3 sept 2019

Un poeta de la memoria: David Huerta

Gana David Huerta el Premio FIL 2019
La 29 edición del Premio FIL de Literatura fue otorgada al poeta, ensayista y traductor mexicano David Huerta.
Huerta fue calificado por el jurado, representado por Luz Elena Gutiérrez de Velasco, como un autor que tiene gran "dominio y asimilación de las más diversas tradiciones de la modernidad y las vanguardias literarias latinoamericanas".
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Un poeta de la memoria
Huerta y Murguía en su departamento de la Nápoles, donde ambos fraguan reactivar los Cuadernos del Armadillo con el dinero del Premio FIL. Foto: Especial
Nota de Erika P. Bucio

Reforma, Cd. de México (03 septiembre 2019).- Memoriza poemas desde niño. Si no le entraban por los ojos, aguzaba el oído.
Ahora, a punto de cumplir 70 años, los versos de Nicolás Guillén fluyen en la memoria de David Huerta: "Yoruba soy, / cantando voy, / llorando estoy, / y cuando no soy yoruba, / soy congo, mandinga, carabalí. / Atiendan, amigos, mi son, que empieza así: // Adivinanza de la esperanza..".
La memoria no sólo entrena el oído del poeta. Es la madre misma del arte. "No hay arte sin memoria", dice el también traductor y ensayista.
Huerta obtuvo ayer el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2019. Y, tras serle otorgado el galardón a la uruguaya Ida Vitale en 2018, otra vez recae en un poeta.
"Son los poetas los depositarios de la memoria de las naciones. Si se sabe de Roma, es por Virgilio", ataja.

El jurado reconoció en su fallo "el ímpetu, la ambición y la fraterna inteligencia" de su poesía, que se sitúa en "el centro de toda consideración crítica sobre la lírica hispanoamericana actual".
A la vez que fue reconocida su labor como traductor. "(Aunque) traduzco con lentitud e inseguridad", confiesa.
El recibimiento...
La habitual tranquilidad de su vida compartida con la escritora Verónica Murguía se vio alterada con el anuncio. Un premio que Huerta recibe con una mezcla de "aturdimiento y alegría", aunque también asoma una desazón.
Con el Fondo de Cultura Económica (FCE), Huerta publicó hace seis años La mancha en el espejo, una compilación en dos tomos de sus libros de poesía. Pero, con la llegada de Paco Ignacio Taibo II a la dirección del sello, la editorial se retiró del premio dotado con 150 mil dólares.
"Algo muy penoso, porque los organizadores, según supe, se enteraron de ese retiro por la prensa. Es decir, los actuales dirigentes del FCE no fueron capaces de tener el mínimo gesto de decencia, de mínima civilización, de modales", fustiga Huerta. "De modo que el FCE, mi editor, no participa en el Premio".
Pero, de cualquier forma, le resulta una feliz coincidencia obtenerlo cuando está a punto de cumplir 70 años, el próximo 8 de octubre. Incluso, vive una nueva juventud: "Veo con ojos desconcertados, muy frescos, nada resignados al deterioro".
La poesía le viene en los genes al ser hijo de Efraín Huerta, el Gran Cocodrilo. Su padre influyó con lecturas, conversaciones, aunque también asoman las diferencias.
¿Acaso el hijo que escribió las 400 páginas y nueve capítulos de Incurable (1987), uno de los mayores poemas hispanoamericanos, no es diferente del padre y sus poemínimos, como sugiere Murguía?
"Soy un poeta inferior a él, pero no me incomoda ni me amilana", asegura él.
Pero de su padre sí le incomoda verlo como un autor que ha sufrido un tanto la simplificación como un poeta del albur, del poemínimo, del ingenio. Y cuya muerte, lamenta, nunca dejará de llorar. Como tampoco el prematuro fallecimiento de su madre, Mireya Bravo.
Lo que viene...
En su departamento, en la Colonia Nápoles, es difícil encontrar un sitio que no esté desbordado por los libros. Una biblioteca que no cesa de crecer, como su producción poética.
"Quiero vaciar los cajones", dice el escritor que obtuvo con Versión el Premio Xavier Villaurrutia 2005.
"El ritmo de publicación nunca empata con el ritmo de escritura". Aunque no escriba a diario, al ritmo que surgen ideas tras su infinidad de lecturas y paseos por la ciudad.
Pero, ya hay textos en puerta.
Recién recibió los ejemplares de Los instrumentos de la pasión (Universidad Autónoma de Querétaro), que recoge poemas sobre la maternidad que datan desde los años 80 y que no entraron en ningún libro, y está también por aparecer Las hojas, una colección de ensayos de poesía. Desea en que esté impreso y listo para la FIL.
"Todas estas publicaciones me permiten ver La mancha en el espejo como un ciclo cerrado", dice Huerta, merecedor también del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2015.
Mientras conversa, destaca un armadillo en plata, regalo de Murguía -o "Vero" como él le llama-, que cubre uno de los botones de su camisa, y que esconde planes a futuro.
Con dinero de sus bolsillos ambos han editado los Cuadernos del Armadillo a través del Taller Martín Pescador, fundado por Juan Pascoe. El cuarto y último título en aparecer fue Monólogos, de Francisco Torres Córdova, en 2018. Hasta ahí les alcanzó el dinero.
"Vero lo dijo antes que nadie: ahora sí, con el premio, vamos a poder publicar unos armadillos muy padres".
Vislumbra panorama 'de un gris profundo'
El poeta David Huerta percibe la amenaza de un "presidencialismo exacerbado". 
"Como con Porfirio Díaz, los aduladores del Presidente, cuando López Obrador les pregunta qué horas son, ellos dicen 'las que usted diga, señor Presidente'. Los lambiscones, los aduladores y los propagandistas son una raza que ha prosperado en estos nueve meses como yo nunca lo había visto", condena. 
La corrupción no solo está en el dinero sino también en el discurso. No encuentra razones para el optimismo. El panorama se presenta si no negro, "de un gris profundo". 
"Este es un país que es un quebranto continuo desde hace muchos años", dice Huerta, quien se asume como opositor de izquierda y un hijo del 68.
"Hay un despliegue de fuerzas policiacas y militares a lo largo del territorio que por desgracia en la frontera se utiliza para maltratar a los migrantes", condenó.
En estos primeros nueve meses, considera la política cultural como "titubeante" y con "errores" que eran evitables. Ve a una Secretaria de Cultura arrinconada por lo que ocurre a su alrededor. 
"Me gustaría que la Secretaria de Cultura (Alejandra Frausto) tuviera más mando, más poder de decisión", plantea. 
Al tiempo que condena los recortes presupuestales al sector. 
"Me parece escandaloso que no se apoye abierta, decidida y generosamente la creación artística y la cultura en nuestro País", lamenta. 

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