Las diferencias en el cerebro de hombres y mujeres han sido siempre un tema polémico, especialmente desde que en el siglo XX muchos se escudaron en un supuesto dato científico -que los cerebros de las mujeres son más pequeños- para concluir que ellas son menos inteligentes.
El debate ahora se centra en las diferencias químicas, estructurales y funcionales que los neurocientíficos han encontrado en los últimos años en cerebros de distinto sexo.
Larry Cahill, profesor de neurobiología y comportamiento en la Universidad de California Irving, EE UU, encontró en 2001 que hombres y mujeres usan diferentes regiones del cerebro para procesar y almacenar la memoria a largo plazo.
Un año más tarde publicó que un cierto fármaco, propranolol, interfiere con la memoria de forma diferente en hombres y mujeres. Ahora acaba de encontrar diferencias, en su opinión importantes, en la amígdala, una región implicada en las emociones.
El valor del trabajo, según Cahill y la coautora Lisa Kilpatrick, es que puede servir de base para estudiar patologías que afectan más a un género que al otro, como la depresión y el síndrome del colon irritable, más frecuentes en las mujeres.
La amígdala es una región en forma de almendra presente en los dos hemisferios cerebrales.
Los investigadores usaron la Tomografía por Emisión de Positrones para estudiar el cerebro de 36 hombres y mujeres diestros mientras se relajaban con los ojos cerrados, un estado que Cahill considera "en reposo" o falto de estímulos externos.
Lo que vieron es que, en los hombres, la amígdala del hemisferio derecho es más activa y está más conectada con otras regiones del cerebro que su homóloga en el hemisferio izquierdo. En cambio, en las mujeres la amígdala más activa y con más conexiones es la izquierda.
Además, también varían las regiones con las que se comunica la amígdala. En los hombres, la amígdala del hemisferio derecho muestra más conexiones con áreas muy relacionadas con los estímulos externos, como la corteza visual, y la que coordinan actividad motora. Sin embargo, en las mujeres la amígdala izquierda aparece en el estudio más conectada a áreas que controlan el ambiente interno del organismo, como el hipotálamo.
Cahill relaciona esto con el hecho de que "en la evolución las mujeres han tenido que gestionar un cierto número de agentes estresantes internos, como el embarazo y el parto. Lo fascinante es que el cerebro parece haber evolucionado para estar en sintonía con esa situación".
Según este investigador, los resultados de este trabajo, publicado en la revista Neuroimage, "proporcionan la primera pista de lo que podría ser una diferencia fundamental en el cableado del cerebro de hombres y mujeres. El que incluso en reposo el cerebro muestre diferencias según los sexos podría tener implicaciones importantes para el estudio de determinados desórdenes médicos y psiquiátricos".
Sistema límbico o sistema nervioso emocional, también llamado cerebro medio, es la porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la corteza de dicho órgano, y que comprende centros importantes como el hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral, entre otros.
La función de este sistema es regular las emociones; de ahí sus numerosas conexiones con estas estructuras nerviosas, estando, anatómica y funcionalmente, íntimamente relacionado con el hipotálamo.
Entre las conductas generadas por el hipotálamo están la regulación del hambre, de la sed, la respuesta al dolor, niveles de placer, satisfacción sexual, ira y comportamiento agresivo, entre otros.
También regula el funcionamiento de los sistemas nerviosos simpático y parasimpático (Sistema autónomo), lo cual significa que determina funciones como el pulso, la presión sanguínea, la respiración y la activación fisiológica en respuesta a circunstancias que tienen impacto emocional.
La amígdala es una masa con forma de dos almendras que se sitúa a ambos lados del tálamo, en el extremo inferior del hipocampo. En particular, el hipocampo y la amígdala han sido denominados centros de la afectividad; es aquí donde se procesan las distintas emociones que nos hacen sentir penas, angustias y alegrías intensas.
Fuente: Nota de MÓNICA SALOMONE El País, 19 de abril del 2006
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