El
caso de Yakiri Rubí Rubio Aupart en el sistema de justica penal...
Yakiri
una joven de 20 años fue violada y peleó con el agresor sexual –Miguel Ángel
Ramírez Anaya.– al que despojó de una navaja y lo mató, estuvo 86 días presa, el Juez 68 Penal, Santiago Ávila Negrón, le
dictó auto de formal prisión.
Su abogada, Ana
Katiria Suárez, apeló la formal prisión y los Magistrados de la Quinta Sala
Penal del TSJDF –Celia Marín
Sasaki, Salvador Ávalos y Arturo García –estudiaron
el caso y reclasificaron el delito contra Yakiri, de homicidio doloso a
homicidio con exceso de legítima defensa.
Este delito, al
ser considerado no grave, le dio el beneficio de la libertad bajo fianza,
La Comisión de Derechos Humanos del DF presentó
un "amicus curiae", desde una perspectiva de género, para ayudar a
los jueces a tomar la mejor decisión.
Días después salió bajo
fianza de 423 mil 800 pesos. Del monto de la fianza, fijada por el Juez 23
Penal de Delitos No Graves, 100 mil pesos son de obligaciones procesales y 323
mil 80 pesos a la reparación del daño.
La
joven tuvo que pedir dinero, hubo pase de charola, los senadores Angélica de la
Peña y Alejandro Encinas (PRD), así como los diputados Dinorah Pizano (PRD) y Ricardo Mejia Bermeja (MC), entre otras cooperaron.
Los
hechos ocurrieron la tarde noche del lunes 9 de diciembre de 2013 en las afueras del de la estación
Doctores del Metro, en la Ciudad de México cuando Miguel Ángel y su hermano
Luis Omar, quienes viajaban en una motoneta, la interceptaron. "Ya súbete o te llevamos", le dijo
Miguel Ángel mientras le enseñaba una navaja, y minutos después llegaron al
Hotel Alcázar. Ahí fue violada con violencia.
En
un primero momento, la joven acudió a presentar la denuncia iba con la ropa ensangrentada y fue detenida por la autoridad: de inmediato paso a ser acusada de homicidio calificado y encarcelada
El 11 de diciembre, fue consignada al penal de Santa Martha Acatitla acusada de homicidio. Una semana después, el 17 recibió el auto de formal prisión del juez 68 penal. Dos días más tarde, se integró la averiguación previa en la Fiscalía de Delitos Sexuales de la PGJDF. Pero salió bajo fianza cuando magistrados reclasificaron el delito por homicidio con exceso de legítima defensa.
En una semanas
un juzgado dictara sentencia...
Han
participado en este caso...abogados, ministerios públicos, peritos, jueces,
magistrados –incluyendo al Presidente del TSJDF Edgar Elías Azar, Lía Limón, subsecretaria de Gobernación, la CDHDF, y muchas ONGS defensoras de las mujeres, en especial el Comité Ciudadano para la Liberación de Yakiri.
Ah
y también el Procurador del DF Rodolfo Ríos quien dijo una vez que “no se había
acreditado el delito de violación.
Mmm.
Además de muchos reporteros y reporteras e varios medios en especial del periódico
Reforma, Milenio, El Universal, la agencia APRO Proceso y varios medios electrónicos..
De Reforma han dado seguimiento al tema las reporteras y reporteros Diana Martínez, Yascara López, Adriana Alatorre, Augusto
Atempa, Daniel Pérez, Luis Cruz, Gerardo Olvera, Arturo Sierra y Antonio NIeto.
Este texto de Sara Pantoja de la agencia APRO es ilustrativo
Liberan a Yakiri; su caso exhibe al aparato de justicia del DF
Nota de Sara Pantoja.
APRO 5 DE MARZO DE 2014
La liberación de Yakiri Rubio en Tepepan. Foto: Eduardo Miranda
MÉXICO, D.F. (apro).- La liberación de Yakiri Rubí Rubio Aupart, la joven residente del barrio de Tepito que asesinó en defensa propia a su agresor sexual, volvió a exhibir al aparato de procuración de justicia de la capital del país.
