Ríos
Piter puso el dedo en la llaga cuando convocó a Basave a un debate …
PRD: ¿gerentes
o dirigentes?/ Jorge Fernández Menéndez
Excelsior 31/08/2015
Nunca
había visto, no conozco casos similares, que un partido decidiera buscar fuera
del mismo a su presidente y a su coordinador parlamentario. Se supone que un
partido es una organización cuyos miembros están unidos por convicciones,
ideología e intereses comunes y a partir de allí desarrollan una actividad
política que tiene un objetivo claro: alcanzar los distintos espacios de poder
en disputa. Cuando se recurre a externos para ocupar los principales cargos
internos de ese partido de alguna forma se reconoce no sólo que las cosas no
funcionaron (eso le ocurre a cualquiera) sino que lo que debe cambiar son
también esas convicciones, ideología e intereses comunes.
Un sector muy
importante del Partido de la Revolución Democrática ha apostado por Agustín
Basave para
que se convierta en presidente del partido, y Francisco Martínez Neri, un
hombre de izquierda, pero que no militaba en el partido hasta hace poco, es el
nuevo coordinador en la Cámara de Diputados de esa fuerza política. Ya hemos dicho aquí que Basave es un
académico respetado y respetable, al que conocemos desde que Colosio estaba al
frente del Partido Revolucionario Institucional, y que apenas el miércoles
se afilió al PRD. Agustín estuvo en el PRI, fue presidente de la Fundación
Colosio, simpatizó con Fox y fue embajador durante su gobierno y posteriormente
se acercó al PRD.
Pero debemos
insistir en que Agustín no es un hombre de partido, nunca lo fue, siempre le
gustó
(y no es un defecto, es una virtud) moverse con mucha independencia: lo hizo en
el Partido Revolucionario Institucional y luego en sus sucesivos acercamientos
con el foxismo o con el PRD. Ahora tendrá que enmarcarse en una disciplina y en
un juego de tribus que puede ser durísimo para quienes no lo conocen y no
participan en él. Decíamos, también, que, si llega, habrá que estar muy atento
a quién será la mancuerna de Agustín en la Secretaría General porque de alguna
forma desde ahí se controlará el partido. Pero
Basave tendrá que competir con Armando Ríos Piter, que se ha mantenido en la
carrera por la presidencia partidaria y puede conjuntar su experiencia,
aquella decisión que no fue valorada en toda su dimensión de no participar por
la gubernatura de Guerrero para no tener que relacionarse ni con Ángel Aguirre
ni con su gente (si el PRD hubiera tomado la misma decisión la magnitud de su
crisis sería hoy mucho menos) y su juventud. Ríos Piter puso el dedo en la
llaga cuando convocó a Basave a un debate y se preguntó si su partido quería un
dirigente o un gerente. No sé que harán los perredistas pero yo le daría la
bienvenida como militante a Basave y, sin duda, votaría para presidente del
partido por Ríos Piter.
Martínez Neri
es un personaje peculiar. Exrector de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca,
llegó a esa
posición enarbolando una bandera muy radical: su relación familiar con Felipe
Martínez Soriano, otro exrector que en su momento fue señalado como uno de los
jefes del PROCUP, la fuerza de la que poco después surgió el EPR. Cuando llegó
a la rectoría de la UABJO, dejó esas banderas, pero logró un mecanismo de
convivencia con la Sección 22 y otros grupos radicales, y terminó
incorporándose al gabinete de Gabino Cué, donde, antes de ser candidato a
diputado por un distrito de la ciudad de Oaxaca, fue secretario de cultura del
gobierno del estado. Martínez Neri, que hace poco más de un mes se afilió al
Partido de la Revolución Democrática, llega a la coordinación perredista en San
Lázaro, por una extraña coalición de tribus perredistas, donde el único
denominador común es una alianza para impedir la llegada de Jesús Zambrano,
pero más allá de eso impulsado por dos figuras claves para el futuro del
perredismo: Gabino Cué (se publicó el miércoles pasado que Gabino se había
opuesto terminantemente a su designación, cuando fue todo lo contrario: buena
parte del impulso que tuvo Martínez Neri provino del gobernador oaxaqueño,
cuyos bonos han subido mucho desde la intervención del Instituto de Educación
Pública de Oaxaca) y Miguel Ángel Mancera,
jefe de Gobierno capitalino. La influencia del gobernador y del jefe de
Gobierno, los dos tan externos al PRD como Martínez Neri, fue decisiva en su
caso y todo indica que puede serlo más en el futuro, en esta política de tanta
lógica extrapartido.
Hay
que reconocer que esa estrategia de refundar en los hechos el partido a través
de la designación de externos en posiciones de dirección del mismo, puede ser
interesante y crear expectativas (en la lógica del independentismo partidario
tipo El Bronco), pero no sé si en todos los casos ella sea viable ni
aconsejable: el Partido de la Revolución Democrática, como debe ser, se debe
mover hacia la franja de centroizquierda, de una izquierda moderna que sirva,
además, para diferenciarlo de Morena. Pero no puede perder tampoco identidad.
La pregunta en todo caso es qué tanto tolerarán esa nueva realidad muchas de
sus corrientes y dirigentes que, vía tribus, manejan franjas completas del
perredismo, algunas muy alejadas política, ideológica y personalmente, de esa
centroizquierda que se enarbola ahora como bandera.
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