Editora de EL TIEMPO
Martes 28 de octubre de 2014
En Twitter: @MarisolGmezGMartes 28 de octubre de 2014
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El presidente de México, Carlos Salinas (izq.), cuando recibía de J. Villalobos el arma que usó en los últimos años de la guerra. AFP
Y revela que, si bien el momento de hablar del cese del
fuego bilateral fue el pretexto de la guerrilla de ese país para pedir el
traslado de otros jefes insurgentes a México, donde tuvo lugar la mayor parte
de la negociación con el FMLN, la otra razón era la necesidad de explicarles a
los guerrilleros lo que habían logrado en la mesa de conversaciones y que la
guerra iba a terminar. Y, por supuesto, la urgencia de construir un consenso.
Villalobos habló con EL TIEMPO sobre el momento por el que
pasa el proceso de paz entre el Gobierno colombiano y las Farc, y lo que pueden
significar para el futuro de la negociación los viajes de ‘Timochenko’ y otros
guerrilleros a La Habana.
Entre los traslados de nuevos guerrilleros uno provocó
especial resistencia porque fue un azote en términos de secuestro cerca de
Bogotá. ¿Cómo ve este viaje frente al proceso de paz y frente a la opinión
pública?
Muy difícil frente a la opinión pública y las víctimas, pero
la paz se hace con los enemigos. A nosotros en El Salvador nos tocó darles la
mano a empresarios que pagaron sicarios para matar civiles, a militares que
ordenaron asesinatos de jesuitas. Y yo tuve que hacer eso mismo con los
militares que habían secuestrado a mi padre y a mi hermano. Años después conocí
a dos jefes de la CIA que tenían por misión matarme. De aceptar todo eso se
trata la paz.
En El Salvador también hubo un momento en el que más
guerrilleros fueron trasladados al sitio de los diálogos. ¿Cree que en el caso
de Colombia ya era el momento?
Claro que sí. Hablar del cese del fuego es un asunto técnico
en el que se define dónde se queda la guerrilla y dónde los militares. En El
Salvador, cuando llegó este momento, pedimos el traslado de un numeroso grupo
de jefes y el Gobierno aceptó. Fueron recogidos por Naciones Unidas en cada
lugar, llevados a Honduras y con unos salvoconductos llegaron a México. El
Gobierno movió a los militares.
¿De los que estaban combatiendo al Frente Farabundo Martí en
terreno?
Sí, eran sus contrapartes armadas. Llegaron a la mesa y se
empezó a construir un mapa sobre cómo podría operar el cese del fuego. Entre
guerreros la paz fue más fácil. No fue una fiesta, pero recuerdo que después de
la reunión de trabajo estaban todos en una misma mesa en el bar del hotel. Fue
difícil ponerse de acuerdo, porque es un tema complicado, pero el estado
anímico era que ya la guerra iba a terminar. Eso va acabando con la idea de que
hay que matar al otro.
¿Le parece que nosotros vamos para allá?
Creo que sí. Veo altamente positivo el traslado de más
guerrilleros a La Habana. Dentro de la lentitud que pueden criticarles a las
Farc, diría que esto es un gran gesto de ellas. En nuestro caso, la parte
formal para pedir los traslados fue la necesidad de hablar del cese del fuego,
pero la parte no hablada era que necesitábamos explicarles a los jefes (de la
guerrilla) que la guerra se iba a terminar y que había que prepararse. Teníamos
que asegurar la cohesión como movimiento, si se quiere, haciéndole una pequeña
trampa al Gobierno.
El primer encuentro fue en México. ¿Y los otros?
Hubo otro en Nueva York. Con menos gente, pero con guerreros
de las dos partes. Y le cuento una anécdota memorable: como se estaba
discutiendo de un país tan chiquito como El Salvador, el asunto era cuántas
posiciones tenía cada quien. El Ejército decía que tenía 100 y nosotros
también. Era un enredo porque las fuerzas estaban demasiado mezcladas y se
trataba de no dar el brazo a torcer. Nosotros teníamos posiciones muy cerca de
las ciudades y tratábamos de preservarlas, y el Ejército quería preservar
estaciones de comunicaciones. Entonces el encargado de Naciones Unidas para las
misiones de paz se paró, nos dijo que la ONU no tenía plata para tantos puntos
y se fue. Al final hubo que hacer un equilibrio.
Otra polémica en Colombia fue el traslado secreto a La
Habana del jefe de las Farc, ‘Timochenko’. Fue interpretado por algunos como un
engaño del presidente Juan Manuel Santos al país...
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