Discurso del Presidente Calderón en la Ceremonia Conmemorativa del CXCVII Aniversario del Inicio de la Gesta de Independencia
Ciudadano Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Senador Santiago Creel Miranda, Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Diputado Arnoldo Ochoa González, representante de la Honorable Cámara de Diputados.
Ciudadano José Luis Soberanes Fernández, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Ciudadano Luis Carlos Ugalde Ramírez, Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral.
Señoras y señores secretarios, honorables miembros del presídium, excelentísimos señores embajadores, jóvenes estudiantes, señoras y señores legisladores, invitados especiales, señoras y señores:
Que se solemnice el 16 de septiembre todos los años, como el día del aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa libertad comenzó.
En ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del gran héroe, el señor Don Miguel Hidalgo y su compañero, Don Ignacio Allende.
Con estas palabras, el generalísimo José María Morelos y Pavón terminaba la histórica lectura de los Sentimientos de la Nación aquel 14 de septiembre de 1813.
Hoy, cuando está por cumplirse el Bicentenario de la Gesta Heroica de Nuestra Independencia, los Poderes de la Unión, las instituciones de la República, el pueblo de México, cumplimos el mandato del Siervo de la Nación y rendimos el más alto homenaje a los héroes que nos dieron Patria.
Honor y gloria a nuestros próceres por derramar su sangre sobre un suelo en el que sembraron una Nación independiente.
Honor y gloria a nuestros padres que ofrendaron su vida para forjar una Nación de mujeres y de hombres libres.
Honor y gloria a Miguel Hidalgo, Padre de la Patria; a José María Morelos, Siervo de la Nación; a Ignacio Allende y Mariano Matamoros, a la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, a Juan Aldama y Nicolás Bravo, a Andrés Quintana Roo y Leona Vicario, a Gertrudis Bocanegra y Francisco Javier Mina, a Vicente Guerrero y los consumadores de la Independencia, a Guadalupe Victoria y tantos, tantos otros.
Ellos alzaron su voz y empuñaron las armas reclamando para nuestro pueblo libertad e Independencia. Se unieron en torno a un ideal, a la Patria y enarbolaron el anhelo de un pueblo orgulloso de su raíz, de su identidad y deseoso de ser dueño de su destino.
Ese fue el sueño del Padre Hidalgo que hace 197 años, una mañana como esta llamara a los mexicanos a levantarse en armas por la Independencia.
Su atrevimiento, su arrojo ante la descomunal fuerza de todo un reino hegemónico en aquella época, parecía entonces una quimera a los ojos de muchos.
Pero el Padre Hidalgo sabía que la nuestra estaba destinada a ser una Nación libre y gloriosa.
Como él, la mayoría de los insurgentes murieron en abnegado sacrificio, pero sabían que México estaba llamado a ser un país independiente en el concierto de naciones y que su vida ofrendada era indispensable para aquel propósito.
Los insurgentes perdieron la vida, sin embargo, con su muerte la Nación mexicana se erigió y permanece incólume.
El Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón, retomó con renovados bríos la misión libertaria iniciada por Hidalgo. Morelos creía en una Nación fuerte, unida y con instituciones sólidas que dieran rumbo cierto a la Patria.
Al agudo ingenio militar de Morelos, se agregó una visión entonces inédita de construir la República, sentando las bases de su organización.
Por ello convocó a un Congreso Constituyente en Chilpancingo a fin de dotar a los mexicanos de una ley suprema que promulgara los derechos de todos los habitantes.
Tuvo que sacrificar fuerza, velocidad, capacidad de movimiento de sus tropas en aras de permanecer vigilante y en custodia de aquel Congreso en el que tanto creyera.
Él y muchos otros cayeron en esta Gesta gloriosa, pero nunca decayó el ideal de libertad de los mexicanos.
Le semilla sembrada por Hidalgo era ya árbol que daba fruto y el fruto era una Nación libre y soberana.
Hoy, 16 de septiembre a casi dos siglos de que el pueblo mexicano vibrara y respondiese al grito libertador, los mexicanos evocamos con orgullo nuestra raíz y nuestra historia y reencendemos también los ideales y los valores que nos guían en la construcción de un porvenir de grandeza y prosperidad.
Y decimos ante esta Columna de la Independencia, ante este insigne memorial que la sangre de nuestros héroes no fue derramada en vano, que su legado corre muy dentro de cada mexicana y de cada mexicano.
Estamos orgullosos de ser descendientes y herederos de los Insurgentes y que su gesta nos hace vibrar y nos llena el alma de orgullo.
