Bajo
Reserva/El Universal, 21 de julio de 2015
Un
policía que ya apesta
Ahora
resulta que Ramón Eduardo Pequeño, quien la semana pasada fue relevado de su
cargo como jefe de la División de Inteligencia de la Policía Federal (PF)
—luego de que se conociera la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán Loera—, se
encuentra en el “limbo administrativo”, nos dicen. Hace solo un par de días se
aseguraba que Pequeño había sido beneficiado por algún padrino al haber sido
designado jefe de la División Científica de la PF, un rango igual al que fue
cesado. Ahora que ha salido a la luz el caso, resulta que don Ramón ya apesta,
pues dentro de los altos niveles de la Comisión Nacional de Seguridad afirman
que tras ser cesado no ha recibido un nuevo cargo, y que ya no saben qué hacer
con él. Nos dicen que para que no esté sin quehacer debería aprovechar el
tiempo para explicar a la Procuraduría General de la República cómo fue que el
capo logró escapar del penal de máxima seguridad sin que su área lo pudiera
impedir. Pero, como ni es despedido, ni es investigado, algunos dentro del
propio gobierno se preguntan qué es lo que Pequeño tiene verdaderamente: un
padrino importante, o información relevante y comprometedora.
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