Al Qaeda también nos desnuda
Los escáneres corporales en los aeropuertos afectan a la intimidad y son de una eficacia discutible - ¿Otra sobrerreacción improvisada?
WALTER OPPENHEIMER / DAVID ALANDETE
El País, 06/01/2010;
El fallido intento del frustrado terrorista suicida Umar Farouk Abdulmutallab de hacer explotar en el aire un avión de Northwest Airlines poco antes de su aterrizaje en Detroit el día de Navidad ha tenido una primera consecuencia: ha impulsado a varios países a introducir en sus aeropuertos un polémico sistema de escaneado corporal.
El fallido intento del frustrado terrorista suicida Umar Farouk Abdulmutallab de hacer explotar en el aire un avión de Northwest Airlines poco antes de su aterrizaje en Detroit el día de Navidad ha tenido una primera consecuencia: ha impulsado a varios países a introducir en sus aeropuertos un polémico sistema de escaneado corporal que en teoría permite localizar sustancias no metálicas que no pueden ser detectadas por los escáneres tradicionales.
Este tipo de escáneres, que generan una imagen en tres dimensiones del cuerpo de la persona que se somete a él está ya siendo utilizado en 19 aeropuertos de Estados Unidos. Holanda, Reino Unido y Nigeria han anunciado la inmediata introducción de ese tipo de controles. Alemania prefiere esperar hasta conocer los resultados de las pruebas que se van a poner en práctica. En países como Suiza, aunque el Gobierno recela de ellos, las autoridades aeroportuarias los ven con buenos ojos y los expertos creen que, si acaban imponiéndose en el conjunto de la UE, acabarán llegando también a Suiza, cuyo aeropuerto de Zúrich es uno de los más importantes nudos europeos de conexiones intercontinentales, en un plazo de entre dos y cinco años.
Este tipo de controles suscitan, sin embargo, división de opiniones. Algunos expertos los creen muy útiles para detectar explosivos plásticos o líquidos que se escapan a los detectores de metales. Otros cuestionan esa capacidad. Y, por encima de todo, han abierto también un debate sobre las consecuencias de someter a los viajeros a un control que de hecho significa exponerles virtualmente desnudos ante los ojos de las personas encargadas de ver las imágenes generadas por la máquina.
En estos momentos hay unos 40 escáneres de ese tipo en 19 aeropuertos norteamericanos, entre ellos el John Fitzgerald Kennedy de Nueva York y el Internacional de Los Ángeles. Antes de final de año, la agencia gubernamental encargada de la seguridad aeroportuaria instalará otros 150 aparatos para incrementar la seguridad y reducir el número de registros personales exhaustivos.
Hasta la fecha, el Gobierno norteamericano solía adquirir aparatos que funcionan con una tecnología conocida como "onda milimétrica", según la cual dos pequeñas antenas rotan alrededor del cuerpo y crean una imagen tridimensional del mismo. En la copia que aparece en la pantalla del agente de inmigración, la cara queda difuminada para proteger la intimidad del pasajero. Los nuevos escáneres, de tecnología backscatter, ofrecen imágenes más detalladas. Su apariencia es la de dos armarios colocados uno frente a otro. Son, en realidad, dos generadores de rayos X de baja intensidad que crean dos imágenes tridimensionales, de la parte frontal y la parte trasera del viajero. La imagen resultante es más nítida que la de la tecnología mencionada anteriormente.
Hoy por hoy, los escaneados integrales son voluntarios en Estados Unidos. Cuando los agentes de policía fronteriza consideran que el pasajero debe someterse a un escrutinio mayor que el de los detectores de metales, le ofrecen dos opciones: el escáner de cuerpo completo o un cacheo personal pormenorizado. Las personas con prótesis de metal, por ejemplo, ya se someten a esa índole de registros: un agente de su mismo género les palpa brazos y rodillas y puede exigirles que muestren partes de su cuerpo para demostrar que no esconden sustancias o materiales potencialmente peligrosos.
Los escáneres de cuerpo completo que están en funcionamiento en EE UU son del tamaño y tienen la apariencia de una cabina de bronceado. El pasajero entra en ellos y una serie de paneles emiten ondas electromagnéticas de muy baja intensidad, que atraviesan tejidos comunes como el algodón o el poliéster, pero que rebotan sobre la piel. Nada queda oculto. En medio minuto, el viajero -con sus intimidades, sus cicatrices, sus apéndices y prótesis- queda al desnudo.
Ésa es la gran preocupación de numerosas asociaciones ciudadanas, que consideran que el individuo pierde toda su intimidad. "Los escáneres de cuerpo completo representan una seria amenaza a la intimidad personal y son claramente inefectivos", dijo la Asociación de Libertades Civiles de América en un comunicado. "Los explosivos plásticos se pueden esconder de ellos del mismo modo que se pueden esconder explosivos guardados en diversas oquedades corporales, algo que Al Qaeda enseña como método para cometer ataques".
Los agentes que controlan las máquinas no entran en contacto con los pasajeros. De hecho, ni siquiera les ven. Se hallan en una habitación separada, frente a las pantallas de los ordenadores desde los que ejecutan los escaneados. Si no ven nada sospechoso, pulsan un botón que indica a otros agentes que el pasajero no supone ninguna amenaza. Si ven algo sospechoso, piden refuerzos y avisan al agente que se encuentra junto al pasajero.
Tanto algunos expertos como el Gobierno de EE UU aseguran que un escáner como esos habría impedido al terrorista Umar Farouk Abdulmutallab subirse al avión con destino a Detroit que tenía intención de abatir. Tras aquel incidente, la Casa Blanca se ha apresurado a recordar que la agencia de seguridad aeroportuaria dispone de dinero para comprar 300 escáneres integrales más y que la pérdida de intimidad puede ser un mal menor necesario en la gran lucha contra el terrorismo.
