¡Buena decisión!, aunque un poco tarde.
Tal y como lo adelanto la columna Templo Mayor de Reforma, el Presidente Calderón designa a Jorge E. Tello Peón como su asesor en materia de seguridad nacional.
Comunicado oficial Residencia Oficial, CGCS-201, 19 de octubre de 2008;
La Presidencia de la República informa que el Presidente Felipe Calderón Hinojosa designó al ingeniero Jorge E. Tello Peón como su asesor en materia de seguridad nacional, con el objetivo de fortalecer las tareas de coordinación entre las distintas instituciones responsables de esa materia.
El ingeniero Tello Peón se ha desempeñado como Director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, Comisionado del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas de la Procuraduría General de la República y como Subsecretario de Gobernación.
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El ingeniero Tello Peón se ha desempeñado como Director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, Comisionado del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas de la Procuraduría General de la República y como Subsecretario de Gobernación.
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Columna TEMPLO MAYOR, Reforma, 19 octubre 2008
SI EN LA SEMANA que inicia mañana comienza a escuchar el nombre de Jorge Tello Peón, no se sorprenda, pues cuentan por ahí que su regreso a las grandes ligas de la política nacional se acerca.DICEN los que saben del asunto que el ex subsecretario de Seguridad Pública y uno de los fundadores del Cisen y de la PFP está por dejar su actual empleo como encargado de la seguridad de Cemex para integrarse a la administración calderonista.
Y AUNQUE mucho se ha manejado la posibilidad de que se dé un relevo en la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública, en la que despacha Genaro García Luna, todo indica que Tello Peón no va para allá.
SEGÚN ESTO, en Los Pinos ya le están habilitando una de las oficinas, pues el ex funcionario al que le tocó pagar con su salida de la SSP los platos rotos por la fuga de Joaquín "El Chapo" Guzmán podría convertirse en una especie de coordinador del gabinete de seguridad.
SI ESO OCURRE, será interesante ver cómo lo toman García Luna y el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, a quienes prácticamente les estarían poniendo un nuevo jefe.
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El regreso del Ingeniero Jorge Tello Peón
Es ingeniero y hasta ayer se desempeñaba como el responsable de toda la seguridad de la empresa mexicana regiomontana Cementos Mexicanos propiedad de Lorenzo Zambrano, además de profesor de Inteligencia Estratégica del ITESM, campus Monterrey.
Tiene una enorme expereiencia. Trabajo desde un inicio en el Cisen con Jorge Carrillo Olea, febrero de 1989 en el Cisen; fue director del Centro Nacional Contra las Drogas de la PGR, director del Cisen en enero de 1994 hasta mayo de 1999; además ha sido subsecretario de Seguridad de Gobernación y subsecretario de la Secretaría de Seguridad Pública.
El periodista Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente personal (El Universal, 12/01/2007) comentó entonces que la llegada de Guillermo Valdés como director del Cisen se debio a que el dream team de la Seguridad del Estado "lo integrarían Jorge Tello Peón en la Secretaría de Seguridad Pública, Eduardo Medina Mora en PGR y Genaro García Luna en el Cisen. Pero, "todo ese diseño institucional se derrumbó antes de concretarse". El motivo Tello no aceptó el nombramiento debido a "una rebelión familiar", por lo que ello "provocó un reajuste apresurado."
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Directores del Cisen
Jorge Carrillo Olea, febrero de 1989.
Fernando del Villar Moreno, octubre de 1990.
Eduardo Pontones Chico, enero de 1993.
Jorge Tello Peón, enero de 1994.
Alejandro Alegre, mayo de 1999.·
Eduardo Medina-Mora Icaza, diciembre del 2000.
Jaime Domingo López Buitrón, octubre del 2005.
Fernando del Villar Moreno, octubre de 1990.
Eduardo Pontones Chico, enero de 1993.
Jorge Tello Peón, enero de 1994.
Alejandro Alegre, mayo de 1999.·
Eduardo Medina-Mora Icaza, diciembre del 2000.
Jaime Domingo López Buitrón, octubre del 2005.
Guillermo Valdés, enero del 2007 a la fecha.¨
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Las debilidades del Cisen
Ernesto Núñez, reportero de Reforma entrevista a Jorge Tello Peón, publicado en el suplemento Enfoque de Reforma, 23 septiembre 2007;
-¿Cómo dimensiona usted los ataques recientes del EPR a ductos de Petróleos Mexicanos?
-Para "dimensionar" se tienen que definir parámetros. ¿Políticos, militares, económicos o sociales?
En términos económicos, los costos de estos atentados son extraordinariamente altos y han sido profusamente comentados en la prensa nacional. La suspensión de actividades industriales y el desplazamiento de la población han sido cuantificados y señalados por los medios de comunicación. Como síntoma de permisividad delictiva e indicador de ingobernabilidad son hechos alarmantes. No sólo está la custodia de instalaciones estratégicas sino la disponibilidad de información sensible sobre infraestructura básica y el acceso al material explosivo.
