17 nov 2008

No hay ruptura en el PRD!

¿ES LA RUPTURA DEFINITIVA EN EL PRD?/Ignacio Pinacho
Llevamos poco más de dos años que dentro y fuera del Partido de la Revolución Democrática ronda el fantasma de su ruptura política y orgánica. En este tiempo varios han sido los momentos de crispación: durante el bloqueo de Paseo de la Reforma; cuando la toma de protesta de Felipe Calderón como Presidente de la República; antes, durante y después de las elecciones internas del 16 de marzo; cuando el Consejo Nacional nombró como presidente provisional a José Guadalupe Naranjo; en el momento de la aprobación de la reforma petrolera; y, en estos días, con la determinación jurídica del tribunal electoral de validar la presidencia del partido a favor de Jesús Ortega. Y si a todas estas claras manifestaciones de crisis les agregamos la decisión del PT y Convergencia de coaligarse electoralmente para las elecciones federales de 2009, excluyendo al PRD, la situación de crisis se agrava aún más.
ANTECEDENTES
El arribo de Andrés Manuel López Obrador a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México marcó el inicio de una serie de disputas internas al interior del PRD. La primera se presentó entre el reciente Jefe de Gobierno y Rosario Robles. A partir de ese momento también se empezó a evidenciar un distanciamiento con Cuauhtémoc Cárdenas. Los actos de corrupción que dijo López Obrador encontrar en las administraciones de sus correligionarios, fue el detonante y la oportunidad para tomar distancia de ellos.
Los actos de corrupción tanto de su principal operador político, René Bejarano, como de su principal operador financiero, Gustavo Ponce, fueron asumidos -hábilmente- por Obrador como una disputa con el gobierno de Vicente Fox. Los errores garrafales de éste último, con el proceso de desafuero, permitieron al Tabasqueño recuperarse de la crisis de su gobierno y enfilarse de forma definitiva -sin aceptar ningún debate con CCS- como el único precandidato a la presidencia en el 2006.
En el nombramiento del nuevo presidente del partido, Obrador realizó una intensa campaña de “convencimiento” a favor de su alfil Cota Montaño, con el propósito de que Nueva Izquierda se replegara en sus legítimas intenciones de competir por la presidencia. Lo mismo hizo en el DF con Martí Batres. Pero su intención de copar los principales mandos del partido no quedó ahí. También lo hizo con el actual Jefe de Gobierno Marcelo Ebrad. Se enfrentó a todos, incluido a Jesús Ortega, que a valores entendidos bien pudo ser el candidato y futuro gobernante de la ciudad.
Ya siendo seguro candidato del PRD a la presidencia de la república, en contra corriente de los órganos de dirección, se despachó con la cuchara grande beneficiando a sus nuevos aliados: el PT y Convergencia. Antes se pudo haber dicho que esa negociación fue muy desventajosa, pero ahora bien se pudiera decir que Obrador acertó o que tuvo visión preventiva. Hasta el momento, sus nuevos aliados, han venido cumpliendo a pie juntillas el pago de facturas. Empero, a reserva de abordarlo más adelante, ya no sólo es un pago de favores, sino, primordialmente, grandes coincidencias en intereses y proyectos.
Posterior a las elecciones presidenciales, López Obrador no sólo se logró imponer en el diseño de la estrategia política de resistencia ante el nuevo gobierno, también determinó los órganos políticos y sociales (Convención Nacional Democrática, FAP y Movimiento de Resistencia contra la Privatización del Petróleo) que tendrían que impulsar dicha línea política. En estas definiciones, el PRD y sus órganos de dirección prácticamente fueron subordinados a los designios del “presidente legitimo”.
Con todos estos antecedentes, quedada muy claro el “nuevo” estilo de hacer política y los nuevos derroteros y banderas del perredismo. Las tensiones a su interior iniciaron y poco a poco se fueron haciendo evidentes las fuertes diferencias entre López Obrador y una parte del partido. Tanto Nueva Izquierda como sus Aliados ya no estaban dispuestos a seguir aceptando los dictados del que pudo haber sido presidente de México. La confrontación abierta y pública alcanzó su máxima expresión cuando López Obrador estaba decidido, como tres años atrás, a imponer a su nuevo alfil en la presidencia del partido. Los resultados ya los conocemos.
UNA CRISIS EN TODOS LOS ÓRDENES
Es importante recordar que las diferencias actuales al seno del PRD son mucho más profundas en comparación a las presentadas en otras crisis, llámese Congreso de Oaxtepec, elecciones internas de 1999, caso Rosario-Ahumada y los video escándalos.
