10 nov 2013

La versión del piloto Plumlee: La Casa Blanca protegió a Caro Quintero


La versión del piloto Plumlee: La Casa Blanca protegió a Caro Quintero/MUSSIO JAIR CÁRDENAS PALOMO
Revista Proceso # 1932, 9 de noviembre de 2013

En abono de las afirmaciones hechas a Proceso (edición 1928) por el exagente de la DEA Héctor Berrellez y por Phil Jordan, exdirector del Centro de Inteligencia de El Paso, Texas, en el sentido de que la CIA mandó matar a Kiki Camarena el expiloto aviador de esta última agencia, Robert Tosh Plumlee, sostiene que la Casa Blanca ordenó “proteger” al narcotraficante Rafael Caro Quintero. De hecho, en el mismo número de este semanario Plumlee también avaló con sus declaraciones las de Berrellez y Jordan. Y ahora, en exclusiva, entra en detalles: dice que Washington no quería que el capo revelara las operaciones secretas de la CIA, entre ellas el apoyo a la contra nicaragüense…
LAS CRUCES, NUEVO MÉXICO.- Robert Tosh Plumlee, el piloto aviador al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y que estuvo implicado en el caso Camarena, sostiene que transportó más de 40 toneladas de cocaína a Estados Unidos. Añade que fue subcontratado por la agencia mediante la empresa SETCO.

