6 feb 2012

Juan Sandoval Íñiguez: “No es cierto que gasté mi vida en pelearme”/Fred Alvarez


Juan Sandoval Íñiguez: “No es cierto que gasté mi vida en pelearme”/Fred Alvarez Palafox
Milenio Semanal # 743, 6 de febrero de 2012, págs 15-21
Una revisión panorámica de la prolongada trayectoria eclesiástica del discutido cardenal jalisciense, de su influencia en la jerarquía católica y de sus enfrentamientos con los poderes terrenales.
Don Juan Sandoval Íñiguez fue durante 17 años —desde el 26 de noviembre de 1994 hasta el seis de diciembre de 2011— el noveno Arzobispo y cuarto Cardenal que ha tenido Guadalajara, la arquidiócesis más importante de México e incluso del catolicismo latinoamericano.
Desde que fue nombrado su sucesor (el seis de diciembre de 2011), el también cardenal José Francisco Robles Ortega, Sandoval tiene solamente el cargo de administrador apostólico y de Arzobispo Emérito. De hecho, en el directorio de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ya no aparece su nombre sino el de su sucesor. Este martes siete de febrero la arquidiócesis inicia una nueva época, ya que asumirá el mando el décimo Arzobispo de Guadalajara.
Esta arquidiócesis fue la primera sede cardenalicia de México, ya que allí surgió el primer Cardenal mexicano: José Garibi y Rivera (1958-1970), quien fuera nombrado por Juan XXIII, el llamado Papa Bueno, el 12 de noviembre de 1958. Los otros tres cardenales de esa sede fueron José Salazar López (1970-1987), nombrado por Pablo VI, y el malogrado Juan Jesús Posadas Ocampo (1987-1993), designado por Juan Pablo II.
En Guadalajara se asienta el seminario con mayor número de vocaciones del mundo católico, es decir, es un semillero de sacerdotes para todo el país, así como para Centro y Sudamérica. 
Del Seminario Mayor han egresado poco más de 25 obispos y 15 mártires del catolicismo. 
Fue creada como diócesis el 13 de julio de 1548, y elevada a rango de arquidiócesis el 26 de enero de 1863; su parroquia sede es la Catedral de Guadalajara La Asunción de María Santísima.
Según el anuario pontificio, actualmente la arquidiócesis comprende un territorio de 20 mil 827 kilómetros cuadrados, y está encargada de una población de poco más de seis millones de fieles; tiene 279 parroquias y 900 iglesias, y cuenta con alrededor de 800 sacerdotes seculares y 150 religiosos; 510 congregaciones religiosas masculinas y dos mil 527 femeninas. Además, está integrada por 298 institutos de educación y 250 institutos de beneficencia. Guadalajara tiene diócesis sufragáneas, es decir, que dependen administrativamente del arzobispado, como son Zacatecas, Aguascalientes, Autlán, Ciudad Guzmán, San Juan de los Lagos, Nayarit, Colima y El Nayar.
¿QUIÉN ES JUAN SANDOVAL ÍÑIGUEZ?
Un hombre con mucha suerte, sin duda. Amigo de altos jerarcas, incluido el hoy papa Benedicto XVI. Es originario de Yahualica, Jalisco, donde nació el 28 de marzo de 1933. Tuvo la suerte de estudiar en el Seminario Diocesano de Guadalajara y en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde fue ordenado sacerdote el 27 de octubre de 1957; allá conoció a muchos hombres que después fueron muy importantes en la Iglesia católica. Después —hasta 1961— continuó sus estudios en Roma, donde obtuvo el grado de doctor en Teología, lo que muy pocos prelados han conseguido.
Ese año regresó a México, donde se incorporó a la diócesis de Guadalajara; de 1961 a 1971 le tocó trabajar de Director Espiritual del Seminario de Guadalajara (el más grande del mundo por el número de seminaristas que tiene), además de ser el Prefecto de Disciplina; Prefecto de la Facultad de Filosofía y miembro de la facultad. Al tiempo que era director entre 1971 y 1980, tuvo funciones como Vicerrector; el 22 de agosto de 1980 fue nombrado Rector y de ahí se convirtió en Obispo Coadjutor con derecho a sucesión de Ciudad Juárez.