En el primer caso las diferencias fueron sobre estrategia política, y éstas se procesaron institucionalmente con un debate de altura en el III Congreso Nacional. En los otros casos más bien los desencuentros se dieron en torno al cómo salir de las crisis. En esta ocasión la disputa es de ordenes diversos: estrategia, tipo de partido, ideología y, desde luego, cuestiones de programa. Y otra cuestión importante, a diferencia de otros momentos cuyas desavenencias fueron más de carácter coyuntural, en está ocasión la disputa va rumbo a los tres años. Demasiado tiempo como para no haberse resuelto bajo un acuerdo político.
Por ello, la ruptura orgánica es una posibilidad desde el momento mismo que se adoptan y se aplican en la realidad dos políticas distintas. Y, por otra parte, en todo este proceso de crisis, el debate de altura ha estado ausente predominando las descalificaciones y la desconfianza política. La primera pregunta sería entonces ¿En qué momento se daría la escisión política y orgánica? Y la segunda ¿Qué papel están jugando en todo esto el PT y Convergencia? Vayan estas hipótesis y escenarios.
HIPÓTESIS Y/O ESCENARIOS
1.- Liderazgos políticos como López Obrador son muy previsibles en sus objetivos, aunque luego suelen aparecer como enigmáticos. Tiene una fijación: la Presidencia de la República. Otra fijación: está convencido que él representa la alternativa para la nación. Cuando de visita por Michoacán, en mayo pasado, lanzó un buscapiés para ver quien lo podía seguir en la competencia presidencial, su carnal Marcelo cayó en el garlito. Y eso le bastó para ir tejiendo una amplia red ciudadana en torno a su movimiento de resistencia, pero también para ir amarrando mayores compromisos con el PT y Convergencia. Tengamos presente las intentonas frustradas de Dante Delgado, con la anuencia de Obrador, de construir Evolución como nuevo partido.
2.- Considérese que el PT y Convergencia ya alcanzaron su techo de votación a nivel nacional. Aunque Convergencia se autodenomine ser la cuarta fuerza política nacional, en la realidad son el PVEM y Nueva Alianza quienes se la disputan. El potencial crecimiento partidario que pudiesen tener los aliados de López Obrador, ahora ya no será a costillas del PRI sino del PRD. A eso le apuestan. En particular Dante Delgado ha estado trabajando en ello. El Voz de su alfil presidente Luis Maldonado dice: “La coalición (de Partido del Trabajo y Convergencia) sí va a estar abierta a posibles migraciones de esa fuerza y otras, del propio movimiento de Andrés Manuel López Obrador para poder abrir candidaturas a liderazgos que hoy no pueden transitar ni aspirar a ellas porque están distribuidas por las cúpulas, fenómeno que ocurre en el PRD” (El Universal. 15 de noviembre 2008).
3.- Mientras en el PRD se estaba en la espera de la resolución del Tribunal Electoral, Obrador tejía acuerdos con el PT y Convergencia. Así es como se explica que casi al mismo tiempo que el Tribunal resolvía el conflicto interno a favor de Jesús Ortega, ellos publicitan su alianza electoral. Tenían claro que la contienda interna la habían perdido meses atrás. La respuesta de AMLO no sé hizo esperar al respecto. “Voy a decir por ahora una sola cosa: ese tribunal electoral está controlado por la mafia de la política. Eso es lo único que voy a decir”. (Excélsior. 13 de noviembre de 2008)
4.- El rechazo inmediato de Alejandro Encinas a ocupar la Secretaria General se explica, tanto como una forma de presionar en las negociaciones como para darse tiempo y definir la mejor estrategia, para hacer compaginar en un solo proyecto la alianza PT-Convergencia; el Movimiento de Resistencia de Obrador y la mayor parte de fuerzas que apoyaron a Encinas. La apuesta más viable es jugársela en varias pistas.
5.- Los recursos disponibles para la campaña no es nadita desdeñable, lo saben Obrador, Encinas y sus laidos internos y externos. Así como a todo el partido a ellos les interesa salir lo mejor librados en las elecciones de julio de 2009. Por lo pronto necesitan del PRD, como requieren del PT y Convergencia, y éstos del movimiento Obradorista. A todos ellos, más que a Nueva Izquierda, les interesa no romper de forma inmediata con todo el partido. Quizás Nueva Izquierda (NI) y aliados no debiesen estar muy preocupados, a pesar de que los otros los presionen de que ellos se levarán las bases quedándose NI con el esqueleto. Eso lo han venido diciendo, particularmente Dante Delgado, desde que realizaron una intensa labor de zapa en la contienda interna.
6.- La posibilidad de una escisión del PRD y la construcción de un nuevo partido, está abierta y a nadie debería sorprenderle. La interrogante es si esta es antes o después del de julio de 2009. En la lógica del Obradorismo tendría que ser después. Esperarían a ver que cosechan de las elecciones de julio próximo, tratando de conjuntar en la Cámara Baja la suficiente fuerza de Diputados, más algunas representaciones en los estados donde habrá también elecciones, y a partir de ahí, trazar una ruta para constituir “un nuevo polo de izquierda”.
17 de Noviembre de 2008

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