No sólo fue el inicio, desarrollo y culminación de aquella Gesta heroica, de aquel movimiento libertario lo que hiciese de México una Nación independiente y soberana.
Durante la vida de México, como Nación, ha sufrido de manera reiterada en el primer siglo de su vida independiente, el embate de las naciones más poderosas del mundo y el mayor número de intervenciones militares extranjeras en toda América.
La resistencia a cada una fue forjando el temple y el carácter singular y distinto de las mexicanas y los mexicanos.
Hay en México un sentido de orgullo ante nuestra Independencia y una tradición que se aferra con orgullo a su sólida raíz.
Hay entre nosotros una identidad propia y un orgullo profundo.
La raíz añosa de la historia y la cultura nacionales, es una fuente permanente de vigor patriótico entre nosotros.
A México se aplica, como a pocos, la tarea del plebiscito cotidiano al que aludía Renán.
Es haber hecho juntos grandes cosas y querer hacer otras más.
Señoras y señores:
Hoy, en que conmemoramos nuestra Independencia estamos convencidos de que México tiene enormes tareas por hacer.
Gracias a la Gesta de nuestros héroes es hoy una Nación soberana, es un país admirado y querido, respetado entre las naciones del mundo.
Los hijos de esta tierra día con día se esfuerzan por salir adelante y construir una Patria en orden y con generosidad.
México llega a este momento como Nación libre y democrática, con un Poder Legislativo fuerte y plural; con un Poder Judicial autónomo y determinante, con entidades fuertes y soberanas, con una sociedad más madura, más organizada, más participativa y con un Poder Ejecutivo que sabe que su deber es sumar y orientar los esfuerzos de todos para construir un México más justo, más equitativo, más libre y más democrático.
El ideal de Hidalgo y el de Morelos sigue en un proceso constante de formación y construcción. La tarea de la Patria justa, equitativa e igualitaria que ellos anhelaron es una tarea entrante perpetuo de edificación.
Nuestra generación tiene el compromiso de cumplir con quienes nos antecedieron y con quienes habrán de sobrevivirnos.
A nosotros nos toca librar las batallas de nuestro tiempo, a nosotros nos toca hacer realidad aquí y ahora esa Independencia y esa soberanía, es nuestra la tarea de hacer de México una Nación cada día más fuerte, cada día más próspera, cada día más justa.
El mejor homenaje que podemos rendir a nuestros héroes es tomar plenamente en nuestras manos, con todo lo que ello implica, el destino de la Nación.
Estamos obligados a ver como ellos vieron, a ver mucho más allá, a ver por encima de los obstáculos, a superar los miedos y los temores, a romper los prejuicios, a trascender lo inmediato, a unir fuerzas de manera generosa en un proyecto influyente que brinde oportunidades de desarrollo a todos los mexicanos.
Todas las fuerzas políticas, todas las visiones, todos los ciudadanos cuentan y son importantes.
La diversidad y pluralidad que nos distinguen, debe ser el más grande recurso para impulsar precisamente el desarrollo con justicia y debe ser motivo de unión, y no de encono y de división.
El insigne insurgente michoacano, don Carlos María Bustamante, lo señaló claramente hace dos siglos al escribir: “el tiempo hizo ver que sólo por medio de la unión podíamos conseguir el anhelado bien de la independencia, pues cuando estuvimos desunidos sólo logramos destrozarnos infructuosamente”.
La unidad, el amor a México, la valentía, la solidaridad deben ser la fuerza que nos permita lograr cambios trascendentales para el fortalecimiento de la Patria.
La independencia plena y la lucha por la igualdad y la libertad serán siempre tareas inacabadas.
Hoy los desafíos que nos muestra el rostro de la pobreza, de la miseria, de la injusticia, de la ignorancia siguen siendo motivos más que suficientes para que esta lucha por el engrandecimiento de la Patria continúe.
Por eso hoy, 16 de septiembre, convoco a los mexicanos a transformar a la Nación, a consolidar juntos el sueño de Hidalgo y Morelos, de una Patria libre, cada día más justa y equitativa.
Y que el ejemplo vivo de los Insurgentes de 1810 nos motive a la unión, al patriotismo y a la solidaridad, sólo así podremos enfrentar con éxito cualquier desafío, sólo así podremos honrar nuestra Independencia Nacional, sólo así podremos honrar y engrandecer a nuestro querido México.
Muchas gracias.
Senador Santiago Creel Miranda, Presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.
Diputado Arnoldo Ochoa González, representante de la Honorable Cámara de Diputados.