En su larga trayectoria como clérigo no se cuenta el haber estado a cargo de una parroquia; es decir, no se caracterizó por ser un pastor sino más bien un formador de cuadros para la iglesia. En su cargo como Arzobispo de Guadalajara logró ordenar a por lo menos 600 sacerdotes y a 13 obispos. 
¡Nadie como él en esa rama!
No fue párroco, cargo que lo hubiera hecho ser un hombre humilde y no soberbio, según comentan sus críticos: “¡Los párrocos son la sangre que mueve a la Iglesia católica, son los sargentos del Ejército de la Iglesia!”, decía el sacerdote diocesano Antonio Roqueñí Ornelas (1931-2006).
SU CARRERA OBISPAL
El tres de marzo de 1988, aún rector del seminario, fue nombrado por Juan Pablo II Obispo Coadjutor de la diócesis de Ciudad Juárez; no podía llegar allí sin el apoyo del entonces representante papal, el nuncio Girolamo Prigione, quien mucho tiempo fue su “ángel guardián”. Después ya no lo necesitó; de hecho, chocaron por el asesinato del cardenal Posadas Ocampo: Prigione quería cerrar el caso, don Juan no. Tenía apoyos en Roma, y un grupo lo alentaba.
Como coadjutor en Ciudad Juárez, el oriundo de Yahualica estaba destinado a suceder en 1992 (mientras se reformaba el artículo 130 constitucional) a don Manuel Talamás Camandari; pero el destino le tenía reservada la diócesis de Guadalajara. Los terribles hechos del aquella tarde del 24 de mayo de 1993, cuando fue abatido a balazos el cardenal Posadas Ocampo, le cambiaron la vida: meses más tarde, el 21 de abril de 1994, fue promovido a la sede cardenalicia de Guadalajara. Dejó atrás a otros prelados que aspiraban al importantísimo cargo, entre ellos los entonces obispos auxiliares José Guadalupe Martín Rábago (hoy Arzobispo de León, y ex presidente de la CEM) y Ramón Godínez Flores (entonces secretario general de la CEM y después Obispo de Aguascalientes; ya difunto, por cierto).
Y, como era de esperarse —ya que Guadalajara es sede cardenalicia—, meses después, en el Consistorio de octubre de 1994, fue nombrado cuarto Cardenal Presbítero, por lo que el 26 de noviembre del mismo año recibió la birreta roja y el título de Nostra Signora di Guadalupe e S. Filippo Martire in Via Aurelia.
Desde que llegó don Juan a Guadalajara impuso su “estilo de gobernar”. Como obispo de Juárez fue un hombre de bajo perfil; no se recuerda que haya tenido un papel relevante en las reformas de 1991-1992, que hicieron posible el reconocimiento jurídico y las relaciones con la Santa Sede.
Conviene señalar que, además del apoyo de Prigione, su llegada a Guadalajara tuvo el respaldo abierto del Cardenal Primado de México, don Ernesto Corripio Ahumada (1919-2008), entonces líder del Iglesia católica mexicana.
Su nombramiento como Arzobispo fue adelantado por el nuncio papal, incluso por encima del órgano oficial L’Osservatore Romano. Prigione dijo entonces que Sandoval Íñiguez era “un hombre de carácter, hombre fiel a la Santa Sede, hombre fiel al magisterio, hombre de Iglesia, no político ni politiquero”. Agregó que el nuevo Arzobispo “ayudará muchísimo para aclarar la verdad en el asesinato del cardenal Posadas, pues la ciudad, que ha estado muy golpeada, recobrará la serenidad”.
Por su parte, en un comunicado el cardenal Corripio felicitó a la arquidiócesis de Guadalajara por el nombramiento del nuevo Arzobispo, y dijo que “se habla mucho de que los nombramientos dependen de las presiones políticas o de los intereses de grupos. Conviene tener en cuenta cómo el Papa (Juan Pablo II) está preocupado por valores y metas que no concuerdan con los del mundo económico y administrativo. En la Iglesia católica no valen las presiones políticas ni de grupos para designar a los obispos, arzobispos o cardenales”.
Sandoval Iñiguez declaró entonces, ya como Arzobispo electo, que daría prioridad a la reconciliación en la arquidiócesis tapatía; a la vez dijo que, como pastor de esa zona, pediría “tratar el caso Posadas con serenidad para no renunciar al derecho de la justicia, pero dejando atrás tristezas y rencores”. Afirmó entonces que el principal problema de México era de “una crisis alarmante de verdad: nadie cree en nadie, se desconfía de todo y de todos”. Subrayó que no sólo fallaba la confianza en instituciones gubernamentales y civiles que antes tenían gran credibilidad entre el pueblo de México, sino que la misma Iglesia católica era “víctima de ataques que pretenden desacreditarla y remitirla nuevamente a las cuatro paredes de una sacristía”.