Acusada inicialmente del presunto delito de homicidio doloso, los magistrados de la Quinta Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal reclasificaron el pasado lunes 3 el cargo a “homicidio con exceso de legítima defensa” –el Código Penal del DF lo considera no grave, con lo que le abrieron la puerta a la libertad después de casi 90 días de reclusión.
Previo al pago de una fianza de alrededor de 140 mil pesos, Yakiri salió hoy del penal femenil de Tepepan, acompañada de sus padres y su abogada Ana Katiria Suárez, minutos antes de las 22:00 horas. Con un megáfono, la joven agradeció el apoyo recibido de su familia y tras 86 días de encarcelamiento, dijo: “aprendí mucho, pero fue una experiencia mala”.
La joven comentó que deseaba ser la última víctima que enfrentara una situación como esta, en la que, acusó, fue juzgada con visión machista.
Todo comenzó la tarde del lunes 9 de diciembre del año pasado. Yakiri salió del local de su abuelo José Rubio Solar, con quien trabajaba en un negocio de mochilas en el Eje 1 Norte, en el corazón de la colonia Morelos. La joven de 20 años había quedado de encontrarse con su novia Gabriela en la tienda de conveniencia “Súper City”, cerca de la estación del Metro Doctores, en la colonia del mismo nombre.
Como a las siete y media de la noche, Yakiri se acercaba a su destino, cuando Miguel Ángel y Luis Omar Ramírez Anaya –el primero era cargador– a bordo de una motoneta negra y amarillo, se le acercaron y le ofrecieron llevarla.
“Oye, oye, ¿cómo te llamas? Te llevo a donde quieras”, le dijo Miguel Ángel, según su consta en su declaración ministerial.
Ella contestó que no, que llevaba prisa y siguió su camino, pero los hombres la alcanzaron. Miguel Ángel le ordenó “ya súbete o te subimos” al tiempo que la amenazó con una navaja.
Yakiri obedeció y subió a la motoneta. Los sujetos se dirigieron directamente al hotel Alcázar, ubicado en la calle Doctor Liceaga 143. Según la joven, Miguel Ángel Ramírez Anaya –la víctima y a quien ya conocía por los mensajes que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal encontró en su teléfono celular–, la abrazó sin dejar de apuntarle con la navaja.
“Tu calladita que aquí me conocen. Ya te chingaste”, le susurró. Luego, saludó al hombre de la recepción del hotel y sin pagar ni recibir llave alguna, la subió a una habitación, la 27, del segundo piso.
Minutos después, llegó Luis Omar. Entre ambos desnudaron a Yakiri, la manosearon y la golpearon. Miguel Ángel la puso contra la pared, le pegó en la cara y abusó sexualmente de ella mientras la amenazaba con la navaja. Luis Omar sólo veía y se reía, mientras fumaba un cigarro de mariguana. Más tarde, los dejó solos.
Ante la agresión, Yakiri trató de defenderse. Con sus 1.61 metros de estatura y sus 52 kilos de peso, forcejeó contra Miguel Ángel, de 1.78 metros de estatura y 90 kilos. Ambos cayeron sobre la cama. El cargador la amenazó con la navaja y la hirió en el brazo. Ella hizo un movimiento con el que le provocó una herida en el cuello con la misma arma.
Al sentir que se desangraba, el hombre se colocó una toalla en la herida, se puso su bermuda como pudo y salió de la habitación. Ella escuchó el encendido de la motoneta y el ruido de cuando ésta se cayó. De inmediato se puso algo de ropa y corrió tras su agresor. Pidió auxilio a gritos. Los huéspedes de las otras habitaciones salieron; también los encargados del hotel, pero nadie lo detuvo, escapó en la motoneta.
De acuerdo con la declaración de la joven, la mujer de la recepción le dijo: “Ay chamaca, aquí no vengas a meternos en problemas, pues ¿qué le hiciste? Él es un hombre bueno”.
Yakiri subió por su bolsa, se limpió un poco y salió corriendo del hotel en busca de un policía. Llegó a una paletería y le pidió al encargado que la dejara lavarse la cara. Una cuadra más adelante encontró una motopatrulla con dos policías y otros dos a pie. Éstos pidieron una ambulancia y después de ser atendida por los paramédicos la pusieron a disposición de la agencia 50 del Ministerio Público.
