21 ago 2011

Rosalinda Bueso

La estrategia rosa
Rodrigo Vera, reportero.
Proceso 1815, 14 de agosto de 2011;
El jefe del Gobierno capitalino y la corriente del PRD que lo apoya decidieron utilizar la estrategia mediática que tan buenos resultados le ha dado a Enrique Peña Nieto y en su momento le dio a Vicente Fox. Para ello se han valido de la revista Quién, a la que Marcelo Ebrard ha otorgado varias entrevistas en las que desvela aspectos de su vida íntima. En la portada de su edición de agosto, esa revista del corazón presenta una fotografía en la que aparecen el político y su nueva novia, la hondureña Rosalinda Bueso. En el reportaje, ella admite que luchará para que Marcelo pueda lograr el sueño de su vida: la Presidencia de la República.
 Marcelo Ebrard abraza a su novia Rosalinda Bueso y comenta embelesado: “Es una mujer lindísima, un encanto… Ya no estoy solo, tengo a mi novia y me siento feliz”.
Ella le contesta con otro piropo: “Me enamoró no el jefe de Gobierno, sino Marcelo; es un hombre tierno… sus ojos hablan”. Le pide que la bese y un beso apasionado sella los labios de los dos enamorados que “derraman miel” y ya empiezan a hablar de matrimonio.
Este es el momento climático de la entrevista que el jefe de Gobierno capitalino y la exembajadora de Honduras en México concedieron a Quién, publicada en la edición de agosto de esa revista del corazón. Ahí hablan de cómo se conocieron, de lo mucho que se aman y de su lucha para que Marcelo llegue a la Presidencia de la República.
La edición de Quién –en cuya portada aparecen maquillados Marcelo y Rosalinda– empezó a circular justo cuando se anunció la creación de Demócratas de Izquierda (DI), la corriente del PRD impulsada por Jesús Ortega que ya comenzó a promover la candidatura presidencial de Ebrard para las elecciones de 2012.
La entrevista se encuadra en una novedosa estrategia mediática del PRD encaminada a pregonar la vida íntima de Ebrard a través de la prensa rosa. Sigue la misma táctica de Enrique Peña Nieto, el aspirante presidencial del PRI, quien lleva ya tiempo exhibiendo su relación amorosa –que culminó en casorio– con la actriz Angélica Rivera, La Gaviota.
A sus 52 años, con dos divorcios y tres hijos, Ebrard no quiso quedarse atrás y ahora presume también a su Gaviota. Se trata de la hondureña Rosalinda Bueso Asfura, una guapa y espigada exmodelo de 32 años que se desempeñaba como embajadora en México del gobierno de Manuel Zelaya. Sin embargo, el golpe de Estado contra el mandatario hondureño ocurrido en 2009 dejó a Rosalinda sin chamba… y la arrojó a los brazos de Ebrard, quien heroicamente se encargó de protegerla de los golpistas y de darle un cargo en su gobierno.
A grandes rasgos esta es la trama de la novela rosa protagonizada por Marcelo y Rosalinda, quienes desean que ésta culmine felizmente en Los Pinos. Por su heroísmo, sus gafas y su chino en la frente –que compite con el copete de Peña Nieto–, Ebrard empieza a ser visto por Quién como una especie de Clark Kent mexicano.

