6 nov 2011

Elecciones en Guatemala

Los obispos exigen transparencia y justicia en las elecciones
Comunicado de la Archidiócesis de Santiago de Guatemala
NUEVA GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, domingo 6 noviembre 2011 (ZENIT.org).-
 La Archidiócesis de Santiago de Guatemala, cuyo titular es el cardenal Rodolfo Quezada Toruño, hizo público un comunicado este 30 de octubre, en el que los obispos lamentan la violencia, por una parte, y la superficialidad y el derroche económico de la campaña electoral, por otra
Este domingo, un total de 7,3 millones de guatemaltecos están llamados a elegir al sucesor del presidente Álvaro Colom, tras la primera vuelta del 11 de septiembre. El procurador de Derechos Humanos Sergio Morales aseguró este sábado que Guatemala está por cerrar un proceso electoral calificado como el “más violento” de su historia, con 43 muertos.

“Al acercarse el día de la 'elección presidencial' para los próximos cuatro años, queremos expresar brevemente unos puntos de reflexión que iluminen la decisión para emitir el voto como ciudadanos guatemaltecos y cristianos”, dice el comunicado.
Los pastores de la Archidiócesis lamentan en su nota, en primer lugar, el desarrollo de la segunda vuelta entre los dos candidatos a la presidencia: “No exageramos al afirmar que estuvo teñida de fuertes enfrentamientos, carente de respeto mutuo y además, sin ninguna propuesta política seria y válida que contribuya a un futuro de desarrollo y paz”.
Reafirman su “compromiso y preocupación ante este momento histórico” subrayan.
“No podemos permanecer indiferentes y al margen de la historia”, señalan recordando que, “nada hay verdaderamente humano que no encuentre en el corazón de la Iglesia”, según afirmó el Vaticano II, y por ello, afirman “nos alarma la superficialidad de la campaña sin propuestas políticas, el escandaloso derroche económico de la campaña en un país donde las mayorías pasan hambre y crece la desnutrición infantil”.
Según los obispos de Archidiócesis, “esto hace que la población se mantenga indiferente y desinteresada por participar en la votación” y hacen un llamamiento “a cumplir con nuestra responsabilidad política acudiendo a las urnas”.
Para los obispos, “la atención prioritaria a las mayorías pobres y excluidas es una exigencia esencial, no negociable, en cualquier programa político que busque dar respuesta a la situación vergonzosa que vive el país”.
Y lanzan una serie de preguntas: “¿Cómo construir un país distinto mientras las grandes mayorías no tienen acceso a la satisfacción mínima de necesidades? ¿Cuál de los candidatos ha tomado en cuenta el grito hambriento de las multitudes? ¿Con cuál de los dos candidatos existe la posibilidad de una participación real de todos los sectores de la sociedad sin exclusión de nadie? ¿Cuál de los candidatos dará respuesta a los problemas de tierra, salud, educación, techo, trabajo?”.
Se sienten dolidos por “la impunidad imperante, que niega la aplicación de la justicia y es continuidad de la violencia del pasado conflicto armado”.
Constatan que Guatemala es hoy “un país donde la cultura de la violencia forma parte del diario vivir, genera pasividad y anula las personas”.
Ratifican su “compromiso por la vida y la paz en el momento actual” expresando el deseo de que no “se olvide la memoria viva de miles de personas victimadas” y el anhelo “de una vida mejor para todos y todas”, demandando “el cumplimiento de la justicia”.
Invitan a toda la población “a que asuma su compromiso de construir una ciudadanía participativa para cambiar la realidad, fortaleciendo el poder local y auditando la administración pública”. Recuerdan que “nuestra vocación y acción política no termina en la emisión del voto, sino que estamos llamados a fiscalizar a quienes ejercen el poder exigiendo transparencia y justicia”.
“La democracia no se ejerce con demagogias ligeras ni por decreto autoritario, que ahoguen los pocos avances logrados en materia de institucionalidad y del entramado social”, subrayan.
Afirman que “el aprendizaje y la práctica democrática implican espacios de diálogo con todos los sectores de la población, respeto a los derechos humanos y a la libertad de expresión, capacidad de negociación y un compromiso real por el desarrollo de los más pobres y olvidados”.
Y concluyen el comunicado pidiendo “al Dios de la vida, la verdad y la justicia que nos ilumine y nos guíe por el camino recto para que nos organicemos y afrontemos juntos los desafíos que nos plantearán los próximos años”.

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