Un adelantado del periodismo/ Carlos Monsiváis
Artículo Medalla Belisario Domínguez
Artículo Medalla Belisario Domínguez
Publicado en el suplemento Enfoque de Reforma (www.reforma.com), 5 de octubre de 2008;
Granados es una novedad en el medio: un periodista que entrega a diario un dossier, un expediente o una noticia estudiada e incorporada a una explicación general.
La formación inicial
Miguel Ángel Granados Chapa nace en Pachuca, Hidalgo en 1941, estudia Leyes y periodismo en la UNAM, desde la adolescencia se interesa en el periodismo, interviene en un proyecto fallido (la formación de un partido socialcristiano), y colabora y codirige en diversas publicaciones y estaciones de radio (fue director de Radio Educación, por ejemplo). En 1965 entra a Excélsior, en donde es secretario de redacción, articulista, secretario de la redacción y subdirector editorial, entre otras tareas. Casi desde el principio Granados se incorpora al grupo alrededor de Julio Scherer García, impulsor de las transformaciones graduales y/o radicales en el periódico.
El Oficio
¿Qué es en la década de 1960 El Oficio (periodístico)? El término, hoy fuera de circulación, designa a una versión, la más rigurosa, de la tradición de las redacciones, centrada en la visión lo más unitaria que se puede de la realidad del país y (en algo) del mundo. Los del Oficio marcan la jerarquización de las noticias con intuición y con sujeción inevitable a las reglas de juego y conocen a fondo el meollo de lo que no se publica (crímenes son del tiempo que es censura). Granados se hace amigo de los consagrados del Oficio: Julio Scherer, Francisco Martínez de la Vega, José Alvarado, Manuel Buendía. Renato Leduc, Elena Poniatowska y de buen número de los que, sin tanto renombre, son "la Universidad" a la disposición.
Un dato básico de los practicantes del Oficio: el respeto al lector, al que los "maquinazos" agreden, y al que no se le debe engañar con escamoteos ideológicos y digresiones de principio a fin. Granados aprende bien las leyes del Oficio y está muy al tanto, y divertidamente, de los que "desconocen el Oficio". Lo singular de Granados es su resistencia al lirismo (una especialidad de José Alvarado y, a veces, de Martínez de la Vega), al pintoresquismo y a la intervención desmesurada del Yo. Granados es muy escueto, asume un tema, lo sitúa en su contexto jurídico, político o económico, ofrece sintéticamente la trayectoria de la persona o la institución abordadas, o los motivos de un fenómeno, y da sus conclusiones, críticas y a veces muy ásperas, pero nunca ad hominem, jamás insultantes (ésta también es una regla del Oficio: el insulto favorece al insultado porque exhibe la debilidad de la argumentación que a eso desciende).
Excélsior
En Excélsior Granados aprende con método ejercicios de las visiones de conjunto. En la etapa 1968-1976, cuando Scherer dirige y transforma Excélsior hasta donde le es posible (bastante), Granados mantiene su actividad múltiple y contribuye muchísimo a fijar el nuevo tono del distanciamiento crítico. El 68 sorprende y radicaliza a un buen número de periodistas, y Granados no es una excepción. Al revisarse aquellos artículos (Oh, tú, Hemeroteca, dueña de los secretos) se advierte la obstinación que escudriña sin aspavientos, la actitud que ya no abandonará.
Mientras el equipo del presidente Luis Echeverría organiza el golpe a Excélsior, que irrita por su examen cada vez más despiadado del gobierno y de su primer mandatario, el "Faraón del Tercer Mundo", Granados observa con agudeza la caída o el ascenso, a elegir, del reportero (malísimo) Regino Díaz Redondo. Ya convencido de lo que, sin melodrama alguno, es una traición, Granados convoca a varias reuniones en su casa. Recuerdo una de ellas, antes del golpe del 8 de julio de 1976, cuando se redacta el texto de apoyo a Scherer y de rechazo de la intriga de Díaz Redondo/Echeverría (no en este orden). Granados redacta la carta con su rapidez habitual, no hay distancia entre su sintaxis oral y su sintaxis escrita, y el texto es muy contundente. Los firmantes proponen pero vienen los golpistas y lo descomponen. El grupo de Díaz Redondo, que todavía no incorpora al articulista Gastón García Cantú, al posesionarse del diario, en lugar de nuestro alegato publica una página en blanco.
