2 feb 2009

Narco violencia de exportación

Según el informe Mexico Security Memo: Feb. 2, 2009
Violence related to the drug trade is rampant in Mexico, where gunmen are every bit as brutal as the death squads in Iraq. The Mexico Security Memo is a weekly summary report concerning instability and key incidents.
Narco violencia de exportación
JORGE CARRASCO ARAIZAGA, reportero
Revista Porceso (www.proceso.com.mx), 1 de febrero de 2009;
La penetración de los cárteles mexicanos en Estados Unidos comienza a preocupar a las agencias policiacas federales de ese país. Para el Pentágono ya es un problema de seguridad nacional. La guerra del crimen organizado podría trasladarse al otro lado de la frontera por las alianzas de los cárteles del Golfo, Juárez, Tijuana y Sinaloa con bandas “bien establecidas” que operan desde cárceles y en las calles de Texas, Arizona y Nuevo México.
Los cárteles mexicanos de la droga se han aliado con bandas estadunidenses de diferente origen étnico que actúan en ambos lados de la frontera y amenazan con reproducir, en el sur de Estados Unidos, la violencia que se registra en México.
La mayoría son de origen hispano, pero también ya hay organizaciones delictivas integradas por negros y supremacistas blancos que se disputan el control del negocio de la distribución de mariguana, cocaína y heroína que llega de México, además de su participación en el tráfico de armas hacia el sur de la frontera.
Una de las bandas más importantes es Barrio Azteca, que opera en Texas, Nuevo México y Arizona en alianza con el cártel de Juárez, pero que ha trabajado también para el cártel de Sinaloa, de Joaquín El Chapo Guzmán.
Es tal la expansión de esas organizaciones del lado estadunidense de la frontera, como brazos de los cárteles mexicanos, que el pasado 27 de enero el jefe del Estado Mayor Conjunto del Pentágono, el almirante Michael Mullen, hizo pública su “extrema preocupación” por el fenómeno.
En un encuentro en Washington con la prensa extranjera para hablar sobre las amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos, Mullen destacó que varios jefes de los comandos que integran las Fuerzas Armadas coinciden en esa evaluación. Citó entre ellos a James N. Mattis, jefe del Comando de Fuerzas Conjuntas, y a Víctor E. Renuart, jefe del Comando Norte.
“Estoy extremadamente preocupado” por la frontera con México y (en general por) la guerra contra las drogas” en ese país, respondió el almirante cuestionado por la prensa mexicana.
Máximo mando militar estadunidense, Mullen dijo que el creciente número de asesinatos y secuestros ocurridos en los últimos dos años a causa del narcotráfico “tiene toda nuestra atención” como problemas para la seguridad nacional de Estados Unidos, además de los conflictos en Afganistán, Irak y Paquistán.
De acuerdo con la firma estadunidense de inteligencia Stratfor, hay por lo menos nueve bandas “bien establecidas” que actúan desde cárceles estadunidenses y tienen operadores en las calles, así como “contactos” con guardias fronterizos y policías locales para facilitar el tráfico de drogas a Estados Unidos.
En un reporte fechado el 19 de noviembre pasado, Stratfor establece que esos grupos, integrados por miembros de diferentes nacionalidades, ayudan a las organizaciones de narcotraficantes mexicanos al contrabando y distribución de narcóticos en Estados Unidos, toda vez que la frontera es el punto de revisión de mayor obstáculo en la cadena de proveedores de la droga.
Aparte de Barrio Azteca y su relación con el cártel de Juárez, identifica a Hermanos Pistoleros Latinos, en Houston; el Texas Syndicate y Tango Blast, que operan en el Valle de Río Grande como aliados del cártel del Golfo, y la Mafia Mexicana, en California y Texas, que trabaja con los cárteles de Tijuana y Sinaloa. Stratfor también ha identificado bandas que actúan en Estados Unidos con grupos mexicanos como Mexikanemi, Norteños y los Sureños, y otras como Latin Kings y la MS-13, de la Mara Salvatrucha.
Una serie de audiencias efectuadas en noviembre pasado en la Corte federal de El Paso, Texas, relacionadas con la detención de seis miembros de Barrio Azteca, le permitieron a Stratfor conocer detalles sobre la operación e integración de la organización delictiva surgida en la prisión estatal de Texas en 1986.
