27 abr 2010

Mexicanos en el exterior

El Presidente en la Inauguración de la XV Reunión del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior
2010-04-26 | Discurso
Residencia Oficial
Muy buenos días, amigas y amigos.
Embajadora Patricia Espinosa, Secretaria de Relaciones Exteriores.
Licenciado Fernando Gómez Mont, Secretario de Gobernación.
Estimado Cándido Morales Rosas, Director del Instituto de los Mexicanos en el Exterior.
Estimada Rhosbita Barker, Consejera por Salt Lake City del Instituto.
Señor Armando Vera, Consejero por McAllen del Instituto.
Estimadas amigas, estimados amigos.
Muy buenos días, nuevamente.
En primer lugar. Muy bienvenidos aquí, a Los Pinos, a la casa de todos los mexicanos. Ésta es su casa. Siéntanse, en ella, como parte de ella.
Y, desde luego, qué gusto el poder participar con ustedes al inicio de esta Reunión del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior.
Yo celebro que este encuentro se dé en el marco, además, del XX Aniversario, ya, de la creación del Programa de Atención a las Comunidades Mexicanas en el Extranjero, que fue, en parte, una semilla, también, para el origen de este Instituto.
Desde luego, los saludo con mucho afecto, con gran respeto a todos ustedes, consejeras y consejeros aquí presentes. Sé que vienen de diversas partes de la Unión Americana, y quiero decirles que admiro su trabajo, su sólida identidad, su gran amor a México.
Porque al igual que todos los mexicanos, estoy seguro, nos sentimos, yo me siento muy orgulloso de ustedes, muy orgulloso de su esfuerzo, de su tesón, de sus logros conseguidos a pulso, a pesar de la enorme adversidad que han tenido que enfrentar en los Estados Unidos.
Y han tenido logros de manera individual, como de manera colectiva, como es, precisamente, la organización de este Consejo.
Sé que el mexicano que está en el exterior, sé que el mexicano que está en Estados Unidos, es un ejemplo de voluntad de superación; es un ejemplo de esmero, es un ejemplo de lucha, y ello nos distingue a todos los mexicanos, nos honra.
Y como señalé desde el inicio del Gobierno, tengo un firme compromiso para luchar al lado de los mexicanos, donde quiera que se encuentren.
Yo les reitero, señoras y señores consejeros, que mi convicción personal es, ha sido y es, que ahí donde quiera que haya un mexicano, ahí tiene que estar el Gobierno para apoyarlo en todas sus demandas y en sus necesidades.
Sabemos que año con año la migración divide a miles de familias, a miles de comunidades, se lleva a gente muy valiosa, a mexicanas y mexicanos emprendedores y trabajadores, a miles y miles de jóvenes bien preparados. Se lleva a padres o madres de familia, que muchas veces no pueden volver a ver a sus hijos, a la vez se lleva hijos que quizás no volverán a ver a sus padres.
Se lleva, la migración, también a lo mejor de nuestra gente: liderazgos sociales, liderazgos comunitarios, liderazgos políticos, que también hacen falta en nuestro país, en sus comunidades y que, precisamente, ese factor de liderazgo se convierte en un elemento cohesionador de las comunidades de mexicanos en el exterior.
Todas nuestras familias o muchas familias de mexicanos, diría yo, desde luego la mía también, la de mi esposa también, están divididas por esa separación; porque tenemos parientes muy cercanos, ustedes no imaginan cuánto, que están allá, y a quienes nos hemos visto en años, precisamente, por la situación y las condiciones en las que se viven y que nos separan. Y esa es la historia de miles de comunidades, insisto, a lo largo y a lo ancho del país.
Anteriormente era en los estados que más gente han dejado de estar ahí y han tenido que salir. Estados donde tradicionalmente la migración era el fenómeno mayoritario, como Michoacán, mi propio estado, o Jalisco, o Zacatecas o Guanajuato.
Pero ahora los mexicanos en el exterior provienen de todos los confines de la República Mexicana; y especialmente, por cierto, a últimas fechas incluso de grandes ciudades, como la Ciudad de México.
México es un país de origen de migrantes, de tránsito de migrantes de otros países a Estados Unidos, y también destino de migrantes, ahora.
Y por esa razón, los mexicanos hemos de defender los derechos y la dignidad de todo aquel que se vea obligado a abandonar su comunidad de origen, en busca de un futuro mejor.
Si un criterio que hemos querido asumir en esta Administración, es que así como queremos un trato justo, un trato humano, un trato respetuoso para los migrantes mexicanos en Estados Unidos, también, y con mayor razón, estamos obligados a darle un trato humano, un trato justo, un trato respetuoso a los migrantes de otros países que vienen aquí o pasan por México en busca de un mejor destino.
