Columna Razones/Jorge Fernández MenéndezGDF: en busca de una bomba “políticamente correcta”Publicado en Excelsior, 18/02/2008;
Lo que está sucediendo entre las autoridades capitalinas con el famoso bombazo del viernes anterior, si no tuviera su secuela de destrucción y muerte, estaría pasando de una tragedia a una comedia. Sin duda, algunas autoridades capitalinas estarán realizando investigaciones serias, pero lo cierto es que todo parece indicar que se prefiere establecer un móvil, una causa, un autor y hasta un objetivo antes de contar con un solo dato duro que lo confirme.En muchas ocasiones, en los medios conjeturamos y cuando no existe información seria y confiable se hace eso todavía más, pero lo insólito en todo esto es que, desde las tres de la tarde del viernes, las que especulan son las autoridades del DF, emitiendo oficial o extraoficialmente una cantidad de versiones contradictorias que buscan acomodar los hechos a una lógica política “correcta”, más que esclarecerlos.
El problema está en que, incluso así, tampoco encuentran una solución. El hecho es que, al momento de escribir estas líneas, el hombre que portaba la bomba no ha sido identificado. La joven que resultó herida, Tania Vázquez, una vendedora ambulante de 22 años, ya ha declarado y dice, según unas versiones, que acompañaba al hombre que portaba la bomba, para colocarla en la Glorieta de Insurgentes (¿por qué ahí?, ¿quieren dar a entender las autoridades que es porque a metros de ese lugar se encuentra la SSP-DF?). Pero, en otra versión, la joven habría dicho que no conocía al hombre al que le estalló el explosivo. Una más, todas ellas proporcionadas por las áreas de seguridad del DF, dice que en realidad la joven había sido cooptada por el narcotráfico y en particular por El Tepiteño o El Chilango, un personaje detenido con un arsenal la semana pasada. Puede ser, no resulta descabellado, pero la única explicación es que ambos eran vecinos de la misma colonia, Peralvillo. Eso no responde nada: ¿cómo y por qué la cooptó?, ¿cuál es la relación?, ¿qué hacía esta joven de 22 años, casada y con un par de hijos, en esa organización?, ¿a poco sus primeras tareas consistían en colocar una bomba en un lugar público?
Pero otras versiones dicen que, en realidad, se trata de algo relacionado con el EPR o cualquiera de sus epígonos. También puede ser, ¿por qué no? Para sustentar esa versión, los mismos que dicen que Tania fue cooptada por el narcotráfico sugieren que los expertos “creen” (¿qué tipos de expertos tenemos, si a 72 horas de un atentado aún no pueden identificar qué explosivo se utilizó en él?, vamos, se trata de una prueba química) que se utilizó C-4, un explosivo plástico, pero desde el viernes se dijo que no era así, que fue usada pólvora negra en un artefacto artesanal, pues, efectivamente, el lugar “olía” a pólvora. Ahora nos dicen que se trataría de un artefacto sofisticado, similar a los que usa la ETA y que ese tipo de explosivo, el C-4 no había sido utilizado desde aquel autobomba que estalló en Plaza Universidad en 1994. No es verdad, pero eso no importa: volvamos al tema, ¿cómo puede ser que a estas horas no se pueda establecer qué explosivo se usó?
Otra versión más: se dice que el hombre fallecido y que siguen sin identificarlo estaba drogado al momento de explotarle la bomba literalmente en las manos. Puede ser, tampoco resulta descabellado y, por las pruebas toxicológicas, se podría saber con cierta exactitud si fue así. Pero, ¿realmente es así?, ¿dónde están las pruebas toxicológicas del forense que lo acrediten? Segundo, si es así, ello tampoco descartaría la posibilidad de que fuera algún grupo armado, pero la disminuye: sería difícil que enviaran a un militante con poca experiencia y drogado para una acción de importancia. Insisto, no es descabellado, y esas organizaciones, en sus estamentos bajos, tienen tal nivel de deterioro que no resultaría descabellado, pero tampoco suena lógico.
Existe otra posibilidad que aterra a las autoridades del DF: que se trate de las dos cosas, que los grupos armados en la ciudad se hayan mimetizado en grupos del narcotráfico y todos tengan una suerte de paraguas protector en las organizaciones vecinales más radicales del centro y el oriente de la urbe, carne de cañón para movilizaciones y bloqueos de todo tipo, pero que están íntimamente ligadas a un sector del PRD capitalino, el bejaranista. No es la primera vez que estas coordenadas se le cruzan al gobierno del DF: cuando en Tláhuac fueron asesinados dos miembros de la PFP y un tercero quedó gravemente herido, allí estuvieron organizando el acto e instigando a la gente personajes ligados al narcomenudeo y a la guerrilla. Y, a pesar de que entonces Marcelo Ebrard era el secretario de Seguridad Pública capitalino, hasta el día de hoy no hemos tenido resultados concretos de la investigación, de lo realmente sucedido entonces y de los principales involucrados.
Sin embargo, la tesis de grupos del narco ligados con organizaciones armadas y corrientes radicales del PRD no es aceptable para el gobierno capitalino. Tampoco que se trate lisa y llanamente de guerrilla, la cual aseguran que no existe en el DF y menos protegida por algunos sectores de su partido. Y mucho menos el narcotráfico, que según las autoridades locales y pese a sus decomisos de armas y drogas, en la capital sólo “está de paso”. Ninguna explicación lógica es “políticamente correcta” para las autoridades locales y por eso se están lanzando bolas de humo. Y, en todo caso, sea grupo armado, narcotráfico o los dos juntos, necesitan la colaboración federal y deben reconocer que el DF no es un agente externo a la Federación.
No dudo que hay quienes están haciendo su tarea y ya tienen un diagnóstico aproximado de lo sucedido y de los actores de esta historia. El problema radica en que no sería deseable o viable darlo a conocer. El GDF, con el bombazo, ha quedado atrapado en su propio discurso, en sus propias contradicciones, quizás en la telaraña de sus menos presentables aliados
El problema está en que, incluso así, tampoco encuentran una solución. El hecho es que, al momento de escribir estas líneas, el hombre que portaba la bomba no ha sido identificado. La joven que resultó herida, Tania Vázquez, una vendedora ambulante de 22 años, ya ha declarado y dice, según unas versiones, que acompañaba al hombre que portaba la bomba, para colocarla en la Glorieta de Insurgentes (¿por qué ahí?, ¿quieren dar a entender las autoridades que es porque a metros de ese lugar se encuentra la SSP-DF?). Pero, en otra versión, la joven habría dicho que no conocía al hombre al que le estalló el explosivo. Una más, todas ellas proporcionadas por las áreas de seguridad del DF, dice que en realidad la joven había sido cooptada por el narcotráfico y en particular por El Tepiteño o El Chilango, un personaje detenido con un arsenal la semana pasada. Puede ser, no resulta descabellado, pero la única explicación es que ambos eran vecinos de la misma colonia, Peralvillo. Eso no responde nada: ¿cómo y por qué la cooptó?, ¿cuál es la relación?, ¿qué hacía esta joven de 22 años, casada y con un par de hijos, en esa organización?, ¿a poco sus primeras tareas consistían en colocar una bomba en un lugar público?
Pero otras versiones dicen que, en realidad, se trata de algo relacionado con el EPR o cualquiera de sus epígonos. También puede ser, ¿por qué no? Para sustentar esa versión, los mismos que dicen que Tania fue cooptada por el narcotráfico sugieren que los expertos “creen” (¿qué tipos de expertos tenemos, si a 72 horas de un atentado aún no pueden identificar qué explosivo se utilizó en él?, vamos, se trata de una prueba química) que se utilizó C-4, un explosivo plástico, pero desde el viernes se dijo que no era así, que fue usada pólvora negra en un artefacto artesanal, pues, efectivamente, el lugar “olía” a pólvora. Ahora nos dicen que se trataría de un artefacto sofisticado, similar a los que usa la ETA y que ese tipo de explosivo, el C-4 no había sido utilizado desde aquel autobomba que estalló en Plaza Universidad en 1994. No es verdad, pero eso no importa: volvamos al tema, ¿cómo puede ser que a estas horas no se pueda establecer qué explosivo se usó?
Otra versión más: se dice que el hombre fallecido y que siguen sin identificarlo estaba drogado al momento de explotarle la bomba literalmente en las manos. Puede ser, tampoco resulta descabellado y, por las pruebas toxicológicas, se podría saber con cierta exactitud si fue así. Pero, ¿realmente es así?, ¿dónde están las pruebas toxicológicas del forense que lo acrediten? Segundo, si es así, ello tampoco descartaría la posibilidad de que fuera algún grupo armado, pero la disminuye: sería difícil que enviaran a un militante con poca experiencia y drogado para una acción de importancia. Insisto, no es descabellado, y esas organizaciones, en sus estamentos bajos, tienen tal nivel de deterioro que no resultaría descabellado, pero tampoco suena lógico.
Existe otra posibilidad que aterra a las autoridades del DF: que se trate de las dos cosas, que los grupos armados en la ciudad se hayan mimetizado en grupos del narcotráfico y todos tengan una suerte de paraguas protector en las organizaciones vecinales más radicales del centro y el oriente de la urbe, carne de cañón para movilizaciones y bloqueos de todo tipo, pero que están íntimamente ligadas a un sector del PRD capitalino, el bejaranista. No es la primera vez que estas coordenadas se le cruzan al gobierno del DF: cuando en Tláhuac fueron asesinados dos miembros de la PFP y un tercero quedó gravemente herido, allí estuvieron organizando el acto e instigando a la gente personajes ligados al narcomenudeo y a la guerrilla. Y, a pesar de que entonces Marcelo Ebrard era el secretario de Seguridad Pública capitalino, hasta el día de hoy no hemos tenido resultados concretos de la investigación, de lo realmente sucedido entonces y de los principales involucrados.
Sin embargo, la tesis de grupos del narco ligados con organizaciones armadas y corrientes radicales del PRD no es aceptable para el gobierno capitalino. Tampoco que se trate lisa y llanamente de guerrilla, la cual aseguran que no existe en el DF y menos protegida por algunos sectores de su partido. Y mucho menos el narcotráfico, que según las autoridades locales y pese a sus decomisos de armas y drogas, en la capital sólo “está de paso”. Ninguna explicación lógica es “políticamente correcta” para las autoridades locales y por eso se están lanzando bolas de humo. Y, en todo caso, sea grupo armado, narcotráfico o los dos juntos, necesitan la colaboración federal y deben reconocer que el DF no es un agente externo a la Federación.
No dudo que hay quienes están haciendo su tarea y ya tienen un diagnóstico aproximado de lo sucedido y de los actores de esta historia. El problema radica en que no sería deseable o viable darlo a conocer. El GDF, con el bombazo, ha quedado atrapado en su propio discurso, en sus propias contradicciones, quizás en la telaraña de sus menos presentables aliados
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