14 ene 2013

/Arnoldo (Martínez)/ Roberto Zamarripa

"Le debe la izquierda mucho; más le debe el país".
Columna TOLVANERA/Arnoldo (Martínez)
Roberto Zamarripa
Reforma, 14 Ene. 13;
Arnoldo Martínez Verdugo cumplió 88 años de edad el pasado sábado. Dos días antes, en la Casa de la Cultura de Tlalpan, recibió un homenaje por su trayectoria política. Ese nombre puede no decirles mucho a miles de activistas de izquierda. No solamente por el obligado retiro del sinaloense de la vida política activa sino por el alejamiento de la actual izquierda partidista, fragmentada y sin brújula, de la esencia del pensamiento y obra del dirigente histórico de los socialistas.
En dicho homenaje, Ilán Semo leyó un texto del antropólogo Roger Bartra sobre la figura reformadora de Martínez Verdugo, quien a partir de 1960 encabezó un largo, sinuoso y enriquecedor proceso político y cultural que transformó a la izquierda partidista.
Bartra explicó ese proceso donde "el dogmatismo marxista y el nacionalismo revolucionario" frenaban el encuentro de la izquierda con tesis democráticas.
"La izquierda comunista dogmática creía que la democracia formal no era más que una superestructura política del modo de producción capitalista y denunciaba su carácter 'formal' y 'burgués'... La izquierda nacionalista, por su parte, en la línea populista expresada por Lázaro Cárdenas, estaba convencida de que la democracia representativa era propia de países industriales desarrollados y que en las condiciones de atraso de un país tercermundista eran necesarias formas peculiares de representación popular acordes con las peculiaridades nacionales. El marxismo dogmático y el populismo nacionalista constituían un gran obstáculo para entender la enorme importancia de impulsar una transición política a la democracia".
Agregó Bartra: "En la historia de la izquierda mexicana Arnoldo es un personaje olvidado por muchos y que sin embargo constituye una pieza clave para entender la transición a la democracia. Fue el dirigente comunista que, en agudo contraste con la tradición estalinista, renunció a ser objeto de cualquier clase de culto a la personalidad y se escondió detrás de la máscara gris y opaca de su posición como secretario general del partido. Acaso por su carácter, y porque muchos quieren olvidar que la democracia en la izquierda creció en el contexto inhóspito del dogmatismo leninista, este político ha sido injustamente borrado de la memoria colectiva".
Bartra acierta. Algunos de los ingredientes de la izquierda pero más allá de esa corriente, de la propia vida política de México, no tendrían razón de ser sin la participación de Arnoldo. Como líder partidista, y como candidato presidencial en 1982 por el PSUM, Arnoldo representó a un tipo de político excepcional distante de las fantochadas de hoy, de los abusos de poder y del presupuesto público de muchos izquierdistas, y de las prácticas corruptas y clientelares de una izquierda -particularmente el PRD- que pierde brújula, que pacta hueca y que anima reformas sin programa propio.
Según Bartra "el antídoto para frenar y canalizar creativamente las tendencias populistas que tanto han dañado a este partido (PRD) se encontraba simbolizado en Arnoldo Martínez Verdugo, que a fin de cuentas es lo más cercano a la socialdemocracia que ha tenido la izquierda mexicana".
Vale recordar, por ejemplo, que en 1977, en el marco de las discusiones para consumar la reforma política de entonces que otorgó registro electoral al Partido Comunista, Martínez Verdugo compareció en la Secretaría de Gobernación con una propuesta que erizó las cabelleras de una clase política jacobina y autoritaria. Propuso como centro del programa de defensa de libertades de los comunistas que "los ministros de los diferentes cultos, en su calidad de ciudadanos, deben gozar del derecho a formar parte de cualquier partido político". Y además, que la libertad política llegara a los cuarteles para que los miembros de las tropas de Fuerzas Armadas tuvieran la posibilidad de conocer de ofertas políticas de distintos partidos y no fuesen alineados acríticamente y subordinamente hacia un partido -entonces el de Estado, el PRI.
La propuesta de libertades enarbolada por Arnoldo hace más de tres décadas abarcaba desde militares y sacerdotes hasta obreros y campesinos sometidos al sindicalismo autoritario que hoy patalea en su agonía. Libertades para jóvenes y mujeres, defensas de derechos de género y de preferencias sexuales.
Hoy no pueden entenderse muchas de las libertades políticas legalizadas, sobre todo en la Ciudad de México, sin los cimientos colocados por Arnoldo y el grupo político que encabezó en el Partido Comunista Mexicano. Sobrio, discreto, solidario, Martínez Verdugo sobre todo ha dejado una profunda huella ética. Político incorruptible, ha sabido conciliar independencia con diálogo, tolerancia con compromiso democrático, afianzamiento en la lucha legal sin abandonar principios, entendimiento de las batallas electorales como contiendas de ideas, debates democráticos y foros para dirimir rumbos y gobiernos sin que signifiquen puntos finales de un proceso.
Le debe la izquierda mucho; más le debe el país.

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