30 oct 2018

El error que no reconoce la PGR/

Revista Proceso # 2191, 27 de octubre de 2018.
El error que no reconoce la PGR/
GLORIA LETICIA DÍAZ
En esa cadena de errores que la procuraduría presumió como “la verdad histórica” sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el pasado 12 de marzo policías federales detuvieron con exagerada violencia a Érick Sandoval como corresponsable de esos hechos. Buscaban a una persona apodada La Rana, de quien tenían un retrato hablado. Ni el nombre ni el físico de Érick coincidían con los del sospechoso, pero la PGR intentó sacarle al profesor de educación física el paradero de los estudiantes. Sólo una investigación de la CNDH, que la PGR ignoró, acabó por sacarlo de la prisión, cuando ya toda su familia está endeudada y con secuelas psicológicas. Pero hasta ahora la dependencia se niega a reconocer su gravísimo error. 

APIPILULCO, GRO.- Con 11 kilos menos de los que tenía hace siete meses, Érick Sandoval Rodríguez, conocido en los pueblos de Cocula como La Rana, recorre sonriente y seguro las calles de su pueblo. 
Vecinos de Apipilulco, un poblado de menos de 2 mil 500 habitantes ubicado a unos cinco kilómetros de la cabecera municipal, saludan a Érick como si fuera una celebridad y lo felicitan por su reciente liberación del Cefereso 14 de Gómez Palacio, Durango.


Libre “bajo las reservas de ley” desde el lunes 22, habla conmovido tres días después: 

“Llegamos el mero cumpleaños de mi hijo. Mi esposa le había dicho que se fuera a la escuela, que no íbamos a llegar a tiempo, pero el miércoles llegamos a las 10:30 y lo primero que hicimos fue ir por él a la secundaria. Cuando nos vimos lloré; él se hizo fuerte porque estaba delante de sus compañeros, pero decía: ‘Ya llegó mi regalo’. Después nos fuimos por la niña, ella no dudó en llorar conmigo. Hasta el maestro lloró con nosotros.”

Por su pérdida de peso y su cabeza rapada –como es obligatorio en el penal– Érick dista mucho de la imagen de un hombre robusto y de melena negra que difundió la Procuraduría General de la República (PGR), aunque le cubrieron los ojos con una franja para “resguardar” su identidad. “Cuando me ingresaron al penal pesaba 76 kilos, el jueves (18 de octubre) pesaba 64 y medio”, cuenta. 

Sandoval Rodríguez y su familia reciben a los reporteros el jueves 25 en su hogar, de donde fue sacado con violencia la madrugada del 12 de marzo pasado por decenas de policías federales que viajaban en seis camionetas. 

Profesor de educación física, Sandoval fue detenido ilegalmente porque le decían La Rana, igual que a otra persona –de físico muy distinto al suyo– señalada de haber participado en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, de acuerdo con la “verdad histórica” de la PGR.

Relata la pesadilla que pasó al vivir a salto de mata con su familia durante dos años y medio antes de ser arrestado, tras enterarse de que la PGR había incluido su apodo y su nombre en una lista de presuntos responsables de la desaparición de los normalistas y por quien ofrecía 1.5 millones de pesos.

Asustado, Sandoval consultó con varios abogados que le recomendaron esconderse porque, aun siendo ajeno a los hechos, dice, “el gobierno me iba a hacer pagar… Yo quería limpiar mi nombre, hasta quería ir a alguna televisora para aclarar que yo no era la persona que buscaban, pero los abogados decían que la televisora me iba a entregar”.

En la sala de su casa, adornada con fotografías de su boda con Wendoline del Ángel Bahena, y de sus hijos cuando eran pequeños, Érick se fue de Cocula, donde es bien conocido, por temor a que la recompensa ofrecida por la PGR despertara la codicia.

Dejó su puesto de “activador físico” en la Secretaría de Salud del municipio y durante el primer año llevó a su familia de un domicilio a otro, con amigos y parientes que confiaban en su inocencia.