Más allá de su nacionalidad, más allá de su calidad migratoria, al final de cuentas el migrante son mujeres, son hombres con sueños, con aspiraciones, con problemas, con anhelos, que sabemos que buscan un futuro mejor, como dijo Rhosbita aquí.
Y por esa razón estamos obligados a darles el trato digno y humano que su dignidad merece. Partimos, además, de que ninguna política migratoria puede estar por encima de los derechos de la gente. Esta convicción es hoy más fuerte que nunca, ante la reciente aprobación y promulgación de la Ley SB1070.
Toda regulación que se centre en criminalizar el fenómeno migratorio, un fenómeno social, un fenómeno económico, y criminalizarla de esta manera, abre la puerta a la intolerancia, al odio, a la discriminación, al abuso en la aplicación de la ley.
Si bien es cierto que México sabe del derecho soberano de toda Nación para decidir sus políticas que se apliquen en su territorio, no puede ni va a permanecer mi Gobierno indiferente cuando dichas políticas atentan contra los derechos humanos.
Vamos a actuar, estamos actuando y actuaremos más, que no puede nadie quedarse cruzado de brazos frente a decisiones que afectan tan claramente a paisanos, que por generaciones han contribuido al crecimiento, no sólo quienes llegan ahora, quienes están ahí y que sufrirán el atropello de una ley injusta, que han contribuido al desarrollo y la prosperidad de Arizona, que no se entendería sin los mexicanos y menos, cuando en este caso, se pone en marcha una legislación que abre las puertas a una inaceptable discriminación racial.
El Gobierno de México utilizará todos los recursos a su alcance para defender los derechos de los mexicanos que se ven afectados por esa legislación y no escatimaremos esfuerzos para asegurar que se respete la dignidad de cada una y de cada uno de nuestros paisanos.
Ante los efectos perniciosos de esta legislación, efectos, desde luego, que dañan a las comunidades mexicanas en Arizona, pero no sólo a ellas, he girado instrucciones a la Cancillería y a los consulados de México en Estados Unidos y particularmente los cinco que están en el estado, para que redoblen sus acciones de asistencia y protección consular, para que coadyuvemos a la organización de los propios migrantes y también para que estos consulados y la Cancillería trabajen con los abogados, consultores, con expertos jurídicos para defender los derechos de los mexicanos.
Rhosbita me planteaba hace un momento la posibilidad, incluso de organizar una red de abogados que, incluso, trabajan pro bono, trabajan gratuitamente a favor de la defensa de los derechos de los paisanos para que podamos, precisamente proveer los mecanismos que ayuden a tener una red poderosa que defienda con la ley en la mano, con la Constitución, incluso, la propia Constitución Americana estos derechos.
Sabemos la gravedad de esta ley, la SB1070, pero también amigas y amigos, pienso que esta circunstancia tan adversa tiene que ser un acicate, tiene que ser un motivo más para fortalecer y para incrementar la unidad y la organización de los mexicanos en Estados Unidos, y de los mexicanos en Estados Unidos con el Gobierno mexicano.
Es nuestro deber actuar, actuar juntos, actuar ahora; actuar de manera coordinada. Esta situación que nos indigna y que nos entristece, al mismo tiempo, nos impulsa decididamente a ir más rápido, a ir más fuerte y a estar más cerca con los mexicanos en Estados Unidos y particularmente en el Estado de Arizona.
Por otra parte, amigas y amigos, también nosotros sabemos que los lazos de amistad, de comercio, de turismo, culturales, entre México y Arizona, se ven seriamente afectados por este tipo de legislación, porque son legislaciones oportunistas, impulsadas en coyunturas claramente electorales, que no garantizan adecuadamente el respeto a los derechos fundamentales de las personas.
Y debo decir, no sólo de los mexicanos, sino incluso de los méxico-americanos, que también serán objeto de persecución injusta con esta legislación si no se detiene.
En México distinguimos claramente las acciones que realizan también niveles distintos de Gobierno y de autoridad. Por eso, también hay que tener cuidado de no hacer generalizaciones sobre lo que se puede ver en Arizona, porque también, a diferencia de lo que ocurre, no sólo en ese, sino en otros estados de la Unión Americana donde también se impulsan legislaciones no sólo antiinmigrantes, sino antihumanas, hemos construido, por otra parte, hay que decirlo porque tenemos que aprovecharlo, una nueva, una relación más estrecha con el Gobierno del Presidente Barack Obama.
