COAHUAYANA, MICHOACÁN
El auto bomba en Coahuayana, un acto narcoterrorista/ Fred Alvarez P.
@fredalvarez
Lo ocurrido en Coahuayana, Michoacán, es la confirmación dramática del fracaso estratégico de la seguridad estatal, y una patente exhibición de la impunidad con la que operan los grupos criminales. | Fred Álvarez
La Silla Rota, 10/12/2025 · 21:00 hs;
El terrible atentado perpetrado con un coche bomba en Coahuayana, Michoacán, que cobró la vida de cinco personas —incluidos tres policías comunitarios—, no es un incidente aislado. Es, en su brutalidad, la confirmación dramática del fracaso estratégico de la seguridad estatal —el llamado Plan Michoacán— y una patente exhibición de la impunidad con la que operan los grupos criminales.
La rectificación vergonzosa de la FGR
La Fiscalía General de la República (FGR) inicialmente reconoció la gravedad del acto, abriendo la carpeta de investigación por el delito de Terrorismo (comunicado FGRDPE/2025). Sin embargo, esta postura duró solo horas.
La posterior retractación, oficializada a través del comunicado FGR 809/25, que reclasificó el atentado a simple "delincuencia organizada", no solo expone una flagrante descoordinación institucional, sino que desata una profunda controversia sobre la voluntad política de afrontar la verdad.
Actos como el de Coahuayana, por su método, objetivo (infundir miedo o atacar estructuras estatales/sociales) y autoría (grupos de la delincuencia organizada), encajan con precisión en la categoría de narcoterrorismo. Los antecedentes son claros: los ataques con granadas en la Plaza Melchor Ocampo de Morelia, aquella noche del 15 de septiembre de 2008 o el uso de explosivos C-4 en Ciudad Juárez en julio de 2010
La omisión de utilizar una figura que refleje la dimensión real de la amenaza —como el narcoterrorismo— sugiere una falta de voluntad estratégica para nombrar el problema con su justa gravedad.
La negativa oficial
El debate sobre la palabra clave es un imperativo estratégico. La etiqueta de narcoterrorismo —la clasificación más precisa— desmantela la narrativa simplista del "ajuste de cuentas" o la "pugna criminal" local. Esta violencia reconoce el verdadero objetivo del ataque: sembrar el pánico y minar la autoridad del Estado.
La coincidencia discursiva en la Mañanera del martes 9 de diciembre, atribuida a la presidenta Claudia Sheinbaum y a Omar García Harfuch, al minimizar el ataque a estrictas "pugnas internas" delictivas, tiene una clara implicación política: desviar la atención de la dimensión de seguridad nacional.
Ante el cuestionamiento directo, la presidenta optó por la evasión: "No sé qué es lo que estás implicando con la pregunta, no entiendo muy bien", dijo. En ese momento, Omar García Harfuch entró al quite, asumiendo un rol que excedía su competencia para blindar la postura presidencial.
Harfuch calificó el atentado como una simple "pugna" local y usurpó el rol de la autoridad ministerial al descartar el cargo de terrorismo, a pesar de la gravedad del acto: "El terrorismo es para imponer objetivos políticos, ideológicos... en este caso son, específicamente, actos criminales para ampliar sus actividades criminales."
Ante la repregunta, el funcionario respondió de manera categórica: "Sí, se descarta por lo que acabo de decir, no solo por la ley mexicana y por la ley internacional", y cerró el tema.
La contundencia de Harfuch al emitir juicios legales contrastó con la notoria ausencia de la nueva Fiscal, Ernestina Godoy, la autoridad legalmente competente para definir la carpeta de investigación y los cargos, evidenciando un vacío de liderazgo institucional en la crisis.
La escalada silenciada y el liderazgo local ausente
Al clasificar los hechos de Coahuayana como un "choque local", la versión oficial busca ocultar hechos incontestables.
El uso del coche bomba es una táctica cuyo propósito es generar terror y presionar al Estado. Esta reactivación del modus operandi con intencionalidad de víctimas mortales prueba una escalada cualitativa de la amenaza. El ataque, con un perímetro de destrucción de 300 metros y una complejidad logística obligatoria, exige que el Estado afronte la amenaza con toda la capacidad que implica la designación de narcoterrorismo.
La respuesta del Estado, limitada a un refuerzo de seguridad posterior al suceso, confirma una ineficaz lógica de reacción, no de prevención.
Pero el contexto político es profundamente sintomático y merecedor de la crítica más severa. Mientras la población era víctima de un acto de guerra, el Gobernador Alfredo Ramírez Bedolla se encontraba en el Zócalo de la Ciudad de México, priorizando actividades de índole política y partidista. Esta ausencia no es un "error de agenda"; es una señal inequívoca de la priorización de la agenda personal sobre la responsabilidad fundamental de garantizar la seguridad.
El costo de la reticencia
Michoacán no puede permitirse la estrategia de la reacción tardía. La gravedad de los hechos exige un cambio de enfoque radical, basado en la inteligencia preventiva sólida: se deben desmantelar las redes criminales, no solo reaccionar posteriormente. El despliegue de efectivos militares (Defensa y Marina), de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, y del Grupo de Respuesta a Emergencias (GRE) es positivo, pero es mejor prevenir. Y falta en el Estado una persona centrada en la crisis, no en la precampaña o la agenda partidista.
La negativa a usar el término narcoterrorismo es el veredicto más duro para un Estado que ha permitido la sustitución de su autoridad por el pánico. Esta reticencia solo demuestra una falta de voluntad para movilizar los recursos necesarios.
La opacidad se mantiene cuatro días después: no se sabe quién está detrás del ataque, cuál era el objetivo real, ni siquiera el tipo de explosivos utilizados. La potencia de la detonación, una de las más fuertes registradas en la historia reciente de México, amerita respuestas y acciones inmediatas.
Comparto mi video comentario: Coahuayana: el coche bomba que desnudó el "narco-terrorismo" en México.
https://www.youtube.com/watch?v=DLmPD56tecA&t=20s
PD: La ausencia de María Corina Machado en Oslo no fue un fallo logístico, fue el símbolo más elocuente y rotundo de su lucha. Fue la prueba de por qué ha merecido este galardón. Su no-llegada, forzada por el "peligro extremo" y las "dificultades de seguridad", expone la cruda realidad del régimen que desafía. El Nobel no es el fin de la lucha, sino el inicio de su fase más compleja y decisiva.
https://www.youtube.com/watch?v=xwfFKAI4FHQ
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