Columna: La historia en breveCiro Gómez Leyva
Milenio Diario, 16 de marzo de 2012Sí asistiremos, me confirma Enrique Peña Nieto.
—Pero apenas el martes nos dijiste que no irías, Enrique.
—El martes no sabíamos lo que había dicho el Episcopado, de que no habrá reuniones privadas del Papa con los candidatos. Así es que modificamos la decisión y sí vamos a ir.
—¿Seguro?
—Confirmado.
—A ver al lado de quién te sientan.
—Pues eso ya lo sabremos, espero que pronto —expresa el candidato presidencial del PRI.
Parece una corrección lógica. Escuché sus argumentos el martes y me costó comprender los porqués de la ausencia en la misa que Benedicto XVI oficiará al pie del Cerro del Cubilete el domingo 25 de marzo.
Era ilógico que habiendo ido a escuchar una misa papal a Roma, no se desplazara a Guanajuato. Iba a ser complicado, también, explicarle a millones de potenciales votantes católicos el “no gracias” al pontífice Ratzinger. Peña Nieto va a misa, se casó por la iglesia, supongo que se confiesa y comulga, es lo más lejano a un priista jacobino. ¿Le tocaba hacerle el feo al Papa?
Pero lo más significativo era que su ausencia les dejaría la plaza libre a Josefina Vázquez Mota y, tal vez, a Andrés Manuel López Obrador. Era un lujo que no podía darse cinco días antes del arranque oficial de la campaña. Un error táctico, aun para el líder en las encuestas.
—Confirmado, estarás en el Cerro del Cubilete.
—Confirmado —ratifica.
—Territorio azul.
—Nosotros vamos al evento y nos regresamos.
—A ver si no te sientan junto al Peje.
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