Entrevistado por REFORMA con motivo del asesinato de su hijo Juan Francisco Sicilia, el 28 de marzo, junto con otras seis personas, entre ellas varios amigos, sostuvo que no se puede ignorar que la delincuencia organizada está conviviendo con la sociedad mexicana.
"Hay que buscar un mal menor. Nosotros estamos poniendo la guerra, la muerte y la angustia, y (Estados Unidos) sigue metiendo armas. No han bajado los índices de la droga, ni del consumo, ni del costo.
"El narcotráfico sigue. A los Estados Unidos no les importa, no nos están ayudando en nada. Las mafias están aquí, pues pactemos. Ahí están sus corredores, por mí que inunden a Estados Unidos de mierda. ¿Por qué tenemos nosotros que estarle protegiendo las espaldas?", cuestionó.
"Hablemos claro otra vez: ahí están, tenemos que convivir con ellos. Y, si no están haciendo bien la guerra, pues vamos a los pactos. Las guerras terminan en pactos al final de cuentas. Cuando se acaban de destrozar y destrozar a la humanidad, terminan en pactos. Y esto va a terminar en un pacto, tarde o temprano".
En la entrevista, Sicilia reiteró el llamado que hizo a los miembros del crimen organizado de retomar sus códigos.
"Oigo la entrevista del Mayo Zambada (realizada por Julio Scherer el año pasado) y veo a un hombre que tiene cierto sentido de las cosas, pues, sus perros no. No los están controlando, a sus demonios. A esa conciencia, a esa humanidad, a esa cosa que piensa todavía y que dice cosas coherentes, a esos es a los que les estoy diciendo párenle, vuelvan a sus códigos", apuntó.
Además, señaló que la adicción a las drogas se debe ver como un problema de salud pública, como la obesidad o el tabaquismo.
Sobre el trabajo y avances de
la Procuraduría de Morelos, afirmó que no tiene confianza, por lo que urgió a la coadyuvancia en el caso.
'¿Mantendremos la indignación?'
Javier Sicilia está conmovido por el movimiento ciudadano que provocó el asesinato de su hijo Juan Francisco. Pero le duele también que tenga que haber un nombre para que surja esa indignación social.
Así se lo planteó al Presidente Felipe Calderón, cuando le llamó por teléfono a Filipinas, y al Gobernador Marco Antonio Adame, cuando lo citó en su oficina.
"No podemos esperar que toquen a cualquiera que tenga un nombre. Se lo dije al Gobernador, estoy aquí y usted me citó aquí por escándalo, porque la sociedad se indignó, porque me conocen (...) Al Presidente, porque me conoce, porque su esposa me conoce.
"¿Qué vamos a hacer, señor Presidente? No podemos tener una mitad de jóvenes con pocas oportunidades, los que tienen, y los matan. Y otra gran cantidad de muchachos que pasan a engrosar las filas del narco y todavía los criminalizamos. La responsabilidad es nuestra, es de ustedes", le planteó.
El poeta y escritor manifiesta que la indignación por las muertes de Juan Francisco, Luis y Julio Romero, Gabriel Alejo, Socorro Estrada y Álvaro Jaimes no deben ser una llamarada que se apague con la siguiente tragedia.
"Si el Alzheimer social se instala para siempre, estamos muertos, la sociedad pierde su humanidad".
-La ciudadanía está indignada por el homicidio de los jóvenes...
Habrá una marcha grandiosa. ¿La podremos sostener? ¿Podremos reproducir esto y mantener viva esta ciudadanía indignada en las calles? (...) Si la ciudadanía no nos unimos y somos voces aisladas, y no tomamos en cuenta que cada muchacho es nuestro muchacho, pues vamos a seguir contando muertos hasta llegar al infierno y ya no tengamos retorno, y otra vez llamarada, y otra vez a bajar la guardia, porque otra vez nos van a volver a golpear.
-¿A quién le gustaría ver que encabece la movilización?
A los padres de las víctimas, al padre y a la madre de Luis y de Julio, al padre y a la madre de Gabo, a mi ex mujer, a mi hija, a la familia, a la familia de todos los asesinados, de los que no se les ha hecho justicia, ellos son los que deberían encabezar eso. Los que representamos el sufrimiento de esta Nación.
-¿Ve la movilización como un medio para que esto se arregle?
Depende también de la ciudadanía, de la capacidad que tenemos de indignarnos, pero no sólo indignarnos en un momento.
-¿Es buscar la renuncia de las autoridades, de Adame, del Procurador (Pedro Benítez)?
Eso es como decir maten a los malos. No. El problema es que hemos llegado a confundir, y es el problema que ha tenido
la Revolución y por eso fracasa cuando llegan al poder, es que confundimos al malvado con el malo. No, el hombre no es malvado, hace cosas malas. Si no trabajamos el corazón del mal, cualquier renuncia vale madres. Las revoluciones han matado a los malvados y ellos se han vuelto también malvados porque el problema está en el orden del corazón, de las cosas profundas.
Si confundimos el mal con el hombre, ya no tenemos retorno. No, el hombre hace mal, pero no es malvado, tiene una posibilidad.
-¿Ve en la historia de México ejemplos de ese retorno?
En la creación de instituciones después de
la Revolución, que después se corrompieron. Cuando ha habido tragedias, ahí está la ciudadanía rebasando a las instituciones, como en el 85. Ahora hay miedo, fracturación, violencia. Hay una evidencia de la tragedia y la gente está encabronada con cómo se contabilizan los muertos anónimos en cifras administrativas. Mientras no pongamos nombre, apellido y rostro a cada caído...
-¿Considera a Calderón culpable de lo que está ocurriendo?
Creo que Calderón es responsable, no culpable. Es responsable fundamental porque él decidió ir a esta guerra y es responsable porque la planteó mal, desató a los demonios. A partir de ese momento todos los demás somos responsables porque no hemos impedido, no hemos dicho, a ver una cura de humildad, vamos a sentarnos a pensar esto. Y en ese sentido la clase política y nosotros, por nuestro silencio, cada vez que hay un muerto.
-¿Confía en el trabajo de la Procuraduría Estatal?
Pedimos coadyuvancia porque no tenemos confianza, porque nos han demostrado todo lo contrario, por eso la pedimos. No queremos chivos expiatorios, ver más delincuentes que son hijos del hambre. Queremos ver a los culpables reales, concretos, con nombre, apellido e historia y los queremos ver en la cárcel.
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