Columna JAQUE MATE/Sergio Sarmiento
Sicilia
Reforma, 30 Mar. 11
"Tantos dones al alma has entregado / que en la muerte, mi amor, sabré del goce / de haber vivido un día lo creado". Javier Sicilia, "Alegría al cuerpo"
En un principio la nota se pierde en la avalancha cotidiana de información sobre homicidios y ejecuciones. Seis hombres y una mujer aparecen muertos por asfixia, amarrados de pies y manos y con señales de tortura en el interior de un Honda en Temixco junto a la carretera Cuernavaca-Acapulco. En el vehículo se encuentra una cartulina con un mensaje para las autoridades.
La reiteración de este tipo de hechos ha vuelto inmune a los periodistas, y quizá a buena parte de la población, sobre su sentido humano. La constante explicación oficial según la cual quien muere en esta guerra algo malo debe haber hecho ha penetrado en el inconsciente colectivo. Las víctimas no son solo víctimas de la delincuencia, sino también se convierten automáticamente en sospechosos de los peores crímenes.
Un poco más tarde la Procuraduría de Justicia de Morelos da a conocer los nombres de los ejecutados. Entre ellos se cuenta Juan Francisco Sicilia, un estudiante de 24 años hijo de Javier Sicilia, poeta sutil, católico, periodista de la revista Proceso, quien se ha distinguido también como activista comunitario.
Junto con Juan Francisco están los cuerpos de otro estudiante de 24 años, de una empleada de un hotel y de dos comerciantes. Todos fueron levantados de un bar cercano antes de ser torturados y ejecutados.
El contenido del narcomensaje no es dado a conocer por las autoridades. Pero se filtra que en él se acusaba a los jóvenes de haber hecho llamadas anónimas de denuncia sobre la operación de criminales a la comandancia de la 24ª zona militar. Las autoridades dicen, sin embargo, que no tienen registro de esas llamadas. También el mensaje amenaza a unos capitanes Barrón y Castillo de la Policía Federal. El narcomensaje está presuntamente firmado con las iniciales CDG que significan Cártel del Golfo.
Javier Sicilia se encontraba en Filipinas en el momento de darse a conocer la ejecución. Todavía encuentro en internet una nota en The Philippine Star anunciando una presentación del poeta mexicano el 22 de marzo en el salón de actos del Instituto Cervantes de Manila titulada "Desde la otra orilla". Me dicen que ha emprendido de inmediato el regreso a México.
Una y otra vez las autoridades han sugerido que quienes mueren víctimas del crimen organizado deben tener alguna responsabilidad en su suerte. Constantemente señalan que más del 90 por ciento de las víctimas de las ejecuciones están vinculadas con los criminales. Esto ha hecho que las víctimas sean dos veces víctimas: al morir y al ser considerados criminales en automático. Cuando los casos son examinados, sin embargo, muchas de estas víctimas resultan ser inocentes.
Este año bien puede alcanzarse la cifra de 12 mil ejecutados en el país. Sería un nuevo récord histórico. La cifra sextuplica los números que se registraban a fines del gobierno anterior.
En esta ocasión el crimen organizado ha ejecutado al hijo de 24 años de uno de los poetas más relevantes de nuestro país. Nadie está a salvo de la guerra en la que nos hemos convertido en participantes involuntarios. Lo peor de todo es que mientras la muerte recorre el país, el consumo de drogas en México y Estados Unidos, que es supuestamente el mal que estamos tratando de evitar con esta lucha, sigue aumentando. El precio de la marihuana y la cocaína se mantiene estable a pesar del incremento en la demanda porque la producción y distribución sigue subiendo a pesar de todos los esfuerzos. La guerra se está perdiendo.
CONSULTA SIN SENTIDO
Al final la consulta ciudadana en el Estado de México no sirvió para nada. Alejandro Encinas, con el respaldo de Marcelo Ebrard, será el candidato del PRD en la entidad pero sin el respaldo del PAN. No veo forma en que Jesús Zambrano pueda lograr el respaldo del Consejo Político para descartar a Encinas ni de que éste acepte ser candidato del PAN.
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