27 abr 2021

La derecha lopezobradorista en la cámara de diputados

Punto Crítico Sinaloa Digi Tv, 27 de abril de 2021

Columna ZONA POLITEiA/César Velázquez Robles

La derecha lopezobradorista en la cámara de diputados

La derecha lopezobradorista hizo la madrugada del sábado ( fue viernes) 24 de abril en la cámara de diputados, la más indecente e impresentable defensa de una ilegalidad. Justamente, como muy bien lo dijo Jesús Silva-Herzog Márquez en su artículo de ayer en Reforma, defendió una inconstitucionalidad desde la casa donde se hacen las leyes. Y lo hizo adjudicándose el título de revolucionaria, al tiempo que endilgaba a los defensores de la legalidad, esto es, a la oposición al lopezobradorismo, el epíteto de conservadora.

 Esta será una de las grandes infamias con que pasará a la historia esta legislatura cuya mayoría presuntamente habría de acompañar un cambio de gobierno y de régimen. Decía en mi colaboración de ayer que la actitud de la mayoría al avalar con su voto este discurso de corte fascista, es comprensible: defienden y quieren preservar intereses creados. Casi todos ellos aspiran a reelegirse. Y saben que guardando silencio, renunciando a la  crítica que es renunciar a la dignidad parlamentaria, están dando pasos para hacer “carrera parlamentaria”, y así, arrostrando todas las consecuencias, pueden durar seis, nueve, doce años transgrediendo impunemente la legalidad.

La izquierda sociológica y partidista debe defender la dignidad

Esa actitud de la derecha lopezobradorista en el parlamento, reitero, es entendible. Pero la decisión de la izquierda social, la izquierda sociológica, pero sobre todo la izquierda partidista que apoya las políticas lopezobradoristas, de guardar silencio y voltear hacia otro lado ante una violación impune al orden legal, en verdad que me resulta incomprensible. No estoy diciendo que deberían abandonar ese barco del que se sienten timoneles, pero sí que haya un poco de dignidad y decoro para rechazar una actitud, un comportamiento que rompe contra toda ética y todo principio de actuación en la vida política y en la vida pública. Baste revisar aunque sea de pasadita las redes sociales para ver cómo quienes defienden con ardor y pasión las decisiones del gobierno federal, eluden pronunciarse sobre una evidente ilegalidad. Actúan como si no hubiese pasado nada, como si todo aquello por lo que durante años lucharon no fuese un patrimonio colectivo que hay que defender y preservar, incluso contra quienes se asumen como promotores del progreso y defensores de la justicia. Esta “izquierda” tendencia Mier, está obligada política y moralmente a decir algo, a defender la dignidad con la que lucharon en su tiempo, a reclamar honestidad de sus dirigentes. Se entiende que no lo hagan  candidatos a gobernador, a alcaldes, a diputados locales, pretextando que el asunto les es ajeno, pero nada justifica que quienes no tienen intereses creados,  que siguen enarbolando ideales, que tienen sueños, esperanzas y aspiraciones de cambio progresista y no de involución retardataria, guarden lo que no es sino un estruendoso silencio que inunda todos los intersticios de la vida pública.

Los ecos del debate de los candidatos a gobernador

Creo que hay un consenso más o menos extendido entre los comentaristas y analistas de la vida política en Sinaloa, en el sentido de que en el debate de los candidatos gobernador, de la semana pasada, estos nos quedaron a deber. La calidad política e intelectual no respondió a las expectativas que había despertado en algunos sectores de la opinión pública y la opinión publicada. Ciertamente, nos quedaron a deber, pero también me parece, sin que ello sea muy evidente y se finque sobre todo en percepciones, en que Rocha no ganó del debate; que quien se anotó más puntos porque tomó la ofensiva, fue el candidato de la Gran Coalición PAN-PRI-PRD, Mario Zamora. Esa fue, al menos,  mi percepción. Así que en redes formulé la siguiente reflexión: Rocha ganó el debate a Juan S. Millán en 1998, pero perdió la gubernatura; Rocha perdió el debate con Mario Zamora, ¿ganará la gubernatura? Es una pregunta excesivamente retórica. En 23 años el país, Sinaloa, han cambiado radicalmente. El partido prácticamente único, hegemónico, pasó en ese periodo a partido mayoritario en un régimen plural de partidos, luego a perder el gobierno, a caer hasta el tercer lugar en las preferencias de los ciudadanos para luego recuperar el poder y volver a perderlo de manera humillante frente al nuevo bloque de poder. Rocha tuvo la suerte de montarse en esa ola y por supuesto que ahora tiene muchas posibilidades de alzarse con el triunfo e inaugurar una nueva etapa, si no por decisiones novedosas o por su intención de instaurar en Sinaloa el proyecto de la cuatroté, sí por romper un largo dominio del priismo, que ha gobernado prácticamente de manera ininterrumpida desde su fundación en 1929.

Bueno, se supone entonces que los candidatos están emplazados a cubrir al menos parte de esta deuda en el próximo debate. A ello puede y debe contribuir el árbitro convocante de los debates, acotando con precisión los temas para que los candidatos no agarren monte y se pongan, en unos casos, a lanzar diatribas sin fin, y , en otros, a estar capoteando la lluvia de críticas que desde todos los flancos les seguirán lloviendo. Dije que los candidatos habían dejado fuera de sus consideraciones temas que realmente interesan a los ciudadanos que aspiramos a vivir un auténtica transformación de Sinaloa, que sigue siendo asignatura pendiente desde hace años. Ahí están varias preguntas. Otros analistas han destacado temas torales como el combate a la pobreza, la lucha contra la exclusión y la marginación, el quehacer cultural, la exigencia de una política científico-técnica que esa sí, inserte a Sinaloa en la sociedad del conocimiento. Esos temas son los que nos interesan. Lo demás es bisutería. Y como dirían los españoles: de eso estamos bastos.

Si tan solo el árbitro electoral hiciese un poquito de caso a los que pedimos más calidad en el debate. Si, ya lo sé: bastante hace con organizar las elecciones y garantizar la imparcialidad, objetividad, certeza, e independencia del proceso electoral, aunque no le guste al presidente.a

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