14 ene 2013

Más lucha por poder que educación/Jorge Fernández Menéndez

Más lucha por poder que educación/Jorge Fernández Menéndez
Columna Razones, en Excélsior, 14 de enero de 2013
La reforma educativa ya está prácticamente aprobada por las legislaturas de dos tercios de los estados que deben ratificarla para que se convierta en una Reforma Constitucional y además en una ley. Pero la batalla política que subyace detrás de la reforma apenas comienza, involucrando a muchos actores que en demasiados casos tienen intereses que se alejan, y mucho, del mero afán educativo, aunque lo incluyan en su agenda.
Para nadie es un secreto que la educación requiere cambios profundos y que la sociedad está rezagada respecto a las exigencias actuales de formación y preparación a nivel global. Pero, incluso en eso, hay que hacer también muchas precisiones: una cosa es la educación en los municipios más ricos del país como San Pedro Garza García o algunas zonas del DF y otra en alguno de los más pobres, como en García, también en Nuevo León, en cualquiera de los grandes municipios metropolitanos o en los recónditos espacios de la marginación de Guerrero, Oaxaca o Chiapas.
Tampoco existen dudas sobre algunos de los pasajes más importantes de la reciente reforma: elevar la calidad de la educación, evaluar a directivos, maestros y alumnos; tener un escenario claro de cuántas escuelas y cuántos maestros existen; establecer mecanismos claros para determinar cuántos comisionados existen en los distintos sindicatos. Pero también hay mitos. Cuando se dice que el Estado debe recuperar la rectoría de la educación, hay que preguntarse cuándo la perdió. Se pueden cuestionar las decisiones que se realizaron desde hace décadas en ese sentido, pero el Estado mantuvo la rectoría de la educación pública: decir que no la tenía es una manera de deslindarse de su propia responsabilidad y de las decisiones que se fueron adoptando a lo largo de los años. Si existen carencias tan evidentes en la infraestructura escolar, si los currículos no están a la altura de lo que requiere la sociedad, si creció en forma geométrica la educación privada en contraposición de la pública, laica y gratuita es porque a ésta última le ha faltado, sobre todo, el componente de la calidad, por una parte y por la otra porque ha habido, desde el propio Estado, un impulso a la misma.
Por lo pronto, entrados en estas semanas decisivas en este tema (decisivas porque hay que recordar que en el próximo periodo legislativo que comienza en 15 días se deben reglamentar muchas de las disposiciones de la reforma aprobada), hay distintos actores a los que se deberá atender. Por una parte y sobre todo el PRI, donde además de los conflictos y diferencias de muchos de sus principales protagonistas con Elba Esther Gordillo, también hay muchos gobernadores que han tenido y tienen profundos compromisos con la maestra y el sindicato, al mismo tiempo que el propio PRI necesitará acuerdos con Nueva Alianza en algunos de los principales procesos electorales de julio próximo: un caso paradigmático es Oaxaca, donde la ruptura con Elba fue determinante hace unos años para que el PRI perdiera ese estado. Pero además, porque como la educación está federalizada, serán los gobernadores los que deberán instrumentar muchos de los principales capítulos de la reforma.
En el PAN la reforma educativa sirve para muchas cosas: por una parte para reposicionarse, pero también para la lucha interna. Muchos de quienes la respaldan y la identifican en una lucha contra el sindicato, como la actual dirigencia partidaria, también están utilizándola para una diferenciación con el calderonismo, que tuvo una buena relación con el sindicato.
En el PRD resulta hasta cómico escuchar cómo hablan muchas veces del respaldo a la reforma y de acabar con poderes fácticos, mientras no dicen ni una palabra del principal adversario que tiene la educación pública y cualquier tipo de reforma del sector, que es la Coordinadora, una corriente clave del perredismo y de Morena, que controla íntegramente la estructura educativa en los lugares donde el PRD ha gobernado, con la excepción, parcial, del DF. Lo que sucede con las secciones 18 de Michoacán y 22 de Oaxaca es paradigmático al respecto. En realidad, en el perredidsmo muchos están pensando en tratar de apurar la caída del actual liderazgo magisterial para, vía cuadros de la Coordinadora, quedarse con él. Con diferencias y adecuaciones muchos otros sectores de poder del ámbito público y privado piensan y buscan lo mismo.

El propio sindicato, el SNTE, deberá decidir con mucho cuidado los pasos a dar. Había realizado una actividad intensa e inteligente para diferenciarse de la Coordinadora, pero en todo el alud informativo relacionado con la reforma no ha logrado, mediáticamente, ni imponer su discurso ni tampoco (lo que quizá será más grave cuando a partir de hoy la CNTE inicie sus movilizaciones), para esclarecer cuáles son sus diferencias con esos grupos intransigentes y radicales, alejados de cualquier interés educativo legítimo.

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