El Presidente Calderón en la Promulgación de la Reforma Constitucional en Materia de Derechos Humanos
09 jun 2011 | Discurso
Muy buenos días.
Señor Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señor Senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, Presidente del Senado de la República.
Señor doctor Raúl Plascencia Villanueva, Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Señor Javier Hernández Valencia, Representante en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Señor Antonio Luigi Mazzitelli, Representante Regional de la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito.
General Rafael Cázares Ayala, Director General de Derechos Humanos de la Secretaría de Defensa.
Muy apreciables Senadores de la República aquí presentes.
Muy apreciables Diputados.
Señoras y señores.
Presidentes de las Comisiones Estatales de Derechos Humanos.
Muy distinguidos miembros de organismos no gubernamentales de derechos humanos del país.
Muy estimadas y estimados colaboradores del Gobierno Federal.
Muy estimadas y muy estimados académicos, investigadores, profesionales del Derecho y profesionales en materia de derechos humanos.
Muy distinguidos invitados especiales.
Señoras y señores:
Me es muy satisfactorio el poder darles la bienvenida a ésta, la casa de todos los mexicanos, la Residencia Oficial de Los Pinos, para la Promulgación de la Reforma Constitucional en Materia de Derechos Humanos. Sin duda, uno de los esfuerzos más relevantes que se han dado en mucho tiempo para la protección efectiva de estos derechos fundamentales.
Coincido con quienes me han antecedido en el uso de la palabra. Junto con la reforma recientemente promulgada, también, a la legislación de amparo, junto con la reforma en materia de proceso penal, aprobada hace algunos años, México ha vivido en los últimos tres años la mayor ampliación de derechos de las personas en el marco jurídico nacional. Y de hecho, considero que ésta es una de las reformas más importantes, de las múltiples que se han realizado a la Constitución General de la República. Y quizá es la más relevante que se haya hecho al Primer Capítulo de la Constitución.
Hay que poner en contexto esta importante Reforma en Materia de Derechos Humanos.
Vale la pena recordar que, a lo largo de los últimos años, hemos emprendido una serie de transformaciones legales de gran trascendencia, como aquellas a las que he hecho referencia.
Y el objetivo último de todos estos cambios ha sido muy claro: el ofrecer a los mexicanos un sistema legal renovado, mucho más transparente y mucho más justo, que proteja y proteja mejor los derechos y las libertades de todos.
En ese tenor, la Reforma que hoy analizamos es, quizá, insisto, una de las más importantes que se hayan realizado. La mayor ampliación de los derechos de los mexicanos que se haya visto en décadas.
Una reforma que, lo digo categóricamente, coloca a México a la vanguardia en la promoción y la defensa de los derechos humanos, y ratifica el compromiso del país, de los órganos de Gobierno y de los Poderes Públicos, con la materia.
Yo quiero reconocer a las y a los legisladores, en ambas Cámaras, que, con gran responsabilidad y con gran visión de futuro, promovieron y aprobaron esta iniciativa. El empeño puesto desde el Poder Judicial, desde la sociedad civil, desde los Poderes locales, particularmente los Congresos y, desde luego, de quienes colaboran en el propio Poder Ejecutivo Federal que se involucraron en esta Reforma, porque todos estos factores, todas estas instancias, participaron con generosidad y con altura de miras para enriquecer el debate, para construir los consensos, y para que esta Reforma sea como lo es el día de hoy: una realidad.
También hago un sincero reconocimiento a la labor incansable de las organizaciones de la sociedad civil. No sólo por su participación en esta reforma, sino porque luchan todos los días para que los derechos humanos en México se respeten y sean una realidad vigente.
Sé que la Reforma , también, atiende muchas de las justas demandas que la sociedad mexicana ha expresado insistentemente en esta materia.
Quiero referirme a algunos de los temas esenciales de la Reforma.
En primer lugar. Como ya lo ha dicho el Ministro Presidente Silva Meza, se da un reconocimiento constitucional a los derechos humanos, se amplía su cobertura y como ha dicho el Senador Beltrones, se pone en el centro del Primer Capítulo a la persona.
Con esta reforma, incluso se cambia, quizá por primera vez, la denominación del Capítulo I, Título 1 de la Constitución , que hasta ahora se conocía como De las Garantías Individuales, y ahora se llamará Los Derechos Humanos y sus Garantías.