Después de ese año se fueron a vivir a Morelos, ante la desesperación de Érick por trabajar, pero las dificultades obligaron a la familia a regresar a su pueblo, donde la precariedad se impuso:

“Para sobrevivir vendíamos hot cakes y gelatinas; no nos alcanzaba para el gas y mi suegro iba a traer leña; cocinábamos en un fogón. Me puse a hacer piñatas para vender; mi esposa hacía gelatinas y las ofrecía para cumpleaños. A veces no teníamos ni para las tortillas o un refresco, compramos un litro de leche y dos panes para los niños, y nosotros cafecito… Eso hizo a los niños muy fuertes y firmes los dos”, dice con la voz entrecortada.

Meses después de su regreso a Apipilulco, el 8 de octubre, la policía entró en la casa de Froylán Sandoval, padre de Érick, en el vecino pueblo de Atlixtac. El señor Sandoval, por consejo de su amigo de la infancia Francisco Castañeda Espinosa, acudió a la PGR para tratar de demostrar que se había equivocado al señalar a su hijo.

El intento fue inútil. La madrugada del 12 de marzo de 2018 decenas de agentes de la Policía Federal irrumpieron en el domicilio de Érick.

La captura

El profesor y su esposa muestran a los reporteros la habitación sencilla de donde fue sacado el profesor, un cuartito si acaso de tres por cuatro metros, con dos camas matrimoniales y anaqueles de aluminio para guardar ropa. Señalan la puerta metálica abollada y sin cerradura que los policías tumbaron esa madrugada.

“Yo casi no dormía, pero esa noche me venció el sueño; hacía mucho calor y aquí uno acostumbra dormir en cueros. De repente escuché el portazo y sentí el golpe de la puerta, que cayó en mi pie, y ya tenía a uno agarrándome de las greñas, otro encañonándome ahí merito, mientras mis niños gritaban.

“Preguntábamos por la orden de aprehensión, la orden de cateo, y ellos decían nomás: ‘Este pendejo es’. Me iban a llevar en cueros, pero mi esposa alcanzó a aventarme un pantalón. Venían encapuchados, en seis camionetas. Cinco de los policías venían borrachos, otros dos, que iban delante de la camioneta en que me subieron, iban tomando en el camino”, narra Sandoval.

Apretando las mandíbulas, La Rana comenta que la chamarra con la que aparece en otra de las fotos difundidas por la PGR se la pusieron los federales, igual que un par de chanclas: “Dijeron: ‘Póngale algo a este perro, cómo lo vamos a entregar así’. Es algo que jamás se me va a olvidar, sientes una impotencia terrible”.

En las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), Sandoval fue obligado a firmar documentos que no se le permitió leer, además de que no se le dio acceso a un abogado.

“Me llevaron a una oficina grande y supongo que era gente importante de la SEIDO. Ahí me dijeron: ‘Sólo queremos saber dónde están los cuerpos’. Yo les dije: ‘Con todo respeto, están con la persona equivocada, yo no sé de qué me hablan, yo no soy esa persona que ustedes buscan’.

“Me decían los licenciados: ‘No seas pendejo, muchacho, danos los cuerpos y te van a bajar la pena’. Les dije: ‘Vive Dios que no miento. No soy el que ustedes buscan’.”

Después fue conducido al penal de máxima seguridad de Gómez Palacio, Durango, acusado de delincuencia organizada y de participar en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Error histórico

Rindió su declaración preparatoria por videoconferencia el 15 de marzo, ante el Juzgado Primero de Distrito de Procesos Penales con sede en Matamoros, Tamaulipas. Allí Érick reiteró que desconocía el motivo de la acusación, además de que personal que asistía la diligencia desde el penal de Gómez Palacio corroboró que las características físicas del profesor no correspondían con el retrato hablado de La Rana o El Güereque o Édgar, incluidos los tatuajes descritos por otros inculpados en el expediente de la “verdad histórica” del entonces procurador Jesús Murillo Karam.