Los efectos sobre la imagen nacional ante el mundo son también de enorme gravedad. El mensaje de inestabilidad política e inseguridad jurídica y física, en una lógica global donde el país compite, es extraordinariamente dañino: son los inversionistas, con la sensibilidad del capital internacional; es el turismo; pero es también el gobierno de nuestros vecinos y socios comerciales. La pregunta será: ¿pueden los mexicanos hacerse cargo de su país y ofrecer al mundo los niveles de seguridad que demanda la región, como compromiso de un Estado libre y soberano con la comunidad internacional?, ¿pueden -podemos- en un tiempo donde la guerra al terrorismo tiene la más alta prioridad en las agendas mundiales, ofrecer garantías?
El fenómeno no constituye una amenaza relevante en términos de capacidad militar: efectivos, capacidad de fuego, soporte logístico, financiamiento. Tampoco hay elementos para suponer que el llamado EPR tenga capacidad para convocar a una movilización social de masas. La falta de legitimidad de un movimiento que opta por la violencia como arma para alcanzar supuestos objetivos políticos, no tiene capacidad de desencadenar movimientos o expresiones secuenciales, cuando las vías constitucionales están abiertas. Sus causas no son las de los mexicanos, y menos aún sus formas.
Las soluciones de violencia no tienen cabida en un momento en que hay evidencias de la eficacia del debate político. Con las deficiencias que se le quieran atribuir a las instituciones democráticas nacionales, se goza de la vigencia del Estado de Derecho, que con todo lo precario que sea, proporciona cauces legales para dirimir diferencias y controversias.
La presencia del proyecto subversivo es fundamentalmente regional y no tiene una cobertura nacional. Su falta de presencia y representatividad genera una penetración social irrelevante. ¿De parte de quién actúan? La "aritmética política y social" no da para este tipo de soluciones. Algún analista político calificó a estas expresiones violentas como una "patología ideológica". Resabios de una lucha ideológica cuyo fracaso fue evidente en el siglo XX. Hoy, tienen una lógica sectaria y criminal, muy difícil de convencer como vía alternativa, aun reconociendo los desequilibrios sociales que se quieran utilizar como justificación.
-¿El Estado mexicano está preparado para prevenir ese tipo de ataques o para reaccionar adecuadamente una vez que se han perpetrado?
-¿Cómo dimensiona usted los ataques recientes del EPR a ductos de Petróleos Mexicanos?
-Para "dimensionar" se tienen que definir parámetros. ¿Políticos, militares, económicos o sociales?
En términos económicos, los costos de estos atentados son extraordinariamente altos y han sido profusamente comentados en la prensa nacional. La suspensión de actividades industriales y el desplazamiento de la población han sido cuantificados y señalados por los medios de comunicación. Como síntoma de permisividad delictiva e indicador de ingobernabilidad son hechos alarmantes. No sólo está la custodia de instalaciones estratégicas sino la disponibilidad de información sensible sobre infraestructura básica y el acceso al material explosivo.
Los efectos sobre la imagen nacional ante el mundo son también de enorme gravedad. El mensaje de inestabilidad política e inseguridad jurídica y física, en una lógica global donde el país compite, es extraordinariamente dañino: son los inversionistas, con la sensibilidad del capital internacional; es el turismo; pero es también el gobierno de nuestros vecinos y socios comerciales. La pregunta será: ¿pueden los mexicanos hacerse cargo de su país y ofrecer al mundo los niveles de seguridad que demanda la región, como compromiso de un Estado libre y soberano con la comunidad internacional?, ¿pueden -podemos- en un tiempo donde la guerra al terrorismo tiene la más alta prioridad en las agendas mundiales, ofrecer garantías?
El fenómeno no constituye una amenaza relevante en términos de capacidad militar: efectivos, capacidad de fuego, soporte logístico, financiamiento. Tampoco hay elementos para suponer que el llamado EPR tenga capacidad para convocar a una movilización social de masas. La falta de legitimidad de un movimiento que opta por la violencia como arma para alcanzar supuestos objetivos políticos, no tiene capacidad de desencadenar movimientos o expresiones secuenciales, cuando las vías constitucionales están abiertas. Sus causas no son las de los mexicanos, y menos aún sus formas.
Las soluciones de violencia no tienen cabida en un momento en que hay evidencias de la eficacia del debate político. Con las deficiencias que se le quieran atribuir a las instituciones democráticas nacionales, se goza de la vigencia del Estado de Derecho, que con todo lo precario que sea, proporciona cauces legales para dirimir diferencias y controversias.