Con esto se cierra una larga discusión jurídica, por cierto, sobre los alcances y naturaleza de las garantías individuales, y se contempla a los derechos humanos en su dimensión más integral.
Ahora, la parte sustancial, como el título lo indica, De los Derechos Humanos y sus Garantías, está enfocado a los derechos humanos mismos y las garantías son un referente de los derechos.
De la misma forma, se eleva a rango constitucional, se elevan a rango constitucional los derechos humanos protegidos por los tratados internacionales ratificados por México.
Éste es un cambio notable. No hace muchos años, incluso el Estado mexicano se empeñaba en minimizar o quizá desconocer muchas veces el explícito reconocimiento de derechos humanos que en el ámbito internacional se hacía, y ahora la política pública y la Reforma Constitucional no sólo reconocen y fortalecen el derecho internacional en la materia, sino que lo hacen derecho constitucional.
Los derechos humanos, protegidos en la legislación internacional, en los tratados ratificados por México, son ahora parte de nuestra Constitución y son garantizados como los derechos mismos establecidos en la Carta Magna.
En segundo lugar. Se establece la obligación de todas las autoridades de prevenir, como ha dicho el Presidente de la Comisión Nacional , don Raúl Plascencia, investigar, sancionar y también reparar las violaciones a los derechos humanos.
La reforma prevé la expedición de una ley de reparación del daño que permita adecuar nuestra legislación a los estándares internacionales, con lo que estaríamos evitando que los ciudadanos tengan que acudir a instancias internacionales a fin de exigir una justa reparación por el daño que le hubiera causado una autoridad, al violar sus derechos humanos.
En tercer lugar. Se amplían los mecanismos para la protección de los derechos humanos en el país. Esta Reforma incorpora a nuestro sistema jurídico el principio pro derecho, el cual señala que cuando los jueces encuentren una contradicción de derechos, deberán aplicar aquel que resulte más favorable a los ciudadanos, un criterio de interpretación que, sin duda alguna, fortalece aún más la situación jurídica de los gobernados y de los derechos humanos que aquí se protegen.
Se incorporan los principios de universalidad, de interdependencia, de indivisibilidad y de progresividad de los derechos humanos, y a partir de ello se garantizan, entre otras cosas, que éstos sean aplicados, sin excepción alguna, y que todos sean reconocidos con la misma importancia.
Al mismo tiempo, se permitirá a los organismos de derechos humanos conocer sobre asuntos laborales, con lo que se da un paso fundamental en la defensa de los trabajadores.
En cuarto lugar. Se da mayor certeza jurídica para casos en los que tenga que aplicarse la suspensión de derechos. La Reforma modifica el procedimiento constitucional para la suspensión de derechos, señalando explícitamente que las medidas que se adopten durante dicha suspensión quedarán sin efecto una vez superada esta situación y estableciendo el control previo de constitucionalidad para los decretos que emita el Ejecutivo durante la suspensión.
Asimismo, se establece un catálogo de derechos que no podrán restringirse ni suspenderse en ningún caso; entre otros, los derechos a la vida, a la integridad personal, los derechos de la niñez y el principio de legalidad y no retroactividad.
Con la nueva Reforma nuestra Constitución garantiza los derechos humanos aún en las situaciones de excepción.
En quinto lugar. Se ciudadaniza la selección de los titulares de los órganos de protección de derechos humanos y se fortalece la autonomía de las Comisiones de Derechos Humanos de las entidades federativas.
Con ello, aseguramos que estos órganos cumplan de mejor manera con las expectativas sociales de independencia y solidez ante la actuación de las autoridades.
En sexto lugar. Se fortalece aún más el papel de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Entre otros aspectos, la Reforma otorga a la Comisión la facultad de investigar violaciones graves a los derechos humanos, una facultad que hasta ahora recaía en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al trasladarlo a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, se fortalece notablemente la Comisión y se consolida también el papel de la Suprema Corte de Justicia como Tribunal Constitucional de aplicación del derecho.
También se establece la facultad de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para ejercer acciones de inconstitucionalidad contra leyes Federales y locales que considere vulneren los derechos humanos contenidos en la Constitución y en los tratados internacionales.