Proceso, La Jornada, Canal 11, Radio Educación
Desde Excélsior, Granados practica distintos géneros periodísticos: el artículo, el reportaje razonado, el miniensayo. Mencioné el "reportaje razonado", y me explico: es un resultado de la información completísima que entrevera el relato de un hecho noticioso mientras sitúa sus vínculos con otros fenómenos. Por sobre la pasión narrativa, el servicio a los lectores.
Ya desde el semanario Proceso, es muy amplio el reconocimiento al trabajo de Granados por varias razones: su acuciosidad, y su manejo de dos archivos extraordinarios (el que guarda y pone en su oficina y su memoria), su capacidad de trabajo y su combatividad vertida en una prosa sin estridencias, sin revelaciones o exposés, sin arrebatos o mala fe. En el sentido técnico, Granados es una novedad en el medio: un periodista que entrega a diario un dossier, un expediente o una noticia estudiada e incorporada a una explicación general.
En Unomásuno, Granados es uno de los subdirectores, en La Jornada es subdirector y director general por un tiempo. En ambos diarios la tendencia es de izquierda con causas hasta ese momento ignoradas o desdeñadas por el periodismo: los derechos reproductivos, los derechos de las minorías, la ecología, la libertad del lenguaje (todavía en Excélsior no se puede imprimir chingada, hoy un vocablo de los tiempos idos), la defensa de los movimientos sociales, algo ya incontenible en 1985, al surgir casi formal la sociedad civil en los días del terremoto en la Ciudad de México.
Al fundar y dirigir un semanario, Mira, Granados no tiene suerte o ya el mercado está saturadísimo.
Proceso, Reforma
A lo largo de casi cinco décadas de ejercicio profesional de Granados, se modifican al límite las características del periodismo, la tecnología hace a un lado las razones del Oficio, las redacciones son ya radicalmente distintas (navegar por la Red anula la Universidad de la Vida), el respeto al lector toma otros caminos (lo bien escrito deja de ser un requisito exigible, o ya es casi imposible definir lo bien escrito), el Internet es la Universidad incesante. En Reforma y en Proceso, de donde se va un tiempo y a donde vuelve, Granados, con un prestigio acrecentado, despliega sus virtudes: el archivo al que Internet beneficia pero no inventa, la memoria personal disciplinada y organizadísima, se trate de políticos o clérigos o empresarios para los que el olvido es una "absolución de pecados", se trate de poemas o de letras de canciones; de leyes o de modificaciones administrativas. En Reforma publica seis días a la semana su columna Plaza Pública, y en Radio UNAM mantiene de lunes a viernes un programa informativo con ese nombre.
Granados, el irrebatible. Si sus opiniones se discuten, algo necesario, en todos los casos, sus argumentaciones jurídicas y políticas están siempre bien estructuradas. A diferencia de una de las tradiciones más arraigadas en el medio periodístico, Granados no improvisa y lo que escribe viene de su práctica de investigación permanente.
La realidad política cambia, gana el poder formal la derecha (Vicente Fox, Felipe Calderón), el PRI se vuelve una confederación de cacicazgos y clientelas, la izquierda tiene líderes genuinos que asisten al desbaratamiento del PRD, pero lo que continúa, acrecentado, es el auge de la impunidad, la madre y la beneficiaria de todas las batallas. Granados, que sí toma partido y cuya objetividad nunca se exime de promover y defender causas, se concentra crecientemente en el examen de la impunidad, lo que a los ojos de los cínicos es tiempo perdido pero lo que acentúa su condición de referente indispensable. Si antes se creía inútil examinar y documentar las interminables violaciones de la ley y los premios cuantiosos a los culpables, Granados, un adelantado del periodismo de investigación, entrega su propuesta: si los gobiernos se fundamentan en la impunidad, su organigrama de dispensaciones, a los ciudadanos les toca inconformarse con energía, y el primer paso es la información fundamentada.
En 2008 Granados es una figura primordial del periodismo. En su caso, además de lo que cada lector y cada lectora le atribuyan, esto remite a su amor cotidiano por la responsabilidad. La impunidad continúa al frente de los certificados de pureza instantánea de la clase gobernante y sus esbirros o teóricos, pero los ciudadanos, y esto es definitivo, ya han dejado de creerles, digan lo que a veces dicen las encuestas. Y uno de los responsables mayores del "descreimiento" es Miguel Ángel Granados Chapa, un convencido de la puerilidad a que quiere someter al país la maquinaria de lo impune. Eso lo sabe Granados y lo enfrenta: el que en los asuntos que importan fuere como niño, nunca ejercerá la ciudadanía que es, desde lo informativo y lo crítico, la mayoría de edad.
La formación inicial
Miguel Ángel Granados Chapa nace en Pachuca, Hidalgo en 1941, estudia Leyes y periodismo en la UNAM, desde la adolescencia se interesa en el periodismo, interviene en un proyecto fallido (la formación de un partido socialcristiano), y colabora y codirige en diversas publicaciones y estaciones de radio (fue director de Radio Educación, por ejemplo). En 1965 entra a Excélsior, en donde es secretario de redacción, articulista, secretario de la redacción y subdirector editorial, entre otras tareas. Casi desde el principio Granados se incorpora al grupo alrededor de Julio Scherer García, impulsor de las transformaciones graduales y/o radicales en el periódico.
El Oficio
¿Qué es en la década de 1960 El Oficio (periodístico)? El término, hoy fuera de circulación, designa a una versión, la más rigurosa, de la tradición de las redacciones, centrada en la visión lo más unitaria que se puede de la realidad del país y (en algo) del mundo. Los del Oficio marcan la jerarquización de las noticias con intuición y con sujeción inevitable a las reglas de juego y conocen a fondo el meollo de lo que no se publica (crímenes son del tiempo que es censura). Granados se hace amigo de los consagrados del Oficio: Julio Scherer, Francisco Martínez de la Vega, José Alvarado, Manuel Buendía. Renato Leduc, Elena Poniatowska y de buen número de los que, sin tanto renombre, son "la Universidad" a la disposición.
Un dato básico de los practicantes del Oficio: el respeto al lector, al que los "maquinazos" agreden, y al que no se le debe engañar con escamoteos ideológicos y digresiones de principio a fin. Granados aprende bien las leyes del Oficio y está muy al tanto, y divertidamente, de los que "desconocen el Oficio". Lo singular de Granados es su resistencia al lirismo (una especialidad de José Alvarado y, a veces, de Martínez de la Vega), al pintoresquismo y a la intervención desmesurada del Yo. Granados es muy escueto, asume un tema, lo sitúa en su contexto jurídico, político o económico, ofrece sintéticamente la trayectoria de la persona o la institución abordadas, o los motivos de un fenómeno, y da sus conclusiones, críticas y a veces muy ásperas, pero nunca ad hominem, jamás insultantes (ésta también es una regla del Oficio: el insulto favorece al insultado porque exhibe la debilidad de la argumentación que a eso desciende).
Excélsior
En Excélsior Granados aprende con método ejercicios de las visiones de conjunto. En la etapa 1968-1976, cuando Scherer dirige y transforma Excélsior hasta donde le es posible (bastante), Granados mantiene su actividad múltiple y contribuye muchísimo a fijar el nuevo tono del distanciamiento crítico. El 68 sorprende y radicaliza a un buen número de periodistas, y Granados no es una excepción. Al revisarse aquellos artículos (Oh, tú, Hemeroteca, dueña de los secretos) se advierte la obstinación que escudriña sin aspavientos, la actitud que ya no abandonará.
Mientras el equipo del presidente Luis Echeverría organiza el golpe a Excélsior, que irrita por su examen cada vez más despiadado del gobierno y de su primer mandatario, el "Faraón del Tercer Mundo", Granados observa con agudeza la caída o el ascenso, a elegir, del reportero (malísimo) Regino Díaz Redondo. Ya convencido de lo que, sin melodrama alguno, es una traición, Granados convoca a varias reuniones en su casa. Recuerdo una de ellas, antes del golpe del 8 de julio de 1976, cuando se redacta el texto de apoyo a Scherer y de rechazo de la intriga de Díaz Redondo/Echeverría (no en este orden). Granados redacta la carta con su rapidez habitual, no hay distancia entre su sintaxis oral y su sintaxis escrita, y el texto es muy contundente. Los firmantes proponen pero vienen los golpistas y lo descomponen. El grupo de Díaz Redondo, que todavía no incorpora al articulista Gastón García Cantú, al posesionarse del diario, en lugar de nuestro alegato publica una página en blanco.
Proceso, La Jornada, Canal 11, Radio Educación
Desde Excélsior, Granados practica distintos géneros periodísticos: el artículo, el reportaje razonado, el miniensayo. Mencioné el "reportaje razonado", y me explico: es un resultado de la información completísima que entrevera el relato de un hecho noticioso mientras sitúa sus vínculos con otros fenómenos. Por sobre la pasión narrativa, el servicio a los lectores.
Ya desde el semanario Proceso, es muy amplio el reconocimiento al trabajo de Granados por varias razones: su acuciosidad, y su manejo de dos archivos extraordinarios (el que guarda y pone en su oficina y su memoria), su capacidad de trabajo y su combatividad vertida en una prosa sin estridencias, sin revelaciones o exposés, sin arrebatos o mala fe. En el sentido técnico, Granados es una novedad en el medio: un periodista que entrega a diario un dossier, un expediente o una noticia estudiada e incorporada a una explicación general.
En Unomásuno, Granados es uno de los subdirectores, en La Jornada es subdirector y director general por un tiempo. En ambos diarios la tendencia es de izquierda con causas hasta ese momento ignoradas o desdeñadas por el periodismo: los derechos reproductivos, los derechos de las minorías, la ecología, la libertad del lenguaje (todavía en Excélsior no se puede imprimir chingada, hoy un vocablo de los tiempos idos), la defensa de los movimientos sociales, algo ya incontenible en 1985, al surgir casi formal la sociedad civil en los días del terremoto en la Ciudad de México.
Al fundar y dirigir un semanario, Mira, Granados no tiene suerte o ya el mercado está saturadísimo.
Proceso, Reforma
A lo largo de casi cinco décadas de ejercicio profesional de Granados, se modifican al límite las características del periodismo, la tecnología hace a un lado las razones del Oficio, las redacciones son ya radicalmente distintas (navegar por la Red anula la Universidad de la Vida), el respeto al lector toma otros caminos (lo bien escrito deja de ser un requisito exigible, o ya es casi imposible definir lo bien escrito), el Internet es la Universidad incesante. En Reforma y en Proceso, de donde se va un tiempo y a donde vuelve, Granados, con un prestigio acrecentado, despliega sus virtudes: el archivo al que Internet beneficia pero no inventa, la memoria personal disciplinada y organizadísima, se trate de políticos o clérigos o empresarios para los que el olvido es una "absolución de pecados", se trate de poemas o de letras de canciones; de leyes o de modificaciones administrativas. En Reforma publica seis días a la semana su columna Plaza Pública, y en Radio UNAM mantiene de lunes a viernes un programa informativo con ese nombre.
Granados, el irrebatible. Si sus opiniones se discuten, algo necesario, en todos los casos, sus argumentaciones jurídicas y políticas están siempre bien estructuradas. A diferencia de una de las tradiciones más arraigadas en el medio periodístico, Granados no improvisa y lo que escribe viene de su práctica de investigación permanente.
La realidad política cambia, gana el poder formal la derecha (Vicente Fox, Felipe Calderón), el PRI se vuelve una confederación de cacicazgos y clientelas, la izquierda tiene líderes genuinos que asisten al desbaratamiento del PRD, pero lo que continúa, acrecentado, es el auge de la impunidad, la madre y la beneficiaria de todas las batallas. Granados, que sí toma partido y cuya objetividad nunca se exime de promover y defender causas, se concentra crecientemente en el examen de la impunidad, lo que a los ojos de los cínicos es tiempo perdido pero lo que acentúa su condición de referente indispensable. Si antes se creía inútil examinar y documentar las interminables violaciones de la ley y los premios cuantiosos a los culpables, Granados, un adelantado del periodismo de investigación, entrega su propuesta: si los gobiernos se fundamentan en la impunidad, su organigrama de dispensaciones, a los ciudadanos les toca inconformarse con energía, y el primer paso es la información fundamentada.
En 2008 Granados es una figura primordial del periodismo. En su caso, además de lo que cada lector y cada lectora le atribuyan, esto remite a su amor cotidiano por la responsabilidad. La impunidad continúa al frente de los certificados de pureza instantánea de la clase gobernante y sus esbirros o teóricos, pero los ciudadanos, y esto es definitivo, ya han dejado de creerles, digan lo que a veces dicen las encuestas. Y uno de los responsables mayores del "descreimiento" es Miguel Ángel Granados Chapa, un convencido de la puerilidad a que quiere someter al país la maquinaria de lo impune. Eso lo sabe Granados y lo enfrenta: el que en los asuntos que importan fuere como niño, nunca ejercerá la ciudadanía que es, desde lo informativo y lo crítico, la mayoría de edad.
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