9 jul 2018

Alí Chumacero (1918-2018), poeta de Amorosa raíz

Alí Chumacero (1918-2018), poeta de Amorosa raíz/Carlos A. Martínez Plata*

Antonio Eustolio Mohamed Alí Chumacero Lora, nació en Acaponeta, Nayarit, el 9 de julio de 1918. Decir Alí es evocar pasión por la mujer, el arte, la poesía, la perfección de lo escrito, la amistad… la vida. 

Es Alí, vida y universo, amante perfecto. Nació con la eternidad del tiempo, en el misterio amoroso del silencio; desde su adolescencia experimentó la fecundidad de la voz, de la palabra, en noches de plena soledad. Surgía en él, entre páramo de sueños, temprano y magistral el poeta que de la obscuridad haría brotar un manantial de inagotable luz.
De sus imágenes por ella, la mujer, Alí nos lega: 

Para mí es mucho más importante que escribir un poema, tocar un brazo, mirar unos ojos, tener una buena compañía… renunciaría al más hermoso de mis poemas por recibir una mirada grata… (de mujer, obviamente)
Es ella quien transforma el sueño en vida. Es la mujer, prueba irrefutable de la existencia de Dios, de ella venimos y a ella vamos, es el agua misteriosa de donde ha de flotar la inspiración, de ella brota el capullo de la poesía. Es ella la razón de la existencia, nada sin ella. Ni el indolente aire cruza el espacio sin su permanencia. Decir amor es pronunciar su nombre. Tocar el cuerpo de una mujer es tocar el cielo. Somos búsqueda de amor para poder nacer.

 Alí, gustaba amortajar imágenes, sobreponer capa tras capa para derivar una amplia gama de metáforas; en la pulcritud de sus poemas transcurrieron hasta cien correcciones o versiones de su enigmática retórica. Sus construcciones literarias están conformadas de tal forma que para entenderlas, tendremos que emprender una y mil lecturas. Rondan en ellas un velo de sombras, cada verso es una pieza de ajedrez capaz de moverse en el tablero del poema para crear un significado distinto; cada verso es una reafirmación de la existencia de la vida detrás de la muerte. Setenta y ocho poemas bastaron para tenernos ocupados descifrando sus Aliimágenes. 
            Aunque parca, dorada es su obra poética: Páramo de sueños, 1944; Imágenes desterradas,1948 y, Palabras en reposo, 1956.
Es el libro su argumento de vida, causa de solidaridad, de ahí su preocupación por que los demás escriban. Su mejor y caro legado no sólo ha sido el de las letras manifestadas en su poesía, ensayos, crítica, prólogo y conferencias; sino el de su vida misma, que es su magistral poesía, el mejor de sus ensayos. Hoy pregonamos también su don de amistad, imagen viva que aún perdura: 

Siempre he estado al lado de los pobres: yo soy uno de ellos. Voy a seguir escribiendo aunque me muera de hambre. No sé si hice lo primero, pero sí se me ocurrió lo segundo.
Mi biblioteca es la cosa más tonta que he hecho. Cuarenta mil ejemplares reunidos a lo largo de setenta años. A veces me dan ganas de leerla.
Más que un escritor soy un lector, de manera que he leído muchos libros y he escrito muy pocos. Esto se agradece. Hubiera sido peor haber escrito mucho y leído menos. 
Luché para que la poesía fuese una forma superior de vida de nuestra juventud.
Alí cabalgó en la montura de la solidaridad. Cuando recibió el Premio Xavier Villaurrutia, de inmediato lo entregó al escritor y periodista Francisco Liguori, quien en esos días andaba de bajadaEl Premio Nacional de Literatura recibido de manos del presidente de la República Miguel de la Madrid, Alí hombre generoso dotado de la capacidad de amor a sus semejantes, regaló el premio a unas monjas; y, como era costumbre en él, El Premio Alfonso Reyes lo obsequió a un grupo de escritores jóvenes.
Cierta ocasión Alí fue asaltado, los ladrones fueron cautivados por su pícara charla; arrepentidos corren con él peculiar juerga y terminaron acompañándolo a su casa para protegerlo de los ladrones y, cuando es arrollado por un cafre a bordo de una pesera, a partir de ese accidente, Alí lo protege, se hace su amigo y le envía una despensa cada semana.
Cuando Raúl Leyva, poeta guatemalteco, vino a México vivió en su casa. Vino a acrecentar mi pobreza. Luego llegó su mujer –refiere Alí-.
A CIEN AÑOS de su nacimiento lo recordamos recolectando de día la fecunda espiga de su prosa y redescubriendo de noche las entrañas de su verso. Hoy, refrendamos la admiración a sus comprometidas y reposadas líneas, a su infatigable labor en el ejercicio literario; pero sobre todo, por su franca amistad y contagiante sonrisa…, pues aún después, muy después, entre cenizas, seremos todavía.
Alí, fallece víctima de neumonía en la Ciudad de México, el 22 de octubre de 2010. Nos deja huérfanos de su amistad, de sus sonrisas, de sus afectos, de sus enseñanzas y charlas elocuentes.
En 1938, a la edad de 18 años escribió “Poema de amorosa raíz”, el cual ha sido traducido al japonés, al ruso, al alemán, al inglés, al italiano. Es un poema que me ha dado cierto prestigio, no es el mejor ni mucho menos, pero le tengo agradecimiento a esos versitos simpáticos.  
                                   
Poema de amorosa raíz

Antes que el viento fuera mar volcado,
que la noche se unciera su vestido de luto
y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo
la albura de sus cuerpos.
Antes que la luz, que sombra y que montaña
miraran levantarse las almas de sus cúspides;
primero que algo fuera flotando bajo el aire;
tiempo antes que el principio.
Cuando aún no nacía la esperanza
ni vagaban los ángeles en su firme blancura;
cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;
antes, antes, muy antes.
Cuando aún no había flores en las sendas
porque las sendas no eran, ni las flores estaban;
cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas, 
ya éramos tú y yo.

CDMX, 9 de julio de 2018.

*Carlos A. Martínez Plata
Coordinador de la Barra Literaria Alí Chumacero de la Comunidad Nayarita, AC.
Miembro de la Academia Nacional de Poesía de la Ilustre y Benemérita Sociedad Mexicana
de Geografía y Estadística.        

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