Porque es una relación que se está fincando en el respeto y en el entendimiento mutuo. Y como parte de esa nueva relación, valoramos en toda su dimensión el rechazo que el Presidente mismo de Estados Unidos ha hecho a la legislación antiinmigrante de Arizona, y observamos, desde luego, con profundo interés, el debate en torno a la necesaria reforma migratoria en los Estados Unidos.
Reiteramos, por supuesto, nuestra disposición para contribuir de una manera constructiva al reconocimiento de las enormes aportaciones sociales, económicas, culturales, que los migrantes han hecho a la sociedad de ambos países.
Coincido, precisamente, con el Presidente Obama, de que los Gobiernos Federales tenemos la responsabilidad de impulsar esquemas que atiendan al fenómeno migratorio desde una perspectiva integral.
Debemos aspirar a que haya una migración segura, legal, ordenada, respetuosa de la dignidad humana. Porque la migración, como he dicho, es un fenómeno natural, es un fenómeno económico irreversible, que se da, precisamente, entre dos economías que son tan claramente complementarias, y que además son vecinas.
Porque una economía tan intensiva en capital, como la de Estados Unidos, es imposible que no se integre, sea por la inversión extranjera en México o sea por la migración en Estados Unidos, con una economía intensiva en mano de obra trabajadora, como es la mexicana.
Es un fenómeno de integración natural, impulsado, precisamente, por las relaciones de eficiencia económica; por lazos culturales, por lazos familiares, por lazos históricos, porque no puede perderse de vista que el fenómeno migratorio, estando desde hace siglos, se acelera, precisamente, a partir de programas, como el Programa Bracero y otros, en los cuales los jóvenes americanos peleaban por la libertad de todos en el mundo, en la Segunda Guerra Mundial, y la industria, y particularmente el campo norteamericano, necesitó de los trabajadores mexicanos para poder salir adelante.
Y a invitación de ellos, fueron trabajadores mexicanos allá, echaron raíces, fundaron familias y establecieron un vínculo que no se puede borrar por decreto.
Por tanto, requerimos una solución integral al fenómeno migratorio, que tome en cuenta esta realidad, la realidad de nuestras economías y de nuestras sociedades, y el hecho de ser sociedades unidas por estrechos lazos sociales y culturales.
Con hechos, con razones, con argumentos sólidos, vamos a demostrarle que nuestros paisanos no son parte del problema, sino parte de la solución.
Sería difícil entender el crecimiento y la prosperidad de los Estados Unidos, registrados en el siglo XX, sin el trabajo y las aportaciones de trabajadores hispanos y mexicanos.
Como también será muy difícil esperar que haya una sólida recuperación económica en los propios Estados Unidos si no se integra y si se excluye de cualquiera manera el trabajo de los migrantes. Porque es un trabajo altamente productivo, porque es un trabajo que es asumido en condiciones competitivas para las empresas, y que incluso llegan a rayar, como dijo Rhosbita, en la explotación de los trabajadores.
Porque sabemos que ese trabajo tiene que ser respetado, regulado. Nosotros, yo, como Presidente de la República, no aspiro, por supuesto, a ver permanentemente mexicanos arriesgar la vida para ir a Estados Unidos.
Aspiro aquí, a que en México se generen las oportunidades de trabajo y de bienestar que los migrantes buscan. Aquí trabajamos día con día para hacer las condiciones de seguridad que no había. Para hacer las condiciones de trabajo e inversión, para que, precisamente, no sea el hambre la que mueva a alguien a dejar su familia y a su Patria.
Pero mientras eso ocurre necesitamos que este fenómeno sea entendido en su dimensión, ya no sólo económica, ya no sólo social; en su dimensión humana, de dignidad, de personas, como son, desde luego, los migrantes.
Sabemos que cualquier país puede, verdaderamente, transformarse y adecuar sus leyes. Pero hay una premisa que está más arriba de estos principios y que es el respeto, como dijo Benito Juárez, a los demás, el respeto al derecho ajeno. Y un derecho elemental, precisamente, son los derechos humanos y las garantías de los migrantes.
Como he dicho, los migrantes no sólo realizan una aportación sustantiva al crecimiento, a la productividad y al avance tecnológico en Estados Unidos; sino también, generan un efecto positivo en los ingresos que perciben los trabajadores de ese país.
Debemos abordar el fenómeno migratorio desde una perspectiva integral en todas sus dimensiones: económica, política, social y cultural, y desde luego, evitar un enfoque meramente policiaco o persecutorio, como el que se pretende echar adelante. El reto más apremiante es hacer que prevalezcan visiones de largo plazo, por encima de las coyunturas electorales o de cualquier tipo.