En 1994 Sandoval —como adelantándose a los comicios presidenciales de aquél año— dijo que la Iglesia no hacía política partidista ni induciría el voto, ya que su papel frente a las elecciones federales era invitar a la población a acudir a las urnas para vencer el abstencionismo. 
Pero tres años después cambio de parecer y alentó —en un principio cuidando las formas— a un grupo de laicos a participar activamente en las elecciones locales de 1995, cuando el Partido Acción Nacional ganó su cuarta gubernatura.
Asimismo, señalaba que el clero no puede mantenerse ajeno a los problemas económicos, políticos y sociales que repercuten en la vida nacional, y que en ningún momento pretendía intervenir en asuntos que competen sólo al Estado. Eso decía.
Don Genaro Alamilla Arteaga comentó entonces que Sandoval era “hombre fuerte, de carácter, que no se anda con medias tintas”. Entonces comenzó a convertirse en un ave de tempestades. Su proceder dejó mucho que desear para un hombre de Iglesia “no político ni politiquero”, como Prigione se refería a él.
El cinco de julio de 1999 Sandoval fue intervenido quirúrgicamente por una trombosis intestinal que debió ser atendida con urgencia. Pero ¡dejó correr la versión de que había sufrido un atentado! En otra ocasión, cuando fue invitado a una cena por personalidades de la política, comentó que al beber un vaso de tequila se sintió mal, y dejó entrever que se le había intentado envenenar
Durante su estancia en Ciudad Juárez sus declaraciones a los medios eran pocas y mesuradas; pero cambió desde que tomó el palio arzobispal. Desde mayo de 1994 su principal tarea fue llevar al cardenal Posadas Ocampo a los altares, aunque para ello tuviera que pelearse con quien fuera. Esa actitud le gustaba a Roma y a varios de los miembros de la CEM.
No lo logró, pero sí lo pudo hacer con los 13 mártires —10 laicos y tres sacerdotes— de la persecución religiosa de los años veinte. Gracias a él están en los altares José Anacleto González Flores (1888-1927), José Dionisio Luis Padilla Gómez (1899-1927), Miguel Gómez Loza (1888-1928) y José Sánchez del Río (1913-1928), de 14 años, el más joven de todos. Doce de los futuros beatos son mexicanos y uno español: el presbítero Andrés Solá Molist (1895-1927).
Un dato importante: Sandoval quiso siempre que Juan Pablo II visitara México por sexta ocasión. Había motivos: la clausura del 48 Congreso Eucarístico Internacional que se llevó a cabo en Guadalajara en octubre de 2004. Mas no lo logró.
CONFRONTACIÓN CON JORGE CARPIZO
Don Juan hizo algunos comentarios en torno a la muerte del cardenal Posadas Ocampo, los que fueron leídos como inventos fantasiosos porque no hubo suficientes pruebas que pudieran tener validez jurídica. Su posicionamiento fue que se trató de un crimen de Estado. De hecho, en los años siguientes al asesinato la mayoría de los obispos que conforman la CEM aceptaban sin ningún problema la tesis de la confusión; sin embargo, Sandoval Íñiguez logró poner en duda las conclusiones oficiales, y poco a poco los obispos comenzaron a creer en las supuestas pruebas del complot.
Fue entonces cuando en la Procuraduría General de la República (PGR) se formó el famoso “grupo interinstitucional” para la investigación del caso —por cierto, bajo una dudosa figura jurídica en la que la propia institución ministerial aceptaba involucrar a la CEM en el caso.
A principios de 2003, en vísperas del décimo aniversario de la muerte de Posadas Ocampo, don Juan acusó a Jorge Carpizo —quien en 1993 era titular de la PGR y a quien correspondió llevar las investigaciones del crimen— de haber dirigido el operativo en el cual se dio muerte al Cardenal: “Lo que se puede decir de él, y es cierto, es que tuvo parte en el asesinato del cardenal Posadas, y por eso salta a la palestra cada que se ofrece. Quiere impedir que se aclaren las cosas, porque él es de los que manejaron el operativo para matar al Cardenal”, dijo
Por su parte, Carpizo acusó a Sandoval de estar relacionado con el narcotráfico y vinculado a negocios ilícitos.