Más aún, revela: “Yo saqué a Caro Quintero de México por órdenes directas de la CIA, operando bajo las órdenes de la Casa Blanca, de la administración de (Ronald) Reagan”.
En la edición 1928 de Proceso, los exagentes federales estadunidenses Héctor Berrellez y Phil Jordan, así como el propio Plumlee, confiaron a este semanario y a la cadena estadunidense Fox News que Enrique Kiki Camarena no fue asesinado por Rafael Caro Quintero –quien purgó una sentencia por ese crimen– sino por un agente de la CIA. La razón: el integrante de la DEA había descubierto que su propio gobierno colaboraba con el narco mexicano en su negocio ilícito. En Proceso 1929, Berrellez amplió su versión.
Ahora, Plumlee detalla que la orden de “proteger” a Caro Quintero vino desde Washington. El propósito: que no revelara las operaciones secretas de la CIA, entre ellas el apoyo logístico a la contra nicaragüense, las cuales terminaron con la vida de Kiki Camarena en febrero de 1985.
 Cuenta: “Mi contacto era un hombre que se identificaba como Robert Bennett, presunto contacto con la CIA. En marzo de 1985 me pidió recoger a un pasajero para llevarlo a Santa Ana, en la zona Quiché de Guatemala”.
 El pasajero era Rafael Caro Quintero, quien, dice el entrevistado, iba acompañado de otro “hombre de seguridad de la CIA”, aunque no lo identifica.
 Según el relato de Plumlee, Quintero venía de Mazatlán, Sinaloa, donde estuvo con su hermano Miguel y su tío Juan José Quintero Payán. Al parecer permaneció ahí un par de días para luego volar a su rancho en Veracruz:
 “No podía volar directamente a Costa Rica, como se dijo en un inicio y como lo creyó la DEA (siglas en inglés de la Agencia Federal Antidrogas). En primera, porque no contaba con la papelería necesaria para hacer ese recorrido; en segunda, porque (la aeronave) necesitaba forzosamente recargar combustible.”
 Continúa el piloto: “Lo transporté a Guatemala en una avioneta 310 Cessna durante unas cuatro o cinco horas hasta una especie de zona de aterrizaje abandonada”.
 Cuando se le pregunta por qué lo eligió la CIA, Plumlee responde: “Obviamente porque soy anglosajón y no hablo español. De esa manera no tendría conversación con el pasajero”.
 Una carta enviada el 14 de febrero de 1991 por el entonces procurador general de Estados Unidos, Gary Hart, al senador John­ Kerry, presidente del Subcomité para el Terrorismo, Narcóticos y Comunicaciones Internacionales y encargado de investigar el escándalo Irán-contras, cuya copia tiene Proceso, revela que el dinero obtenido por el tráfico de cocaína a Estados Unidos desde Sudamérica a través de México se utilizaba para enviar armas a la contra de Nicaragua.
 La operación, según el documento, era coordinada desde la Casa Blanca: “Esas operaciones no eran de la CIA; estaban bajo la dirección de la Casa Blanca, el Pentágono y personal del Consejo de Seguridad Nacional”.
 La carta refiere que “el gobierno mexicano tiene conocimiento directo de los cargamentos ilegales de armas y tráfico de narcóticos que toman parte en el rancho de un civil en Veracruz bajo el control y patrocinio de Rafael Caro Quintero”.
 Hart relató también al senador que Plumlee entregó mapas, nombres y fotografías que apoyaban sus declaraciones, y solicitó una investigación que nunca se realizó.
Los argumentos de Washington
Plumlee explica las presuntas razones de la administración de Ronald Reagan, el Pentágono y el Consejo Nacional de Seguridad para proteger a Caro Quintero y sacarlo de México: “Caro tiene suficiente información para armar un ejército en México y expulsar a todo un gobierno”.
A decir del piloto, quien estuvo involucrado en la triangulación de armas y droga desde 1979, Caro Quintero tiene “información clave mucho más contundente que la que yo he recabado”.
E insiste: “Lo protegen porque hay un legado de Reagan. Si Caro Quintero hubiera sido arrestado y extraditado, hubiera dicho todo lo que sabía y entonces todo un gobierno y un legado estarían expuestos”.
–¿Por qué el gobierno estadunidense eligió al capo? –se le pregunta a Plumlee.
–Caro Quintero era el pretexto ideal para varias cosas, entre ellas utilizar sus ranchos como puntos de reabastecimiento de combustible para los aviones de las compañías subcontratadas por la CIA que llevaban las drogas de Sudamérica a Estados Unidos y las armas de Estados Unidos a Sudamérica.
“Además, Caro controlaba una ruta de tráfico establecida hacia los Estados Unidos que encajaba perfectamente con las necesidades del gobierno estadunidense. Caro era el ejemplo perfecto, tenía los ranchos y los medios.”
Según Plumlee, el Departamento del Tesoro estuvo subvencionando la operación a través de intermediarios privados, el Pentágono y la CIA: “A Caro se le pagaba mediante el Frente Sur unos 300 mil dólares por mes; incluían los sobornos a la DFS (Dirección Federal de Seguridad), pilotos privados y para el entrenamiento de los llamados freedom fighters (contrarrevolucionarios nicaragüenses).
“La idea era decir que se estaba permitiendo la entrada a toda esa droga para investigación y futura aprehensión y extradición de Rafael Caro Quintero… El problema es que nunca fue extraditado.”
 Pero el entrevistado considera que eso nunca sucederá: “Si Caro estuviera muerto, alguien ya lo hubiera alzado como una bandera. Sin embargo, fuentes confiables aseguran que él está recibiendo protección de mi gobierno; incluso está en un programa de testigos protegidos. Confío en que el gobierno mexicano haga algo, pues se llevó la peor parte”.
La trama reaganiana
Ronald Reagan estaba decidido a acabar con el comunismo en el mundo. Sin embargo, en 1982 se encontró con un obstáculo: la enmienda de Boland (Boland Amendment) aprobada por el Senado, que limitaba la asistencia de Estados Unidos a la contra nicaragüense.
Para enviar armas de manera ilegal a Nicaragua, la Casa Blanca creó el llamado Frente Sur (Southern Front), dirigido por el exteniente coronel del Cuerpo de Marines Oliver North, quien actualmente es productor en la cadena de noticias estadunidense Fox News.
North, a su vez, utilizó a la CIA para coordinar las operaciones secretas y los vuelos desde Estados Unidos hasta El Salvador, Nicaragua y Costa Rica para trasladar armas; también lo hizo con los vuelos de cocaína de Colombia y El Salvador hasta Miami, California y Arizona, pasando por territorio mexicano.
Según Plumlee, la CIA subcontrató a empresas de aviación, como SETCO, creada por el narcotraficante hondureño Juan Matta Ballesteros, quien sirvió como enlace entre el Cártel de Medellín y el Cártel de Guadalajara.
Dice que fue contactado por esa empresa y asegura haber introducido más de 40 toneladas de cocaína a Estados Unidos como parte de esa operación encubierta en una Cessna 130 y un DC-6B. “No era el único –aclara–. Había unos 10 pilotos más que debieron haber traficado lo mismo”.
 Dice haberse percatado de que su trabajo con SETCO formaba parte de una acción de su propio gobierno desde que le dieron claves privadas para pasar los retenes migratorios en Estados Unidos y México.
 “No se necesita ser un genio para saber que cuando se acerca un avión para interceptarte sólo es cosa de poner un código y este avión del gobierno se aleja de ti y te deja en paz”, explica.
 Esas operaciones ilegales eran coordinadas por la rama Equipos de Acción Encubierta (CAT, por sus siglas en inglés) de la CIA, el Pentágono y el Consejo de Seguridad Nacional, “con la completa aprobación de la Casa Blanca”.
 El Pentágono, agrega, “era un intermediario para la administración de Reagan. Ellos (la Casa Blanca) crearon el Frente Sur, hicieron un pequeño comité dentro de la CIA para que contratara empresas particulares de aviación y que ellos contrataran a los pilotos, como a mí”.
 El reportero obtuvo mapas entregados al gobierno estadunidense en 1985 y clasificados hasta 2020, en los cuales se detallan las rutas en territorio mexicano que SETCO ofreció a Plumlee y a los demás pilotos para introducir las armas, traficar la cocaína y transportar a los miembros de la contra nicaragüense, quienes presuntamente eran entrenados en los ranchos de Caro Quintero.
 En esos mapas se adjuntan nombres, fechas e incluso un número de teléfono de la residencia de Caro Quintero en San Felipe.
 La operación terminó en 1986, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional derribó un avión de transporte estadunidense con suministros para la contra, además de cocaína.
 Poco después, Eugene Hasenfus, tripulante del avión derribado, afirmó en rueda de prensa que tanto él como sus compañeros Max Gómez y Ramón Medina trabajaban para la CIA.
Paradero desconocido
El 11 de agosto pasado, tres días después de la liberación de Rafael Caro Quintero gracias a un “tecnicismo legal”, el gobierno de Barack Obama protestó por esa decisión.
En un comunicado, la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Caitlin Hayden, expuso: “Estamos profundamente preocupados por la liberación de Rafael Caro Quintero de una prisión en México. Ha estado purgando una condena de 40 años en prisión por el secuestro, tortura y asesinato del agente estadunidense de la DEA Enrique Kiki Camarena en 1985.
“Hemos visto reportes que indican que otro individuo conectado con el asesinato de Camarena (se refería a Ernesto Fonseca) también puede ser liberado.
“Nos mantenemos comprometidos hoy en ver a Quintero y demás involucrados en este crimen enfrentar a la justicia en Estados Unidos, de la misma manera que hicimos inmediatamente después del asesinato de Kiki Camarena, y trabajaremos de cerca con las autoridades mexicanas.”
Sin embargo, hasta el viernes 8 se desconocía el paradero del capo.

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