Debemos encontrar un camino de justicia y de tolerancia; debemos garantizar que se reconozca la contribución de los migrantes a la fortaleza económica de los Estados Unidos; garantizar las mejores condiciones cuando nuestros paisanos visiten a sus familias en México, acosadas, como decía Armando, por, ciertamente, autoridades abusivas, nuestras, por desgracia, en el país, mexicanas, pero también ahora por el crimen organizado, que pretende, precisamente, apropiarse de nuestra sociedad. Y no lo vamos a permitir.
El derecho al libre tránsito, al tránsito pacífico y seguro, no sólo de los migrantes, sino de todos los mexicanos, es otra razón más para seguir con firmeza y determinación en la lucha contra el crimen organizado en el país.
Y en estas tareas, amigas y amigos, lo que ustedes pueden aportar en el Consejo es fundamental. Por eso, los planteamientos que aquí se hagan en estos dos días, las conclusiones y recomendaciones a las que se llegue en esta reunión, serán cuidadosamente analizadas por mi Gobierno y, desde luego, por un servidor. Porque me interesa mucho, precisamente, el poder estar cerca de las comunidades mexicanas, el poder saber su sentir, el poder encontrar los mejores caminos para colaborar en una situación tan compleja y tan difícil, como la que ahora se vive.
El año pasado fue un año muy severo para todos. Fue un año en que la recesión económica, que empezó, precisamente, en Estados Unidos, afectó gravemente a la economía del país. Y afectó especialmente a trabajadores migrantes, particularmente en la industria de la construcción en los Estados Unidos; afectó también el envío de remesas a México, porque la gente tuvo que guardarse lo que pudo allá para poder pasar ese periodo crítico. Y encima de ello, nuestra gran dependencia con Estados Unidos, al que le vendemos más del 80 por ciento de nuestros productos, también provocó una severa afectación en nuestro país.
Hoy, sin embargo, como lo hacemos los mexicanos, estamos superando la adversidad y estamos comenzando a salir adelante. Todavía, en el primer trimestre de este año se perdieron decenas de miles de empleos en los Estados Unidos. Sin embargo, aquí, en México, en el primer trimestre del año, trabajadores, nuevos empleos formales, es decir, ya descontando las renuncias o las liquidaciones que haya habido, con cuota pagada en el Seguro Social, registrados en el Seguro Social, se generaron en México casi 300 mil nuevos empleos.
Nosotros estamos haciendo nuestra parte y los mexicanos aquí estamos trabajando muy, muy duro, al igual que ustedes, para salir adelante. Pero esta superación de la adversidad, lo que nos enseña también es que, ante otro problema, como el que ahora vemos, de la amenaza de leyes claramente discriminatorias y violatorias de derechos humanos, debe ser, insisto, un motivo para unirnos y para organizarnos mejor.
Trabajar unidos para fortalecer la posición de México frente al debate migratorio.
Amigas y amigos consejeros:
Hoy también, este año, como ustedes saben, es el Año de la Patria. Es el año donde México celebra, y con orgullo, 200 años de su Independencia, 200 años de ser orgullosamente mexicanos, orgullosamente independientes, y 100 años de la Revolución Mexicana.
En este Año de la Patria, qué gusto que podamos reunirnos con ustedes, con los consejeros del Instituto de los Mexicanos en el Exterior; reunirnos con ustedes, porque sabemos que son líderes y que son firmes defensores de nuestros valores, de nuestras costumbres, de nuestras tradiciones, pero, sobre todo, de nuestra gente en los Estados Unidos.
Les deseo, de corazón, el mayor de los éxitos.
El próximo mes de mayo, como ustedes saben, haré una visita al Presidente Obama y al Congreso de los Estados Unidos. Tengan la certeza de que en las reuniones que habré de tener, en los espacios que como Presidente de México habré de defender, estará presente el tema, indeclinablemente, de los derechos de los mexicanos en Estados Unidos y en cualquier parte del mundo; y la imperiosa necesidad de avanzar a esquemas racionales, sensatos, humanos, equilibrados, que sin menoscabo del derecho que tiene cualquier país de regular las leyes de su propio territorio, sí permitan, como he dicho, una migración ordenada, integral, comprensiva y justa.
El éxito de esta reunión, queridos amigos, radicará, precisamente, en la profundidad con la que ustedes suelen abordar los temas sustantivos para el mejoramiento de nuestras comunidades en el exterior.
Les reitero nuevamente nuestra alegría por su visita. Les refrendo la más cordial de las bienvenidas, y mucho éxito en esta Sesión del Consejo del Instituto.
Y si me permiten, les pido que me acompañen a hacer la formal Inauguración de esta Sesión.
Hoy, lunes 26 de abril del 2010, siendo las 10 de la mañana, me es muy grato declarar formalmente inaugurados los trabajos de la XV Reunión Ordinaria del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior.
Que tengan éxito.

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