Obviamente, se generó un debate mediático. Carpizo incluso conminó a Sandoval para que ambos se sometieran públicamente a un examen del detector de mentiras.
La CEM, como era de esperarse, cerró filas en torno al Arzobispo tapatío; el primero que salió en su defensa fue el Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera, quien fue secundado por el Arzobispo de Yucatán, Emilio Berlié Belaunzarán, y por el primer Obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, entre otros.
Sobre el tema, el siete de diciembre de 2011 Sandoval Íñiguez dijo: “Lo reclamé (el esclarecimiento del asesinato de su antecesor) mientras fui arzobispo, y ahora que ya no soy, dejo el reclamo... como ciudadano podré decir que se aclare, pero ya no oficialmente”..
CERCANÍA CON BENEDICTO XVI
Sandoval Íñiguez es amigo de Joseph Ratzinger, el hoy papa Benedicto XVI. Quizás por eso estuvo más tiempo gobernando la arquidiócesis de Guadalajara, ya que la sucesión del Cardenal tapatío se pospuso después de que éste presentó su renuncia a los 75 años, como marca el Derecho Canónico; pero no le fue aceptada por el Papa, quien le dio tres años más para seguir al frente de la arquidiócesis. Sandoval fue uno de los 115 cardenales que votaron en cónclave para elegir al Papa número 265 en la historia.
Sandoval es de los purpurados mexicanos más cercanos a Benedicto XVI; de hecho, la única vez que el hoy Papa ha estado en México fue en 1996, en Guadalajara. No era aún el Obispo de Roma, sino Joseph Alosius Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Fue a principios de mayo de aquel año cuando, sorpresivamente, Guadalajara recibió la visita de Ratzinger, quien asistió como enviado papal a presidir el Segundo Encuentro de Presidentes de las Comisiones Doctrinales de las Conferencias Episcopales de América Latina. La reunión tenía como objetivo analizar la situación actual de la teología, la problemática moral, el disenso dentro de la Iglesia, líneas generales de la teología india, el desafío de las sectas y los nuevos movimientos religiosos.
Se aprovechó la oportunidad para dejar claros otros temas, como el posicionamiento de la jerarquía en el asunto de la política poblacional, punto primordial de la reunión de unos meses atrás en Beijin, y además el caso del cardenal Posadas Ocampo.
Asistieron 25 obispos representantes de las Comisiones Episcopales de Fe de América Latina; el cardenal Sandoval fue el anfitrión de la reunión, a la que asistió, entre otros, el hoy secretario del Estado Vaticano y cardenal camarlengo Tarcisio Pietro Evasio Bertone, SDB, entonces secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y considerado uno de los fuertes candidatos para suceder a Benedicto XVI.
Días después, el 11 de mayo de 1996, el futuro Papa visitó la Ciudad de México, acompañado por su amigo Bertone. El entonces nuncio Prigione fue el anfitrión: les dio alojamiento y los llevó a conocer la Catedral Metropolitana y otros lugares más —al parecer, a las pirámides. Ratzinger no podía dejar de asistir a la Basílica de Guadalupe, donde ofició un servicio religioso junto con Prigione y Rivera Carrera. Ninguno de los fieles que lo vieron ese domingo pensó que ese hombre, años después, sería Papa. De hecho, los medios no cubrieron el acto, salvo Notimex (véase “Ratzinger en la Ciudad de México”, 
http://fredalvarez.blogspot.com/2012/01/ratzinger-en-mexico-en-mayo-de-1996.html
OTRAS CONFRONTACIONES
Sandoval se enfrentó también con Marcelo Ebrard, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, y con los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). De hecho, a éstos los calumnió en agosto de 2010 al decir que habían sido “maiceados” por Ebrard para que avalaran la adopción por parte de matrimonios entre personas del mismo sexo. “A lo mejor salen otra vez con su batea de babas estos señores (los ministros), y mañana o pasado aprueban la adopción, a lo mejor, no lo dudo. También no lo dudo que estén muy ‘maiceados’, desde luego, por Ebrard; están muy ‘maiceados’, y por organismos internacionales”.