Así, damos respuesta a la demanda social por tener instituciones de derechos humanos más fuertes y con más instrumentos de defensa del ciudadano ante los abusos cometidos por autoridades.
En séptimo lugar. Se fortalecen las resoluciones de los órganos de protección de derechos humanos. Con esta Reforma se nos obliga a las autoridades a atender las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos o de las Comisiones Estatales y, en su caso, a comparecer ante órganos legislativos a fin de explicar puntualmente las razones en los casos de negativa a aceptarlas.
De este modo se cierra la puerta a la posible negligencia de autoridades y se respeta al mismo tiempo la esencia no vinculatoria de las recomendaciones.
Finalmente, en octavo lugar. Se abren espacios para el asilo político y el refugio humanitario en el país, y se fortalece el respeto a los derechos humanos de los migrantes.
Concretamente, se facilita y se hace homogéneo el procedimiento que deben seguir las personas que busquen asilo político en nuestro país. Así honramos la amplia, la profunda tradición hospitalaria que México ha tenido con quienes han sido desplazados o quienes son perseguidos, por distintas razones, en su propia Patria.
En suma. Con esta Reforma estamos dando un paso fundamental para garantizar justicia y evitar el abuso de poder por parte de quien lo detenta.
No me cabe duda, señoras y señores, que estamos dándole al país las mejores herramientas para proteger los derechos humanos; que estamos poniendo a México, no sólo en sintonía con la práctica internacional, sino a la vanguardia en materia de derechos humanos a nivel internacional.
A mí me enorgullece, no sólo como Presidente de la República , como mexicano, que nuestra Patria dé un paso tan significativo, tan audaz, en la protección de los derechos humanos.
Debemos seguir trabajando, sin duda alguna. Y por eso, he instruido a los Secretarios del Poder Ejecutivo, concretamente al Secretario de Gobernación y a la Secretaria de Relaciones Exteriores, así como al Consejero Jurídico, a elaborar a la brevedad los proyectos de iniciativas para las leyes secundarias relacionadas con esta Reforma. E invito, exhorto, a los legisladores involucrados tan activamente en estos temas, a que construyamos el proyecto, de manera tal que haga eficaz, y verdaderamente viable, y aplicable, esta singular Reforma.
Señoras y señores:
Sin duda, México enfrenta hoy grandes desafíos en el esfuerzo por consolidarse como un país de leyes e instituciones. Un México de paz, con justicia, en la democracia.
Es claro que los retos frente a nosotros son muy grandes, pero igualmente debe ser grande en todos la convicción para seguir adelante, seguros de que el gran esfuerzo que estamos realizando dará frutos duraderos.
Vencer la impunidad, someter a la criminalidad, hacer de México un país de leyes, y ello, no sólo no sacrificando, sino aún ampliando los derechos humanos y las garantías de quienes están en el territorio, es un enorme desafío, pero que hemos asumido con puntualidad.
Entre los frutos perdurables están, desde luego, las grandes reformas que se impulsan para poner al día las leyes y las instituciones de seguridad y justicia del país, señaladamente la Reforma al Sistema Justicia Penal o la nueva Ley de Migración, o la Reforma en Materia de Amparo, promulgadas recientemente.
A esos cambios de fondo se suma la Reforma que hoy nos convoca. Se trata de un instrumento fundamental que pone a México en la ruta correcta para garantizar los derechos humanos, y de manera que ello sea una realidad palpable para todos en la vida del país.
Toca ahora a las autoridades de todos los órdenes de Gobierno redoblar el esfuerzo por cumplir la ley y por hacerla cumplir, como todos hemos protestado al tomar el cargo público que ostentamos.
El hacer de México un país de leyes, y de leyes que garantizan, amplían, profundizan los derechos humanos y su vigencia, es, sin duda alguna, una de las mejores herencias que podemos legar a las futuras generaciones.
Una legislación diseñada con visión de Estado que proteja y defienda con más vigor los derechos de las personas. Una legislación que, estoy seguro, será el cimiento firme sobre el cual las generaciones por venir podrán seguir construyendo un México a la altura de nuestros anhelos, con pleno respeto a los derechos fundamentales.
Un México en paz, un México con amplías libertades, un México que viva la justicia en la democracia.
Enhorabuena para todos.
Y muchas gracias por su asistencia.
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