En tanto, agentes de la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF) acudieron al mencionado hotel y vieron la habitación en desorden y con sangre en la cama, según la averiguación previa ACI/T3/405/13-12.
En el estacionamiento encontraron rastros de sangre, mismos que siguieron hasta un inmueble de la calle Doctor Jiménez 24-B. Al entrar al patio encontraron el cadáver de Miguel Ángel, de 37 años de edad, quien se dedicaba al desalojo de viviendas.
Su cuerpo tenía 14 lesiones, incluyendo la del cuello, de diez centímetros de largo, la misma que le causó la muerte, según el dictamen forense.
“Ayúdame, me estoy muriendo”, dijo a su hermano Luis Omar antes de desvanecerse.
En la averiguación previa consta que la víctima tenía antecedentes penales por robo con violencia, portación de arma de fuego, así como ingresos al reclusorio. El padre de Yakiri, José Luis Rubio, denunció incluso que el occiso vendía droga a empleados del búnker, imputación que nunca comprobó.
De víctima a victimaria
De acuerdo con el expediente del caso, Luis Omar se apersonó en la agencia 50 del MP y al ver a Yakiri detrás de la barandilla, la increpó:
“Tú fuiste hija de tu pinche madre”.
Yakiri no se contuvo y respondió a la agresión: “Tú cállate, si no, te va a pasar lo mismo”.
Con la información disponible hasta ese momento, la PGJDF colocó a Yakiri de víctima de violación a presunta homicida.
José Luis Rubio, padre de Yakiri, cuenta a Apro que se enteró de que su hija estaba detenida hacia las 23:00 horas del lunes 9 de diciembre. Su hermana Marcela recibió un mensaje de texto: “Estoy detenida en la Doctores”, le dijo la joven. Ella le avisó al abuelo de Yakiri y éste, a su padre.
Sin embargo, dice que no la pudo ver hasta el siguiente día, cuando la joven iba a ser trasladada al penal de Santa Martha Acatitla.
“Me dice: ‘me violaron papá, me secuestraron, me subieron a una moto, me pegaron y me violaron’…, le dijo Yakiri.
El padre trató de darle ánimos: “Mira m’ija, te vas a ir consignada, pero vamos a sacarte. Vamos a arreglar esto… Quiero que llegues bien fuerte a donde vas. Vas a una cárcel de mujeres y quiero que te hagas la dura. Te puede pasar todo, quiero que te hagas bien cabrona mija. Y se puso a llorar, es una niña de 20 años. Me dijo: ‘Sí papá’…Eso fue todo lo que pude platicar con ella, no tuve chance de más”.
El 11 de diciembre, la joven fue consignada al penal de Santa Martha Acatitla acusada de homicidio. Una semana después, el 17 recibió el auto de formal prisión del juez 68 penal. Dos días más tarde, se integró la averiguación previa en la Fiscalía de Delitos Sexuales de la PGJDF.
El peritaje y las contradicciones
Uno de los muchos peritajes realizados por la PGJDF arrojó que Yakiri llevaba en su bolsa dos teléfonos celulares, el suyo y el de su agresor. En el teléfono de Miguel Ángel encontraron registrado el número de Yakiri, con el nombre de Rubí. Con la sábana de llamadas, la Procuraduría encontró que ambos sostuvieron 60 comunicaciones entre el 23 de noviembre y el 9 de diciembre de 2013, algunas de ellas dejan ver que existía una relación cercana.
El último mensaje fue el mismo día de los hechos, a las 19:04 horas. Según el peritaje, Yakiri le avisó a Miguel que ya estaba entrando al Metro y que se veían afuera. Él respondió a las 19:05 horas: “Te espero va”.
El padre de la joven sostiene en entrevista que el directorio de contactos del teléfono de su hija fue editado, es decir, que cambiaron el nombre de Gabriela, –la pareja de Yakiri–, por el de Miguel Ángel para que pareciera que se conocían y mantenían una relación.
En el mismo peritaje, al que esta agencia de noticias tuvo acceso, se afirma que Miguel Ángel sí pagó el alquiler de la habitación (170 pesos), que se registró a nombre de “Pedro Ojeda” y que la llave del cuarto fue hallada debajo de su ropa.
