las sociedades.
Volver a lo básico significa reconocer que el mercado es condición necesaria, pero no suficiente, para generar condiciones de vida digna y el desarrollo equilibrado para nuestros pueblos y, en consecuencia, se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado para generar igualdad de oportunidades e incrementar las capacidades de las personas.
El mercado es condición necesaria, sí; es decir, es indispensable no sólo para preservarlo, sino para fortalecerlo, el crecimiento, y en muchos casos es fundamental que se construya un sistema verdaderamente competitivo en la producción y distribución de bienes y servicios.
Ello implica la existencia de un Estado de Derecho que proteja las libertades y los derechos patrimoniales, sin los cuales no puede haber ni inversión ni competencia ni mercado.
El mercado es condición necesaria, sí, y por tanto es fundamental que ante los problemas que tenemos los precios sigan sirviendo como un indicador eficiente a los actores económicos, tanto productores como consumidores, y que generen equilibrios fundamentales, por ejemplo, entre la oferta disponible de bienes y los cambios abruptos que observamos en la demanda por esos bienes a nivel global.
Es fundamental que siga generando, el sistema económico, los incentivos adecuados, precisamente, para que puedan generarse procesos de ajuste en los mercados globales.
Pero el mercado no es condición suficiente y, en consecuencia, se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado; se requiere precisamente para generar igualdad en las oportunidades que tienen las personas; se requiere para generar igualdad en las condiciones de producir, de competir y de consumir.
Pero el mercado no es condición suficiente y, en consecuencia, se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado; se requiere precisamente para generar igualdad en las oportunidades que tienen las personas; se requiere para generar igualdad en las condiciones de producir, de competir y de consumir.
El mercado no es suficiente para permitir el acceso a la ampliación de capacidades, y en consecuencia se requiere la acción del Estado para invertir en las personas, para generar valor humano; valor humano traducido en la educación, la salud y los servicios elementales para vivir con dignidad.
El mercado es condición necesaria, pero no suficiente para evitar que los cambios abruptos en las condiciones económicas golpeen severamente a miles de millones de seres humanos, literalmente, que viven en la miseria, y para quienes un aumento en el precio de sus magros alimentos se traduce directamente en un aumento de su miseria.
Es ahí donde se requiere la acción rectora del Estado, rectificadora del Estado, para evitar que los cambios en la economía mundial sean la diferencia para una familia entre poder comer o no, y darle de comer a los suyos.
En esto es fundamental la participación activa del Estado; necesitamos de su acción para corregir las enormes desigualdades y la pobreza en las que viven millones de personas a lo largo del continente, pues ni el mercado puede todo ni el Estado puede solo.
Nuestros gobiernos tienen el reto de impulsar políticas públicas responsables que permitan otra vez, volviendo a lo básico, atraer y generar inversión productiva para detonar el crecimiento productivo y el empleo.
Sólo con la generación de más y mejores empleos es como podremos reducir de manera estructural y sostenida la pobreza y la desigualdad entre nuestras naciones.
Es por ello, amigas y amigos, que en México buscamos que nuestra política económica tenga un sentido humano, que tenga un sentido social y que tenga a la persona en el centro de su actuar.
Una política pública que antes de ser política económica es política humana, y al mismo tiempo buscamos, exigimos que toda política de bienestar social tenga un sólido fundamento y racionalidad económica.
Para lograr nuestros objetivos buscamos humanizar la economía a partir de una economía que en sí misma sea sólida y eficiente. Por ello, en primer lugar, hemos mantenido nuestra estabilidad macroeconómica con enorme esfuerzo; hemos sostenido el equilibrio fiscal con constantes reducciones en nuestra deuda externa y al mismo tiempo con aumentos constantes y sustanciales en la inversión en capital físico, es decir, en infraestructura y en capital humano, es decir, en educación, salud y servicios básicos.
Ello es posible gracias a que logramos una reforma fiscal que aumentó significativamente los ingresos públicos y logramos reformar el sistema de pensiones también el año pasado. Lo cual permitió pasar del sistema tradicional de pay as you go, a un sistema de cuentas individuales de ahorro, lo cual nos ayudó a resolver el problema más serio de mediano plazo de las finanzas públicas y corregir también el problema de corto plazo.
En segundo lugar, y como he dicho, estamos invirtiendo en la gente, en capital humano, en valor humano. Estamos invirtiendo más que nunca en educación, no sólo en la cantidad, sino en la calidad de la educación.
Estamos invirtiendo en salud. En este rubro, por ejemplo, hemos acelerado el paso y duplicado el presupuesto en tres años.