Sin lastres

Desde hace tiempo, Ebrard se ha estado preparando para interpretar el papel de superhéroe. La misma revista –en su edición de enero pasado– detalló la “reingeniería en imagen” a la que se sometió el nuevo don Juan. “Se inyectó botox en la frente y seguramente se injertó pelo”, ya que “su nuevo peinado evidencia injertos para reducir las entradas”. Los cuidadosos tratamientos faciales –peeling, mascarillas y masajes– lo muestran hoy con “la piel bien cuidada”.
La revista le recomendó cubrirse el cuello, pues ahí “los signos de la edad ya son visibles”. Por eso, Marcelo suele aparecer con sus corbatas Hermes bien anudadas.
Los estudios en colorimetría –que tomaron en cuenta el color de su pelo, piel y ojos– determinaron que el color que mejor le sienta es “el amarillo paja”, o tonos de la misma gama cromática.
Por esas fechas, Ebrard aún seguía casado con la actriz Mariagna Prats, su segunda esposa. Quién reparó en su descuidado aspecto, que la ponía en desventaja frente a Angélica Rivera, su rival para primera dama.
“A la que sería muy bueno hacerle un makeover es a su mujer, Mariagna Prats, a la que tienen muy descuidada. En contraste con la Rivera, desafortunadamente se queda atrás”, diagnosticaba la revista.
Desde tiempo antes, Prats se había convertido en un estorbo para las aspiraciones presidenciales de Ebrard. Se rumoraba que padecía alcoholismo y, por lo mismo, cometía torpezas que mellaban la imagen del marido.
El 12 de noviembre de 2007, durante un acto en Tláhuac en el que Ebrard colocó la primera piedra de un centro comunitario, Mariagna llegó pasada de copas y pronunció un trastabillante discurso. Subía y bajaba la voz, dejaba frases sin terminar y asumía el proyecto de la obra como un triunfo personal:
“Le pido a la comunidad que me apoye, porque yo tengo ocho meses trabajando con los arquitectos, los ingenieros, los administradores, agarrándome del chongo con todos ellos, a sartenazos, con el molcajete.”
Veía a los asistentes y les decía: “No los oigo, andan muy aplatanados, necesitan un café, o un, o un … Voy a abogar por ustedes, voy a ser un puente. Es lo que soy y he sido siempre: comunicóloga a través de la televisión, del cine, del teatro, a través de mis pinturas o de este micrófono el día de hoy”.
A Marcelo le decía ante el público: “Amor mío, independientemente, y aparte de que es jefe de Gobierno, es mi amor y, pues eso nos ayuda, ¿no?”.
Finalmente Ebrard se divorció de ella a principios de este año. Él se quedó en su departamento de la colonia Condesa y Mariagna se fue a vivir a Cuernavaca. Quién –en su edición de abril pasado– dio las primicias de la ruptura en una entrevista con el propio Ebrard, que empezó a ventilar su vida íntima al señalar que el divorcio se debió a que Prats no aguantó su absorbente ritmo de trabajo encaminado a conseguir la Presidencia:
“Es muy difícil para la otra persona seguirte en esta disciplina. Tienes que dejar tus espacios propios y todas tus actividades propias; el trabajo es más absorbente. Así que llegó el momento de decir: ‘Vamos a llevar una relación cordial, amistosa, cariñosa, pero cada quien va a tener su actividad porque no son muy compatibles’”, dijo Ebrard.
–¿Cuál fue la respuesta de Mariagna? –le preguntó Quién.
–Por supuesto que no es algo que le haya gustado ni caído bien. Siempre es muy doloroso un planteamiento de divorcio. Pero le dije: “Mira, si no hacemos esto, entonces sí vamos a llegar a un conflicto, vamos a acabar en una situación ya no de separación de esferas, sino de tensión permanente”. Le comenté que era mejor preservar una relación de amistad, de cariño, en lugar de arriesgarnos. ¿Que cuál fue su reacción? Finalmente dijo: “Bueno, hagámoslo entonces así”. Y así lo hicimos.