El peritaje ginecológico, confirma también que sí hubo contacto sexual y aclara que éste no fue forzado porque no se apreciaron lesiones en la vulva ni el ano de la joven. Los residuos de semen que se encontraron en su vagina y pantaleta coincidieron con los de Miguel Ángel.
Un examen ginecológico posterior arrojó que Yakiri tiene un himen “de los que permiten la penetración sin desgarre; en tanto, el examen proctológico no detectó alteraciones de ninguna especie”.
El dictamen psicológico que se le practicó a la chica arrojó que tiene “inteligencia término medio” y conflicto con la identificación psicosexual. También presentó alteraciones psicológicas de víctima de agresión sexual. “Siente vergüenza y vulnerabilidad, humillación e impotencia”.
Los peritos de la PGJDF no hallaron residuos de sangre de Yakiri en el cuarto del hotel. Esta evidencia y los resultados del dictamen de criminalística llevaron a las autoridades ministeriales a suponer que ella misma se hizo las heridas en el brazo luego de asesinar a Miguel Ángel porque sus lesiones fueron por “por deslizamiento”.
Yakiri, “una chica que no se deja”
Yakiri Rubí nació el 13 de abril de 1993. Creció en el popular barrio de Tepito, donde su padre, José Luis Rubio, de 51 años, es comerciante de playeras y se dedica a dar clases de salsa en la zona.
Su madre biológica, Bertha Guadalupe Aupart Ortiz, la abandonó cuando tenía once meses de nacida y sólo la ha visto dos veces en su vida. Es la menor de los tres hijos de José Luis Rubio y Marina Beltrán. Tiene dos medias hermanas por parte de su madre biológica y cuatro por parte de su padre.
A los 17 años, Yakiri tuvo una relación con un marino que conoció en el Zócalo capitalino en un desfile militar. El infante de la Marina se quería casar con ella y llevársela a Michoacán. Pero la joven lo rechazó.
Posteriormente, se relacionó con otro hombre que trabajaba cerca del taller de sus abuelos, pero nunca llegó a nada serio porque “le aburría”.
Tiempo después comenzó su relación con Gabriela, en cuya casa vivió un tiempo, hasta que terminaron. Yakiri lleva tatuado su nombre en el cuello junto a un corazón.
Al principio su padre no estuvo de acuerdo en esa relación lésbica, pero al final cedió.
“Yaki es una chica muy libre, camina en el barrio con toda tranquilidad porque todo el mundo la conoce… Nosotros somos gente de cultura en el barrio y nos conocen todos”, dice.
La defiende: “No es una niña que ande buscando guerra. Se le conoce por muy amiguera… Cuando yo no conocía a un tipo, que tenía un problema con alguien, me decía: ‘Ah papá, el señor es tal y conozco a sus hijas’ y era como un vínculo. Ella calmaba el problema”.
Luego, aclara: “Eso sí, Yaki no se deja. Y eso la tiene viva”.
La describe como “muy tranquila, muy calladita, es la niña de las pestañas grandes que le da pena, que es cohibida, no salía”.
Para reforzar su carácter, decidió que al salir de la escuela se fuera a trabajar con su abuelo. “Decíamos que el barrio a uno lo hace, el ser comerciante le da a uno carácter, porque era de las que por cualquier cosa lloraba”.
La movilización
Desde que Yakiri fue acusada del presunto delito de homicidio doloso, su padre se volvió el principal activista de su causa. En su cuenta de Facebook comenzaron a lloverle mensajes de solidaridad hasta de otros países que lo conocen por su actividad de bailarín.
El asunto creció cuando el juez 68 Penal, Santiago Ávila Negrón, decretó el auto de formal prisión por homicidio calificado. El 29 de diciembre se realizó una marcha del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino para exigir su liberación.
La joven permaneció sólo una semana en el penal de Santa Martha Acatitla, luego de que su defensa denunció que había sido amenazada en el interior del penal por supuestos familiares de su víctima. Fue trasladada al reclusorio femenil de Tepepan.
José Luis Rubio fue llamado a reunirse con el secretario de Gobierno, Héctor Serrano; el subsecretario Juan José García Ochoa, y hasta el titular de la oficina de jefatura de Gobierno, Javier El Güero González Garza. Le ofrecieron poner atención especial en el caso, pero él no vio resultados.
“Serrano me dijo: ‘Vamos a hacer las cosas bien, transparentes y su hija va a estar fuera. Perfecto”, cuenta. Pero un par de días después varios periódicos publicaron información de que Yakiri sí tenía una relación con Miguel Ángel, que no hubo violación. Los ánimos se agitaron de nuevo.
El 17 de enero, organizaciones civiles y activistas crearon el Comité Ciudadano para la Liberación de Yakiri. Su primer acto fue un ayuno frente al búnker de la Procuraduría General de Justicia del DF. Ahí, las participantes enlistaron 10 irregularidades en el proceso penal pues acusaron que las autoridades ministeriales en vez de seguir los protocolos de actuación en casos de violencia sexual se dedicaron a acreditar el homicidio.
El 27 de enero, la Quinta Sala Penal del TSJDF, encabezada por la jueza Celia Marín Sasaki, inició el proceso para atender el recurso de apelación interpuesto por la defensa de la joven en contra del auto de formal prisión.
El 31 de enero, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) presentó a esa Sala el recurso amicus curiae, con la intención de “contribuir a una reflexión en los temas de género y de los estándares internacionales sobre cómo se debe actuar en casos en los que una mujer tenga dos calidades: de víctima y de probable responsable”.
El pasado lunes 3 la Quinta Sala reclasificó el delito de homicidio doloso a homicidio “con exceso de legítima defensa”, que supone que no es grave y alcanza fianza para seguir el proceso en libertad.
El procuradorgeneral de Justicia del DF, Rodolfo Ríos, dijo que se mantendrá respetuoso de la resolución del TSJDF, pero recordó que el proceso continúa.
La presidenta de la CDHDF, Perla Gómez, consideró que fue una “situación inédita” que se tomara en cuenta el Amicus curiae que presentó la Comisión ante el Tribunal para reclasificar el delito.
El martes 4, la defensa acusó que el juez 68 penal retrasó los trámites para que el caso se turnara a un juez de paz y que se pudiera fijar la fianza. Por la noche, el caso llegó al Juzgado 23 de Delitos No Graves.
La fianza a pagar fue de 423 mil 800 pesos para que la joven continúe su proceso en libertad. En la página de apoyo de Facebook, las organizaciones y los familiares iniciaron una colecta.
Hacia las cinco de la tarde de hoy, José Luis Rubio, padre de Yakiri, informó que con ayuda de diputados locales y senadores se juntaron 100 mil pesos por concepto de obligaciones procesales y 40 mil para que una afianzadora otorgara la póliza que avala los 323 mil pesos por reparación del daño.
Amigos, familiares e integrantes del Comité por la Liberación de Yakiri llegaron a la explanada del Centro de Readaptación Social Femenil de Tepepan. Con megáfonos y tambores gritaban “Yaki libre ya”. Alrededor de las 21:45 horas, ella salió del penal, de donde dijo: “Fue una experiencia mala” y acusó que fue juzgada “con visión machista”.
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Denise Dresser
/ Delito: ser mujer
Reforma 20 de
enero de 2014
El
delito de ser mujer. El delito de usar la falda demasiado corta y el escote demasiado
bajo. El delito de ser la que se lo buscó: la violación o el asalto o el golpe
o la cárcel. La tragedia colectiva de mujeres homicidas para quienes la muerte
es paradójicamente su única salida ante la inminencia de la muerte misma. La
tragedia común de mujeres acusadas de crímenes que no cometieron, pero
condenadas por un sistema judicial que tiene un sesgo contra ellas. Y el
tratamiento que reciben -jurídico, judicial, penitenciario- abre una ventana
que permite vislumbrar a nuestra sociedad. Una sociedad machista. Una sociedad
sexista. Una sociedad misógina. Una sociedad que encarcela mujeres porque las
enjuicia de manera más severa.
Como
escribió Elena Azaola hace más de 10 años en El delito de ser mujer, la
sociedad está menos dispuesta a condonar las faltas de las mujeres. Se les
juzga con más severidad y menos empatía. En el DF las mujeres que cometieron
homicidios tienen una sentencia mayor a la de los hombres: 18.6 años promedio
para ellos y 23 en promedio para ellas. Sus juicios son 50 por ciento más
largos. La justicia no las trata igual, no las sentencia igual, no las ve
igual. Aunque en la mayor parte de los homicidios que cometen, las víctimas son
familiares y eso revela un patrón preocupante. Las victimarias fueron
abandonadas desde pequeñas. Vivieron en la miseria. Carecieron de lo más
indispensable y de cualquier apoyo humano. Y el maltrato en la pareja ha sido
la prolongación de lo que recibieron en la infancia.