De los seis detenidos, tres son considerados miembros de la plana mayor de la organización: Benjamín Álvarez, Manuel Cardoza y Carlos Perea. Los otros son uno de sus asistentes, Said Francisco Herrera; el lugarteniente Eugene Mona, y el asociado Arturo Enríquez.
Los grupos asociados a los cárteles mexicanos son más que pandillas callejeras y actúan por regiones, lo que les permite a aquellos tener contactos con tres o cuatro bandas a la vez. La mayoría la integran mexicanos inmigrantes o estadunidenses de origen mexicano. Pero según la empresa dedicada al análisis de seguridad e inteligencia, en las zonas más conflictivas del mundo también hay “grupos de blancos supremacistas, bandas de motociclistas de razas mezcladas y bandas callejeras de afroestadunidenses (que) han formado extensas alianzas con los cárteles mexicanos”.
En lo que constituye un reconocimiento de que existen complicidades en Estados Unidos con los cárteles mexicanos, el reporte señala que para cruzar diariamente grandes cantidades de droga “se requiere de conexiones locales dedicadas a corromper guardias o policías de las ciudades fronterizas”.
Precisa que las bandas del lado estadunidense también tienen contactos con vendedores de droga al menudeo, quienes obtienen grandes ganancias por el elevado precio de las dosis.
Las revelaciones hechas en el proceso judicial contra Barrio Azteca llevan a Stratfor a advertir sobre un potencial traslado de la violencia de México a Estados Unidos: “La asociación (entre los cárteles mexicanos y las bandas estadunidenses) va más allá de los narcóticos; incluye también la violencia”.
En seguida, expresa un temor: “A la luz de los altos niveles alcanzados en México relacionados con el tráfico de drogas, hay una genuina preocupación de que esa violencia (y corrupción) se pueda extender dentro de Estados Unidos”.
Califica esa posibilidad como “terrorífica”, aunque la violencia no es nueva. “Hasta ahora, los cárteles mexicanos y sus aliados estadunidenses se han enfocado en aquellos que están directamente involucrados en el tráfico de drogas. Si esta restricción va a continuar, es algo que no está claro. De cualquier manera, el daño colateral siempre es una posibilidad”.
Tropas narcomenudistas
Los antecedentes de Barrio Azteca mencionados en las audiencias de la Corte federal indican que el grupo se formó en 1986 como resultado de las fuertes tensiones raciales en la cárcel de El Paso.
Su control de las prisiones estadunidenses ha sido tal que de 1996 a 2002 utilizó como “correo”, entre sus miembros dentro y fuera de la prisión, al funcionario Sandy Valles New, quien trabajó en la sección de investigaciones de la Oficina del Defensor Público Federal en El Paso. Valles también sostenía comunicación con miembros de Barrio Azteca en Ciudad Juárez.
De la cárcel de El Paso la organización delictiva se extendió a otras y actualmente abarca a todas las prisiones de Texas. Además, con exconvictos logró una fuerte presencia en las calles de esa ciudad fronteriza con Ciudad Juárez, Chihuahua, asiento del cártel que encabeza Vicente Carrillo Fuentes.
A finales de los noventa comenzó a trabajar con El Chapo Guzmán, que de acuerdo con Stratfor controlaba los cargamentos de droga a Ciudad Juárez. Apoyada en testimonios que obtuvo entre los acusados y la fiscalía, la firma asegura que el grupo ahora está aliado sólo con el cártel de Juárez, que “desde hace tiempo controla la mayor parte del estado de Chihuahua, y rompió su relación con el cártel de Sinaloa a principios de 2008”.
Sobre la operación de Barrio Azteca, asegura que provee de “soldados rasos” al cártel de Vicente Carrillo por órdenes de este capo. Recuerda que el 3 de noviembre pasado, 10 presuntos integrantes de la organización texana fueron detenidos en Ciudad Juárez con cuatro “cuernos de chivo”, pistolas y equipo de radiocomunicación cuando al parecer iban a cumplir una misión. Se les vincula con 12 asesinatos.