“La Gaviota” de Ebrard

En la entrevista con Quién, Ebrard habló de su primera esposa, Francesca Ramos Morgan, de quien se divorció en diciembre de 2005 también en buenos términos. Incluso la nombró coordinadora general de Asuntos Internacionales del gobierno capitalino asignándole un salario de 71 mil 824 pesos mensuales, sólo 4 mil 440 pesos menos que el percibido por él.
Francesca –a quien conoció cuando ambos eran estudiantes de relaciones internacionales en El Colegio de México– aún ocupa el cargo y es la madre de los tres hijos de Ebrard: Francesca Ebrard Ramos, de 23 años; Anne Nicole, de 20, y Marcelo, de 16.
Ebrard mencionó que su primera esposa ha hecho “buen trabajo” en el cargo, y recalcó que actualmente llevan una “relación profesional”.
De esta manera, divorciado de Francesca y Mariagna, Marcelo quedaba nuevamente libre para amar. Le decía a Quién que buscaba una nueva pareja “que pueda aguantar el ritmo de un político con aspiraciones presidenciales”.
Desde entonces se rumoraba que sostenía una relación amorosa con la despampanante hondureña, lo mismo que con la excolumnista Marcela Gómez Zalce, titular de la Oficina de la Jefatura de Gobierno. Quién se lo recordó. Pero Marcelo negó las versiones y recalcó: “Yo no tengo novia ahora. Si tuviera, ya la hubiera presentado”.
En esa edición de abril, Quién manejó la imagen del perredista como la del guapo y poderoso soltero solitario con posibilidades de ser el próximo presidente de México. Era el primer capítulo de la novela rosa sobre Ebrard. La revista lo anunciaba en su portada con el siguiente título: No me quiero quedar solo: Marcelo Ebrard. ¿Quién será, pues, la elegida?, era la pregunta que dejaba en suspenso a los lectores.
Y justamente en su edición de agosto la publicación da la respuesta. En un segundo y mucho más impactante capítulo, Quién presenta con bombo y platillo a La Gaviota de Ebrard. En varias fotos aparece Rosalinda mostrando la frescura de su piel y su negra cabellera radiante, que enmarca un rostro de labios carnosos. El vestuario resalta su estrecha cintura, la redondez de su busto y sus piernas torneadas que culminan en unas zapatillas negras.
¿Quién es ella? Se nos dice que nació en Tegucigalpa en junio de 1977. Estudió dos carreras: mercadotecnia y administración de empresas, así como un par de diplomados en España.
Es divorciada: “Hace cuatro años me divorcié y no quiero revivir el pasado. Ya no me entendía con mi anterior pareja”, asegura.
Su madre es de origen libanés y su padre es un empresario hondureño propietario de algunos hospitales. “Muy conservadores” los dos, al igual que la católica Rosalinda que ya casi convence a Marcelo para que la acompañe a misa.
Además, es fervorosa guadalupana: “Todas las mañanas le enciendo su velita. Mi futuro está en manos de la Virgen de Guadalupe. Vine a la Basílica a conocerla hace cuatro años, me desahogué, puse mi vida en manos de ella porque eran momentos confusos. A la semana me ofrecieron la embajada en México”.
Este “milagro guadalupano” ocurrió en julio de 2007, cuando el presidente hondureño Manuel Zelaya la nombró embajadora en México. Pero dos años después, en junio de 2009, un golpe de Estado derrocó a Zelaya y repercutió en la embajada, donde el encargado de Asuntos Consulares, Rigoberto López, se alió con los golpistas y le impidió a Rosalinda el acceso a la sede diplomática.
Es en ese momento cuando interviene el héroe que defiende a su doncella del villano. Ebrard envió a la embajada a elementos de la policía capitalina para que se le permitiera la entrada a Rosalinda. Ella logró replegar a los golpistas de Roberto Micheletti, pero no se mantuvo mucho tiempo como embajadora. Al quedar sin trabajo, Ebrard le dio chamba en un programa de supervisión de servicios hospitalarios.
Dice que él sólo apoyó “la posición de Rosy”, como cariñosamente le llama.
Y sobre una posible boda comenta: “Ya lo veremos. Lo que sí es que sería una cosa muy íntima. Nada de fiestas y cuestiones publicitarias”. Rosy lo secunda amorosa: “Nos casaremos cuando Dios lo permita”.
El político perredista habla sobre sus gustos personales: usa corbatas Hermes, relojes Longines y camisas con sus iniciales bordadas. Le gustan los “buenos vinos”, sobre todo “los italianos de tipo franco-romano”, difíciles de conseguir en México.
Quién analiza su apariencia y destaca que “ya no usa tanto gel” en el pelo, por lo que se ve “muy natural y auténtico”. Es delgado y transmite un “mensaje de salud”. Sus lentes “no generan interferencia visual” y más bien lo hacen parecerse a Clark Kent. En las fotografías publicadas aparece muy acicalado, siempre de traje oscuro y con una corbata amarillo paja, el color que le sugirió la misma revista.
Así, la pareja formada por Marcelo y Rosalinda se abrió de lleno a competir en las páginas del corazón con Enrique Peña Nieto y La Gaviota. Dos historias de amor dosificadas en capítulos que se disputan la escenografía de Los Pinos, como lo logró la pareja Vicente Fox-Marta Sahagún, pionera en México de la novela rosa de no ficción y estelarizada por la familia presidencial.