Detrás
de estas historias están los patrones de relaciones de género. Según Azaola, 70
por ciento de las mujeres homicidas padeció maltrato o abandono por parte de su
familia. 66 por ciento lo recibió de su cónyuge. 60 por ciento de las detenidas
fueron maltratadas por la policía. Policías que -una y otra vez- recurren a la
violencia sexual a la hora de la detención. Les agarran los senos con el
pretexto de auscultarlas. Les ofrecen la libertad a cambio de favores sexuales.
Las insultan. Lejos de prevenir la violencia contra las mujeres, acaban
perpetúandola. Negándoles la dignidad, negándoles la voz, negándoles los
derechos que tienen pero que son sistemáticamente atropellados.
Cómo
olvidar el caso de Claudia Rodríguez Ferrando. Una mujer que en lugar de
someterse al ataque sexual del que fue víctima, sacó una pistola y le disparó a
su agresor. Una mujer que por un acto de legítima defensa enfrentaba al menos
10 años de cárcel. Una mujer que enfrentó el sesgo judicial en torno al tema de
la violación y languideció en una cárcel de Texcoco hasta que la sentencia de
un juez -exonerando al agresor porque se encontraba ebrio- enardeció a muchas
mujeres del país. Una mujer que fue criticada por los jueces y los fiscales por
andar sola en la madrugada, sin esposo y con pistola. Víctima de un sistema
judicial y policial que no sabe cómo enfrentar el hecho de que tan sólo en el
DF, se comete un promedio de 82 violaciones al día. Y con frecuencia los
perpetradores son los propios policías.
Poco
ha evolucionado desde el caso de Claudia, que ocurrió hace más de una década.
Ahora volvemos a presenciar lo mismo en el caso de Yakiri, la chica que está
presa -acusada de homicidio calificado- tras matar al hombre que la estaba
violando. El mismo escepticismo por parte de la policía, los médicos, los
fiscales, las procuradurías. El derecho de tratar a una mujer como un objeto.
Como una pertenencia. Como algo que el Estado mexicano no tiene la obligación
de proteger o tan sólo hacerlo hasta el 2005, cuando la jurisprudencia de la
Suprema Corte finalmente cambió y aceptó la posibilidad de violación entre
consortes.
Hoy,
al igual que ayer, es que es preferible que las mujeres se dejen violar, en
lugar de defenderse. Y si una mujer lo hace, el sistema judicial responde como
lo hace con Yakiri. Desapareciendo pruebas fotográficas de su ataque que
demostraban que no cometió un delito doloso, sino que actuó en defensa propia.
Filtrando información a los medios con el objetivo de desacreditar a la
víctima. Sugiriendo que su atacante ya la conocía, como si ello fuera argumento
para justificar la agresión. Desconociendo la realidad de un sistema de
justicia -inútil para ellas- que lleva a una mujer al extremo de tener que
matar para sobrevivir. O morir en vida como tantas otras encarceladas,
condenadas por el delito de ser mujer. Mujer y delincuente. Mujer y culpable.
Mujer y presa. Mujer y víctima de un país que condena a sus mujeres por el
simple hecho de serlo.
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Columna JAQUE
MATE /Sergio Sarmiento
Reforma, 19 de
diciembre de 2014
·PRESUNTA CULPABLE
Hay
indicios de que Yakiri Rubio, de 20 años, se defendió de un ataque de Miguel
Ángel Ramírez Anaya, quien la había violado previamente, al matarlo. El testigo
que dice que ella entró voluntariamente a un hotel era amigo y cómplice del
violador. El cuchillo en su bolso no tenía rastros de sangre. El celular era
suyo y no de Ramírez. Y, lo más importante, la carta de amor en su bolso era de
otro Miguel, quien ya lo declaró, pero la Procuraduría no quiso hacer un
estudio grafológico.
∞∞
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