A pesar de ello recibió auto de formal prisión. Durante su proceso lo carearon con inculpados que mencionaban al Rana, quienes no dudaron en desconocerlo, en tanto que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) realizó una amplia investigación que demostró no sólo el yerro de la PGR, sino que ubicó a la persona que la dependencia buscaba, información que entregó a la fiscalía meses después de la detención para que se desistiera de la acusación contra Érick. Ante la negativa de la PGR, la comisión entregó la documentación al Poder Judicial de la Federación.

El último mes fue decisivo para Sandoval. Por resoluciones de un tribunal unitario se revocaron los autos de formal prisión y el Juzgado Primero decretó su libertad “bajo las reservas de ley”, por faltas al debido proceso cometidas contra quienes lo señalaban como copartícipe de la tragedia, que alegaron tortura. Es decir, esos fallos judiciales no reconocieron el error de la PGR.

A Érick y a su familia, las resoluciones judiciales no los dejaron del todo satisfechos. “En un principio pensé: obtengo mi libertad y sanseacabó. Pero los daños no me los hicieron a mí, se los hicieron a mis bebés y a mi esposa, a mis papás. En lo económico, siempre consigues dinero donde sea, pero el daño mental, físico, maltrato psicológico para mis niños y mis papás…”, reflexiona Sandoval Rodríguez. 

Exige: “Quiero que se limpie mi nombre, no tanto una disculpa pública, pero que se reconozca la equivocación; que pueda recuperar mi trabajo para mantener a mi familia y dejar esto atrás, como una pesadilla”.

Wendoline interviene: “Fue un trauma horrible para mí y para mis niños, no podían dormir solos. Escuchábamos un ruido en la puerta y brincábamos de miedo. Temíamos que (los policías) regresaran. Mi niña veía una noticia en la tele en la que salía la foto de su papá, y era llorar y llorar. Cuando duerme mi niño, de repente brinca de miedo. No lo hemos superado.

“Fueron los siete meses más horribles de hemos pasado, porque yo no tenía un trabajo estable y tenía que sacarlos adelante. Mucha gente que nos aprecia nos decía que sabían que mi esposo era inocente, pero desgraciadamente la policía no piensa lo mismo; lo acusaron de un delito que no cometió y nos arruinaron la vida.”

Carmen Rodríguez, madre de Érick, comenta que para la familia el error de la PGR provocó un gran desgaste físico, emocional y económico “que no se le desea a nadie”.

Para solventar los gastos del litigio, la familia recurrió a rifas, venta de comida, préstamos de amistades y familiares, así como cadenas de oración.

“Gracias a nuestros vecinos de diferentes comunidades de Cocula fuimos pagando algunos gastos, nos apoyaban porque sabían que era para los abogados; nos ayudaron también con oración, hacíamos cadenas de 24 horas para rezar por Érick, y hasta nos sobraba gente que oraba por él”, dice doña Carmen.

Ausente su esposo, Froylán Sandoval –también apodado La Rana, quien trabaja en Estados Unidos para pagar las deudas–, doña Carmen apoya a su hijo en los trámites para solicitar al gobierno federal la reparación del daño.

“Yo quiero pedirles a las autoridades que ya no pongan a la gente en esta situación, que sean más responsables en sus decisiones, porque no le deseamos a nadie esta situación que pasamos”, enfatiza. 

El miércoles 24 los representantes legales de Érick apelaron los autos de libertad. 

“El objetivo es que Érick quede libre por no ser la persona a la que buscaba la PGR, que se tomen en cuenta las pruebas que presentamos, los careos en los que sus coprocesados refieren que no es la persona a la que se referían en sus declaraciones; además vamos a pelear por la vía judicial por una reparación del daño”, comenta su abogado, Víctor Manuel Aguilar Trejo.   

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