Revolución en las ondas/Xavier Antich, profesor de la Universitat de Girona
Publicado en LA VANGUARDIA, 28/12/08;
La mayoría de las cadenas de radio emiten ya por internet, además de hacerlo por el sistema tradicional. A los viejos usos de localización del dial, girando el mando, desde un aparato capaz de recibir las ondas, se ha añadido la posibilidad de escuchar cadenas radiofónicas de todo el mundo con disponer tan sólo de un ordenador conectado a internet de banda ancha. Con ello, se han modificado hábitos que vinculaban la recepción de emisiones radiofónicas a un espacio geográfico determinado. Algunas escenas pertenecen ya al pasado: para empezar, la ya obsoleta práctica de ir moviendo de lugar el aparato de radio para localizar el espacio desde el que sea posible recibir mejor la frecuencia y, con ella, un sonido inteligible. Antes, también, desplazarse fuera del domicilio habitual implicaba dejar de escuchar las emisoras habituales y recibir las emisoras locales del lugar visitado. Muchos se aficionaron, así, al traspasar las fronteras, a reconocer el país a través de sus voces radiofónicas. Otros, no sin cierta dificultad, aprendieron a sintonizar voces de países lejanos a través de la onda media, que hoy parece ya el residuo de un mundo en extinción. Ahora, como sucede con tantas otras cosas, todo en el mundo de la radio está casi al alcance de la mano: o mejor habría que decir, al alcance de la pantalla. Windows Media Player (WMP), por ejemplo, dispone de una guía de canales de radio on line. Sólo hace falta entrar y decidir con qué emisoras de qué país uno quiere conectarse.
Escuchar más y desde donde se quiera. Podría decirse que con ello, la radio ha dejado de estar ligada a un espacio físico concreto. Ahí radica el primer avance de lo que está cambiando. Pero la innovación no se acaba ahí. Además de liberarse del espacio, la radio por internet ha permitido que se desligue, también, del tiempo. La historia de la radio está vinculada esencialmente a la parcelación horaria. Ya es un sonido también del pasado aquel pitido, incorporado en todas las emisoras junto a las musiquillas de cada cadena, que saludaba, como hace siglos hacían las campanas, el punto exacto de cada hora. Ahora, gracias al servicio de archivo de los portales radiofónicos de internet, es posible escuchar buena parte de la programación en horario diferente del de su emisión. Radio a la carta, cada cual puede escuchar lo que está acostumbrado a escuchar aunque no sea posible hacerlo en directo: la radio en diferido permite escuchar partes de noticias, programas determinados, secciones concretas, en un momento diferente del que los programadores han decidido que es su franja de emisión habitual.
Fuera de las servidumbres del espacio y del tiempo, la radio, casi podría decirse, se ha desmaterializado para permitir que sea escuchada al gusto y necesidades de cada oyente. Es el espacio y el tiempo de los radioescuchas lo que determina el nuevo espacio y tiempo de la radio. Como en tantos otros ámbitos que han sido transformados por el medio digital, la radio también se ha puesto a girar, ya no en torno a sí misma, sino en torno al indiscutible protagonista: el receptor, el oyente, ha pasado también aquí a ser el protagonista.
Todos los estudios especializados señalan que estamos en un cambio de usos radiofónicos de alcance todavía imprevisible. De hecho, el estudio del 2007 realizado por KPMG Internacional sobre el impacto de la era digital señalaba que internet ya era, para los españoles, la primera fuente de información, por delante, en este orden, de la prensa escrita, la televisión y, en cuarto lugar, la radio. Si internet alcanzaba el 34% de los encuestados, la radio apenas bordeaba el 11%. Era previsible, ya entonces, que la radio se aliara con el cómplice más fuerte. Y parece que por ahí va su anunciado renacimiento.
Y, sin embargo, este uso de la radio tradicional a través de internet es sólo uno de los aspectos de la revolución radiofónica en curso. Basta con acercarse a Pandora (que tuvo que cerrar sus emisiones en Europa) o a Last. fm, tal vez unas de las referencias en el tránsito de la radio analógica a la digital. O a Rockola. fm, servicio de radiofórmula que permite, como tantos otros, la personalización del propio portal radiofónico, a través de emisoras predeterminadas por estilos y fechas o, incluso, por estados de ánimo.
