“México atraviesa una crisis nacional”
El arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega,
presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana asegura que “el Papa es
impredecible”
JAN MARTÍNEZ AHRENS, reportero.
El País, Guadalajara (México) 26 ABR 2015
El cardenal J.F. Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara. /
SAÚL RUIZ
Su Eminencia habla con voz suave. La matanza de Ayotzinapa,
el florecimiento del culto a la Santa Muerte, los escándalos de corrupción…
Nada parece sobresaltar al cardenal José Francisco Robles Ortega (66 años),
arzobispo de Guadalajara y presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana. Ha
llegado a la entrevista con una seráfica sonrisa y se ha sentado en una silla
barroca, los pies muy juntos sobre la alfombra. En el pecho luce una cruz de
oro, que perteneció al obispo y poeta Joaquín Arcadio Pagaza y Ordóñez
(1839-1918). Fuera de las dependencias episcopales, un sol espléndido se
derrama sobre la capital de Jalisco; dentro, tras unas cortinas cargadas de
sombra, el prelado responde con extremo cuidado, pero a sabiendas de que el
futuro ya ha llegado. Es la cabeza de una Iglesia, aristocrática y
conservadora, que el huracán Francisco ha sacado de la cámara del tiempo. “El
Papa es impredecible”, deja caer el cardenal.
Respuesta. Seguimos en esa crisis. No puede haber progreso ni
desarrollo sin confianza. Se tiene que restablecer. ¿Cómo? Mediante la
credibilidad, que el pueblo constate que la palabra dada es cumplida. Los
mexicanos quieren ver que se hace el bien para todos, no solo para unos
cuantos.
P. ¿Cómo se sitúan ante lo que llaman “el despertar de la
sociedad civil” y las protestas?
R. Nos hacemos eco de esa indignación, siempre y cuando no
sea desviada para otros fines, hay que encauzar esa fuerza. Si las autoridades
no lo hacen correctamente, se corre el riesgo de que derive en violencia
descontrolada.
P. ¿Cuestiona la Conferencia Episcopal las reformas del
Gobierno?
R. Reconocemos que eran urgentes y necesarias, pero nos
preocupa que no den frutos a los que lo necesitan: los pobres, los indígenas y
los desfavorecidos.
P. ¿Y qué le parece el escándalo de la casa de la esposa del
presidente, construida por un importante contratista de la Administración?
R. Va en el paquete de todos esos hechos que han contribuido
a esta falta de confianza. Se necesita transparencia y aplicación de la ley.
P. ¿En México se puede confiar en las autoridades?
R. El propio presidente ha declarado que percibe una gran
desconfianza, y es verdad. Los logros de las reformas no los ve nadie como
tales, porque hay una desconfianza del pueblo hacia las autoridades.
Pedimos a la gente que vote, pero con criterio
P. Como cabeza de la Iglesia mexicana, ¿cuál es su relación
con el presidente?
R. Es abierta, muy franca. Hemos encontrado el clima para
hablarle con toda libertad y claridad, en el entendido de que la Conferencia
Episcopal abriga a todos los obispos de México y asume sus preocupaciones.
P. ¿Eso incluye a obispos rebeldes como Raúl Vera, que piden
una nueva constitución?
R. Es una inquietud muy personal que Vera asume como un
deber de obispo y de ciudadano. No le ponemos veto ni le marcamos pauta. Esa es
su libertad
P. Hay elecciones en junio. ¿Cuál es su recomendación de
voto?
R. Pedimos a la gente que vote, pero con criterio. Por
ejemplo, que conozca la trayectoria del candidato, que sepa qué acciones ha
hecho por el bien común… Y una vez formado el criterio, el deber es votar. La
abstención no hace bien al país.
P. ¿Por qué hay tanto crimen en México?
R. La respuesta es multifactorial. Se ha registrado una
pérdida de valores, entre ellos el de la vida; el marco ético se ha debilitado,
y tenemos un clima de impunidad, donde se incumple la ley y el crimen
organizado impone sus intereses. Hay una cultura de violencia y criminalidad.
P. ¿Cómo fue posible lo que sucedió en Ayotzinapa?
R. Vuelta al tema de la criminalidad. Son muchos los
factores.
P. ¿Qué diría a los padres de los normalistas desaparecidos?
R. Estamos con ellos y con el legítimo derecho que tienen a
la verdad.
P. ¿Cree que están siendo manipulados, como dijo el obispo
de Guerrero?
R. Él nos compartió una experiencia: al principio un buen
grupo de padres asumió que sus hijos habían terminado como se ha dicho siempre,
asesinados. Incluso estaban llevando un proceso de duelo, cuando aparecen
personas que les llaman y les dicen: “Ustedes tienen que pedir que sus hijos
estén vivos”. No cabe duda de que hay gente que solo busca la oportunidad que
ofrecen estas tragedias para sus intereses políticos.
P. El Papa ha prometido visitar México, ¿dónde le llevaría?
R. El Papa es impredecible. Pero tiene su mente, su corazón,
bien definido en las periferias existenciales. Él puede pedir, por ejemplo, una
zona indígena o un Estado en conflicto. Nuestra propuesta es: visita Guadalupe,
una celebración masiva, y si quiere conocer la frontera, Tijuana, Reynosa o
Matamoros.
El Papa tiene su mente, su corazón, bien definido en las
periferias existenciales
P. ¿Iguala o Ayotzinapa?
R. Eso no cae en el campo de nuestras sugerencias.
P. ¿Pero lo ve ahí?
R. Si él lo decide, cómo no.
P. El Papa desató la polémica al alertar sobre la
“mexicanización” de Argentina. ¿Pero acaso no estaba reflejando una realidad?
R. Basta ver las reacciones en las redes sociales. Es obvio
que el pueblo coincide en advertir el grado de criminalidad que existe en
algunas zonas del país.
P. En 1970, el 95% de la población mexicana se declaraba
católica, ahora es el 80%. ¿Por qué ese descenso?
R. Se debe al relativismo, ahora cualquier creencia es
válida. Pero a lo mejor también es que no hemos sido oportunos a la hora de
responder a las inquietudes de un amplio sector de la población. En todo caso,
lo que nos compete es asumir lo que el Papa nos propone: una Iglesia en salida,
de puertas abiertas, que vaya a los más alejados, a los heridos en el camino de
la vida. Una Iglesia que vaya y no que espere.
P. ¿Y no tendrá que cambiar mucho la Iglesia mexicana,
conocida por su conservadurismo?
R. Vivíamos en un régimen donde todo se daba por tradición,
y eso incitaba a la pasividad. ¿Qué había que hacer, si todo ya estaba hecho?
Ahora eso se acabó.
P. Con el nuevo Papa.
R. No, con la realidad. Vivimos en una realidad que nos reta
a salir, y el Papa Francisco lo ha leído bien, es latinoamericano. Vibramos
ante esa misma realidad.
P. En México sorprende la extensión del culto a la Santa
Muerte.
R. No está tan extendido, se ubica en lugares muy ligados al
conflicto por la violencia, al narcotráfico. Se trata de una deformación del
sentido religioso. La muerte es todo lo contrario, es la nada. Se la invoca
para hacer daño. Eso no es religión.
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