Desde el primer día de mi Gobierno cada niña o cada niño que nace en México tiene un seguro médico eficaz de por vida, para él y para su familia.
Con el fortalecimiento de los sistemas públicos esperamos que para el año 2011, México logre la cobertura universal de salud; es decir, cada mexicana y cada mexicano tendrá garantizado el médico, las medicinas y el tratamiento.
Otro rubro importante para igualar oportunidades son los programas de transferencias directas y condicionadas a que los hijos asistan a la escuela, o a que se acuda a una revisión médica de manera periódica entre las familias más pobres del país.
El mercado es condición necesaria, pero no suficiente para evitar que los cambios abruptos en las condiciones económicas golpeen severamente a miles de millones de seres humanos, literalmente, que viven en la miseria, y para quienes un aumento en el precio de sus magros alimentos se traduce directamente en un aumento de su miseria.
Es ahí donde se requiere la acción rectora del Estado, rectificadora del Estado, para evitar que los cambios en la economía mundial sean la diferencia para una familia entre poder comer o no, y darle de comer a los suyos.
En esto es fundamental la participación activa del Estado; necesitamos de su acción para corregir las enormes desigualdades y la pobreza en las que viven millones de personas a lo largo del continente, pues ni el mercado puede todo ni el Estado puede solo.
Nuestros gobiernos tienen el reto de impulsar políticas públicas responsables que permitan otra vez, volviendo a lo básico, atraer y generar inversión productiva para detonar el crecimiento productivo y el empleo.
Sólo con la generación de más y mejores empleos es como podremos reducir de manera estructural y sostenida la pobreza y la desigualdad entre nuestras naciones.
Es por ello, amigas y amigos, que en México buscamos que nuestra política económica tenga un sentido humano, que tenga un sentido social y que tenga a la persona en el centro de su actuar.
Una política pública que antes de ser política económica es política humana, y al mismo tiempo buscamos, exigimos que toda política de bienestar social tenga un sólido fundamento y racionalidad económica.
Para lograr nuestros objetivos buscamos humanizar la economía a partir de una economía que en sí misma sea sólida y eficiente. Por ello, en primer lugar, hemos mantenido nuestra estabilidad macroeconómica con enorme esfuerzo; hemos sostenido el equilibrio fiscal con constantes reducciones en nuestra deuda externa y al mismo tiempo con aumentos constantes y sustanciales en la inversión en capital físico, es decir, en infraestructura y en capital humano, es decir, en educación, salud y servicios básicos.
Ello es posible gracias a que logramos una reforma fiscal que aumentó significativamente los ingresos públicos y logramos reformar el sistema de pensiones también el año pasado. Lo cual permitió pasar del sistema tradicional de pay as you go, a un sistema de cuentas individuales de ahorro, lo cual nos ayudó a resolver el problema más serio de mediano plazo de las finanzas públicas y corregir también el problema de corto plazo.
En segundo lugar, y como he dicho, estamos invirtiendo en la gente, en capital humano, en valor humano. Estamos invirtiendo más que nunca en educación, no sólo en la cantidad, sino en la calidad de la educación.
Estamos invirtiendo en salud. En este rubro, por ejemplo, hemos acelerado el paso y duplicado el presupuesto en tres años.
Desde el primer día de mi Gobierno cada niña o cada niño que nace en México tiene un seguro médico eficaz de por vida, para él y para su familia.
Con el fortalecimiento de los sistemas públicos esperamos que para el año 2011, México logre la cobertura universal de salud; es decir, cada mexicana y cada mexicano tendrá garantizado el médico, las medicinas y el tratamiento.
Otro rubro importante para igualar oportunidades son los programas de transferencias directas y condicionadas a que los hijos asistan a la escuela, o a que se acuda a una revisión médica de manera periódica entre las familias más pobres del país.
Desde que se implementó este programa, ahora conocido como Oportunidades, México ha podido reducir la pobreza extrema, de 38 millones de mexicanos que la padecían en 1997, a 14 millones de mexicanos en el año 2006; es decir, 24 millones de mexicanos menos.
En tercer lugar, mi Gobierno está bien consciente de que la única acción, la única palabra que puede generar crecimiento y empleo es la inversión, por eso la promovemos.
Queremos convertir a México en el mejor lugar para invertir. Inversión y más inversión: inversión pública, y por eso aumentamos la inversión en infraestructura del Gobierno Federal, tan sólo en un año, en un punto porcentual del Producto Interno Bruto; inversión privada, y por eso el año pasado alcanzamos el récord en inversión extranjera captada en México, que alcanzó casi los 25 mil millones de dólares; inversión nacional, inversión global.
