De acuerdo con los artículos 7, 28 y 30 del Estatuto de Roma –que rige a la Corte Penal Internacional– en Apatzingán se cometió un crimen de lesa humanidad al tratarse de “ataques generalizados” contra una “multiplicidad de víctimas” civiles, consumados con “intencionalidad” por parte de “fuerzas” bajo el mando de una autoridad.
Revista
Proceso No 2007, 18 de abril de 2015
Apatzingán,
6 de enero: “¡Mátenlos…!”/LAURA
CASTELLANOS
REPORTE
ESPECIAL
El
pasado 6 de enero, decenas de policías federales irrumpieron en el centro de
Apatzingán y abrieron fuego contra civiles, lo que causó la muerte de por lo
menos 16 personas y heridas a muchas más. Sin embargo, Alfredo Castillo,
entonces comisionado federal de Seguridad en Michoacán y quien acaba de ser
nombrado director de la Conade, sostuvo que tales hechos fueron producto de un
“fuego cruzado”. La periodista Laura
Castellanos reconstruye esa masacre con base en testimonios grabados de 39
personas –sobrevivientes, pobladores, familiares de víctimas y personal médico,
entre otros–, así como en fotografías y videos. Su investigación fue compartida
con el semanario Proceso, el portal Aristegui Noticias y la cadena televisiva
Univision.
APATZINGÁN,
Mich.- “¡Mátenlos como perros!”, gritaron los policías federales al atacar a
tiros a un centenar de miembros y simpatizantes de la Fuerza Rural que estaban
en plantón en los portales del Palacio Municipal de esta localidad, a las 2:30
de la madrugada del pasado 6 de enero.
Ninguno
de los manifestantes tenía armas largas. Seis de ellos portaban pistolas
registradas y las pusieron en el piso. Los demás cargaban palos. Ninguno
disparó.
Todos
ellos obedecieron las indicaciones que les dio Nicolás Sierra, El Gordo Coruco,
líder del G-250, grupo creado por quien entonces era comisionado federal de
Seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo.
Durante
ocho meses el G-250 persiguió en la sierra a Servando Gómez, La Tuta, líder de
Los Caballeros Templarios.
Sierra
es uno de los siete hermanos conocidos como Los Viagra, temidos y odiados en la
región, acusados de ser extemplarios y de cometer diversos atropellos. Castillo
tuvo a cinco de ellos a su servicio en Michoacán.