SALUD HERNÁNDEZ-MORA
BOGOTÁ.- Cuando Alfonso Cano solo lleva cinco semanas como jefe supremo de las FARC, la guerrilla más antigua del continente y la más poderosa sufrió el mayor revés militar en sus cuarenta años de historia. El Ejército colombiano le infligió una derrota que deja muy mal parado al comandante cincuentón, barbudo, que se las da de intelectual, y que aún estaba intentando afianzarse en el cargo.
Será difícil para él recomponer su incipiente liderazgo así como las fuerzas de un grupo terrorista que ha visto en los últimos meses cómo han caído varios de sus principales jefes, incluido su fundador, Manuel Marulanda Vélez, fallecido en circunstancias desconocidas. Así mismo asisten impotentes a la deserción de decenas de mandos medios, con varios lustros de guerra a sus espaldas, que prefieren acogerse al plan de reinserción del gobierno o sencillamente fugarse con millones de pesos robado a su propia organización.
Las palabras de hace unos meses del general Fredy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, de que "estamos en el fin del fin" de las FARC, pueden ser ahora ciertas. No quiere decir que se pueda enterrar ya a una banda terrorista con unos diez mil hombres armados, alimentados con el dinero del narcotráfico, la verdadera gasolina del conflicto bélico colombiano. Pero es indudable de que su margen de actuación en el campo militar ha disminuido de forma considerable y que en el político apenas tiene cartas que jugar ya. Su máximo valedor, el Presidente Hugo Chávez, dio uno de sus sorprendentes giros y pasó de considerarlos poco menos que sus hermanos a decirles que la lucha armada ya no tiene sentido.
Y tampoco concitarán el interés internacional porque les quitaron la joya de la corona, que era Ingrid Betancurt, la única razón para que los gobiernos de otros países estuvieran dispuestos a negociar con las FARC. Sin ella, para el mundo esa guerrilla no es sino una caterva de terroristas sin fines políticos. Porque quedan sólo una veintena de rehenes, todos policías y militares salvo tres políticos de bajo perfil, que carecen de interés para los gobiernos extranjeros que pusieron todo su empeño en ver de nuevo en casa a la ex candidata presidencial.
Contra el tiempo
Si no cogen pronto la mano que les tiende el gobierno de Uribe, las FARC estarán expuestas a que la sociedad les cierre las puertas que aún mantienen entreabiertas. Más de un ciudadano creerá que la derrota militar es posible y no estarán dispuestos a hacer concesiones diferentes a las que en su día se otorgaron a los paramilitares. Y cabe recordar que catorce de sus principales mandos están hoy presos en Estados Unidos.
El tiempo juega en contra de la guerrilla y como les dijo el ministro de Defensa Juan Manuel Santos, la paz la hará este gobierno pro las buenas o por las malas.
Lo que ha sido un golpe demoledor para Alfonso Cano, es un triunfo arrollador para su mayor enemigo, el Presidente Álvaro Uribe. Contra viento y marea, contra los familiares de los rehenes y contra gobiernos extranjeros como el de Nicolás Sarkozy, insistió en el rescate militar y en no ceder algunas condiciones que le exigían las FARC para negociar el intercambio de presos guerrilleros por rehenes políticos. Y al final se salió con la suya. Porque liberar de golpe a Betancurt y a los tres norteamericanos, amén de los once uniformados colombianos, deja sin argumentos a sus críticos y eleva su figura de estadista fuera de estas fronteras.
De paso logra tapar, así sea por unas semanas, los escándalos que agobiaban a su gobierno por la compra de una congresista cuyo voto necesitaban para aprobar en su día el cambio constitucional que permitía la reelección, y su enfrentamiento con la Corte Suprema de Justicia. Nadie en Colombia querrá oír las críticas contra un Presidente que les hace soñar con el fin de la guerra y que es capaz de llevar a cabo operaciones militares quirúrgicas tan sofisticadas como las que realizan los israelitas. Y, por su puesto, afianza sus posibilidades de aspirar a una tercera reelección. Por si faltara poco, las palabras de Ingrid Betancurt, elogiando sus ocho años de gestión, le dan un espaldarazo que quizá nunca esperó.
El otro ganador es su ministro de Defensa, eterno aspirante a ocupar la presidencia. Bajo su mandato se han dado todos los grandes golpes a las FARC y las Fuerzas Militares han mostrado una profesionalidad desconocida hasta ahora. Si su jefe le cede el paso, puede ser un firme candidato a sucederle en el 2010.