Sabemos que la puerta grande para salir de la pobreza es contar con empleo digno, y para generar el casi millón de empleos anuales que México necesita es fundamental que la inversión crezca y crezca de manera sistemática.
En cuarto lugar. Estamos fortaleciendo el mercado interno para dinamizar el crecimiento de la economía. Estamos desregulando la actividad productiva y promoviendo reformas estructurales que nos permitan, verdaderamente, hacer de México una economía competitiva.
Estamos impulsando, entre otras medidas, inversiones históricas en infraestructura que, estimamos, alcanzarán los 50 mil millones de dólares anuales durante los próximos cinco años. Así generaremos empleos, potenciaremos la competitividad de la economía y llevaremos progreso a las zonas más pobres.
Quinto. Nuestras políticas económicas tienen que ser también flexibles para adaptarse a desafíos globales, como los que ahora enfrentamos. En México tomamos acciones concretas para evitar que el problema afecte a las familias más pobres, y por eso eliminamos las barreras arancelarias a la importación de productos básicos y a la mayoría de insumos productivos.
Incrementamos los recursos destinados a apoyar a los productores rurales y a multiplicar la infraestructura rural, particularmente el riego; tomamos medidas para contribuir a la estabilidad de los precios de los alimentos básicos y, sobre todo, aumentamos las transferencias de efectivo condicionado a las familias de menores recursos.
El desafío que nos plantea el incremento internacional de precios de los alimentos y de la energía debe convocar y comprometer a todas las naciones del continente, para encontrar alternativas de cooperación exitosa.
Finalmente, nuestros países enfrentan el reto de remover los obstáculos que frenan el crecimiento y la competitividad.
Por eso en México estamos impulsando reformas estructurales que fortalecen los cimientos de nuestro desarrollo a futuro.
Hemos impulsado y logrado una reforma fiscal, una reforma en materia de pensiones de los servidores públicos, que ya he mencionado. Ahora trabajamos en una reforma energética y seguirán más, porque México las necesita.
Sé que el impulso mismo de transformación, sé que este impulso reformador, está presente en otras naciones del continente, por lo que el intercambio de ideas y experiencias en esta reunión la hará aún más, mucho más fructífera.
Para cumplir con los objetivos comunes de nuestra agenda, de crecimiento económico con justicia, los organismos financieros internacionales tienen un importante papel que jugar como aliados que puedan proporcionar asesoría valiosa, financiamiento y liderazgo, precisamente al abordar estos problemas.
Más allá de la indispensable reforma de las instituciones globales, es fundamental que éstas sean capaces de articular en el presente un mayor liderazgo ante las nuevas circunstancias de la economía mundial.
Hoy los problemas económicos son más globales que nunca: una sequía en Australia, o una inundación en el Mississippi repercuten directamente en la mesa de una familia chiapaneca o de una familia guaraní.
Ante problemas globales se requieren políticas públicas que, aunque tengan alcance local, estén mejor articuladas en el ámbito internacional.
Una mayor coordinación en la aplicación de políticas públicas, por ejemplo, sean fiscales, comerciales o monetarias, entre economías que son inevitablemente interdependientes, ayudaría mucho más a la hora de enfrentar estos desafíos globales.
Por ello celebro que en el marco de este Foro contemos con la presencia de los titulares de los organismos internacionales más importantes en esta materia.
Sin duda, el diálogo abierto y franco que sostendremos en esta reunión, contribuirá a construir nuevos puentes de entendimiento y colaboración respetuosos.
Amigas y amigos:
Para impulsar una nueva etapa de progreso y de desarrollo en América y en el Caribe, se requiere volver a lo básico, recordar los principios elementales que garantizan el crecimiento y también una sólida intervención y voluntad del Estado para generar igualdad de oportunidades.
Complementar Estado y mercado, y recordar que una economía global requiere también la concurrencia de los principales actores globales, trátese de gobiernos o de organismos internacionales, para hacerle frente.
Este es el gran reto que enfrentamos y estoy convencido de que juntos tendremos la capacidad para llegar a tiempo a nuestra cita con un mejor futuro.
Muchas gracias y nuevamente bienvenidos a México.
En tercer lugar, mi Gobierno está bien consciente de que la única acción, la única palabra que puede generar crecimiento y empleo es la inversión, por eso la promovemos.
