El editorial del periódico colombiano El Tiempo dedico ayer su editorial al periodista mexicano.
Muerte de un periodista honesto; 27/11/2006,
Los mexicanos no se habrían sorprendido con la noticia de que Jesús Blancornelas hubiera sido asesinado por las mafias del narcotráfico.
Lo que sí los sorprendió fue que la vida de este periodista, un campeón de la lucha contra el crimen organizado en México, terminara por causas naturales: un mal que padecía desde la niñez. Nadie esperaba que muriera en la cama este hombre al que no espantaron las balas que lo hirieron casi de muerte el 27 de noviembre de 1997, por la lucha que libró contra los carteles de la droga y, sobre todo, contra el de Tijuana, dirigido por la familia Arellano Félix.
Blancornelas murió el jueves, a los 70 años, en el Hospital del Prado, de Tijuana, a causa de una afección pulmonar. Meses atrás había dejado la dirección del semanario Zeta, que fundó allí en 1980, pero nunca abandonó la lucha contra el narcotráfico, que les costó la vida a dos de sus colegas del semanario y a muchos otros de México. Su primera pérdida en esa guerra ocurrió en 1988, cuando fue asesinado su socio en la publicación Héctor Félix Miranda. Después, en el atentado que sufrió en 1997, fue muerto su escolta. Y hace dos años, su colega Francisco Ortiz Franco, coeditor de Zeta, murió abaleado por sicarios.
La violencia contra los periodistas en México ha llegado a tal punto que ese país pasó hace tres años a Colombia como el más peligroso del continente para ejercer el oficio y se acerca al tope mundial. Según Reporteros sin Fronteras, solo Irak, Bangladesh y Filipinas lo superan en el número de periodistas muertos.
Y según la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en lo que va del año se han registrado allí 1,600 crímenes ligados a las mafias. Seis periodistas han sido asesinados en el 2006, tres solo en este mes; otros tres están desaparecidos. Uno de los últimos fue José Manuel Nava, ex director del periódico Excélsior, hallado sin vida, apuñalado, en su vivienda de Ciudad de México. La ola de muertes llevó al presidente de la SIP, Rafael Molina, a pedir que la violencia contra los periodistas sea una prioridad en la agenda del presidente electo, Felipe Calderón, cuando asuma el cargo el viernes.
La enfermedad salvó a Blancornelas de sumarse a la lista de comunicadores asesinados, pues la mafia lo tenía sentenciado. Poco antes de su muerte acusó al cartel de Tijuana de extender un contrato para asesinarlo y expresó su interés en entrevistar a miembros de la familia Arellano Félix para confirmar la amenaza. Tal era el carácter frentero y valiente de un periodista que nunca se silenció ni se dejó intimidar.
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