8 oct 2015

Los actos de Fox con el Papa transgreden el artículo 130/ Retrospectiva

Los actos de Fox con el Papa transgreden el artículo 130
Nota de Norma Angélica Cuéllar | 
La Crónica de hoy,| Fecha: 2002-08-01 |
Aunque ninguna de las cinco visitas de Juan Pablo II a México ha sido de Estado (pese a que se le ha dado recibimiento oficial) la presencia del Presidente, gobernadores y políticos en las celebraciones ha sido una constante que les ha permitido lograr nuevas posiciones.
A tenor de esto, el investigador en asuntos religiosos, Fred Alvarez Palafox, cree que la presencia del presidente Vicente Fox en las celebraciones litúrgicas que encabeza el Papa, en esta visita transgrede el artículo 130 constitucional que establece el principio de separación entre el Estado y la Iglesia.
Incluso la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público establece en el artículo 25 que las autoridades federales, estatales y municipales no pueden asistir con carácter oficial a ningún acto religioso de culto público.
Y, añade Alvarez Palafox, que el Presidente no pudo despojarse de su investidura cuando asistió a la canonización de Juan Diego.
Si se aplicara la Ley, la Secretaría Gobernación estaría obligada a emitir un extrañamiento a todos los funcionarios que asistieron a las celebraciones. Pero ésta no es la primera ocasión que figuras públicas participan en actos religiosos.
Para el investigador Elio Masferrer Kan las visitas papales siempre han sido capitalizadas por políticos, empresarios, jerarcas católicos e incluso por el jefe del Ejecutivo. Recordó que la primera, en 1979, derrumbó todas las predicciones pesimistas.

La segunda, en 1990, tuvo lugar en una situación de distensión interna, asentada la crisis del 88. Salinas implementaba el Programa Nacional de Solidaridad que aparentemente llamó la atención del Papa. Sus discursos resaltaron el papel de la solidaridad, un valor muy significativo en la Iglesia.
Dos años después, en 1992, Salinas logró popularidad y beneplácito al reanudar relaciones diplomáticas con el Vaticano y reconocer la personalidad jurídica de la Iglesia, lo cual hizo olvidar las dudas sobre la legitimidad del proceso electoral de 1988.
L a presentación del proyecto de cambio al artículo 130 Constitucional se hizo coincidir con el 12 de diciembre para beneplácito de la jerarquía católica y molestia de los evangélicos, que se sintieron ninguneados después de tantas muestras de lealtad al sistema político.
La tercera visita, según el doctor en antropología, en 1993, marcó el fin de la presunta luna de miel Estado-Iglesia.
Los actos fueron menos masivos, aunque personajes como la entonces gobernadora de Yucatán, Dulce María Sauri, no tuvo reparo en asistir a un acto público.
La IV visita, en enero de 1999, es hasta hoy la más criticada por la alta comercialización de los actos litúrgicos que encabezó el Papa en el Autódromo y el estadio Azteca.
Y tuvo amplios beneficios para la Arquidiócesis de México, organizadora de este evento en que el Papa leyó las conclusiones del Sínodo de América.
El propio cardenal Norberto Rivera Carrera admitió que la Iglesia había pedido el apoyo de feligreses y empresas para organizar la visita. Sabritas vendió su producto con estampitas del Papa en las bolsas, de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego.
La visita no fue de Estado, pero no impidió que el Pontífice fuera recibido y despedido por el Presidente Ernesto Zedillo, se reuniera en la Residencial Presidencial con el Cuerpo Diplomático y el jefe de gobierno del DF entregara las llaves de la ciudad con todo su gabinete.
Pero, de todas maneras, en la visita que acaba hoy no ha sucedido nada diferente al pasado. Personajes de la vida pública continúan capitalizando su enorme capacidad de convocatoria.
 Danzantes indígenas dedicaron una ofrenda al Pontífice
Frente a la cruz de la evangelización que bendijera hace cuatro años el Papa Juan Pablo II en la Calzada de los Misterios, un grupo de danzantes indígenas a ritmo del sonoro repicar del tambor, "hue huetl", el chisqueo de los cascabeles y el ambiente invadido por el aroma a incienso, dedicaban una ofrenda a Su Santidad, durante su trayecto hacía la Basílica de Guadalupe.
Mientras el rítmico sonar de los cascabeles se confundía con la porra organizada por la señora Gloria, quien apostada en su banquito de plástico, exhortaba a un grupo de jóvenes que junto a ella se encontraba: "griten fuerte, hasta parece que tienen mi edad".
Los caracoles se escuchaban como invocando a una deidad, al tiempo que Doña Gloria gritaba: "Ya viene el Papa, griten con ganas". El hombre que lucía un gran penacho con plumas de varios colores, parecía responder a la convocatoria de doña Gloria al hacer retumbar con un gesto de esfuerzo el "hue huetl".
Tres segundos se convirtieron en un instante de emociones, plasmados en cada intento de llamar la atención del Sumo Pontífice, con porras, gritos y silbidos, a los que se unía el rito de los indígenas, sin embargo, la imagen encorvada, que reflejaba cansancio, del máximo jerarca de la Iglesia católica, parecía sin reacción ante el fervor de los feligreses.
Como si se unieran a la danza indígena, las personas que no pudieron ubicarse al frente de la valla para observar de cerca a Su Santidad, recurrían a sus dotes de equilibristas, manteniendo los pies de punta, para tratar de encontrar una rendija entre la multitud para ver siquiera de lejos al Santo Padre.
Para José Vázquez, integrante del grupo de danzantes "Insignia Azteca", la canonización de un indígena , representa un orgullo para los mexicanos, " nosotros llevamos sangre indígena , por lo que Juan Diego nos representa".
Mientras que para Gloria, "el momento más feliz de su vida", había transcurrido con el paso del Papa. (Rafael S. Trejo)

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