Según los testimonios recabados por Stratfor, los vendedores callejeros de droga en Estados Unidos deben pagar “impuestos” a Barrio Azteca para continuar con su negocio. Josue Aguirre, un exmiembro de la banda que se convirtió en informante del FBI, aseguró durante el proceso que tan sólo en El Paso la organización hace ese cobro en 47 calles. Quien no paga es asesinado.
El dinero recolectado va a los lugartenientes y capitanes de la banda, que reciben 50 y 200 dólares mensuales, respectivamente, “por compensación”. La mayor parte del dinero es transferida a cuentas de los jefes de la organización, como los tres detenidos. Otra parte del dinero va al cártel proveedor de la droga, en Ciudad Juárez.
Por su ayuda táctica, la banda recibe descuentos en el precio de la droga por parte del cártel de Vicente Carrillo. Cuando alguno de los miembros del grupo es amenazado en México, es escondido en El Paso bajo la protección de Barrio Azteca.
Otro “servicio” que los texanos prestaron a sus socios mexicanos es el que reveló en su testimonio Gustavo Gallardo, un exintegrante de la banda: el secuestro de un individuo en El Paso que se había quedado con parte del dinero del cártel de Juárez. Lo trasladaron a una casa de seguridad de El Paso y de ahí lo llevaron a Ciudad Juárez, donde desapareció.
Stratfor asegura que con los secuestros de personas que son llevadas de El Paso a Ciudad Juárez para ser detenidas o asesinadas, se demuestra que existe un “vínculo de la violencia en México y Estados Unidos”.

Para la firma, el refugio obligado de miembros de la organización de Carrillo Fuentes en El Paso es un peligro para la seguridad en Estados Unidos: “Mientras más líderes del cártel de Juárez crucen la frontera para esconderse en Estados Unidos, los enemigos del cártel pueden estar más tentados a seguirlos y matarlos en territorio estadunidense”.
Considera que otras organizaciones delictivas en California, Arizona y Nuevo México podrían seguir la misma trayectoria.
Según Stratfor, una muestra de que la violencia saltó de México a Estados Unidos es que se han cometido secuestros y ataques contra agentes de la Patrulla Fronteriza, si bien hasta ahora no han sido asesinados oficiales de las agencias estadunidenses de procuración de justicia o de civiles, “aunque se ha estado cerca de eso”.
Para la citada firma, el hecho de que la violencia no haya llegado a esos niveles se debe a que para los cárteles mexicanos no es atractivo provocar una respuesta coordinada de agencias estadunidenses como la Drug Enforcement Administration (DEA), el Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives (ATF) y el Federal Bureau of Investigation (FBI).
Mantener la violencia en niveles bajos y concentrada en las bandas rivales, así como en los vendedores callejeros de droga, tiene a los cárteles alejados de las citadas agencias. Pero en el momento en que esos índices se disparen o sean asesinados policías o civiles estadunidenses, advierte Stratfor, aumentaría la vigilancia y la represión por parte del gobierno de Estados Unidos.
Otro motivo por el que según la firma de inteligencia la violencia transfronteriza se ha mantenido en niveles bajos, es que las bandas son esenciales para el tráfico de estupefacientes y el movimiento de las ganancias.
Si bien reconoce que el proceso judicial contra los jefes de Barrio Azteca podría minar su actividad en la comercialización de drogas en el corredor El Paso-Ciudad Juárez, señala que la organización no se vería demasiado afectada debido al control que ésta ejerce desde el interior de las cárceles no sólo desde Texas, sino de Nuevo México y Arizona.
Lo que sí ocurriría, indica la firma, es que Barrio Azteca podría estar bajo mayor escrutinio, por lo que sus miembros en ambos lados de la frontera han recibido órdenes de bajar el perfil hasta que haya una resolución judicial del proceso.
Ante este vacío, el cártel de Juárez podría verse obligado a proveerse a sí mismo de seguridad para refugiarse en Estados Unidos, pero sobre todo podría incrementar los índices de violencia entre las bandas rivales en su disputa por el control del tráfico de drogas.
En el análisis de Stratfor se asegura que si los cárteles mexicanos sienten afectadas sus operaciones en Estados Unidos, en algún momento podrían entrar en choque con las agencias de seguridad estadunidenses.
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