La violencia se estabiliza en México/ Leo Zuckermann
Columna Juegos de Poder en Excélsior, 17 de enero de 2012
El fenómeno está dejando de crecer y, al parecer, se ha asentado. El reto, ahora, es que comience a bajar.
Con base en cifras del INEGI, el primer año de este gobierno, México estaba viviendo el momento menos violento desde 1931, medido en homicidios por cada cien mil habitantes (este es el indicador que se utiliza para comparar la violencia en los distintos países; entre más alto sea, más violenta se considera una nación, y viceversa). En 2007, México registró 8.24 homicidios por cada cien mil habitantes.
Sin embargo, conforme avanzó el sexenio, el indicador rápidamente creció para regresar a 22 homicidios por cada 100 mil habitantes, cifra similar a la que tuvo el país a lo largo de tres décadas (70, 80 y 90 del siglo pasado). Ha habido, sin duda, un incremento en el número de asesinatos durante este sexenio, coincidente con la guerra en contra del crimen organizado. Y precisamente la medición de las estadísticas del número de personas que han muerto se ha convertido en parte del debate sobre esta lucha gubernamental.
Parte del problema ha sido el manejo errático de la información por parte del gobierno. Cuando Alejandro Poiré, hoy secretario de Gobernación, se desempeñaba como vocero en materia de seguridad, el Ejecutivo federal lanzó una base de datos que reportaba el número de ejecuciones relacionadas con el crimen organizado. Funcionaba muy bien reportando las estadísticas por trimestre a nivel municipal, que se podían agregar a nivel estatal y nacional. No obstante, la base de datos dejó de ser alimentada a principios de 2011. El gobierno, al parecer, se arrepintió de un sano ejercicio de transparencia.
La semana pasada, ante dos solicitudes de información presentadas por ciudadanos sobre el número de muertos en 2011, el gobierno argumentó que se trataba de información confidencial o reservada, según un reporte de Animal Político. Luego, sin embargo, negó esto y la PGR dio a conocer las cifras solicitadas. En 2007 fueron dos mil 826 muertos; en 2008, seis mil 838; en 2009, nueve mil 614; en 2010, 15 mil 273; y de enero a septiembre de 2011, 12 mil 903. Es decir, un total de 47 mil 515 muertos en lo que va de este sexenio hasta septiembre de 2011.
Eduardo Guerrero, experto en materia de seguridad, tiene su propia base de datos. La recopila del examen minucioso de periódicos nacionales y locales. De acuerdo con su reporte final sobre 2011, Guerrero afirma:
“Al concluir el año, las ejecuciones vinculadas con el crimen organizado en el gobierno de Felipe Calderón eran cerca de 51 mil. La cifra de ejecuciones para 2011 puede establecerse en el orden de 16 mil 600, un nueve por ciento superior a la cifra de 2010. Un análisis detallado de las cifras sugiere que la violencia tiende a estabilizarse, sobre todo si consideramos que de 2009 a 2010 las ejecuciones aumentaron 60 por ciento”.
En cuanto a la regionalización de la violencia, Guerrero concluye:
“2011 registra cambios sustantivos en las tendencias. Mientras en Guerrero, Nuevo León y Veracruz la violencia creció a un ritmo acelerado, en el noroeste del país (Baja California, Sonora y Chihuahua) hubo una importante disminución en las ejecuciones. Entre los estados con más violencia, sólo repitió Guerrero, que lo había sido también en el periodo 2008-2010. Por el contrario, durante 2011 Baja California y Chihuahua abandonaron esa categoría, lo que sugiere que las crisis de violencia vinculadas al crimen organizado siguen patrones cíclicos. Después de un incremento acelerado de la violencia, la tendencia se revierte por el despliegue de las fuerzas federales y, en algunos casos, por la reacción de los gobiernos locales ante la exigencia de los ciudadanos. Sin embargo, ninguno de los estados de mayor violencia ha vuelto a las cifras de ejecuciones de 2007 y años previos.”
Dentro de lo que cabe, se trata de una buena noticia: la violencia está dejando de crecer y, al parecer, se ha estabilizado. El reto, ahora, es que comience a bajar, lo cual, cree Guerrero, podría ocurrir durante el primer semestre de este año. Sin embargo, me temo que todavía pasará mucho tiempo hasta que regresemos a las cifras de homicidios por cada cien mil habitantes que tenía el país a principios del sexenio calderonista.
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