Queremos convertir a México en el mejor lugar para invertir. Inversión y más inversión: inversión pública, y por eso aumentamos la inversión en infraestructura del Gobierno Federal, tan sólo en un año, en un punto porcentual del Producto Interno Bruto; inversión privada, y por eso el año pasado alcanzamos el récord en inversión extranjera captada en México, que alcanzó casi los 25 mil millones de dólares; inversión nacional, inversión global.
Sabemos que la puerta grande para salir de la pobreza es contar con empleo digno, y para generar el casi millón de empleos anuales que México necesita es fundamental que la inversión crezca y crezca de manera sistemática.
En cuarto lugar. Estamos fortaleciendo el mercado interno para dinamizar el crecimiento de la economía. Estamos desregulando la actividad productiva y promoviendo reformas estructurales que nos permitan, verdaderamente, hacer de México una economía competitiva.
Estamos impulsando, entre otras medidas, inversiones históricas en infraestructura que, estimamos, alcanzarán los 50 mil millones de dólares anuales durante los próximos cinco años. Así generaremos empleos, potenciaremos la competitividad de la economía y llevaremos progreso a las zonas más pobres.
Quinto. Nuestras políticas económicas tienen que ser también flexibles para adaptarse a desafíos globales, como los que ahora enfrentamos. En México tomamos acciones concretas para evitar que el problema afecte a las familias más pobres, y por eso eliminamos las barreras arancelarias a la importación de productos básicos y a la mayoría de insumos productivos.
Incrementamos los recursos destinados a apoyar a los productores rurales y a multiplicar la infraestructura rural, particularmente el riego; tomamos medidas para contribuir a la estabilidad de los precios de los alimentos básicos y, sobre todo, aumentamos las transferencias de efectivo condicionado a las familias de menores recursos.
El desafío que nos plantea el incremento internacional de precios de los alimentos y de la energía debe convocar y comprometer a todas las naciones del continente, para encontrar alternativas de cooperación exitosa.
Finalmente, nuestros países enfrentan el reto de remover los obstáculos que frenan el crecimiento y la competitividad.
Por eso en México estamos impulsando reformas estructurales que fortalecen los cimientos de nuestro desarrollo a futuro.
Hemos impulsado y logrado una reforma fiscal, una reforma en materia de pensiones de los servidores públicos, que ya he mencionado. Ahora trabajamos en una reforma energética y seguirán más, porque México las necesita.
Sé que el impulso mismo de transformación, sé que este impulso reformador, está presente en otras naciones del continente, por lo que el intercambio de ideas y experiencias en esta reunión la hará aún más, mucho más fructífera.
Para cumplir con los objetivos comunes de nuestra agenda, de crecimiento económico con justicia, los organismos financieros internacionales tienen un importante papel que jugar como aliados que puedan proporcionar asesoría valiosa, financiamiento y liderazgo, precisamente al abordar estos problemas.
Más allá de la indispensable reforma de las instituciones globales, es fundamental que éstas sean capaces de articular en el presente un mayor liderazgo ante las nuevas circunstancias de la economía mundial.
Hoy los problemas económicos son más globales que nunca: una sequía en Australia, o una inundación en el Mississippi repercuten directamente en la mesa de una familia chiapaneca o de una familia guaraní.
Ante problemas globales se requieren políticas públicas que, aunque tengan alcance local, estén mejor articuladas en el ámbito internacional.
Una mayor coordinación en la aplicación de políticas públicas, por ejemplo, sean fiscales, comerciales o monetarias, entre economías que son inevitablemente interdependientes, ayudaría mucho más a la hora de enfrentar estos desafíos globales.
Por ello celebro que en el marco de este Foro contemos con la presencia de los titulares de los organismos internacionales más importantes en esta materia.
Sin duda, el diálogo abierto y franco que sostendremos en esta reunión, contribuirá a construir nuevos puentes de entendimiento y colaboración respetuosos.
Amigas y amigos:
Para impulsar una nueva etapa de progreso y de desarrollo en América y en el Caribe, se requiere volver a lo básico, recordar los principios elementales que garantizan el crecimiento y también una sólida intervención y voluntad del Estado para generar igualdad de oportunidades.
Complementar Estado y mercado, y recordar que una economía global requiere también la concurrencia de los principales actores globales, trátese de gobiernos o de organismos internacionales, para hacerle frente.
Este es el gran reto que enfrentamos y estoy convencido de que juntos tendremos la capacidad para llegar a tiempo a nuestra cita con un mejor futuro.
Muchas gracias y nuevamente bienvenidos a México.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario