PRD: SE ROMPE
EL GRUPO DE ‘LOS CHUCHOS’/Ricardo Alemán
El Universal, 31 de agosto de 2015
Durante
los más de 25 años de vida del PRD, el grupo político emblema, monolítico e
inamovible fue el de Los Chuchos, bautizado por sus fundadores con el eslogan
de “Nueva Izquierda”.
La
fuerza de Los Chuchos siempre estuvo asociada a la dureza del cemento que los
mantenía unido. Con los años el grupo se convirtió en una suerte de hermandad
capaz de los dos extremos de la cofradía: el sacrificio de una de sus partes a
favor del todo y todos volcados a favor del beneficio de uno. La unidad de
objetivos e intereses era la divisa.
Por
eso, esa hermandad resistió engaños y traiciones del poderoso jefe de jefes,
Cuauhtémoc Cárdenas, quien los combatió por casi una década y quien prefirió
heredar la dirigencia del PRD a Andrés Manuel López Obrador, antes que dejarlo
en manos de Los Chuchos. Cárdenas no pudo aplastarlos.
Y es que era
tal la solidez del cemento que unificó a Los Chuchos —sus fundadores son un ex
militante del partido paraestatal PST de Aguilar Talamantes y un ex
guerrillero—, que también fueron capaces de resistir no sólo los embates
destructivos de AMLO —que hizo todo por aplastarlos—, sino que lograron echar
al tabasqueño de la dirigencia nacional. Desde entonces son el grupo hegemónico
en el PRD.
Y
un ejemplo de la hermandad de Los Chuchos es que las familias de Carlos
Navarrete y Guadalupe Acosta Naranjo compartieron durante años una vieja casona
remodelada en la Narvarte, en el DF.
Pero
el poder absoluto también corrompe absolutamente.
La
hermandad dio las primeras muestras de fractura cuando el poblano Miguel
Barbosa llegó al Senado de la República —en las elecciones federales de 2012—;
cuando consiguió que Los Chuchos lo designaran jefe de los senadores y cuando
llegó a la jefatura del Senado. Se codeaba con las alturas del poder; del
presidente de la República para abajo.
Probó
el poder y le gustó. Lo que no le gustó fue seguir bajo la tutela de Los
Chuchos. Se rebeló y aprovechó que la mayoría de los senadores no eran afines a
Nueva Izquierda. Hoy Barbosa camina por la libre, sin la tutela de Los Chuchos.
Fue la primera gran fractura.
Luego
vino la gestión de Carlos Navarrete. El guanajuatense debió lidiar con lo peor
de los 25 años de vida del PRD; carga que la historia le heredaría
injustamente. Por eso, en medio de la peor crisis de imagen, credibilidad y
confianza, Navarrete pretendió hacer cambios en el partido. Pero chocó con el
Chucho Mayor, Jesús Ortega.
Por
la libre, Navarrete “tiró la toalla” a favor de una recomposición. Propuso un
cambio de paradigma y en un lance desesperado hasta impulsó la presidencia para
un externo, como Agustín Basave. Sin
embargo, Ortega se negó y empuja a Beatriz Mojica, una caricatura de dirigente.
Es la segunda gran fractura.
Y
al final, cuando se produjo el jaloneo normal para el reparto de cuotas en la
nueva Legislatura de San Lázaro, vino el tercer rompimiento. Al verse relegado,
Guadalupe Acosta habló con Jesús Ortega, se quejó de las preferencias hacia
Zambrano y, al final, renunció a Nueva Izquierda. Amenazó con poner casa
aparte.
En
la pelea por la dirigencia del PRD la mejor carta es Fernando Belaunzarán. Pero
“cupuleros” como son, lo vetaron. Y pudieran producir la cuarta y definitiva
fractura. Al tiempo.
www.ricardoaleman.com.mx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario