26 ene 2007

Informe de Bush


Por séptima vez desde su toma de posesión en 2001, el presidente George W. Bush cumplió con la exigencia constitucional de informar sobre el Estado de Nación; lo hizo la noche del martes 23 de enero.

La situación por cierto no era favorable. Enfrente de el un Congreso dominada por el partido Demócrata. Las encuestas lo ubicaron en su nivel más bajo; el sondeo de The New York Times con la cadena CBS le dio un 28% de aprobación; el de The Washington Post con la ABC, un 33%, y en The Wall Street Journal con la NBC, sólo un 22%.

Reproduzco sólo la parte del discurso dedicado a la política exterior, concretamente en su política sobre Irak:

"Han pasado cinco años desde que presenciamos las escenas y sentimos el dolor que los terroristas pueden causar. Hemos tenido tiempo de evaluar nuestra situación. Hemos puesto en práctica muchas medidas cruciales para proteger a nuestra patria. Sabemos con certeza que los horrores de esa mañana de septiembre fueron sólo una pequeña muestra de los planes que los terroristas tienen para nosotros, a menos que los detengamos.
Con el paso del tiempo nos encontramos debatiendo las causas del conflicto y el curso que tomamos. Esos debates son esenciales cuando una gran democracia enfrenta importantes asuntos. Pero un asunto está diáfanamente claro: Para ganar la guerra contra el terrorismo debemos llevar la lucha donde el enemigo. (Aplausos.)
Desde un inicio, Estados Unidos y nuestros aliados han protegido a nuestra gente permaneciendo a la ofensiva. El enemigo sabe que hace mucho tiempo se acabaron los días de santuario cómodo, movimiento fácil, financiamiento seguro y libre flujo de comunicaciones. Para los terroristas, la vida nunca ha sido igual desde el 11 de septiembre.
Nuestro éxito en esta guerra con frecuencia se mide por los eventos que no sucedieron. No podemos saber la dimensión total de los ataques que nosotros y nuestros aliados hemos evitado, pero les digo lo que sí sabemos: Desbaratamos un plan de al Qaida para secuestrar un avión y estrellarlo contra el edificio más alto en la Costa Oeste. Desmantelamos una célula terrorista en el sudeste de Asia que preparaba a agentes para ataques dentro de Estados Unidos. Descubrimos una célula de al Qaida que desarrollaba ántrax para usarlo en ataques contra Estados Unidos. Y en agosto pasado, las autoridades británicas desbarataron un plan para hacer estallar aviones de pasajeros con destino a Estados Unidos en la mitad del Océano Atlántico. Por cada vida salvada, tenemos una deuda de gratitud con los valientes servidores públicos que dedican su vida a encontrar a los terroristas y detenerlos. (Aplausos.)
Cada éxito contra los terroristas es un recordatorio de las descomunales ambiciones de este enemigo. La maldad que inspiró y celebró el 11 de septiembre todavía ronda por el mundo. Y mientras éste sea el caso, Estados Unidos es todavía una nación en guerra.
En la mente terrorista, esta guerra empezó mucho antes del 11 de septiembre y no terminará hasta que su visión radical se haga realidad. Y estos últimos cinco años nos han dado una idea mucho más clara de la naturaleza de este enemigo. Al Qaida y sus seguidores son extremistas suníes, poseídos por el odio y bajo las órdenes de una ideología estrecha y severa. Si tomamos cualquier principio civilizado, su meta es la opuesta. Predican con amenazas, enseñan con balas y bombas, y prometen el paraíso a cambio del asesinato de inocentes.
Nuestros enemigos son bastante explícitos en sus intenciones. Quieren derrocar a gobiernos moderados y establecer refugios desde donde planear y ejecutar nuevos ataques contra nuestro país. Creen que si matan y aterrorizan a estadounidenses forzarán a nuestro país a retirarse del mundo y abandonar la causa de la libertad. Entonces podrán imponer su voluntad y propagar su ideología totalitaria. Escuchen esta advertencia del fallecido terrorista Zarqawi: "Sacrificaremos nuestra sangre y cuerpo para poner fin a sus sueños, y lo peor está por venir". Osama bin Laden declaró: "La muerte es mejor que vivir en este planeta con infieles entre nosotros".
Estos hombres no acostumbran hablar por hablar, y son sólo una facción en el movimiento islámico radical. Recientemente, también hemos podido ver que enfrentamos peligros provenientes de extremistas chiítas, igualmente hostiles con Estados Unidos y decididos también a dominar el Oriente Medio. Se sabe que muchos reciben órdenes del régimen en Irán, que financia y arma a terroristas como Jezbolá, un grupo que ocupa el segundo lugar después de al Qaida como la causa de muertes estadounidenses.
Los extremistas chiítas y suníes son ángulos diferentes de la misma amenaza totalitaria. Sea cual sea el lema que repiten, cuando matan a inocentes, tienen los mismos propósitos malvados. Quieren matar estadounidenses, acabar con la democracia en el Oriente Medio y acceder a armamento para matar a una escala aun más horrenda.
En el sexto año desde que nuestra nación fue atacada, me gustaría poder informarles que el peligro ha pasado. Pero no es así. Por eso este gobierno mantiene la política de usar todos los instrumentos legales apropiados de inteligencia, diplomacia, orden público y acciones militares para cumplir con nuestro deber, encontrar a estos enemigos y proteger al pueblo estadounidense. (Aplausos).
Esta guerra es más que un conflicto; es una lucha ideológica decisiva, y la seguridad de nuestra nación está en juego. Para prevalecer debemos acabar con las condiciones que inspiran un odio ciego y llevaron a 19 hombres a abordar aviones y venir a matarnos. Lo que todos los terroristas temen es la libertad humana, sociedades donde hombres y mujeres toman sus propias decisiones, son fieles a su conciencia y viven inspirados por sus esperanzas y no por sus resentimientos. Las personas libres no se inclinan por ideologías violentas y llenas de odio, y la mayoría de la gente escoge una mejor opción si se le da la oportunidad. Nuestros intereses de seguridad se benefician cuando ayudamos a los moderados y reformistas, y a voces valientes a favor la democracia. La gran pregunta de nuestra época es si Estados Unidos ayudará a los hombres y mujeres del Oriente Medio a construir sociedades libres y gozar de los derechos intrínsecos de toda la humanidad. Y yo les digo que, por nuestra propia seguridad, lo debemos hacer. (Aplausos).
En los dos últimos años, hemos visto el deseo de libertad en el gran Oriente Medio, y la fiera reacción del enemigo nos dejó estupefactos. En el 2005, el mundo vio cómo los ciudadanos del Líbano ondearon la bandera de la Revolución del Cedro, forzaron el retiro de los invasores sirios y eligieron nuevos líderes en elecciones libres. En el 2005, el pueblo de Afganistán desafió a los terroristas y eligió una legislatura democrática. Y en el 2005, el pueblo iraquí llevó a cabo tres elecciones nacionales, votó por un gobierno transitorio, adoptó la constitución más progresista y democrática del mundo árabe, y luego eligió a un gobierno en el marco de esa constitución. A pesar de las innumerables amenazas de los asesinos en su entorno, casi 12 millones de ciudadanos iraquíes salieron a votar en una demostración de esperanza y solidaridad que no debemos olvidar jamás. (Aplausos).
Un enemigo pensante observó todas estas escenas, reajustó sus tácticas y en el 2006 volvió a atacar. En el Líbano, asesinaron a Pierre Gemayel, miembro prominente de la Revolución del Cedro. Terroristas del Jezbolá, con el apoyo de Siria e Irán, sembraron el conflicto en la región y tienen como meta socavar el gobierno legítimamente electo del Líbano. En Afganistán, combatientes del Talibán y al Qaida se reagruparon y atacaron a las fuerzas afganas y de la OTAN en un intento de retomar el poder. En Iraq, al Qaida y otros extremistas suníes bombardearon uno de los santuarios más sagrados para los musulmanes chiítas, la Mezquita Dorada de Samarra. Esta atrocidad, dirigida a un templo musulmán, tenía como propósito provocar las represalias de los chiítas iraquíes y esto se logró. Elementos radicales chiítas, algunos de los cuales reciben apoyo de Irán, formaron escuadrones de la muerte. El resultado fue una trágica escalada en la furia y represalias sectarias que ocurren hasta la fecha.
Ésta no es la batalla que queríamos luchar en Iraq, pero estamos inmersos en esta batalla. Todos nosotros quisiéramos que esta guerra ya se hubiera terminado y ganado. Pero nosotros no acostumbramos incumplir nuestras promesas ni abandonar a nuestros amigos, ni arriesgar nuestra propia seguridad. (Aplausos). Damas y caballeros, hoy, en este momento, todavía estamos a tiempo para decidir el resultado de esta batalla. Encontremos la voluntad para transformar estos sucesos en una victoria. (Aplausos).
Estamos poniendo en práctica una nueva estrategia en Iraq, un plan que exige más del gobierno electo de Iraq, y les da a nuestras fuerzas en Iraq los refuerzos que necesitan para concluir su misión. Nuestro objetivo es un Iraq democrático que defiende el imperio de la ley, respeta los derechos de su pueblo, le proporciona seguridad y es un aliado en la guerra contra el terrorismo.
Para avanzar hacia este objetivo, el gobierno de Iraq debe detener la violencia sectaria en su capital. Pero los iraquíes aún no están listos para hacer esto por sí solos. Por lo tanto, estamos movilizando refuerzos de más de 20,000 soldados e infantes de Marina adicionales a Iraq. La gran mayoría de ellos irán a Bagdad, donde ayudarán a las fuerzas iraquíes a despejar y afianzar vecindarios, y actuarán como asesores anexados a unidades del Ejército iraquí. Con los iraquíes a la cabeza, nuestras fuerzas ayudarán a proteger la ciudad persiguiendo a los terroristas, insurgentes y los escuadrones de la muerte que se desplazan libremente. Y estamos enviando a la provincia de Anbar -donde los terroristas de al Qaida se han congregado y las fuerzas locales han comenzado a demostrar que están dispuestos a combatirlos- a 4,000 infantes de Marina adicionales, con órdenes de encontrar a los terroristas y desalojarlos. (Aplausos). No echamos a al Qaida de su refugio en Afganistán para simplemente permitir que establezca un nuevo refugio en un Iraq libre.
El pueblo de Iraq quiere vivir en paz, y es hora de que su gobierno actúe. Los líderes de Iraq saben que nuestro compromiso no es ilimitado. Han prometido movilizar más de sus propios soldados para resguardar Bagdad, y deben hacerlo. Han prometido que se enfrentarán a los radicales violentos de cualquier facción o partido político, y es necesario que cumplan su promesa y eliminen las restricciones innecesarias para las fuerzas iraquíes y de la coalición, a fin de que estas tropas puedan lograr su misión de proporcionar seguridad a toda la gente de Bagdad. Los líderes de Iraq se han comprometido a una serie de parámetros para lograr la reconciliación: repartir los ingresos del petróleo entre los ciudadanos de Iraq, invertir la riqueza de Iraq en la reconstrucción de Iraq, permitir que más iraquíes se reincorporen a la vida política del país, llevar a cabo elecciones locales y asumir responsabilidad por la seguridad de todas las provincias de Iraq. Pero para que todo esto suceda, es necesario garantizar la seguridad de Bagdad. Y nuestro plan ayudará al gobierno de Iraq a recuperar su capital y cumplir con sus promesas.
Conciudadanos, nuestros comandantes militares y yo hemos sopesado las opciones detenidamente. Analizamos todas las estrategias posibles. Finalmente, escogí esta línea de acción porque ofrece las mejores probabilidades de éxito. Muchos en esta cámara comprenden que Estados Unidos no debe fracasar en Iraq, porque saben que las consecuencias del fracaso serían penosas y de gran repercusión.
Si las fuerzas estadounidense se retiran antes de que Bagdad esté seguro, el gobierno de Iraq será invadido por extremistas por todas partes. Podríamos esperar una batalla épica entre los extremistas chiítas respaldados por Irán y los extremistas suníes apoyados por al Qaida y los partidarios del antiguo régimen. Una epidemia de violencia se desbordaría por el país, y con el tiempo, podría arrastrar al conflicto a toda la región.
Para Estados Unidos, esto sería la peor pesadilla. Para el enemigo, éste es el objetivo. El caos es su mejor aliado en esta lucha. Y del caos en Iraq, surgiría un enemigo envalentonado con nuevos refugios, nuevos reclutas, nuevos recursos e incluso más decidido a causarle daño a Estados Unidos. Permitir que esto suceda sería ignorar las lecciones del 11 de septiembre y arriesgarse a una tragedia. Damas y caballeros, nada es más importante en este momento de nuestra historia que el éxito de Estados Unidos en el Oriente Medio: la victoria en Iraq y evitarle este peligro al pueblo estadounidense. (Aplausos).
Ésta es la situación esta noche, aquí y ahora. He hablado con muchos de ustedes personalmente. Los respeto y respeto los argumentos que han presentado. Entramos en esto mayormente unidos, en nuestras suposiciones y en nuestras convicciones. Y no importa si votaron a favor o en contra, no votaron por el fracaso. Nuestro país sigue una nueva estrategia en Iraq, y les pido que le den la oportunidad de funcionar. Y les pido que respalden a nuestras tropas en el terreno y a las que están en camino. (Aplausos).
La guerra contra el terrorismo que libramos hoy es una lucha generacional que continuará mucho después de que ustedes y yo hayamos delegado nuestros deberes a otros. Por eso es importante trabajar juntos para que nuestra nación pueda ver los logros de este esfuerzo. Ambos partidos y ambos poderes deben trabajar en estrecha consulta. Por eso propongo crear un consejo extraordinario de asesores sobre la guerra contra el terrorismo compuesto por líderes del Congreso de ambos partidos políticos. Intercambiaremos ideas para encontrar la mejor posición desde la cual Estados Unidos le haga frente a cada desafío que enfrentemos. Les mostraremos a nuestros enemigos en el extranjero que estamos unidos en el objetivo de la victoria.
Y uno de los primeros pasos que podemos dar juntos es engrosar las filas de nuestras Fuerzas Armadas, para que estén listas para todos los futuros desafíos. (Aplausos). Esta noche le pido al Congreso que autorice un aumento de 92,000 soldados en nuestro Ejército e Infantería de Marina durante los próximos cinco años. (Aplausos). Una segunda tarea que podemos emprender juntos es planear y crear un cuerpo voluntario de reservas civiles. Dicho cuerpo funcionaría de manera parecida a nuestra reserva militar. Aliviaría la carga de las Fuerzas Armadas al permitirnos contratar a civiles con destrezas fundamentales para que trabajen en misiones en el extranjero cuando Estados Unidos los necesite. Les daría a personas en todo Estados Unidos que no llevan el uniforme la oportunidad de servir en la lucha decisiva de nuestros tiempos.
Los estadounidenses pueden confiar en el resultado de esta pugna, porque no nos encontramos solos en esta lucha. Tenemos una estrategia diplomática que está procurando el apoyo del mundo en la lucha contra el extremismo. En Iraq, las fuerzas multinacionales están operando bajo órdenes de las Naciones Unidas. Estamos trabajando con Jordania y Arabia Saudita y Egipto y los Estados del Golfo para aumentar el apoyo al gobierno de Iraq.
Naciones Unidas ha impuesto sanciones contra Irán y dejado en claro que el mundo no permitirá que el régimen de Teherán adquiera armas nucleares. (Aplausos). Con los demás miembros del Cuarteto -la ONU, la Unión Europea y Rusia- estamos en negociaciones diplomáticas para contribuir a lograr la paz en Tierra Santa y el establecimiento de un Estado Palestino democrático que viva lado a lado con Israel en paz y seguridad. (Aplausos). En Afganistán, la OTAN ha asumido la delantera para revertir la ofensiva del Talibán y al Qaida, la primera vez que la Alianza ha movilizado tropas fuera de la región del Atlántico Norte. Junto con nuestros aliados en China, Japón, Rusia y Corea del Sur, estamos llevando a cabo intensivas negociaciones diplomáticas para lograr una Península Coreana libre de armas nucleares. (Aplausos).
Continuaremos pronunciándonos a favor de la causa de la libertad en lugares como Cuba, Bielorrusia y Myanmar, y continuaremos despertando la conciencia del mundo para salvar al pueblo de Darfur. (Aplausos).
La política exterior de Estados Unidos es más que un asunto de guerra y diplomacia. Nuestro trabajo en el mundo también se basa en una verdad ancestral: A quien mucho se da, mucho se le exige.(Punto)

Fuente: Casa Blanca

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