BOGOTÁ.- Cuando Alfonso Cano solo lleva cinco semanas como jefe supremo de las FARC, la guerrilla más antigua del continente y la más poderosa sufrió el mayor revés militar en sus cuarenta años de historia. El Ejército colombiano le infligió una derrota que deja muy mal parado al comandante cincuentón, barbudo, que se las da de intelectual, y que aún estaba intentando afianzarse en el cargo.
Será difícil para él recomponer su incipiente liderazgo así como las fuerzas de un grupo terrorista que ha visto en los últimos meses cómo han caído varios de sus principales jefes, incluido su fundador, Manuel Marulanda Vélez, fallecido en circunstancias desconocidas. Así mismo asisten impotentes a la deserción de decenas de mandos medios, con varios lustros de guerra a sus espaldas, que prefieren acogerse al plan de reinserción del gobierno o sencillamente fugarse con millones de pesos robado a su propia organización.
Las palabras de hace unos meses del general Fredy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, de que "estamos en el fin del fin" de las FARC, pueden ser ahora ciertas. No quiere decir que se pueda enterrar ya a una banda terrorista con unos diez mil hombres armados, alimentados con el dinero del narcotráfico, la verdadera gasolina del conflicto bélico colombiano. Pero es indudable de que su margen de actuación en el campo militar ha disminuido de forma considerable y que en el político apenas tiene cartas que jugar ya. Su máximo valedor, el Presidente Hugo Chávez, dio uno de sus sorprendentes giros y pasó de considerarlos poco menos que sus hermanos a decirles que la lucha armada ya no tiene sentido.
Y tampoco concitarán el interés internacional porque les quitaron la joya de la corona, que era Ingrid Betancurt, la única razón para que los gobiernos de otros países estuvieran dispuestos a negociar con las FARC. Sin ella, para el mundo esa guerrilla no es sino una caterva de terroristas sin fines políticos. Porque quedan sólo una veintena de rehenes, todos policías y militares salvo tres políticos de bajo perfil, que carecen de interés para los gobiernos extranjeros que pusieron todo su empeño en ver de nuevo en casa a la ex candidata presidencial.
Contra el tiempo
Si no cogen pronto la mano que les tiende el gobierno de Uribe, las FARC estarán expuestas a que la sociedad les cierre las puertas que aún mantienen entreabiertas. Más de un ciudadano creerá que la derrota militar es posible y no estarán dispuestos a hacer concesiones diferentes a las que en su día se otorgaron a los paramilitares. Y cabe recordar que catorce de sus principales mandos están hoy presos en Estados Unidos.
El tiempo juega en contra de la guerrilla y como les dijo el ministro de Defensa Juan Manuel Santos, la paz la hará este gobierno pro las buenas o por las malas.
Lo que ha sido un golpe demoledor para Alfonso Cano, es un triunfo arrollador para su mayor enemigo, el Presidente Álvaro Uribe. Contra viento y marea, contra los familiares de los rehenes y contra gobiernos extranjeros como el de Nicolás Sarkozy, insistió en el rescate militar y en no ceder algunas condiciones que le exigían las FARC para negociar el intercambio de presos guerrilleros por rehenes políticos. Y al final se salió con la suya. Porque liberar de golpe a Betancurt y a los tres norteamericanos, amén de los once uniformados colombianos, deja sin argumentos a sus críticos y eleva su figura de estadista fuera de estas fronteras.
De paso logra tapar, así sea por unas semanas, los escándalos que agobiaban a su gobierno por la compra de una congresista cuyo voto necesitaban para aprobar en su día el cambio constitucional que permitía la reelección, y su enfrentamiento con la Corte Suprema de Justicia. Nadie en Colombia querrá oír las críticas contra un Presidente que les hace soñar con el fin de la guerra y que es capaz de llevar a cabo operaciones militares quirúrgicas tan sofisticadas como las que realizan los israelitas. Y, por su puesto, afianza sus posibilidades de aspirar a una tercera reelección. Por si faltara poco, las palabras de Ingrid Betancurt, elogiando sus ocho años de gestión, le dan un espaldarazo que quizá nunca esperó.
El otro ganador es su ministro de Defensa, eterno aspirante a ocupar la presidencia. Bajo su mandato se han dado todos los grandes golpes a las FARC y las Fuerzas Militares han mostrado una profesionalidad desconocida hasta ahora. Si su jefe le cede el paso, puede ser un firme candidato a sucederle en el 2010.
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