Ciudadano José Luis Soberanes Fernández, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Ciudadano Luis Carlos Ugalde Ramírez, Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral.
Señoras y señores secretarios, honorables miembros del presídium, excelentísimos señores embajadores, jóvenes estudiantes, señoras y señores legisladores, invitados especiales, señoras y señores:
Que se solemnice el 16 de septiembre todos los años, como el día del aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa libertad comenzó.
En ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del gran héroe, el señor Don Miguel Hidalgo y su compañero, Don Ignacio Allende.
Con estas palabras, el generalísimo José María Morelos y Pavón terminaba la histórica lectura de los Sentimientos de la Nación aquel 14 de septiembre de 1813.
Hoy, cuando está por cumplirse el Bicentenario de la Gesta Heroica de Nuestra Independencia, los Poderes de la Unión, las instituciones de la República, el pueblo de México, cumplimos el mandato del Siervo de la Nación y rendimos el más alto homenaje a los héroes que nos dieron Patria.
Honor y gloria a nuestros próceres por derramar su sangre sobre un suelo en el que sembraron una Nación independiente.
Honor y gloria a nuestros padres que ofrendaron su vida para forjar una Nación de mujeres y de hombres libres.
Honor y gloria a Miguel Hidalgo, Padre de la Patria; a José María Morelos, Siervo de la Nación; a Ignacio Allende y Mariano Matamoros, a la Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, a Juan Aldama y Nicolás Bravo, a Andrés Quintana Roo y Leona Vicario, a Gertrudis Bocanegra y Francisco Javier Mina, a Vicente Guerrero y los consumadores de la Independencia, a Guadalupe Victoria y tantos, tantos otros.
Ellos alzaron su voz y empuñaron las armas reclamando para nuestro pueblo libertad e Independencia. Se unieron en torno a un ideal, a la Patria y enarbolaron el anhelo de un pueblo orgulloso de su raíz, de su identidad y deseoso de ser dueño de su destino.
Ese fue el sueño del Padre Hidalgo que hace 197 años, una mañana como esta llamara a los mexicanos a levantarse en armas por la Independencia.
Su atrevimiento, su arrojo ante la descomunal fuerza de todo un reino hegemónico en aquella época, parecía entonces una quimera a los ojos de muchos.
Pero el Padre Hidalgo sabía que la nuestra estaba destinada a ser una Nación libre y gloriosa.
Como él, la mayoría de los insurgentes murieron en abnegado sacrificio, pero sabían que México estaba llamado a ser un país independiente en el concierto de naciones y que su vida ofrendada era indispensable para aquel propósito.
Los insurgentes perdieron la vida, sin embargo, con su muerte la Nación mexicana se erigió y permanece incólume.
El Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón, retomó con renovados bríos la misión libertaria iniciada por Hidalgo. Morelos creía en una Nación fuerte, unida y con instituciones sólidas que dieran rumbo cierto a la Patria.
Al agudo ingenio militar de Morelos, se agregó una visión entonces inédita de construir la República, sentando las bases de su organización.
Por ello convocó a un Congreso Constituyente en Chilpancingo a fin de dotar a los mexicanos de una ley suprema que promulgara los derechos de todos los habitantes.
Tuvo que sacrificar fuerza, velocidad, capacidad de movimiento de sus tropas en aras de permanecer vigilante y en custodia de aquel Congreso en el que tanto creyera.
Él y muchos otros cayeron en esta Gesta gloriosa, pero nunca decayó el ideal de libertad de los mexicanos.
Le semilla sembrada por Hidalgo era ya árbol que daba fruto y el fruto era una Nación libre y soberana.
Hoy, 16 de septiembre a casi dos siglos de que el pueblo mexicano vibrara y respondiese al grito libertador, los mexicanos evocamos con orgullo nuestra raíz y nuestra historia y reencendemos también los ideales y los valores que nos guían en la construcción de un porvenir de grandeza y prosperidad.
Y decimos ante esta Columna de la Independencia, ante este insigne memorial que la sangre de nuestros héroes no fue derramada en vano, que su legado corre muy dentro de cada mexicana y de cada mexicano.
Estamos orgullosos de ser descendientes y herederos de los Insurgentes y que su gesta nos hace vibrar y nos llena el alma de orgullo.
No sólo fue el inicio, desarrollo y culminación de aquella Gesta heroica, de aquel movimiento libertario lo que hiciese de México una Nación independiente y soberana.
Durante la vida de México, como Nación, ha sufrido de manera reiterada en el primer siglo de su vida independiente, el embate de las naciones más poderosas del mundo y el mayor número de intervenciones militares extranjeras en toda América.
