Las propuestas de la Iglesia
en el encuentro de obispos de la frontera sur de México/Mons Felipe Arizmendi Esquivel
VER
Es una vergüenza nacional el
mal trato que reciben tantos migrantes centroamericanos que pasan por nuestro
país, en su intento por llegar a los Estados Unidos. Nos duelen tantas
vejaciones que reciben, pues los extorsionan, los engañan, los secuestran, los
obligan a trabajar para el tráfico de droga, los asesinan y les hacen casi
imposible lograr su sueño. Nos preocupa en particular la trata de mujeres, pues
las violan, las embarazan, las utilizan para negocios sucios y hasta para el
crimen. Se les ha impedido usar el tren llamado “La Bestia”, pero ellos no se
detienen y buscan caminos de extravío, donde se exponen a caer en redes de la
delincuencia organizada y a ser más explotados por los llamados “coyotes o
polleros”.
Chiapas tiene necesidad de
mano de obra centroamericana para el corte de caña y del café, para el cultivo
del plátano y para la pesca en alta mar. Sin su trabajo, se dañaría la economía
local. Son necesarios. Afortunadamente, se han dado pasos para que tengan
tarjetas temporales de empleo digno, con acceso a servicios de salud y a otras
prestaciones, pero esto todavía se podría ampliar más. De igual modo, se les
han concedido más pases locales, pero sólo para que estén en Chiapas, Campeche,
Tabasco y Quintana Roo. A ellos les interesaría poder viajar por todo el país
sin necesidad de visa, como lo hacen entre los países de Centro América, que
tienen libre tránsito entre ellos.
Para dialogar sobre este
fenómeno migratorio, nos reunimos en Tapachula obispos del Sur de México.
Nuestro intento era que participaran también obispos de Guatemala, Honduras y
El Salvador, pero fallaron las comunicaciones oportunas. Esperamos que en otra
ocasión se pueda lograr. Intercambiamos informaciones, compartimos lo que se
hace en las más de 70 casas que hay en todo el país para ofrecer a los
migrantes alimento, hospedaje, salud, descanso, paz y apoyo jurídico, e hicimos
algunas propuestas.
PENSAR
El Papa Francisco dijo: “La
Iglesia abre sus brazos para acoger a todos los pueblos, sin discriminaciones y
sin límites, y para anunciar a todos que Dios es amor. Desde el principio, la
Iglesia es madre con el corazón abierto al mundo entero sin fronteras. Misión
de la Iglesia es amar a Jesucristo, adorarlo y amarlo, especialmente en los más
pobres y desamparados; entre éstos, están ciertamente los emigrantes y los
refugiados” (3-IX-2014).
ACTUAR
En nuestro encuentro de
obispos de la frontera sur, nos propusimos:
Sensibilizar a las
comunidades creyentes para que sean solidarias con los migrantes, los aprecien
como hermanos y no los califiquen a todos como delincuentes.
Reconocer como causas
fundamentales de la migración la pobreza, la falta de trabajo y la violencia.
Alentar alternativas de
trabajo en los propios países, sobre todo en el campo, para que los pobres no
se sientan obligados a emigrar.
Insistir al gobierno de
Estados Unidos que, en vez de gastar tantos millones de dólares en contener la
migración, use esos recursos en apoyar la generación de empleos y de desarrollo
digno en los países expulsores de migrantes.
Que el gobierno de nuestro
país no atienda el fenómeno migratorio como asunto de seguridad nacional, sino
como problema humano de integración, para que los discursos de fraternidad con
esos países correspondan a la realidad.
Seguir proponiendo formas
legales para que los migrantes centroamericanos puedan pasar con más seguridad
entre nosotros; que se amplíen las cuotas para trabajadores temporales y los
permisos de estancia legal en nuestro país.
Elaborar catequesis bíblicas
y pastorales, para educar a nuestros grupos católicos en la solidaridad con los
migrantes.
Seguir formando personal más
capacitado para atenderlos en las Casas que ya tenemos para ellos.
Que su atención no se reduzca
a esas Casas, sino que se involucre a toda la comunidad diocesana en esta
pastoral de solidaridad fraterna.
Ver la posibilidad de
elaborar un Carta Pastoral sobre Migración en forma conjunta con los obispos de
Centro América, para fortalecer esta pastoral migratoria entre nuestros países.
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