Cálculo político

Desde tiempos de Fox, Javier Martínez Staines, a la sazón director editorial de Quién, comentaba sorprendido que “la novela rosa de los Fox” había alcanzado incluso más “rating en el extranjero que aquí en México”.
Aseguró que todos “somos chismosos”, por lo que la prensa rosa –en México y en el resto del mundo– satisface esa curiosidad por conocer la intimidad de los famosos: sus matrimonios, divorcios, fiestas, pleitos familiares, infidelidades conyugales, cirugías estéticas, etcétera.
Sin embargo, advirtió que los famosos “no son ingenuos, saben aprovechar muy bien las oportunidades para mejorar su imagen… Detrás de esa aparente frivolidad existe una estrategia bien montada” (Proceso 1303).
Hoy el PRD recurre a esta estrategia promocional minuciosamente calculada. El pasado 31 de julio fue presentado el movimiento Demócratas de Izquierda, que dentro del PRD impulsa la candidatura presidencial de Ebrard. En el evento, realizado en el Polyforum Cultural Siqueiros, el jefe de Gobierno del Distrito Federal enarboló en su discurso el progresismo de la izquierda:
“El regreso no es opción. Tenemos que ir hacia delante, y quien va a conducir y quien puede proponer es exactamente la filosofía, la forma de pensar del progresismo de las izquierdas mexicanas”.
Le aplaudían representantes de distintos sectores: Marta Lamas, de las feministas; Aram Barra, del sector juvenil; Angélica Ortiz, activista en derechos humanos, y Luis Fonserrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, entre otros.
Se sumaron a la cargada los gobernadores de Guerrero, Ángel Aguirre, y de Sinaloa, Mario López Valdez. Dos corrientes del PRD estuvieron presentes: Nueva Izquierda y Foro Nuevo Sol.
En sincronía con el destape, ese mismo día empezó a circular la actual edición de Quién, con la imagen en portada de Rosalinda acurrucada y sonriente en el regazo de Marcelo.
Después, el equipo de comunicación de Ebrard informó que el sábado 6 y el domingo 7 la pareja estuvo en Yucatán, con la familia de la novia. Ahí formalizaron la boda para octubre próximo y que será un evento “súper exclusivo” al que acudirán unas 40 personas.
En la edición especial de Proceso, Los aspirantes 2012, número 1 –correspondiente a marzo de este año y dedicada a Ebrard– se publica la investigación Arquitecto de su propia candidatura, en la que el reportero Raúl Monge abunda sobre las maniobras del jefe de Gobierno para construir su imagen:
“En la construcción de la imagen del titular del GDF como potencial precandidato a la Presidencia, Televisa ha sido un inmejorable aliado, como lo ha sido del gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto. Un dato así lo deja ver: en 2007, Ebrard apareció 407 veces en los canales de Televisa, mientras que Peña Nieto lo hizo en 700 ocasiones. Casi el doble.”
Agrega que en 2008, “de los 122 millones de pesos destinados al área de Comunicación Social… 116 se etiquetaron como ‘difusión y promoción’; de éstos, 105.3 fueron a parar a manos de Televisa (71.7%), TV Azteca (31.4%) y Proyecto 40 (2.1%)”.
En el reportaje se plantea que a Marcelo “le inquieta tanto verse bien ante las cámaras que desde hace un par de años se hace acompañar de una maquillista de cabecera, exempleada de Televisa”.
A pesar de sus afanes por desplazar a Peña Nieto, los sondeos le siguen siendo muy desfavorables. La última encuesta de Mitofsky, de mayo pasado, le da 3.6% de preferencia electoral para los comicios presidenciales, muy por abajo del 33.9% de Peña Nieto.
Ni siquiera los capitalinos aprueban su gestión al frente de la jefatura de gobierno. La última encuesta del diario Reforma –realizada este agosto– indica que solamente 50% está de acuerdo con su trabajo de gobierno.
¿Logrará Marcelo remontar en las encuestas? ¿Desplazará como galán a Peña Nieto? ¿La bella hondureña se impondrá en imagen sobre La Gaviota? ¿Se casarán Marcelo y Rosalinda? ¿Llegarán juntos a Los Pinos?… Faltan muchos capítulos por ver de la novela rosa perredista. Apenas comenzó la novela rosa del PRD.

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