La marcha/ Héctor Aguilar Camín
Publicado en Milenio Diario, 11 de mayo de 2011-05-11
Me pregunto, con muchos otros, cuál es el cambio que exigía la marcha encabezada el fin de semana pasado por Javier Sicilia. Me quedan muy claras sus quejas y también el airado y justo reclamo por la inseguridad y la violencia que las rigen.
No comparto la idea de que ese reclamo ciudadano debe hacerse también a los criminales, pues no es de los criminales de los que puede esperarse o exigirse un remedio, sino del Estado, cuya responsabilidad primera es garantizar la seguridad.
Otra cosa es olvidar que los criminales son el origen del crimen y acabar reclamando al gobierno todos los muertos, cada uno de los muertos, como si el gobierno los hubiera matado. Es lo que hizo la parte impresentable de la marcha.
Para mí es evidente que no todos los muertos de esta guerra son víctimas inocentes, ni puedo lamentar igual su pérdida. Se trata en todos los casos de seres humanos, nada aparta ese hecho esencial, pero no es posible poner en el mismo cortejo de duelo la cuenta de criminales muertos por criminales, y la cuenta de las víctimas inocentes.
La pregunta, sin embargo, cruza el aire: cuántos de los muertos son criminales que caen víctimas de los riesgos elegidos de su oficio y cuántas son víctimas puras y duras, "daños colaterales" de la violencia de otros, de los criminales desde luego, pero también de la autoridad.
Importa mucho precisar de qué víctimas hablamos, porque crece la evidencia de que hay muchas víctimas inocentes y de que la guerra interna entre los cárteles y la de éstos con la autoridad no explica todas las bajas "civiles" de esta "guerra".
Las víctimas inocentes son las muertes verdaderamente intolerables, las víctimas por las que la sociedad tiene que alzar la voz y exigir reparación.
Por eso, aunque es una petición de justicia selectiva, me parece importante que la marcha exija la aclaración de algunos casos paradigmáticos, que prueben el compromiso de la autoridad.
Por lo que hace a la exigencia de renuncia del secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, me parece que fue poner la marcha en el nivel del columnismo político primario, que consiste en golpear a funcionarios por encargo de políticos.
En todo caso, la duda persiste. Aparte del reclamo de eficacia, ¿qué cambio de estrategia se plantea la marcha? ¿Regresar el ejército a los cuarteles? ¿Dejar la tarea en manos de la Policía Federal que ha montado García Luna, pero sin García Luna? ¿Pasar la tarea a los gobernadores de los estados? ¿Pactar con los narcos? ¿Cómo, con quiénes, qué?
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