Contactos reservados y llamadas entre la Casa Blanca y el Papa
el miércoles el presidente de Estados Unidos volará a Roma desde Israel. La nueva embajadora ante la Santa Sede, Callista Gingrich
Este artículo fue publicado en la edición de hoy, lunes 22 de mayo de 2017, del periódico italiano "La Stampa".
Vatican Insider, Pubblicato il 22/05/2017
ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO
A las 8.30 del próximo miércoles 24 de mayo, dos americanos se estrecharán las manos por primera vez. Durante algunos meses la audiencia del presidente Donald Trump con el Papa argentino estuvo en entredicho, y hasta hace tres semanas la Casa Blanca no había hecho ninguna solicitud. Es más, se difundió la indiscreción de que Trump, en realidad, había decidido cancelarla. Y no eran solo rumores. Pero lo que cambió la situación fue el trabajo de algunos consejeros del presidente y señales muy precisas que llegaron desde el Vaticano. El que se movió desde el principio para favorecer los contactos, de acuerdo con el nuncio en Estados Unidos, Christoph Pierre, y la Secretaría de Estado vaticana, fue el cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington. La vía para el primer contacto no oficial con la nueva administración pasó a través del mundo evangélico en el contexto del National Prayer Breakfast, en el que participa activamente el vicepresidente Mike Pence. También por este motivo el presidente del movimiento Renovación en el Espíritu, el italiano Salvatore Martínez, que conoce y frecuenta ese ambiente, viajó en varias ocasiones a los Estados Unidos para romper el hielo. Los dos personajes clave, entre los consejeros de Trump, fueron los pastores evangélicos Jay Strack y Paula White.
El 13 de marzo pasado fue el encuentro decisivo, con el nuncio y el cardenal Wuerl, en la nunciatura de Washington, en el que participaron algunos de los consejeros de Trump. Por parte de la Santa Sede explicaron que el Papa está listo para organizar una audiencia. Pero el inquilino de la Casa Blanca, ocupado en diferentes frentes nacionales e internacionales, no parece interesado. Hasta que el 19 de abril su portavoz, Sean Spicer, anunció: «Nos pondremos en contacto con el Vaticano» para organizar una audiencia. Casi inmediatamente, el Sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciu, declaró que Francisco «siempre está dispuesto a recibir a los jefes de Estado que piden audiencia». Estados Unidos no habían nombrado todavía a su embajador ante la Santa Sede (este sábado, 20 de mayo, fue nombrada Callista Gingrich). Pero desde el Vaticano surgen señales tranquilizadoras también al respecto: ningún problema.
A pesar de ello, durante otros diez días, el teléfono no suena. Y se llega así al 29 de abril, cuando el Papa, al volver de Egipto, insistió: «Recibo a todo jefe de Estado que pide audiencia», pero añadió que hasta aquel momento no había llegado ninguna por parte de Trump. Después de esta enésima señal positiva, a principios de mayo, llegan tanto la llamada de la Casa Blanca como una petición formal por escrito. Trump comienza a lanzar señales: el encuentro con Francisco queda en la agenda después de las visitas a Arabia Saudita e Israel. El Presidente viajará a ver al Pontífice para reunirse con un líder religioso más que con un jefe de estado, después de haber visitado a los aliados del mundo musulmán y hebraico. Trump se está preparando sobre todo para escuchar: no ha querido estudiar informes como sucede con los encuentros con los jefes de Estado, sus colaboradores están terminando de preparar un video para presentarle quién es Francisco.
Después de las centellas de febrero de 2016, cuando el Papa dijo que «una persona que solo piensa en construir muros no es cristiana», los tonos por parte vaticana se han suavizado mucho. Francisco no de dejó volver a acarrear en polémicas. AL volver de Fátima dijo: «Yo nunca juzgo a una persona sin antes escucharla». Las posturas son radicalmente diferentes, comenzando por los temas de la migración y la defensa del medio ambiente. El Vaticano espera que Estados Unidos pueda favorecer la paz en el Medio Oriente y aumentar la ayuda para los países pobres. El imprevisible Trump se encontrará frente a un interlocutor abierto, franco y dispuesto a escucharlo. Es difícil hacer previsiones.
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