Incluso el purpurado emérito calificó a la SCJN como la “Suprema Decepción”. “No sé si a alguno de ustedes les gustaría que lo adoptaran un par de lesbianas o un par de maricones. Creo que no”, cuestionó a los reporteros de la fuente en Aguascalientes.
La reacción no se hizo esperar: Ebrard presentó una demanda contra el Cardenal por presunto daño moral a la investidura del gobernante. Se trató de un proceso de reparación del daño moral, de acuerdo con lo que dicta el Código de Procedimientos Civiles del Distrito Federal. Ebrard reiteró que Sandoval debía presentar alegatos y pruebas para comprobar sus señalamientos. El asunto quedó ahí.
Los que sí se molestaron fueron los ministros de la SCJN y se pronunciaron con un voto de censura. En una sesión de la Corte, Sergio Valls señaló al pleno: “Solamente para hacer a título personal un voto de censura a las declaraciones de un alto dignatario de la Iglesia católica, en donde cuestiona la honorabilidad tanto de este Tribunal como de sus miembros con relación a este asunto precisamente. Considero que en un Estado laico como el nuestro, debe haber una absoluta separación, y existe en el 130 constitucional, entre la Iglesia y el Estado. No se puede, impunemente, amparado bajo ningún título, acusar a 11 ministros del más Alto Tribunal del país, de corruptos y de decir que han sido interesados pecuniariamente para decidir en determinado sentido en este asunto que nos ocupa. Por lo que, en mi carácter de Ministro de la Corte, critico acremente el lenguaje, la forma, el fondo con que se expresaron esas opiniones, que dan lugar indudablemente a que cualquiera de nosotros que lo considere pertinente puede enderezar las acciones que la ley nos da. Eso es todo, muchas gracias”.
Después, el Ministro Presidente dijo: “Como esos comentarios, y así lo ha dicho el señor Ministro, se refieren a todos nosotros, sugiero al pleno que unánimemente nos sumemos a este voto de censura que ha propuesto el ministro Valls”
NO SE PUDO
Era martes primero de abril de 2003, justo dos años antes de la muerte de Juan Pablo II. En una de las puertas de la residencia oficial de Los Pinos, el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, daba casi como un hecho que el Papa estaría en nuestro país en octubre del 2004 en una sexta visita papal. Asistiría a la clausura del 48 Congreso Eucarístico Internacional que, en esta única ocasión, se llevaría a cabo en Guadalajara. La reunión de un grupo de prelados con el presidente Vicente Fox fue precisamente para pedirle que hiciera una invitación formal al Vaticano para cubrir los requisitos de la visita papal.
De acuerdo con el hoy Arzobispo Emérito de Guadalajara, el Vaticano ya había expresado su anuencia para que Juan Pablo II viajara a México, y concretamente señaló, en una breve rueda de prensa a la salida de Los Pinos, que la visita sería el 15 de octubre del 2004, ya que es “costumbre” que el Papa asista a la clausura de dicho Congreso, independientemente del lugar donde se celebre. Añadió que sólo faltaba la invitación oficial del gobierno, así como del Episcopado mexicano. “Este fue el tema de nuestra reunión (con el presidente Fox)”, explicó.
Estuvieron en esa reunión con el presidente el cardenal Sandoval, monseñor José Guadalupe Martín Rábago, presidente de la CEM, y los obispos Luis Morales, Abelardo Alvarado Alcántara, José Guadalupe Galván y Ricardo Watty Urquidi (recientemente fallecido).
Fue ese el momento en que se iniciaron las gestiones oficiales para formalizar la invitación a Juan Pablo II. A partir de entonces y por varios meses se levantaron muchas expectativas por la visita papal. En junio del 2003, el entonces canciller, Ernesto Derbez, realizó una visita al secretario de Estado del Vaticano, Ángelo Sodano, para concretar la invitación; meses después, el gobierno nombró como nuevo embajador ante la Santa Sede al abogado Javier Moctezuma Barragán.
Pero la visita fue suspendida. 
Un comunicado del Vaticano, fechado el sábado tres de julio, informó que el estado de salud del Papa le impedía viajar y por ello nombraba en su representación, como delegado pontificio, al cardenal Jozef Tomko, presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos. Como era de esperarse, el anunció oficial originó desolación en círculos eclesiásticos, fundamentalmente en el cardenal Sandoval.
Meses después, el sábado dos de abril de 2005, a las 21:37 horas de Roma, murió Juan Pablo II.
“ME VOY PERO...”
Hace unas semanas don Juan se despidió de sus fieles, a quienes dijo, parafraseando a Juan Pablo II: “Me voy, pero no me voy (… ) Me quedaré a vivir aquí, en esta hermosa ciudad de Guadalajara, en esta comunidad cristiana a la que llegué desde que tenía 12 años y en la que he pasado la mayor parte de mi vida. Sólo descanso de una grave responsabilidad al estar al frente de una arquidiócesis tan numerosa en todos los sentidos: en fieles, en clero, en miembros de la vida consagrada, en obras de apostolado laical, y bendecida por Dios con muchas riquezas espirituales, sobre todo con la presencia espiritual de nuestros santos mártires que no dejan de acompañarnos y motivarnos”.
¿Un cargo en Roma? Todo es posible. En mayo de 2010 se comentó la posibilidad de que don Juan fuera nombrado por su amigo el Papa como comisionado de los Legionarios de Cristo —de hecho fue propuesto para tal cargo tras confirmarse la doble vida inmoral llevaba el fundador de la Legión, Marcial Maciel. Entonces, el purpurado jalisciense dijo estar a disposición de lo que el Papa le indicara, pues la decisión del nombramiento del comisario para la reconstrucción de la Legión recae exclusivamente en él.
Sandoval Íñiguez será uno de los pocos prelados que acompañarán al papa Benedicto XVI en su viaje a México el próximo mes. Tiene asegurado un lugar en el avión de Alitalia que recorrerá los 10 mil 267 kilómetros que separan a Roma del aeropuerto de León, Guanajuato.
Allí platicarán de su futuro, y quizás le toque concelebrar uno de los servicios religiosos programados. El próximo año cumplirá 80 años, y ya se ve difícil que participe en un futuro cónclave para elegir a un nuevo Papa.
En diciembre pasado Sandoval Íñiguez comentó que su imagen de confrontador y declarador ruidoso se la debe a los medios de comunicación. “Ustedes piensan que toda mi vida ha sido pelearme con ustedes (reporteros) y con los políticos, que en eso gasté mi vida. Eso no es cierto. Yo no soy lo que ustedes pretenden que sea, el de las declaraciones de mucho ruido, eso es una figura que ustedes hacen, pero yo no soy ése”.
El sucesor de Sandoval Íñiguez
El nuevo Arzobispo de Guadalajara es el cardenal José Francisco Robles Ortega, originario de Mascota, Jalisco, donde nació el dos de marzo de 1949; tiene 62 años. Realizó sus estudios de Humanidades en el Seminario Menor de Autlán; de Filosofía en el Seminario de Guadalajara, y de Teología en el Seminario de Zamora.
Fue ordenado sacerdote el 20 de julio de 1976, en la Parroquia de Mascota, para la diócesis de Autlán, y completó sus estudios en Roma, donde obtuvo la licenciatura en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana (1976-1979).
El 30 de abril de 1991 Juan Pablo II lo designó Obispo Auxiliar de Toluca; recibió la ordenación episcopal el cinco de junio de ese mismo año. El 15 de junio de 1996 fue designado Obispo Titular de Toluca, y el 25 de
enero del 2003 fue nombrado Arzobispo de Monterrey, sede cardenalicia, por lo que cuatro años después —el 24 de noviembre de 2007— fue nombrado Cardenal por el papa Benedicto XVI, en el Consistorio celebrado en la Ciudad del Vaticano.
Ha sido Presidente del Departamento de Pastoral de Santuarios por dos trienios. También fue Presidente de la Comisión de Educación y Cultura por un trienio, así como vocal de algunas otras comisiones episcopales; fue nombrado miembro de la Comisión Pontificia para América Latina desde el 2008, y desde julio del 2009 es el representante de la Iglesia católica, a través del Consejo Episcopal Latinoamericano, en la organización Líderes Religiosos por la Paz para América Latina.
El cinco de enero de 2011 el Papa lo designó miembro del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, y en la actualidad se desempeña como Presidente de la Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión en México.
Es un hombre muy diferente a Juan Sandoval Íñiguez: es mesurado, buen pastor, y es una garantía el que haya sido párroco de Mascota, Jalisco.

Es sencillo y le gusta el futbol; él mismo conduce su vehículo y no tiene escoltas.
(Fred Alvarez)


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