Vatican Insider, 9/10/2015
Francisco pide misericordia para los matrimonios fracasados
El Pontífice recibió en audiencia a los Équipes Notre-Dame, movimiento
laico de espiritualidad conyugal. «Una pareja feliz puede comprender el dolor
de un amor fracasado». No a las «colonizaciones ideológicas» y sí a la cercanía
para las tantas familias heridas
Nota de IACOPO SCARAMUZZI
El Papa recomendó la «misericordia» hacia «las personas cuyo matrimonio
ha fracasado» durante la audiencia matutina que concedió hoy a los Équipes
Notre-Dame, movimiento laico de espiritualidad conyugal que nació en Francia en
1938 y que se reunió en estos días en Sajonia para su encuentro internacional
(del 6 al 11 de septiembre). «No olviden nunca que su fidelidad conyugal es un
don de Dios, y que hacia cada uno de nosotros ha sido usada la misericordia.
Una pareja unida y feliz puede comprender mejor que nadie, como desde dentro,
la herida y el sufrimiento que provocan un abandono, una traición, un fracaso
del amor», dijo Papa Francisco, quien denunció el hecho de que en la actualidad
la imagen de la familia se deforma «mediante potentes proyectos en su contra
apoyados por colonizaciones ideológicas» y también invitó a los que
participaron en la audiencia a estar «cerca de las familias heridas» por el
desempleo, por la pobreza, por los problemas de salud, por un luto, por la
preocupación por un niño, por una lontananza o un clima de violencia».
«Este encuentro que tengo la alegría de vivir con ustedes, precede
algunas semanas el Sínodo de los Obispos que quise reunir en Roma, para que la
Iglesia reflexione cada vez con mayor atención sobre lo que viven las familias,
células vitales de nuestras sociedades y de la Iglesia que se encuentran, como
ustedes saben, amenazadas en el actual y difícil contexto cultural», indicó el
Papa. «En esta circunstancia, les pido, como a todas las parejas de sus
‘équipes’, que recen con fe y fervor por los Padres Sinodales y por mí»,
añadió.
Francisco quiso subrayar el «papel misionero» de los Équipes Notre Dame:
«Las parejas y las familias cristianas a menudo están en las mejores
condiciones para anunciar a Jesucristo a las demás familias, para sostenerlas,
fortalecerlas y animarlas». Esta misión que se les ha encomendado «es mucho más
importante puesto que la imagen de la familia (como Dios la quiere, compuesta
por un hombre y una mujer en vista del bien de los cónyuges y también de la
generación y de la educación de los hijos- es deformada mediante potentes
proyectos en su contra apoyados por colonizaciones ideológicas», subrayó el
Pontífice argentino. «Claro, ustedes ya son misioneros por la irradiación de su
vida familiar hacia sus ámbitos de amistad y de relaciones, y también más allá.
De hecho, una familia feliz, equilibrada, habitada por la presencia de Dios
habla por sí misma sobre el amor de Dios por todos los hombres. Pero los invito
también a que se comprometan, si es posible, y de manera cada vez más concreta
y con creatividad renovada, en las actividades que se pueden organizar para
acoger, formar y acompañar en la fe particularmente a las parejas jóvenes,
antes y después del matrimonio».
«Los exhorto también -prosiguió el Papa- a seguir acercándose a las
familias heridas, que hoy son tan numerosas, por la falta de trabajo, por la
pobreza, por un problema de salud, por un luto, por la preocupación causada por
un niño, por el desequilibrio provocado por una lontananza o una ausencia, por
un clima de violencia. Debemos tener la valentía de entrar en contacto con
estas familias, discreta pero generosamente, materialmente, humanamente o
espiritualmente, en las circunstancias en las que sean más vulnerables». Para
concluir, «no puedo más que animar a las parejas de los Équipes Notre Dame
-subrayó el Papa- para que sean instrumentos de la misericordia de Cristo y de
la Iglesia hacia las personas cuyo matrimonio ha fracasado. No se olviden nunca
de que su fidelidad conyugal es un don de Dios, y que hacia cada uno de
nosotros ha sido usada la misericordia. Una pareja unida y feliz puede
comprender mejor que nadie, como desde dentro, la herida y el sufrimiento que
provocan un abandono, una traición, un fracaso del amor. Es necesario, pues,
que ustedes puedan llevar su testimonio y su experiencia para ayudar a las
comunidades cristianas a discernir sobre las situaciones concretas de estas
personas, para acogerlas con sus heridas y ayudarlas a caminar en la fe y en la
verdad, bajo la mirada de Cristo Buen Pastor, para formar parte apropiadamente
de la vida de la Iglesia. No se olviden tampoco del sufrimiento impronunciable
de los muchachos que viven estas dolorosas situaciones familiares: ustedes
pueden darles mucho».
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