La resistencia a cada una fue forjando el temple y el carácter singular y distinto de las mexicanas y los mexicanos.
Hay en México un sentido de orgullo ante nuestra Independencia y una tradición que se aferra con orgullo a su sólida raíz.
Hay entre nosotros una identidad propia y un orgullo profundo.
La raíz añosa de la historia y la cultura nacionales, es una fuente permanente de vigor patriótico entre nosotros.
A México se aplica, como a pocos, la tarea del plebiscito cotidiano al que aludía Renán.
Es haber hecho juntos grandes cosas y querer hacer otras más.
Señoras y señores:
Hoy, en que conmemoramos nuestra Independencia estamos convencidos de que México tiene enormes tareas por hacer.
Gracias a la Gesta de nuestros héroes es hoy una Nación soberana, es un país admirado y querido, respetado entre las naciones del mundo.
Los hijos de esta tierra día con día se esfuerzan por salir adelante y construir una Patria en orden y con generosidad.
México llega a este momento como Nación libre y democrática, con un Poder Legislativo fuerte y plural; con un Poder Judicial autónomo y determinante, con entidades fuertes y soberanas, con una sociedad más madura, más organizada, más participativa y con un Poder Ejecutivo que sabe que su deber es sumar y orientar los esfuerzos de todos para construir un México más justo, más equitativo, más libre y más democrático.
El ideal de Hidalgo y el de Morelos sigue en un proceso constante de formación y construcción. La tarea de la Patria justa, equitativa e igualitaria que ellos anhelaron es una tarea entrante perpetuo de edificación.
Nuestra generación tiene el compromiso de cumplir con quienes nos antecedieron y con quienes habrán de sobrevivirnos.
A nosotros nos toca librar las batallas de nuestro tiempo, a nosotros nos toca hacer realidad aquí y ahora esa Independencia y esa soberanía, es nuestra la tarea de hacer de México una Nación cada día más fuerte, cada día más próspera, cada día más justa.
El mejor homenaje que podemos rendir a nuestros héroes es tomar plenamente en nuestras manos, con todo lo que ello implica, el destino de la Nación.
Estamos obligados a ver como ellos vieron, a ver mucho más allá, a ver por encima de los obstáculos, a superar los miedos y los temores, a romper los prejuicios, a trascender lo inmediato, a unir fuerzas de manera generosa en un proyecto influyente que brinde oportunidades de desarrollo a todos los mexicanos.
Todas las fuerzas políticas, todas las visiones, todos los ciudadanos cuentan y son importantes.
La diversidad y pluralidad que nos distinguen, debe ser el más grande recurso para impulsar precisamente el desarrollo con justicia y debe ser motivo de unión, y no de encono y de división.
El insigne insurgente michoacano, don Carlos María Bustamante, lo señaló claramente hace dos siglos al escribir: “el tiempo hizo ver que sólo por medio de la unión podíamos conseguir el anhelado bien de la independencia, pues cuando estuvimos desunidos sólo logramos destrozarnos infructuosamente”.
La unidad, el amor a México, la valentía, la solidaridad deben ser la fuerza que nos permita lograr cambios trascendentales para el fortalecimiento de la Patria.
La independencia plena y la lucha por la igualdad y la libertad serán siempre tareas inacabadas.
Hoy los desafíos que nos muestra el rostro de la pobreza, de la miseria, de la injusticia, de la ignorancia siguen siendo motivos más que suficientes para que esta lucha por el engrandecimiento de la Patria continúe.
Por eso hoy, 16 de septiembre, convoco a los mexicanos a transformar a la Nación, a consolidar juntos el sueño de Hidalgo y Morelos, de una Patria libre, cada día más justa y equitativa.
Y que el ejemplo vivo de los Insurgentes de 1810 nos motive a la unión, al patriotismo y a la solidaridad, sólo así podremos enfrentar con éxito cualquier desafío, sólo así podremos honrar nuestra Independencia Nacional, sólo así podremos honrar y engrandecer a nuestro querido México.
Muchas gracias.
Arenga del Presidentecon motivo de la Ceremonia del CXCVII Aniversario del Grito de Independencia de México; Sábado 15 de septiembre, Palacio Nacional.
¡Mexicanos!
¡Vivan los héroes que nos dieron Patria!
¡Viva Hidalgo!
¡Viva Morelos!
¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!
¡Viva Allende!
¡Vivan Aldama y Matamoros!
¡Viva nuestra Independencia!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Mexicanos!
¡Vivan los héroes que nos dieron Patria!
¡Viva Hidalgo!
¡Viva Morelos!
¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!
¡Viva Allende!
¡Vivan Aldama y Matamoros!
¡Viva nuestra Independencia!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
Parte de Novedades por el ciudadano General D.E.M. Tomás Ángeles Dauahare, Subsecretario de la Defensa Nacional y Comandante de la Columna del Desfile
Señor Presidente me permito informar a usted el efectivo que desfiló:
Del Ejército y Fuerza Aérea: 47 banderas, 15 mil 424 elementos, 519 vehículos, 68 aeronaves, 98 piezas de artillería, 55 caballos y 12 canes.
De la Armada de México: siete banderas, dos mil 723 elementos, 37 vehículos y 12 aeronaves.
También desfilaron tres banderas y 120 charros montados.
El total general fue de 18 mil 267 elementos, en una hora 39 minutos.
Sin novedad.
Señor Presidente me permito informar a usted el efectivo que desfiló:
Del Ejército y Fuerza Aérea: 47 banderas, 15 mil 424 elementos, 519 vehículos, 68 aeronaves, 98 piezas de artillería, 55 caballos y 12 canes.
De la Armada de México: siete banderas, dos mil 723 elementos, 37 vehículos y 12 aeronaves.
También desfilaron tres banderas y 120 charros montados.
El total general fue de 18 mil 267 elementos, en una hora 39 minutos.
Sin novedad.
Mensaje del Presidente a las Comunidades Mexicanas en el Exterior con motivo de las celebraciones conmemorativas de la Independencia Nacional
Sábado, 15 de Septiembre
Los Pinos.
Estimadas mexicanas, muy estimados mexicanos.
Quiero enviarles un mensaje de felicitación a todos ustedes con motivo de la celebración del Aniversario de la Independencia de México. En sus 197 años de vida independiente, nuestro país ha enfrentado enormes retos y ha vivido un continuo proceso de transformación.
Hoy, México tiene la oportunidad de encaminarse con paso firme para ser una sociedad más justa, más democrática y más participativa.
Sé que existe el gran reto de generar las condiciones económicas necesarias para que todos los mexicanos tengan las mismas oportunidades de empleo digno y bien remunerado, aquí, precisamente, en nuestra tierra.
Año con año, la migración deja divididas a familias mexicanas y a comunidades enteras. Y por ello encabezo un gobierno que no sólo trabaja para quienes viven aquí dentro de nuestras fronteras.
Con la misma pasión e intensidad trabajamos para los mexicanos que, buscando mejores oportunidades, resolvieron emprender el difícil viaje al otro lado.
Estamos trabajando arduamente para crear oportunidades laborales para los mexicanos, lo que permitirá que un mayor número de connacionales tengan oportunidades de desarrollo en nuestro país.
También sé que en estos momentos la situación que ustedes viven es sumamente difícil. La falta de voluntad política del Congreso norteamericano para aprobar una reforma migratoria se ha sumado a medidas de control migratorio en todos los niveles de gobierno que sé que afectan directamente a ustedes y a nuestras comunidades.
Por eso para mi gobierno la defensa de los derechos de nuestros connacionales y la promoción de sus intereses es un asunto de la más alta prioridad. Sus aportaciones al desarrollo de Estados Unidos son innegables y deben ser reconocidas cabalmente.
He instruido a la red consular mexicana en Estados Unidos para trabajar de manera incansable y en coordinación para defender sus derechos sin importar su condición migratoria. Mi gobierno no escatimará recursos con este fin.
En los últimos nueve meses hemos aumentado significativamente el personal que atiende en la red consular con un número equivalente a cinco consulados, y seguiremos abriendo muchos más.
Estamos trabajando para que los servicios consulares lleguen a los lugares donde ustedes viven. Por eso, con la expansión del Programa de Consulados Móviles, nuestros Cónsules estarán más seguido ahí, en los pueblos y ciudades pequeñas, en los centros de trabajo, en las comunidades rurales donde están ustedes.
Debemos coadyuvar a que cada uno de ustedes cuente con mejores oportunidades de desarrollo, de salud, de educación, donde quiera que se encuentren.
Mi gobierno, yo personalmente, estaremos hombro con hombro con ustedes. Lo he dicho antes, donde quiera que se encuentre un mexicano ahí está México. Y a pesar de que en este momento ustedes no están en nuestra tierra, juntos vamos a seguir construyendo nuestra brillante historia como nación.
¡Que vivan lo mexicanos en todo el mundo!
¡Que viva México!
Fuente: Presidencia de la República
Fuente: Presidencia de la República
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