La presencia del proyecto subversivo es fundamentalmente regional y no tiene una cobertura nacional. Su falta de presencia y representatividad genera una penetración social irrelevante. ¿De parte de quién actúan? La "aritmética política y social" no da para este tipo de soluciones. Algún analista político calificó a estas expresiones violentas como una "patología ideológica". Resabios de una lucha ideológica cuyo fracaso fue evidente en el siglo XX. Hoy, tienen una lógica sectaria y criminal, muy difícil de convencer como vía alternativa, aun reconociendo los desequilibrios sociales que se quieran utilizar como justificación.
-¿El Estado mexicano está preparado para prevenir ese tipo de ataques o para reaccionar adecuadamente una vez que se han perpetrado?
-Los procesos de este tipo requieren de respuestas institucionales de largo plazo, de ahí que sea indispensable la fortaleza de instituciones de Estado, independientes de las coyunturas de gobierno. Las sorpresas son inevitables. Lo son para las sociedades más avanzadas del mundo. Sea el Metro de Tokio o Londres, las Torres Gemelas de Nueva York, las oficinas federales de Oklahoma, o la estación de Atocha en Madrid.
México tiene instituciones capaces de atender estos fenómenos, pero su mejor prevención y combate requiere de un sentido de continuidad que se ha descuidado, y que la presente administración está retomando. Los fenómenos políticos requieren atención política y los sociales de atención de carácter social. El EPR puede ser consecuencia de contradicciones políticas y sociales, pero mantiene un perfil delictivo y de terrorismo que exige respuestas especializadas de carácter jurídico, de inteligencia, de operación policial y, acaso, militar, que no pueden sustituirse ni tampoco improvisarse.
En un proceso cíclico, cabe suponer que los hechos de referencia, con sus enormes costos, fungirán como catalizador para fortalecer las respuestas del Estado. Aunque cínico, en una lógica de eficacia se puede afirmar que "al ladrón se le pesca más rápido si sigue robando".
Tomará un poco de tiempo, con costos altos, pero se contendrá, y eventualmente se consignará a los responsables.
-¿Cuáles son las principales debilidades del sistema de inteligencia y de seguridad nacional?, ¿está el Cisen jugando el papel para el cual fue creado?
México tiene instituciones capaces de atender estos fenómenos, pero su mejor prevención y combate requiere de un sentido de continuidad que se ha descuidado, y que la presente administración está retomando. Los fenómenos políticos requieren atención política y los sociales de atención de carácter social. El EPR puede ser consecuencia de contradicciones políticas y sociales, pero mantiene un perfil delictivo y de terrorismo que exige respuestas especializadas de carácter jurídico, de inteligencia, de operación policial y, acaso, militar, que no pueden sustituirse ni tampoco improvisarse.
En un proceso cíclico, cabe suponer que los hechos de referencia, con sus enormes costos, fungirán como catalizador para fortalecer las respuestas del Estado. Aunque cínico, en una lógica de eficacia se puede afirmar que "al ladrón se le pesca más rápido si sigue robando".
Tomará un poco de tiempo, con costos altos, pero se contendrá, y eventualmente se consignará a los responsables.
-¿Cuáles son las principales debilidades del sistema de inteligencia y de seguridad nacional?, ¿está el Cisen jugando el papel para el cual fue creado?
-La historia de los sistemas de inteligencia es la historia de sus fracasos, se dice con frecuencia. Y es natural, los éxitos no se registran, no por ser secretos sino porque muchos de ellos son eso: "éxitos", por no existir. El Cisen, desde su creación, ha demostrado su institucionalidad y su vocación de servicio al Estado. Ha sido "cantera" de cuadros de seguridad para instituciones federales y estatales, lo que ha provocado un proceso de renovación y regeneración de personal, mucho más allá de lo recomendable en instituciones de su tipo.
También es cierto que no fue excepción su caso en la falta de continuidad de apoyos institucionales para su mantenimiento y operación, en el pasado reciente. La debilidad de nuestras instituciones es producto, en mucho, de la falta de cultura de Estado en la administración pública mexicana, y en particular de una cultura de inteligencia. No hay mal que por bien no venga. La necesidad crea al órgano. Los problemas nos recordarán hoy, la necesidad de tener un sistema de inteligencia profesional al servicio del Estado.
También es cierto que no fue excepción su caso en la falta de continuidad de apoyos institucionales para su mantenimiento y operación, en el pasado reciente. La debilidad de nuestras instituciones es producto, en mucho, de la falta de cultura de Estado en la administración pública mexicana, y en particular de una cultura de inteligencia. No hay mal que por bien no venga. La necesidad crea al órgano. Los problemas nos recordarán hoy, la necesidad de tener un sistema de inteligencia profesional al servicio del Estado.
Recomiendo tambien dos textos de Tello Peón publicado en Código Topo, suplemento mensual de Excelsior:
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