En Europa, las posiciones son más matizadas. El primer ministro británico, Gordon Brown, que el domingo dio la luz verde para instalar de forma gradual ese tipo de escáneres en Reino Unido, admitió que no son 100% fiables pero subrayó que su uso significa una mejora respecto a los controles actuales.
Tras la luz verde del Gobierno, BAA, el mayor gestor de aeropuertos británicos y que ha estado probando esos escáneres en Heathrow entre 2004 y 2008, ha anunciado su introducción en ese aeropuerto "en cuanto sea prácticamente posible". "Nuestra visión es que una combinación de tecnología, inteligencia y el estudio del perfil de los pasajeros ayudará a construir una defensa más robusta contra la impredecible y cambiante naturaleza de la amenaza terrorista a la aviación".
Estos escáneres, que también se han probado en el aeropuerto de Manchester, cuestan entre 90.000 y 112.000 euros por unidad, frente a los 5.500 que cuestan los tradicionales para detectar objetos metálicos. Probablemente, un factor que ha contribuido a añadir dudas a la hora de generalizar su uso.
Las dudas han desaparecido con el intento de atentado de Detroit. La precipitación con la que británicos y holandeses han decidido ahora recurrir a ellos ha alarmado a algunos críticos, que creen que los Gobiernos se limitan a reaccionar siempre en una dirección en función de la amenaza del momento en lugar de planificar estrategias de conjunto frente a la amenaza que el terrorismo supone para la seguridad aérea.
"Tras la bomba de Lockerbie se aumentó el control en el equipaje facturado. Tras el 11-S se puso el acento en aislar la cabina de los pilotos. Luego en los líquidos. Ahora, de repente, hay una nueva amenaza. Hay que tener presente que ningún escáner es capaz de detectar todas las amenazas de todos los pasajeros", sostiene en el diario londinense The Guardian Philip Baum, un experto en seguridad aérea.
La ventaja de los escáneres por ondas es que "tienen una gama de usos más amplia y son más rápidos e inocuos para el pasajero", sostiene Ben Wallace, un diputado del Partido Conservador en Westminster que antes de entrar en el Parlamento estuvo en el Ejército y luego trabajó para la firma de defensa QinetiQ. "Pero, y es un gran pero, de acuerdo con todas las pruebas que hemos realizado es improbable que puedan detectar los explosivos que actualmente está utilizando Al Qaeda", afirmó en declaraciones al programa Today de BBC Radio 4. "Probablemente tampoco habrían detectado el complot con líquidos que hubo en 2006 en Heathrow ni las bombas utilizadas en el metro de Londres porque no es fácil detectar líquidos y plásticos salvo que sean muy sólidos", añadió.
De hecho, lo que hace el escáner es construir una réplica en tres dimensiones del cuerpo humano, lo que permite al controlador detectar sustancias adosadas al cuerpo humano. De ahí la importancia de que ese controlador pueda ver al pasajero al desnudo.
Pero eso, precisamente, es una de las cuestiones que más preocupan a los críticos de ese sistema: la necesidad de desnudar, aunque sea virtualmente al pasajero. "Estas máquinas no pueden decir qué objetos se esconden debajo de la ropa o dentro de la ropa", sostiene Simon Davies, director de Privacy International. "Sólo pueden detectar irregularidades".
"Esa tecnología plantea muchas cuestiones preocupantes. En primer lugar, los escáneres fabrican imágenes sorprendentemente gráficas de los cuerpos de los pasajeros. Esas imágenes revelan no sólo nuestras partes privadas sino detalles médicos íntimos como bolsas de colostomía. Ese examen tan detallado conduce a un significativo -y para mucha gente humillante- asalto a la dignidad esencial de los pasajeros que los ciudadanos de una nación libre no deberían tolerar", opina Privacy International.
"El despliegue de esa tecnología se ha parado recientemente en el aeropuerto de Manchester (Reino Unido) porque los escáneres violaban las leyes de protección de los niños al desnudar electrónicamente a niños y jóvenes. Y ha habido llamamientos del Parlamento Europeo para prohibir el uso de esa tecnología", añade esta organización. La Eurocámara votó en 2008 contra el uso de esos escáneres, aunque la Comisión Europea puede dar permisos para su uso.
Liberty, rama británica de la Asociación de Libertades Civiles de América, comulga con esas reticencias. Aunque reconoce la necesidad de reforzar los controles en los aeropuertos, sostiene que "para ser efectiva, la respuesta al terrorismo tiene que ser proporcionada y respetuosa de los valores de los derechos humanos y la dignidad, privacidad e igualdad de trato, algo que los Gobiernos a ambos lados del Atlántico tienden a olvidar con demasiada facilidad".
Detrás de esas palabras se esconde un aviso contra la técnica sugerida por quienes creen que los escáneres no son eficaces y defienden que los controles han de ser selectivos y centrarse en las personas sospechosas. El problema es decidir quién es sospechoso. Con el acento puesto en el terrorismo islamista, los defensores de las libertades civiles temen que los musulmanes, y en general la población de tez oscura, se conviertan en el objetivo casi único de los controles. Pero, ¿cómo se sabe si un blanco es o no musulmán si trata de evitar parecerlo?
Los defensores de esas técnicas de criba sostienen que no se trata tanto de juzgar por la apariencia física como por el comportamiento de las personas una vez están en el aeropuerto y según lo que hayan hecho antes. "Se trata de tener en cuenta sus patrones de comportamiento, sus billetes, cómo los han comprado, cómo reaccionan con otra gente". Pero se supone que eso ya se está haciendo. ¿O no?