Hoy hablar de radio en internet permite, es cierto, reconocer nuevos hábitos para la escucha radiofónica tradicional, desligada de los imperativos de espacio y tiempo. Pero también, es preciso admitirlo, permite descubrir aquí la iniciativa, creatividad y subjetividad de los nuevos usuarios, capaces de, en cierto sentido, configurar una radio propia, con sólo un ordenador personal, para que cada cual pueda organizar, de acuerdo con sus gustos, afinidades y expectativas, un multicanal individualizado que bien puede ser, para cada cual, una especie de radio ideal. Algo así como el “museo imaginario” de Malraux, pero en radio.
Escuchar más y desde donde se quiera. Podría decirse que con ello, la radio ha dejado de estar ligada a un espacio físico concreto. Ahí radica el primer avance de lo que está cambiando. Pero la innovación no se acaba ahí. Además de liberarse del espacio, la radio por internet ha permitido que se desligue, también, del tiempo. La historia de la radio está vinculada esencialmente a la parcelación horaria. Ya es un sonido también del pasado aquel pitido, incorporado en todas las emisoras junto a las musiquillas de cada cadena, que saludaba, como hace siglos hacían las campanas, el punto exacto de cada hora. Ahora, gracias al servicio de archivo de los portales radiofónicos de internet, es posible escuchar buena parte de la programación en horario diferente del de su emisión. Radio a la carta, cada cual puede escuchar lo que está acostumbrado a escuchar aunque no sea posible hacerlo en directo: la radio en diferido permite escuchar partes de noticias, programas determinados, secciones concretas, en un momento diferente del que los programadores han decidido que es su franja de emisión habitual.
Fuera de las servidumbres del espacio y del tiempo, la radio, casi podría decirse, se ha desmaterializado para permitir que sea escuchada al gusto y necesidades de cada oyente. Es el espacio y el tiempo de los radioescuchas lo que determina el nuevo espacio y tiempo de la radio. Como en tantos otros ámbitos que han sido transformados por el medio digital, la radio también se ha puesto a girar, ya no en torno a sí misma, sino en torno al indiscutible protagonista: el receptor, el oyente, ha pasado también aquí a ser el protagonista.
Todos los estudios especializados señalan que estamos en un cambio de usos radiofónicos de alcance todavía imprevisible. De hecho, el estudio del 2007 realizado por KPMG Internacional sobre el impacto de la era digital señalaba que internet ya era, para los españoles, la primera fuente de información, por delante, en este orden, de la prensa escrita, la televisión y, en cuarto lugar, la radio. Si internet alcanzaba el 34% de los encuestados, la radio apenas bordeaba el 11%. Era previsible, ya entonces, que la radio se aliara con el cómplice más fuerte. Y parece que por ahí va su anunciado renacimiento.
Y, sin embargo, este uso de la radio tradicional a través de internet es sólo uno de los aspectos de la revolución radiofónica en curso. Basta con acercarse a Pandora (que tuvo que cerrar sus emisiones en Europa) o a Last. fm, tal vez unas de las referencias en el tránsito de la radio analógica a la digital. O a Rockola. fm, servicio de radiofórmula que permite, como tantos otros, la personalización del propio portal radiofónico, a través de emisoras predeterminadas por estilos y fechas o, incluso, por estados de ánimo.
Hoy hablar de radio en internet permite, es cierto, reconocer nuevos hábitos para la escucha radiofónica tradicional, desligada de los imperativos de espacio y tiempo. Pero también, es preciso admitirlo, permite descubrir aquí la iniciativa, creatividad y subjetividad de los nuevos usuarios, capaces de, en cierto sentido, configurar una radio propia, con sólo un ordenador personal, para que cada cual pueda organizar, de acuerdo con sus gustos, afinidades y expectativas, un multicanal individualizado que bien puede ser, para cada cual, una especie de radio ideal. Algo así como el “museo imaginario” de Malraux, pero en radio.
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