20 feb 2008

¡Sabía que tú me la ibas hacer de a pedo...!


Quizás por eso no grabó el programa.
Castañeda llega tarde... y escandaliza en foro de tv
Arriba a televisora con aliento alcohólico y enfrenta a (la) periodista (Katia D´ Artigues); ofreció pagar a programa por demora
Nota de Francisco Reséndiz,
El Universal, Miércoles 20 de febrero de 2008;
El ex canciller Jorge Castañeda bajó de un Volvo y caminó unos pasos… llevaba el saco al hombro y la camisa rosa, de esas caras que usa, desfajada, con un par de tragos encima, con el rostro enrojecido, de repente apretó la quijada: “Sabía que tú me la ibas a hacer de a pedo”.
El lunes por la tarde, el hombre que exige que sus citas sean ni un minuto antes y menos un minuto después de la hora fijada llegó casi una hora retrasado a una entrevista para televisión… ahí frente a periodistas, escritores, productores, técnicos, maquillistas simplemente explotó.
Cuando le hicieron notar que había más de 100 personas que lo esperaban y estaban a punto de pedirle que regresara otro día, el que fue uno de los hombres fuertes de Vicente Fox se adelantó: “Yo no puedo grabar así… díganme cuánto es y yo les pago a todos”.
Así pues, El Güero había sido invitado –en respuesta a una solicitud que él mismo hizo hace varios meses— al programa de Televisión Azteca llamado Shalalá, que conducen la periodista Katia D’Artigues y la escritora Sabina Berman.
Todo comenzó con el arranque de este programa, donde la primera invitada fue la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo. Ahí la maestra afirmó que le rentaba a Castañeda un departamento en Polanco. En los siguientes días Castañeda contactó a la producción para exigir su derecho a réplica pues argumentaba que la cifra dada por Gordillo no era la real y que eso lo podía meter en problemas fiscales. De manera reiterada se hacían invitaciones y comentarios de tenerlo en el programa. Amigo de Sabina Berman y de otras personas que participan en el programa se postergó la entrevista.
En medio de las investigaciones hechas por esta casa editorial los invitaron para el lunes 18 de febrero a las 18 horas en el Foro A de los Estudios Churubusco Azteca.
Por la mañana, la oficina de Castañeda se comunicó con la producción de Shalalá para pedir que se retrasará la grabación una hora, pero nuevamente “por órdenes del doctor les pedimos de la manera más atenta puntualidad”. El equipo aceptó.
Dieron las siete y Castañeda no llegaba; 15 minutos después le marcaron a su celular y dijo que iba en camino; tardaría 15 minutos. Para ese momento el equipo comenzó a sentir presión por que se empalmaría con la entrevista que sí se haría a Andrés Manuel López Obrador.
A las 7:50 de la noche Castañeda llegó al estudio. Iba en un Volvo con chofer. Bajó y echó a andar, con el saco al hombro. Lo recibió Alejandra Quero a quien le dijo que no iba a grabar. Su amiga, Sabina Berman, fue a verlo, tres pasos atrás Katia D’Artigues.
Entraron a una sala de espera donde se recibe a los invitados. Ahí estaban los productores y las conductoras. Muy breve Castañeda le dijo a Berman que había estado tres horas en el tráfico, que ya no estaba para esos ritmos, “quizá por la edad” les habría dicho. Luego, D’Artigues le dijo que eso no era excusa, que había más de 100 personas. Frente a ocho personas Castañeda levantó la voz: “Sabía que tú me la ibas a hacer de a pedo”. Dio la vuelta y amenazó: “Y escribe lo que quieras”; la reportera le respondió: “Siempre escribo lo que quiero”. Después una secretaria habló de su oficina para disculparse e insistir en que pagaría los costos de la producción.
Columna Campos Elíseos/Katia D´ Artigues
El Universal, 20 de febrero de 2008
El temperamento de Jorge
Siempre hay muchas cosas de qué hablar con Jorge G. Castañeda. Pero más por estos días a raíz de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos aceptó su caso en defensa de las candidaturas ciudadanas ante el Estado mexicano, tema que es importante.
También, claro, están: la nota que publicó EL UNIVERSAL (nota, de Juan Arvizu) de donde según papeles de la Dirección Federal de Seguridad lo acusaron de espía —que daba hasta para una parte divertida dado que él se autoproclamó, burlándose, el agente 00-Mojito—, los migrantes mexicanos y la salida de su libro Ex Mex: From Migrants to Immigrants.
Y eso que no estaba, hasta el lunes por la noche, el tema de Fidel Castro, porque hubiera sido indispensable platicarlo con él.
Por eso y porque siempre he creído —y lo sigo creyendo— que es un gran personaje digno de análisis (en una de esas hasta psicológico aunque yo no esté capacitada para hacerlo) lo invitamos a Shalalá.
Castañeda había buscado estar en el programa. Desde que salimos al aire, con una entrevista con Elba Esther Gordillo, me habló para pedir derecho de réplica: negó que le pagase 5 mil dólares de renta por el departamento en el que habita. Que sólo eran 25 mil pesos. Hasta mandó recibos por fax: cheques a nombre de René Fujiwara, la arrendataria es Inmobiliaria Galilei. ¿Por qué balconear a su amiga? Argumentó que le preocupaban problemas fiscales.
Lo publiqué en la columna y ya.
En otras ocasiones también manifestó su interés en ir al programa. Total, porque siempre hay de qué hablar con él, y por la coyuntura de la CIDH en particular, lo invitamos. La cita quedó para el lunes a las 6 de la tarde. Nos pidieron ser puntuales.
Pero el lunes por la mañana hablaron de su oficina para pedir que se recorriera una hora, a las 7. Aceptamos aunque el tiempo para la próxima entrevista con Andrés Manuel López Obrador —¡que por fin hicimos!— nos dejaba los tiempos un poco justos.
Y como canción de Sabina. Nos dieron las 7… y le llamamos. Que llegaba en 15 minutos. Y nos dieron las 7:30… él siempre respondía que ya estaba por llegar. Hasta que llegó al 10 para las 8 anunciando que no grabaría nada.
Que había pasado 3 horas en el tráfico, que no saldría bien. Que nos pagaba cualquier gasto en el que hubiéramos incurrido (no sé si él, por cierto, sepa lo que implica: cerca de 100 personas trabajamos por emisión).
No dijo que lo lamentaba. Entonces yo le dije que también era una falta de respeto para muchas personas.
—Yo sabía que tú me la ibas a hacer de pedo —dijo, enojado, manoteando.
Se despidió de Sabina Berman, de Isabelle Tardan, nuestra directora, se encaminó hacia la puerta pero antes se volteó hacia a mi y señalándome dijo:
—¡Y escribe lo que quieras! —remató con movimiento de mano como cuando uno avienta unos dados.
—Yo siempre escribo lo que quiero —le dije, enunciativamente, mientras él se iba, saco al hombro, camisa rosa, un poco desfajada.
Ayer me dijo Sabina que le mandó un mail disculpándose. Por mi parte, disculpa aceptada. Qué más da.
Mientras se iba, y aún ahora, me pregunto qué mecanismo perverso hace que Castañeda —ese hombre tan brillante en otras cosas— siempre se pelee con todo el mundo, que, usando sus palabras, ande de pedo con medio mundo. Que dinamite así sus amistades. Que vuele puentes de comunicación. Me pregunto cómo sería si un hombre así —como quiso y quiere— fuera Presidente de México....,


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